El trabajo de este grupo de científicos, dirigido por Carmen López Martínez con mujeres mayores, dio lugar el año pasado a un artículo en la revista especializada Nutrition. Para la realización del estudio, fueron encuestadas hasta 89 mujeres sanas que viven en residencias de ancianos. Los resultados indican que el 7,9% de estas mayores están malnutridas, un 61,8% sufre riesgos de malnutrición, y un 30,3% está bien. El proyecto constituyó la tesis doctoral de Patricio Sebastián Oliva Moresco, bajo la dirección de López Martínez, catedrática en Nutrición de la Universidad de Granada.
Los expertos aconsejan que la dieta de un anciano incluya de tres a cinco raciones diarias de verduras y hortalizas con un peso medio, cada una, de entre 150 y 200 gramos en crudo. “Hay que disminuir la ingesta energética, en línea con las recomendaciones oficiales internacionales. Lo esencial es que todo guarde un equilibrio. Lo ideal sería para un mayor sería tomar en torno a un 55-60% de hidratos de carbono, un 30% de lípidos y de un 12 a un 15% de proteínas”, señala López Martínez. Las necesidades de calorías disminuyen a estas edades y, sin embargo, hacen falta más hidratos de carbono. Productos como lácteos, pescados y huevos han de tomarse con más frecuencia.
Para llegar a los resultados de este estudio, los científicos granadinos pasaron el test especializado MNA en dos residencias de ancianos de la capital granadina. Ahora, “queremos llevar este cuestionario a los ancianos que viven en sus casas, que por lo general comen peor que los institucionalizados, ya que normalmente no se preocupan de seguir una buena alimentación”, comenta la profesora de la UGR. Además, “un gran problema que se presenta es el elevado número de medicinas que toman sin receta previa, presentándose interacciones negativas de fármacos con nutrientes”.
Libro blanco del anciano
El MNA es un test validado internacionalmente que mide el riesgo nutricional. Tiene 18 ítems y se contesta rápido. La fase actual del estudio se está realizando en Málaga, con la colaboración del Colegio de Farmacéuticos, y está previsto que se extienda a otras provincias de la comunidad autónoma. “El objetivo final es la redacción de un libro blanco del anciano en Andalucía”, señala López Martínez.
Algunos de los parámetros que se observan con este test son el índice de masa corporal y la medida de los músculos. También se recogen datos socioeconómicos y referidos a los medicamentos que toman. El test se caracteriza por su efectividad a la hora de calcular el riesgo nutricional. Dentro de un proyecto realizado “sobre el terreno y a posteriori” en estas mismas residencias de ancianos, se contrastaron los resultados del MNA viendo, pesando y comparando lo que comían exactamente los residentes, gracias a la colaboración de la empresa Puleva.
Además de que en las edades más avanzadas, las dificultades para comer bien son notorias, se trata de una generación con graves problemas de alimentación en los primeros años de su vida. “Hay componentes como el calcio, que deben tomarse desde pequeños. Los índices adecuados de este mineral no se pueden recuperar tomando leche cuando llegan los problemas de descalcificación”.
Valoración positiva
Pese a que los datos obtenidos son valorados positivamente y a priori se podrían esperar resultados más desalentadores sobre la malnutrición de este colectivo de edad, la catedrática López Martínez alerta sobre los riesgos de una mala alimentación. El estudio Dorica sobre obesidad y riesgo cardiovascular, recientemente presentado en España, alerta sobre las graves consecuencias de las prácticas sedentarias.
En consonancia con este trabajo, la especialista de la UGR hace hincapié en los malos hábitos de alimentación: “La dieta mediterránea, de la que tanto presumimos, se sigue muy mal, en especial en Andalucía “. Y concluye: “Hay una mala educación nutricional que debe empezar por los menores y por los propios padres”.
Referencia: Profa. Mª Carmen López Martínez.
Departamento de Nutrición y Bromatología.
Teléfonos: 958243869 – 958243863.
Correo e: mlopez@ugr.es