Geólogos de la Universidad de Granada alertan de la falta de estudios de riesgo en el territorio español que puedan prevenir y paliar los efectos de desastres naturales como movimientos de ladera, terremotos e inundaciones y subrayan la “inexistencia” de este tipo de trabajos en la provincia de Granada. Los profesores Chacón e Irigaray lamentan que todas las actuaciones de las administraciones públicas se realizan ‘postmortem’, pese a disponer de recursos, técnicas y experiencia para trabajar con carácter preventivo.
«Los esfuerzos deben orientarse a la prevención. Nuestra frustración es que tenemos experiencia y recursos para actuar con carácter preventivo y no conseguimos que los planeamientos urbanísticos incorporen estudios de riesgo puedan mitigar las consecuencias de catástrofes como deslizamientos de tierra, terremotos e inundaciones. Mientras no se introduzca la prevención estaremos siempre en situación ‘postmortem’ tipo Tenerife o cámping de Biescas».
Es la advertencia que realiza el catedrático José Chacón Montero, doctor en Ciencas Geológicas y profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, al informar de que «lamentablemente» no conoce ni un solo estudio de prevención de riesgos naturales en la provincia, a pesar de que Granada se encuentra en el centro del problema tanto en deslizamientos de tierras como en terremotos. «Es la zona más afectada de España», enfatiza. En su opinión, el principal problema se halla en el vacío legal existente en nuestro país sobre prevención de desastres naturales.
Así, el investigador recuerda que tras las fuertes lluvias de 1996/97 se creó una Comisión sobre Desastres Naturales en el Senado que entrevistó a varios centenares de técnicos y especialistas y, aunque en las conclusiones se ponía de manifiesto la falta de regulación, al final no se desarrolló la normativa. «Nunca se hace un estudio previo porque no hay obligación. La obligación de los técnicos es cumplir la normativa y eso lo hacen religiosamente. El problema es que la normativa no lo contempla. Por tanto, no es una cuestión maniquea de buenos y malos; es una asignatura pendiente no sólo de Granada y de Andalucía, sino de nuestro país y de otros muchos países. Se trata de aplicar técnicas en las que se han producido muchos avances en los últimos treinta años, pero no hay forma de incorporarlas a la práctica», lamenta.
Como ejemplo concreto de esta situación, el profesor Chacón comenta que su grupo de investigación realizó una oferta a la Comisión de Elaboración del Plan del Área Metropolitana para contemplar la exposición de riesgos naturales y «no ha habido manera de colaborar con ellos». Otro detalle que aporta el catedrático es una memoria publicada el año pasado por la Consejería de Obras Públicas de la Junta sobre situaciones catastróficas en Andalucía en la que se reconoce que, a pesar de que la ley de urbanismo indica que son necesarios los estudios preventivos de desastres naturales, «esta norma no se ha aplicado en ningún caso». «No se tiene en cuenta y el planeamiento urbano se hace en todas las escalas sin prevención».
«Hoy día es posible la prevención espacial: indicar en qué escenarios se pueden producir los desastres y, por lo tanto, tomar medidas preventivas que palien los efectos. No podremos evitar el desastre, pero sí mitigar las consecuencias», insiste el profesor Chacón para aludir a la metodología que el Grupo de Investigaciones Medioambientales: Riesgos Geológicos e Ingeniería del Terreno de la Universidad de Granada ha desarrollado para conocer los niveles de susceptibilidad y peligrosidad de un territorio y, así, elaborar un mapa de riesgo de la zona.
Método de la Matriz
En relación al proyecto, Clemente Irigaray Fernández, doctor en Ciencias Geológicas y profesor titular de Ingeniería del Terreno en la Universidad de Granada, explica que la metodología es un instrumento de gran importancia para la planificación del territorio: un documento de valiosa ayuda a la hora de decidir el trazado de carreteras, realizar cambios de uso del territorio y aprobar proyectos de edificación o cualquier tipo de infraestructuras. Según recuerda el profesor Irigaray, los primeros estudios se llevaron a cabo a raíz del deslizamiento de tierra registrado en Olivares en los años 1985/86 con la creación del grupo de investigación.
Según apunta el doctor, uno de los integrantes del grupo que dirige Chacón Montero, lo que se pretende con el llamado Método de la Matriz es realizar una evaluación de riesgo de una determinada zona teniendo en cuenta tres componentes:
-La peligrosidad: probabilidad de que se produzca en una zona concreta un deslizamiento de tierra en un periodo de tiempo determinado. Una variante de este elemento es la susceptibilidad: cuando no se considera el espacio de tiempo.
-La vulnerabilidad: el grado de pérdidas –en infraestructuras y humanas- si se produce el deslizamiento.
-Los elementos sometidos a riesgo: para que haya riesgo es preciso que haya población, viviendas, cultivos, infraestructuras.
En cuanto a los pasos para la elaboración del mapa de riesgo, el doctor Irigaray los sintetiza del siguiente modo:
– Inventario de movimientos de ladera (tipología, actividad y grado de desarrollo).
-Análisis de los factores determinantes (composición litológica, parámetros geomecánicos, pendiente, etc.) y desencadenantes (los que activan el movimiento, por ejemplo, precipitaciones, terremotos o cualquier actividad humana que modifique las condiciones naturales del terreno).
– Relaciones entre el inventario y los factores analizados. Determinación, mediante correlaciones estadísticas, de los factores que controlan la generación de cada tipo de movimiento de ladera.
– Cartografía de la susceptibilidad a los movimientos de ladera. Se realiza a partir del inventario y factores determinantes. Se trata de identificar las combinaciones de factores que hacen más probable que se genere un deslizamiento.
– Mapa de exposición de movimientos de ladera, que expresa la mayor o menor posibilidad de que una determinada zona sea afectada por un deslizamiento.
– Mapa de peligrosidad, teniendo en cuenta los factores desencadenantes.
– Validación de las cartografías obtenidas, mediante diferentes test de significación y grado de ajuste entre los movimientos de nueva generación y las clases de peligrosidad cartografiadas.
– Valoración de los elementos en riesgo y vulnerabilidad.
– Cartografía del riesgo. A partir de los mapas de vulnerabilidad, peligrosidad y los elementos en riesgo se obtiene el riesgo total, que se expresa en términos económicos.
Respecto a la aplicación de la metodología, el investigador indica que, si hay información disponible, la elaboración de los mapas se realiza de forma casi automática. «Lo más costoso en tiempo y dinero es la recopilación de datos previos», argumenta Irigaray para subrayar la necesidad de concienciar a las administraciones públicas para que incluyan los mapas de peligrosidad y riesgo en el planeamiento urbano.
Sobre la validez de su metodología y de sus estudios, el catedrático Chacón comenta que son los únicos investigadores españoles que han contribuido en la publicación editada por las Naciones Unidas para conmemorar la Década Internnacional para la Reducción de Desastres 1990-2000: Natural Disaster Management. «Landslide (Deslizamiento de tierras)» es el nombre del artículo que se incluye en la publicación y que concluye -como manifiesta el profesor Chacón- con una reflexión bastante negativa: «(….) A pesar de todas estas propuestas y experiencias, sigue siendo demasiado frecuente que se requiera de un desastre real para que se produzcan reacciones en el país afectado. De tal manera que, quizá el mayor desafío, y el que se ha promocionado intensamente a través de la Década Internacional para la Mitigación de los Desastres Naturales, sea el de asegurar que los esfuerzos se orienten hacia preparación y prevención ante los desastres».
En torno a los trabajos del Grupo de Investigaciones Medioambientales: Riesgos Geológicos e Ingeniería del Terreno, Chacón avanza igualmente que en estos momentos se está creando en Estrasburgo una red de investigación en su campo de especialización en el que está previsto que participen «Lo peculiar de nuestra situación es que estamos al nivel internacional tanto en investigaciones como en técnicas, pero no logramos que todo ello se incorpore a la práctica. Estamos siempre en situaciones postmortem», concluye.
Referencia:
– Prof. José Chacón Montero
Tlf: 958-246136
Correo e. jchacon@ugr.es
– Prof. Clemente Irigaray Fernández
Tlf: 958-243367
Correo e. clemente@ugr.es