Juan Carlos de Pablos, profesor de Sociología en la Universidad de Granada, ha realizado un estudio que bajo el título El amor en la canción popular y en la música pop analiza las diferencias culturales de la sociedad española tradicional y la moderna. Según el experto «la base metodológica de esta comparación es que la cultura de cada época, de cada grupo, es decir, las formas de pensar, sentir y obrar, se plasma en representaciones sociales que reflejan las maneras de ver las cosas que poseen los miembros de esa cultura. Sin embargo, la cuestión de fondo es compleja, porque las representaciones sociales no son sólo el producto acabado de un grupo social, sino que frecuentemente, además de reflejarlo, tratan de influir sobre él. Es decir, los artistas no se sentirían a gusto si se les dijera que con su arte simplemente reflejan lo que hay, sino que tratan de influir con su arte en el público».
Para este trabajo de Pablos utilizó algunas letras de canciones, «a las que tuve fácil acceso. No es exhaustivo, sino más bien exploratorio. Quiere decir que los mismos tipos de canciones pueden contener mensajes muy diversos. En el estudio comparé las letras de amor de las canciones del último disco de Mecano, Aidalai, con las de las Sevillanas de Oro de ese mismo año, con las que se referían al amor o las relaciones de pareja». Para este profesor las sevillanas, «aunque estén escritas en estos tiempos, reflejarían los valores y las prácticas de la cultura a la que pertenecen, es decir, una cultura tradicional, muy localizada en el tiempo y en el espacio. En ese sentido, las referencias a los objetos y comportamientos más o menos típicos de esa cultura son muy importantes: la romería del Rocío, Sevilla, los patios andaluces, con las flores, las rejas, así como los contenidos religiosos. Las letras de las canciones contextualizan bien dónde tiene lugar la acción. Además, se produce una identificación muy grande con todas esas cosas, que son cantadas de manera entusiasta, sin sentido crítico. Al contrario, en las letras de Mecano, no hay ninguna referencia que permita localizar si lo que se cuenta está sucediendo en Madrid o en Nueva York».
Además, según el experto, «en las sevillanas encontramos la pervivencia de unos comportamientos asociados al hombre y otros a la mujer. Siempre es un hombre cantando las maravillas de la mujer. Luego, la mujer arregla la casa y el jardín, cuida las flores, cuida de las personas. Es decir, se expresa una separación de roles masculinos y femeninos. Nada de esto sucede en las canciones modernas, en las que, para empezar, raramente puede saberse si es hombre o mujer la que canta, y no hay comportamientos esperados del hombre o de la mujer, papeles establecidos de antemano. También, en las sevillanas, la mujer es maravillosa, poseedora de múltiples perfecciones que encandilan al varón, pero también se recoge su capacidad de atraer y gustar y el con siguiente sufrimiento que genera en el hombre, en una especie de juego erótico. A pesar de los roles, el papel de la mujer no es pasivo y, aunque ese juego sexual se da siempre, en las sevillanas se señala también la importancia de la iniciativa de la mujer en la seducción».
Por último, una importante diferencia, según de Pablos, se da en lo que se refiere a los aspectos físicos. «El control social impide en una sociedad tradicional mencionar el sexo, lo que conduce a la aparición de otro tipo de referencias que, aceptadas socialmente, son su antesala: la sensualidad. Las sevillanas están repletas de alusiones a todos los sentidos: la hermosura que entra por los ojos, los aromas del patio, el color de las flores, el canto del agua, las caricias… Hay referencias al sexo extramatrimonial en casos de adulterio, pero no se menciona explícitamente, estando supeditado al qué dirán. Por el contrario, en las letras de Mecano, las referencias manifiestas al sexo son relativamente abundantes, incidiendo frecuentemente en aspectos descriptivos, aunque sea en un sentido poético».
Tras estas diferencias externas, este sociólogo se pregunta por el concepto de amor que subyace en las canciones. «Y la sorpresa viene entonces cuando encontramos que la concepción de amor entre uno y otro tipo es muy similar. La razón es clara, puesto que existe una continuidad cultural entre la sociedad tradicional y la sociedad moderna (o postmoderna), y ambas pertenecen al entorno occidental. En primer lugar, el amor es un amor romántico: es fuente de sueños, de esperanzas, de expectativas y placer, en su sentido más amplio, pues no hay nada tan fascinante como estar enamorado. El amor es atracción: estar juntos, acordarse, pensar en el otro, sentirlo y quererlo son elementos que están presentes en los dos tipos de canciones. Además, el amor es apasionado, tanto en lo físico como en lo psíquico: es arrebatador y total, y el componente sentimental lo invade todo. El amor es también fuente de misterios y contradicciones». La diferencia entre uno y otra visión es la identificación «con el grupo es mucho menor, a favor de las personas. En la sociedad tradicional el amor está regulado socialmente a través de la institución del matrimonio, que establece un patrón para las relaciones amorosas. En la sociedad actual el concepto de amor es más profundo y más frágil a la vez. A pesar de que las menciones al sexo pueden ofrecerlo como trivial, son muchas las referencias a la identificación entre los amantes, se basa en la comunicación y la unión con la persona amada. Sin embargo, la paradoja surge cuando el amor, desprotegido ahora por la institución, se rompe con mucha más facilidad que antes».
Esta investigación, que nació, «tratando de comprender mejor las diferencias entre la sociedad tradicional y la actual, presenta unos resultados coherentes con determinados aspectos de la realidad familiar de nuestro tiempo, de la que probablemente las sevillanas, como mecanismo difusor de una representación idealizada del amor, no son ajenas. Las relaciones amorosas se han ido perfeccionando, el componente emocional o romántico se completa con el deseo de comunicarse, de identificarse con la persona que se ama. Pero al mismo tiempo se sufren los cambios sociales, particularmente la sustitución de una cultura tradicional por una moderna. Así, al surgir nuevas formas de control social, se rechazan algunas de las antiguas, como las que trataban de proteger las relaciones amorosas, que ahora son más frágiles que nunca, aunque se espere de ellas mucho más que antes».
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Juan Carlos de Pablos. Departamento de Sociología.
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