La brasileña “Los fusiles”, de Ruy Guerra; la boliviana “La sangre del cóndor”, de Jorge Sanjinés; la argentina “No habrá más penas ni olvido”, de Héctor Olivera; la colombiana “La estrategia del caracol”, de Sergio Cabrera; y la también argentina “Moebius” de Natalia Urruty y Emiliano Torres, son, por este orden, las películas programadas en un ciclo de plurales hechuras y estilos en el que predomina de forma abrumadora el tono político e ideológico, desde la denuncia social hasta la contestación de las armas.
Las distintas manifestaciones de oponerse a la opresión son, en el fondo, el hilo argumental de este ciclo en el que se recoge una muestra del cine militante y revolucionario latinoamericano, desde los años sesenta hasta medidos los noventa, y en el que la figura contestataria se erige como péndulo de una cinematografía oscilante entre las militancias social y política y el gran recurso visual y estético que se alumbra en buena parte de la obra de estos realizadores, hasta el punto de marcar sus estilos.
Pero en el trasfondo, tal y como ocurre de forma concluyente en “La sangre del cóndor”, el discurso combatiente, como contestación inequívoca a los abusos y humillaciones del imperialismo norteamericano, se torna discurso cultural y estético, enraizado en los usos y costumbres de un pueblo que lucha por su supervivencia a su manera y a su ritmo. Así, la narración del “extermino” preventivo que se denuncia en la película: es decir, de cómo las autoridades sanitarias norteamericanas consiguen la esterilización no consentida de las mujeres quechuas, y con ello la literal extinción de un pueblo, constituye, formalmente, un alarde visual pleno de fuerza y estética.
Y esta es una constante de buena parte de la cinematografía militante latinoamericana, en general, y de las películas incluidas en este ciclo, en particular.
Metáforas y palabras
La metáfora, y la parábola son, además, otros signos comunes en una cinematografía que ama los pequeños espacios, viniendo, como viene, de los paisajes majestuosos, de los grandes ríos, de las grandes montañas, de las grandes llanuras: el buey sagrado que traerá la lluvia a los hambrientos campesinos en “Los fusiles”; la mirada repetida y conforme de la mujer quechua que asiente –símbolo de toda una cultura– ante el cinismo descarnado de del Cuerpo de Paz norteamericano en “La sangre del Cóndor”; la muerte de Ulises Dumont de “No habrá más penas ni olvido”, como metáfora de un pueblo, el argentino, al que marcó, definitivamente, el peronismo; el gran hallazgo contra la guerra, protagonizado por el director de “La estrategia del caracol”, quien habiendo sido guardia rojo de Mao y guerrillero en Colombia, convierte su discurso en un rechazo rotundo a la violencia; y la irrealidad cuasi mágica, las atmósferas solemnes de “Moebius” en una suerte de recuento de la historia de Argentina, sin proponerlo tácitamente, como si la anécdota traspasara las enciclopedias y en sí misma constituyera nuestras vidas.
Referencia: Juan de Dios Salas Chamorro. Director del Cineclub Universitario. T.f 958-243484.