Salomé Guadalupe Ingelmo gana el Paso del Estrecho con un relato de naufragios

Salomé Guadalupe Ingelmo gana el Paso del Estrecho con un relato de naufragios

El 17 de junio de 1816, una flota formada por cuatro navíos, partió de Francia para tomar posesión del puerto senegalés de Saint Louis, devuelto por los británicos como muestra de apoyo a la restauración borbónica. Pero la fragata Medusa, que se había alejado de los otros barcos, encalló el 2 de julio, en las aguas del banco de Arguin, a 160 kilómetros de la costa africana. El capitán, Hugues Duroy de Chaumereys, dispuso que los 400 pasajeros del navío se repartieran de la siguiente manera: los aristócratas y políticos -entre ellos el nuevo gobernador y su familia-, subirían a bordo de los seis botes salvavidas. El resto, aproximadamente 150 personas entre marineros y soldados, serían remolcados por los botes en una balsa que medía 20 por 7 metros. Diecisiete personas decidieron quedarse a bordo del navío.
Como la balsa lastraba la marcha de los botes, y el descontento de sus ocupantes hizo pensar que podían abordarlos en cualquier momento, el capitán decidió cortar las cuerdas que los unían con la balsa, y abandonarla a su suerte. Las embarcaciones salvavidas llegaron sin contratiempo a distintos puntos de la costa.
A bordo de la balsa, rescatada trece días después de que se hubieran cortado las cuerdas, sólo quedaron quince personas con vida. Cinco fallecieron poco tiempo después. Dos de los diez supervivientes, el médico Henri Savigny y el armador Alexander Corréard, difundieron el desastre en un panfleto que se convirtió en un superventas al describir lo que ocurrió en aquella travesía: suicidios, asesinatos, canibalismo.
A partir de esta tragedia, que alcanzó renombre internacional a través del lienzo que le dedicó Théodore Géricault, surge el cuento \’Bajo el signo del naufragio\’, de Salomé Guadalupe Ingelmo, ganadora de la segunda edición del Premio Paso del Estrecho. La autora reflexiona sobre la naturaleza humana en este relato que establece un paralelismo entre el horror que se vivió en la balsa de la Medusa y el que sufren, día a día en pleno siglo XXI, aquellos que se deciden a cruzar a nuestras costas desde el otro lado del Estrecho.
Poderosos y plebe
«En la tragedia de la Medusa sólo se salvan los poderosos, los \’ilustres\’, mientras que a las personas de a pie las meten a todas en una balsa a la que luego cortan las cuerdas porque impide a los botes de los poderosos avanzar suficientemente», explica Salomé Guadalupe. «En la actualidad me horroriza -añade- que un grupo de gente gane tanto dinero a partir de personas desgraciadas que buscan una vida mejor, el egoísmo del que somos capaces las personas es tremendo».
A pesar de la crudeza de su relato, la autora madrileña, que se presenta por primera vez a este certamen, que considera muy positivo «al promover la comprensión al otro», deja la puerta abierta a la esperanza y a la confianza de que algo pueda cambiar. Por su parte, la marroquí Zineb Ben Yaya, finalista con su relato \’En el camino\’, se centra en la historia de un marroquí que cruza a España, y después de muchos años e incluso de legalizar su situación, ve cómo no ha visto satisfechas sus ilusiones, ni cumplidos sus sueños, ya que llegó con la esperanza de doctorarse en su especialidad universitaria, y lo máximo que consigue es trabajar en un invernadero. «Mi relato tiene un punto negativo, decepcionado y desesperado, y está escrito a partir de mi propia experiencia -Zineb es traductora y vive en Almería- y la de muchas personas que conozco o me cuentan lo que les ha ocurrido a ellos. Incluso, lo que leo o veo en televisión».
Ceremonia
La entrega de premios tuvo lugar en el Palacio de Carlos V, con la actuación de la Coral Ciudad de Granada y la presentación del libro de la primera edición del certamen.
El jurado, coordinado por el doctor en Filología Antonio Barnés, está integrado por Mouna Aboussi, lectora de Árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga; José Julio Cabanillas, escritor y profesor de Literatura en Sevilla; Jesús Cotta, escritor y profesor de Filosofía en Sevilla; Miguel d\’Ors, poeta, premio de la Crítica y profesor de Literatura de la Universidad de Granada; Ángel Esteban, escritor y profesor de Literatura de la Universidad de Granada; Pilar González, profesora de Árabe en el Instituto San Justino de Madrid; y Aram Hamparzoumian, profesor de Árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga.
El Premio Paso del Estrecho está convocado por la Fundación Cultura y Sociedad, con la colaboración de la Asociación UNESCO para la Promoción de la Ética en los Medios de Comunicación.
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La UGR retrasa un año la implantación de nuevos títulos adaptados al Plan Bolonia

La UGR retrasa un año la implantación de nuevos títulos adaptados al Plan Bolonia

Absolutamente imposible. Esas son las dos palabras que ha utilizado la vicerrectora de Enseñanzas de Grado y Posgrado de la Universidad de Granada (UGR), Lola Ferre, para referirse a la puesta en marcha de los primeros títulos de grado adaptados al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Los once planes de estudio que se aprobaron en febrero en el Consejo de Gobierno no se ofertarán el próximo curso según las exigencias del Plan Bolonia.

La institución universitaria granadina se queda atrás. ¿Si o no?. El rector Francisco González Lodeiro ya lo ha comunicado oficialmente en el Consejo de Universidades: La UGR no ofrecerá grados -así es como se denominarán las licenciaturas y diplomaturas- en el curso 2009/2010. Es la primera de Andalucía que ha dicho no oficialmente y según la vicerrectora Lola Ferre existe una «gran preocupación» en el resto de la comunidad autónoma por el proceso. La responsable universitaria advierte de que esto «no es una carrera», pero admite que la Universidad granadina tampoco quiere quedarse la última. Esta reflexión la hace al preguntarle cómo puede perjudicar que la UGR el próximo curso no oferte ningún estudio adaptado al Espacio Europeo y el resto de universidades sí los pongan en marcha. «Tampoco es nada dramático», concluye.
La Universidad granadina aprobó en Consejo de Gobierno los primeros grados el día 26 de febrero. En la rama de Ciencias de la Salud se dio luz verde a los nuevos planes de estudio de Enfermería, Fisioterapia y Terapia Ocupacional, todas las carreras de la Escuela de Ciencias de la Salud y pasarán de diplomaturas a grados, o lo que es lo mismo, de tres años a cuatro de estudio.
Los grados
En la rama de Ciencias Sociales se aprobó el grado de Relaciones Laborales y Recursos Humanos; en Ingeniería y Arquitectura se dio el visto bueno al grado de Ingeniería de Edificación, así es como se llamará lo que se ha conocido hasta ahora como Arquitectura Técnica. En la rama de Artes y Humanidades está estudiándose en la Agencia Andaluza de Evaluación (AGAE) los grados de Traducción e Interpretación, Historia, Historia del Arte, Estudios Ingleses, Filología Hispánica y también Filosofía. Los títulos se enviaron con prisa y el día 27 de febrero para que pudieran ofertarse el próximo curso, pero al final «ha sido imposible hacerlo en tiempo». A esto añade la vicerrectora que a las fechas que «estamos y no hemos recibido aún el visto bueno de la Administración. Es imposible».
Ferre va un poco más allá. Dice que el rector ya se lo ha advertido también a los decanos de las facultades y escuelas que estaban involucradas en esta iniciativa. No quieren aventurarse y que no se cumplan las garantías jurídicas necesarias. No quieren que se empiece a ofrecer un título que no esté aprobado y publicado en el boletín como es debido.
Cuando se aprobaron en el órgano universitario estos primeros títulos se dijo que se ofrecerían en octubre. Ese ha sido el discurso hasta ahora. Con este giro la Universidad granadina deberá enfrentarse a poner en marcha más de sesenta títulos adaptados al Espacio Europeo de Educación Superior en el curso 2010/2011. Esa es, por otra parte, la fecha fijada por la Administración. En otras universidades españolas ya se han ofertado en algunas universidades grados, en Andalucía no. Ferre anuncia también que analizarán alternativas para cambiarse de planes de estudio.
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La Junta concede 90.000 euros a la UGR para el servicio de préstamos de bicicletas, que comenzará en septiembre

La Junta concede 90.000 euros a la UGR para el servicio de préstamos de bicicletas, que comenzará en septiembre

La Junta de Andalucía ha concedido una subvención de 90.000 euros a la Universidad de Granada (UGR) para la implantación del servicio de préstamos de bicicletas para el desplazamiento \’intercampus\’ entre los miembros de la comunidad universitaria, lo que se pondrá en marcha de forma definitiva a partir del próximo curso.

La citada subvención ha sido publicada en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) conforme a una resolución del 19 de mayo de la Dirección General de la Agencia Andaluza de la Energía, con la que la UGR firmó un convenio hace unos meses para poner en marcha el proyecto.

El profesor de la UGR e impulsor de la iniciativa, Juan Manuel Santiago Zaragoza, explicó a Europa Press que a partir del próximo septiembre se implantará una primera fase con un total de 50 bicicletas y varios puntos de préstamo repartidos por el Campus de Fuentenueva y de Aynadamar, así como en las instalaciones deportivas de Cartuja y el Complejo Administrativo Triunfo.

Posteriormente se iniciará una segunda fase con unas 150 bicicletas y la ampliación de los puntos de préstamo al Campus de la Salud y las facultades de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Traducción e Interpretación, Psicología y Centro de Lenguas Modernas.

La idea inicial era poner en marcha este servicio durante el presente curso, aunque «ha habido una serie de retrasos por parte de la empresa», que ofreció a la universidad bicicletas sin marchas, «lo que no es muy operativo para una ciudad como Granada», explicó Zaragoza.

La empresa valenciana enviará las primeras 50 bicicletas en los próximos días, aunque después de las fiestas del Corpus la finalización del curso «ya estará encima», motivo por el que la universidad ha preferido aprovechar estas semanas para dar la máxima difusión al servicio e implantarlo en septiembre.

Los usuarios de este servicio deberán ser en principio miembros de la comunidad universitaria –aunque no se descarta el acceso a otros colectivos en función de la demanda– y deberán pagar unos diez euros anuales en concepto de seguro de accidentes.

La idea es que los estudiantes puedan acceder al servicio mandando un mensaje de móvil, tras lo que recibirán una clave que deberán introducir en los puntos de préstamos electrónicos a fin de poder desconectar la bicicleta de su soporte

El profesor de la UGR calificó de muy positiva esta medida, que favorecerá el uso de un modo de transporte más sostenible entre la comunidad universitario, aunque consideró que sería más fácil implantarlo si hubiera más carriles bici en la ciudad.

La bicicleta es un medio de transporte muy rápido y eficaz, aseguró Zaragoza, que manifestó su deseo de que este servicio de préstamo tenga éxito y anime a las instituciones a crear más carriles específicos para promover su uso.
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ABC

Pág. 44 y 45: Espcial Universidad / El futuro de una promoción en crisis
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Un programa crea música a partir de las emociones del receptor

Un programa crea música a partir de las emociones del receptor

La creación de música a partir de las emociones que afloran en el receptor es posible gracias a Inmamusys, un software desarrollado por un grupo de investigadores de la Universidad de Granada (UGR), según informó el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC). Haciendo uso de técnicas de inteligencia artificial, el programa propone la reproducción continua de música emotiva y original libre de derechos de autor.

Con el propósito de diseñar un software que permitiese a cualquiera generar música sin necesidad de saber componerla, los investigadores de la UGR Miguel Delgado, Waldo Fajardo y Miguel Molina recurrieron a la inteligencia artificial para crear Inmamusys, acrónimo de Intelligent Multiagent Music System, un sistema capaz de componer e interpretar música en tiempo real.

Esta aplicación podría cambiar muchas cosas en el futuro, como la repetitiva prominencia de los hilos musicales en zonas públicas, señalaron sus creadores. «El repertorio de los hilos musicales es muy limitado y con el nuevo invento se crea un ambiente agradable, pero nada repetitivo para quien debe estar en ese espacio durante todo el día», afirmó Miguel Molina.
Emotiva y original

El equipo investigador llegó a la conclusión de que «sería muy interesante diseñar y construir un sistema inteligente que generara música de forma automática, garantizando su grado de emotividad (para controlar el ambiente creado), y su originalidad (debe componerse una pieza que no se repite, original e infinita)», indicó el investigador.

Inmamusys tiene el conocimiento necesario para la composición emotiva mediante la utilización de técnicas de inteligencia artificial. En su diseño y desarrollo, los investigadores abordaron tareas relacionadas con la representación abstracta de conceptos necesarios para el tratamiento de emociones y sentimientos. El sistema ha sido evaluado mediante una encuesta cuyos resultados han demostrado que los usuarios pueden identificar el tipo de música que el ordenador compone. «Cualquier persona sin conocimientos musicales puede usar este compositor musical artificial ya que el usuario sólo debe decidir el tipo de música», explicó Molina.

El desarrollo comercial de este prototipo no sólo cambiaría la forma de investigar la relación entre ordenadores y emociones, los métodos de interactuar con la música y los marcos de composición musical en el futuro, sino que también serviría para reducir costos, destacaron sus autores. «La utilización de piezas musicales en ámbitos públicos conlleva el pago de derechos de autor. Nuestro sistema evitaría el pago de estos derechos de autor relativos a la música», aseguraron.
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Un teólogo afirma en Tenerife que «morir dignamente no es sinónimo de eutanasia» y plantea otras 4 vías de fallecer

Un teólogo afirma en Tenerife que «morir dignamente no es sinónimo de eutanasia» y plantea otras 4 vías de fallecer

«La posibilidad de morir dignamente no es equiparable a la aplicación de la eutanasia, puesto que existen otras cuatro posibilidades para acceder a una muerte digna sobre las que, además, hay un consenso social que no existe para el caso de la eutanasia». Esta idea es la conclusión de la conferencia \’Cuestiones bioéticas vinculadas al final de la vida humana\’ con la que se clausuró el curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Tenerife \’La bioética: ciencia y conciencia en la sociedad plural\’, organizado en colaboración con el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC).

La conferencia estuvo a cargo del teólogo Francisco José Alarcos Martínez, director de la Cátedra Andaluza de Bioética y del Máster de Bioética de la Universidad de Granada. El ponente aseguró que existen otras cuatro fórmulas que permiten a los enfermos terminales contar con una muerte digna: el suicidio médicamente asistido, el rechazo de tratamiento, la limitación del esfuerzo terapéutico y la sedación terminal o paliativa. «Desde el punto de vista moral, tanto con enfoque civil o religioso, no hay problema en aceptar los cuatro últimos casos de muerte digna», aseguró Alarcos.

El teólogo, según informó la UIMP en un comunicado, indicó que existe una confusión con el término eutanasia producto de su aplicación a circunstancias distintas y propuso un concepto de eutanasia que se da en el caso de que concurran las circunstancias de que se produzca la muerte de los pacientes mediante una relación causa-efecto «única e inmediata» entre la actuación médica y dicha muerte; que se realice a petición expresa del enfermo y que esta petición sea reiterada en el tiempo, que se dé en un contexto de sufrimiento entendido como «dolor total» no mitigado por otros medios –de forma que la eutanasia sería consecuencia de un comportamiento compasivo– y que sea aplicada por profesionales sanitarios que mantienen con los pacientes una relación clínica significativa.

Entendiendo la eutanasia de esta manera, muchos sectores sociales rechazan su aplicación y obtienen con ello a su vez la reacción contraria de los colectivos que defienden el derecho a morir dignamente. Sin embargo, el teólogo defendió que la única forma de muerte digna no es la eutanasia y que existen otras posibilidades para ello que tienen mayor aceptación social.

SUPUESTOS

El caso del suicidio médicamente asistido, en el que el equipo sanitario facilita al paciente las posibilidades de suicidio, no cuenta con suficiente acuerdo socialmente, pero sí la limitación del esfuerzo terapéutico, caso en el que el equipo médico es el que toma la decisión de detener el tratamiento cuando éste no conduce a una solución de la situación del paciente y su persistencia significaría llegar al «encarnizamiento terapéutico».

El rechazo del tratamiento tiene el mismo sentido que el anterior, pero en él quien toma la decisión es el paciente o de sus representantes, una vez que la voluntad del enfermo haya quedado expresada por escrito en un testamento vital. «Es ético y moral rechazarlo, incluso aunque sólo sea por motivos económicos, además de que el paciente observe que el tratamiento sea fútil para su vida». La sedación terminal o paliativa consiste en la administración de calmantes a pacientes terminales para evitar el dolor. Aunque la sedación acelera el proceso de la muerte, está aceptada moralmente, incluso por la Iglesia, que admite su empleo desde el Papado de Pío XII.
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Mohamed Zitoune y Guadalupe Ingelmo, premios Paso del Estrecho

Mohamed Zitoune y Guadalupe Ingelmo, premios Paso del Estrecho

La segunda edición de los premios de relato corto Paso del Estrecho premian las obras del escritor marroquí Mohamed Zitoune, L\’hrig, y la madrileña Guadalupe Ingelmo, Bajo el signo del naufragio, en las modalidades de árabe y español, respectivamente.

La directora del Patronato de la Alhambra y Generalife, María del Mar Villafranca, presidió ayer en el Salón de Actos del Palacio de Carlos V, la II edición de los premios literarios Paso del Estrecho. Durante el acto, se presentó el libro que recoge los relatos cortos escrito por los galardonados de la Primera edición del certamen, celebrada en 2008. La jornada concluyó con la actuación musical de la Coral Ciudad de Granada.

En la modalidad de árabe, el primer premio recayó en Mohamed Zitoune por L\’hrig; mientras que los finalistas han sido Zineb Benyaya (de Almería) por \’la at-Tariq, y Hassan Bakkali, de Marruecos, por \’ubur. Por lo que respecta a los autores que han escrito los relatos cortos en español, el mejor texto ha sido el de Guadalupe Ingelmo, de Madrid, por Bajo el signo del naufragio; y los finalistas han sido José M. Motos Galera por Nuestro Valle y Juan Ángel Brage Vizoso por La otra orilla. Ambos finalistas son de Granada.

Cerca de 200 relatos han concurrido al II Premio de Relato Corto Paso del Estrecho, único del mundo que admite simultáneamente relatos en español y en árabe. Al certamen, convocado por la Fundación Cultura y Sociedad, han llegado textos procedentes de escritores de 24 países de cuatro continentes.

Entre los participantes en el concurso se encuentran hombres y mujeres en semejante porcentaje; jóvenes y mayores, -desde una granadina con 12 años hasta un colombiano de 80-, e hispanoparlantes y arabófonos. En esta segunda edición ha aumentado igualmente el número de textos en árabe, que suponen un tercio del total de los presentados.

El jurado, coordinado por el doctor en Filología Antonio Barnés, está integrado por Mouna Aboussi, lectora de Árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga; José Julio Cabanillas, escritor y profesor de Literatura en Sevilla; Jesús Cotta, escritor y profesor de Filosofía en Sevilla; Miguel d\’Ors, poeta, Premio de la Crítica y profesor de Literatura de la Universidad de Granada; Ángel Esteban, escritor y profesor de Literatura de la Universidad de Granada; Pilar González, profesora de Árabe en el Instituto San Justino de Madrid; y Aram Hamparzoumian, profesor de Árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga.

El Premio Paso del Estrecho, organizado para estrechar lazos entre la cultura occidental y la árabe, está convocado por la Fundación Cultura y Sociedad, con la colaboración de la Asociación UNESCO para la Promoción de la Ética en los Medios de Comunicación.
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La UAL gana la apuesta por la investigación

La UAL gana la apuesta por la investigación

LA posición de privilegio en la que se encuentra nuestra Universidad en investigación ha sido para la comunidad universitaria almeriense una noticia muy grata esta semana. Especialmente, por cuanto ha venido a refrendar el trabajo que realizan los ochenta grupos de investigación que hay activos en la UAL y que son los auténticos responsables de ese resultado. Que en materia de investigación, la Universidad de Almería esté bastante por encima de Universidades como las de Granada, Málaga, Sevilla, Salamanca o la Complutense de Madrid, señala que la política que pusimos en marcha hace dos años está siendo la adecuada, que sabemos lo que hay que hacer y cómo hacerlo.

Pero también es cierto que esos datos reflejan el espíritu de esta provincia, un espíritu que es innovador y competitivo. Es evidente que nuestra Universidad, como institución al servicio público y reflejo de la sociedad de la que forma parte, no podía ser distinta y que esas ansias de progreso son un magnífico caldo de cultivo que facilita la concreción posterior de los proyectos que se ponen en marcha. Habernos situado en investigación entre las 15 primeras de las 69 Universidades españolas presenciales, demuestra que no existen las pócimas mágicas, ni los milagros, sólo el trabajo y la creencia de que la Universidad tiene que estar al lado de la I+D+i y de innovación y de que existe una filosofía muy clara por nuestra parte que, como institución, la Universidad de Almería debe ser competitiva en ambas cosas.

Quisiera también reflexionar sobre los resultados que arroja ese ranking en cuanto a la docencia. Es evidente que para nosotros, que somos aún una Universidad muy joven (hemos cumplido los 16 años de vida) y de tamaño mediano, es difícil competir con instituciones que triplican nuestro número de alumnos o que tienen tras de sí una historia de siglos, como la Universidad de Granada, fundada por el Emperador Carlos V en el año 1531. Por ello, creo que es necesario explicar que no es lo mismo evaluar el número de ordenadores o de libros que hay en una biblioteca que la calidad de la enseñanza. Las 24.000 encuestas anónimas que realizamos cada curso académico entre los alumnos para conocer su opinión sobre los docentes de la UAL ofrecen datos que nos hacen también estar muy seguros de que, en esta materia, también vamos por el buen camino: nuestro profesorado saca un 8 de nota media, muy por encima de la media de las Universidades andaluzas. Sin ánimo de caer en la complacencia, creo que estos datos nos permiten, pues, estar de enhorabuena y nos animan a seguir trabajando para lograr que nuestra Universidad se sitúe en los máximos niveles de calidad y de excelencia, algo que debe ser nuestro objetivo prioritario.
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Agua oculta que ríe

Agua oculta que ríe

NO se ofendan los defensores a ultranza de Manuel Machado; sólo se trata de lo que se llama una alusión intertextual, o sea, aludir a otro texto dentro de un texto. Incluso puede, y debe, considerarse como un pequeño homenaje a otro poeta genial y universal, el de Fuente Vaquero, gracias a la cercanía de cuyo Centro por fin se verá desterrado el Aguador de la Romanilla. Desde aquí expreso mi solidaridad con su próximo destino -se habla del Camino de los Neveros; total, la nieve derretida es agua- con la esperanza de que otro artista provoque su traslado.

Hablando de artistas, en el blog de Juan Vida -a quien me unen lazos caninos entrañables (él sabe a qué me refiero)- del 8 de mayo, explica con toda claridad que, al contrario de lo que muchos han pensado, el mal gusto de la escultura del Aguador se debe a la condición humana, y no a la «condición granadina», poniendo así en pie de igualdad a los granadinos con la raza humana. Esto es progreso y, a medida que se vayan viendo los enormes beneficios que nos aportará tener el Puerto de Motril a tiro, más se irán alejando futuros aguadores aún más feos.

En esto también acierta Juan cuando dice: «Lo que hace que Granada sea diferente no es en sí la escala con que se mide, sino la frecuencia con que se producen los desafueros». Es hasta paradójico porque para hacer algo con «frecuencia» ha menester cierta dosis de energía, y siempre se ha acusado a esta ciudad de inmovilismo a casi todos los niveles. Pues resulta que no; al menos para producir desafueros, en opinión de nuestro artista de marras.

Sin embargo, la concesión de la Universiada a Granada, la designación de Granada como una de las sedes del Mundobasket de 2014, y, ya puestos, la obtención de la Universidad de Granada del séptimo lugar en el «ranking» de las universidades españolas -gracias sobre todo a la docencia- son otras opciones para reírnos de alegría en vez de llorar sin fundamento.

Hay quien dice que las universidades españolas son de pacotilla porque ninguna está entre las cien «mejores del mundo», lo cual es ridículo porque el famoso ranking se basa en los exalumnos premio Nobel, y los profesores premio Nobel. Es decir, el ranking se compra. La docencia ni entra en las consideraciones del ranking de Shanghai.

La única agua oculta que no quiero ver ni llorando ni riendo en Granada es la agüita amarilla de los insoportables botelloneros maleducados. (¿Los hay bien educados? Creo que sí pero ésos sí que son ocultos.) ¿Por qué no llevan el Aguador al botellódromo?

Poco a poco estamos haciendo que el agua oculta de Granada se ría en vez de llorar.
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La esencia de Antonio Machado

La esencia de Antonio Machado

Antonio Machado es ese poeta al que más que volver, el profesor de la Universidad de Granada Emilio García Wiedemann no ha abandonado nunca, y en concreto, de Machado, le ha interesado especialmente un libro, ´Proverbios y cantares´, sobre el que hasta la fecha había publicado algunos trabajos y al que ahora dedica un extenso estudio que pasa por casi todos los aspectos que se pueden abordar sobre unos textos de cuya aparición -los primeros proverbios y cantares- se cumple ahora el primer centenario.

Los proverbios y cantares, recuerda Wiedemann, son composiciones generalmente breves; «la mayor parte consta de cuatro versos, de carácter popular, que expresan las preocupaciones de Machado en torno a la filosofía, al amor, a Dios y a la relación con los demás, llegando en ocasiones a la sentencia o aforismo».

La primera vez que estos textos llamaron la atención de Emilio García Wiedemann fue a sus 14 años. «En esa lectura de la adolescencia intuía que había algo ahí latiendo, algo que en aquel momento se me escapaba». Con posterioridad, García Wiedemann alcanzó una serie de lecturas que le fueron dando la clave de aquello que de adolescente se le escapaba. «Fui dando con el aparato crítico y una serie de lecturas que me pudieran explicar lo que me parecía que se me escapaba».

En el libro que acaba de publicar, ´Los proverbios y cantares de Antonio Machado´ (editorial Dauro), la rigurosidad y minuciosidad es la nota predominante hasta tal punto que incluso aparecen todos los proverbios y cantares que hoy no se conocen como tales y que están desperdigados por otras obras de Machado.

Estos textos a los que Wiedemann otorga tanta importancia dentro de la obra del poeta sevillano no han sido siempre vistos con buenos ojos, precisamente por la sencillez y el carácter popular que entrañan, pero el profesor de la UGR considera que conforme ha ido estudiándolos, ha llegado a la conclusión de que «no eran caprichos de pensador, ni como también se dijo, que al poeta se le había agotado la fuente lírica, o incluso que era ya un poeta de cobre y no de oro». Al contrario, Wiedemann entiende que Machado «lo que iba buscando era esencializar al máximo y condensar el pensamiento a través de una forma que era de entronque verdaderamente popular». De este modo, el poeta «pretende llegar al mayor número de personas y que cada uno pueda integrar en esos textos su propia experiencia vital». En este sentido, Antonio Machado fue utilizando, según apunta García Wiedemann, cada vez con más frecuencia metros de carácter más popular que están más cerca del elemento propiamente folclórico.

Además de ahondar en los temas tratados en los textos, en el libro se recogen todas las variantes que se han dado de los textos e incluso las anotaciones que el propio autor escribió sobre algunos.

Para García Wiedemann, los proverbios «siguen valiendo hoy, mañana y pasado», ya que «la grandeza de Machado es que en ellos supo comprimir la expresión hasta lo mínimo y entroncar con lo primigenio a través de la palabra poética».

El profesor de la Universidad de Granada considera que, a pesar de la importancia de estos textos machadianos, «más que analizados han sido citados en muchas ocasiones para ejemplificar una cosa y su contrario». En este sentido, considera que en el panorama de la literatura española «hay muchos pseudopoetas que para desgracia suya y de la ecología no han leído a Machado o lo han leído de segunda o tercera mano, porque si lo hubiesen leído no se hubieran escrito muchas de las cosas de las que se han escrito».

Machado «es el gran poeta» de la literatura española, con una obra «muy sólida, a pesar de su brevedad si la comparamos con la de otros autores», así como con un «valor específico muy definido», entiende García Wiedemann, que añade que «la propia definición que Machado hacía de la poesía, ´palabra en el tiempo´, se cumple en él de manera excepcional».

Por desgracia, asegura el autor del estudio, «intelectuales vivos de la talla de Machado abundan poco, gente con la capacidad de decir las verdades del barquero». Así, el «compromiso vital y personal» por parte de los poetas de ahora «se ve muy poco», máxime, añade, «ahora que nos acaban de dejar Benedetti o Ángel González», y es que, concluye, «el intelectualismo orgánico se ha extendido de una manera francamente preocupante y no se puede estar dando estopa con una mano y con la otra poniendo el cazo. Ése es el gran drama de hoy».
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Vida tras la ‘Malaya’

Vida tras la \’Malaya\’

El juez Miguel Ángel Torres tiene la concentración de un ajedrecista soviético metido a controlador aéreo. En un juicio de dos horas y media contra un promotor acusado de desobedecer una orden de paralización de obra, el juez Torres, de 38 años, sólo abre la boca para hacer preguntas concisas a los testigos y cortar las digresiones de los peritos. La vista es un peñazo infumable, como lo fue la anterior, un juicio por un delito contra la seguridad del tráfico, y como probablemente lo serán muchas del resto de los días: robos de poca monta, casos de malos tratos y demás miserias del Código Penal, pero Torres no muestra aburrimiento, cansancio o fastidio. Es una esfinge con toga.

El juez sufrió una gran presión de abogados y de policías que querían interferir en la instrucción marbellí

Hubo una manifestación de letrados cuando dijo que algunos formaban parte de la «industria auxiliar de la corrupción»

Cuesta creer que el hierático Miguel Ángel Torres, que ahora dirige juicios rutinarios y sin asomo de glamour en un juzgado penal de Granada, sea el mismo magistrado que en marzo de 2006 puso patas arriba a Marbella (Málaga) con el caso Malaya, la mayor trama de corrupción destapada hasta ahora en España, tanto por número de imputados -se acumulan 107- como por sus repercusiones políticas: supuso la primera disolución de un Consistorio por corrupción en la historia de España. O el que por primera vez se atrevió a investigar un despacho de abogados y ordenar la detención de tres notarios por un caso de blanqueo de capitales, la Operación Ballena Blanca. Visto desde fuera, da la impresión de que ahora es un juez desaprovechado.

Fue Malaya la causa que le lanzó, muy a su pesar, a la fama: las tres oleadas de detenciones de los gobernantes del extinto Grupo Independiente Liberal (GIL) abrieron todos los informativos. Sólo el arresto de la cantante Isabel Pantoja, pieza absolutamente menor en el caso, logró eclipsar al mismísimo cerebro de la trama, Juan Antonio Roca, que amasó ilegalmente una fortuna de 2.400 millones de euros, según los cálculos policiales, gracias a su control omnímodo del urbanismo marbellí durante 15 años.

En julio de 2007, tras agotar dos prórrogas de seis meses, Torres dejó voluntariamente el Juzgado de Instrucción número 5 de Marbella, donde todavía colea el caso Malaya, un sumario con 110 tomos y más de 80.000 folios que su sucesor, Óscar Pérez, trata de gobernar. Torres se hizo cargo del Juzgado de lo Penal número 5 de Granada, una plaza que el Consejo General del Poder Judicial le había concedido desde septiembre de 2005, tres meses antes de que se iniciaran las investigaciones que condujeron a la Operación Malaya y cuyo estallido le llevó a aplazar su incorporación al más tranquilo juzgado granadino.

En su ciudad natal, el juez ha demostrado la misma capacidad de trabajo que le hizo legendario en la Costa del Sol. En 2008 redactó 550 sentencias, cuando la media de los seis juzgados penales de Granada es de 496 fallos, según datos del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). Sólo dos sentencias han merecido la atención informativa. En la primera, de diciembre de 2007, el magistrado multó con 3.750 euros al arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, por un delito de coacciones y una falta de injurias a un cura en torno a la publicación de un libro sobre la catedral de Granada. En abril de 2008, la Audiencia Provincial absolvió al prelado de las coacciones y consideró que las injurias fueron un delito, no una falta, y que habían prescrito. A Torres, siendo granadino, no le sorprendió la absolución del primer arzobispo que se sentó en el banquillo en la historia de España.

En su segunda sentencia destacada atacó a otra institución granadina, aunque esta vez progresista. En noviembre pasado condenó al poeta Luis García Montero a una multa de 1.800 euros y una indemnización de 3.000 por calificar, en un artículo publicado en EL PAÍS, a su compañero de departamento en la Universidad de Granada José Antonio Fortes de «tonto indecente» y «perturbado, con un vocabulario marxista de cuarta fila, muy cercano al delirium tremens». En sus clases, Fortes había calificado de «fascistas» a los escritores Federico García Lorca y Francisco Ayala. García Montero abandonó la Universidad y recibió muestras de solidaridad de intelectuales de toda España, pero no recurrió la sentencia.

El resto del trabajo de Torres queda fuera de los focos. Tres días a la semana dirige juicios en sala y dedica el resto del tiempo a redactar las sentencias. El trato con otros jueces y fiscales es más impersonal que el que mantenía con los de Marbella o en su primer destino en Santa Fe (Granada). A pesar de la fama de duro que se labró en Marbella, Torres no es como aquellos magistrados franquistas que empezaban los juicios diciendo «que pase el condenado». Con una sentencia absolutoria por cada 2,7 condenatorias, se muestra como el segundo más benévolo de los seis jueces penales de la capital granadina, de acuerdo con las estadísticas del TSJA. Las infracciones que más quebraderos de cabeza le dan ahora son los delitos contra la Hacienda Pública, según fuentes próximas al magistrado.

Sobre las aficiones de Torres, casado y con un hijo, poco se sabe, excepto que es hincha del Athletic de Bilbao desde que los leones ganaron las dos ligas consecutivas entre 1982 y 1984, y que le gustan las novelas policiacas y de misterio -no ha sido capaz de terminar todavía Los pilares de la tierra, de Ken Follett- y la música pop española. Durante sus primeros años en el juzgado de Santa Fe, pasó varias noches enganchado a un videojuego llamado Imperium, sobre las grandes batallas de Roma.

Aunque su oficina ya no es un fortín inexpugnable para los periodistas como lo era la de Marbella, Torres rechaza de plano las entrevistas y sólo atiende a los reporteros por imperativo protocolario, en los momentos previos a las conferencias que imparte por toda Andalucía. Sobre él han circulado numerosas leyendas. Una de ellas dice que en el caso Ballena Blanca imputó a los tres notarios como venganza por haber suspendido las oposiciones a ese cuerpo. Las únicas oposiciones a las que ha concurrido fueron las de judicatura, que aprobó en 2000 a la primera, tras dos años de estudio. Otro mito, también desmentido, cuenta que tras su paso por Marbella ha sido tentado discretamente por varios partidos para sumarse a sus filas. El juez, infiel en política, según sus amigos, mantiene su independencia hasta el punto de no estar afiliado a ninguna asociación profesional. Eso sí, el pasado 18 de febrero secundó la huelga de magistrados.

Aunque le llena su nueva faceta de juzgador, Torres no oculta a los suyos cierta nostalgia de su etapa en Marbella y de las emociones fuertes de la instrucción. Unos de esos momentos estimulantes eran las tomas de declaración a Juan Antonio Roca. Interrogar al ex asesor urbanístico marbellí tenía bastante de reto intelectual. El juez era consciente de estar frente a una persona de inteligencia privilegiada, un gran estratega que maneja mucha más información sensible de la que se ha podido obtener en tres años y medio de instrucción. Además, Roca mantenía una entereza tremenda.

Desde un punto de vista personal, el juez Torres no le recomendaría a un amigo suyo embarcarse en una instrucción como el caso Malaya, que, además de una inmensa carga de trabajo tanto judicial como de oficina, le obligó a vivir durante muchos meses con escolta. El macrosumario marbellí le hizo vivir momentos muy duros. Una noche de agosto de 2006 regresaba a su domicilio, un piso de alquiler en la avenida principal de la ciudad, cuando vio desde la calle que las luces estaban encendidas. Sus escoltas avisaron a la policía. Cuando los agentes entraron, en la casa no había nadie, pero algunos objetos cambiados de sitio evidenciaban que alguien había querido darle un aviso. Otras fuentes aseguran que la advertencia mafiosa fue «algo peor» que encontrarse unas cuantas cosas desordenadas.

Otro pasaje crudo sucedió en junio de 2007, poco antes de incorporarse al juzgado de Granada. Entre los papeles de la oficina desde la que Roca controlaba Marbella se encontró la escritura de propiedad de la casa de su compañero y amigo Francisco de Urquía, titular entonces del Juzgado de Instrucción número 2 de Marbella. El hallazgo del documento, cruzado con unos apuntes de la contabilidad de Roca y con varias escuchas telefónicas, permitió demostrar que Urquía recibió 73.800 euros a cambio de paralizar la emisión de un programa de televisión sobre la inmensa fortuna del ex asesor urbanístico. El magistrado fue condenado por el TSJA a dos años de prisión, siete de inhabilitación y multa de 73.800 euros por prevaricación y cohecho. El Tribunal Supremo le absolvió el pasado abril del delito de prevaricación y rebajó la condena a 21 meses de suspensión del cargo de magistrado y multa.

Sólo su sentido del deber ciudadano, el mismo que le hizo bajar al barro del caso Malaya, hizo llevadero el trago de tener que informar al TSJA sobre el cohecho de su amigo. La relación entre ambos era tan cercana que compartieron piso en 2003, cuando Torres fue destinado durante tres meses a un juzgado de Vélez-Málaga antes de incorporarse a su plaza de Marbella. No era extraño verlos juntos, o acompañados del fiscal anticorrupción Juan Carlos López Caballero, tomando una copa en un pub de Marbella. Según sus amigos, Torres considera que la confesión de Roca de que sobornó a Urquía forma parte de una estrategia, como una especie de aviso a navegantes de que si es capaz de lograr la condena de un juez, puede llevarse por delante a gente muy poderosa que ahora vive tranquila.

El juez, que sólo ha vuelto una vez a Marbella tras su marcha a Granada, ha llegado a olvidar la enorme presión a la que fue sometido, especialmente por un grupo de abogados y por altos mandos policiales de Madrid deseosos de interferir en una investigación cuyo contenido completo conocían no más de seis personas. En contra de lo que se piensa, Torres mantenía una buena relación con el 90% de los letrados personados en el caso Malaya. Algunos llegaron incluso a darle ánimos en su despacho por una instrucción que, entre otras virtudes, devolvió la dignidad a la ciudad de Marbella, aunque después, en la calle, se quejaran de cada coma de sus resoluciones.

También se ha sacudido la presión mediática. Torres tiene una fuerte alergia a la prensa, aunque leía cuanto se publicaba del caso Malaya como forma de adelantarse a las posibles estrategias de los letrados defensores. El magistrado sigue interesándose en la distancia por las investigaciones y conserva una buena amistad con el fiscal López Caballero y con el inspector del Cuerpo Nacional de Policía especializado en blanqueo José Manuel Rando, que llevaron el peso de las pesquisas. En una conferencia de los tres en el Ateneo de Málaga el pasado noviembre, Torres afirmó compartir «una filosofía de vida» con sus compañeros de investigación.

Quizá para aliviar el síndrome de abstinencia del instructor, Torres acude a cuanto foro jurídico o académico le invita a dar conferencias sobre urbanismo y corrupción. Estas charlas -tan contundentes como los autos que redactaba, muchas veces de madrugada, sobre Juan Antonio Roca y sus 106 compinches- son un caladero de titulares: «El caso Malaya me ha cambiado absolutamente la vida, las actividades rutinarias y e incluso las relaciones personales» (Ronda, agosto de 2007). «Es más interesante la incautación de los bienes de los narcotraficantes que las penas que se impongan» (Marbella, agosto de 2008). «El miedo social hace que algunos jueces prefieran dedicarse a perseguir sólo delitos de perfil más bajo. Eso genera una forma de corrupción» (Málaga, noviembre de 2008). «Existe una industria auxiliar de la corrupción formada por abogados, gestores y asesores fiscales» (Granada, abril de 2009). Estas últimas manifestaciones retumbaron en Marbella hasta el punto de provocar una manifestación de letrados.

La última conferencia fue el 13 de mayo. Tras celebrar los dos aburridos juicios en Granada y despachar otros asuntos del juzgado, Miguel Ángel Torres se monta en su coche y se marcha a Almería. Pese a conducir 161 kilómetros y almorzar un bocadillo -«bastante malo, por cierto»- en un área de servicio, el juez mantiene la guardia alta y demuestra que no sólo sabe hacer frases redondas para la prensa. Ante un centenar de personas y con el mismo gesto concentrado de la mañana, desmenuza los artículos 319 y 320 del Código Penal -sobre construcciones en suelo rústico y prevaricación urbanística- con precisión quirúrgica. La charla es puramente técnica, tal vez para evitar un motín del colegio de abogados, pero el juez-esfinge no puede evitar lanzar al aire sus reflexiones: «¿Para qué sirve la pena del 319 si no se derriba la vivienda ilegal?» o «El artículo 320 no me gusta si impide ir más allá y descubrir el motivo, generalmente económico o de interés personal, que está detrás de la concesión de la licencia ilegal».

En el turno de preguntas, Torres responde al público con la misma concisión que exigía a los testigos en los juicios de la mañana. Con los aplausos finales, se le relaja el gesto y le vuelve la sonrisa. Todavía llega a tiempo de ver en Granada la segunda parte del Athletic-Barça de la Copa del Rey.
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Antídoto contra copiones

Antídoto contra copiones

A Josep Lluís Mancho le van los desafíos. Primero creó el antídoto para el virus Viernes 13, que causó estragos a finales de los años ochenta, cuando las infecciones todavía viajaban en el prehistórico disquette. Después retó a la comunidad hacker a burlar su sistema de seguridad. Su empresa organizó tres concursos y “nunca nadie consiguió romper el cortafuegos de Xifra. Ninguna persona envió al notario el contenido del fichero protegido y eso que tuvieron un año de plazo y había en juego 18.000 euros”, recuerda este informático de 47 años de edad, actualmente director de la empresa Symmetric.

Mancho y su equipo en la compañía están dispuestos ahora a dificultar una corriente práctica académica: el fenómeno del “copiar y pegar”, íntegra o parcialmente, contenidos de Internet y presentarlos como obras originales y, en algunos casos, hasta cobrar por ello. Si la tecnología hace extremadamente fácil copiar un texto de Internet, sostiene Mancho, “la misma tecnología también debe hacer muy sencillo verificar si ese texto ha sido plagiado”. Approbo es una “utilidad gratuita, sencilla e intuitiva” para comprobar si el documento es una copia. “Muchos maestros están hartos de sospechar que sus alumnos copian contenidos. Ahora tendrán la certeza de que es cierto”, asegura Mancho.

No es la única herramienta disponible. Compilatio, Turnitin, CopyScape o Antiplagio Educared, entre otras, son aplicaciones similares a la catalana Approbo. Gratuitas unas, de pago otras.

Approbo es una aplicación online multiplataforma (Windows, Mac, Linux) que automatiza los procesos para saber qué partes de un texto son originales o no. La comparación se realiza en cualquier formato textual y su funcionamiento es sencillo. Basta con subir el archivo a Approbo. En minutos (según la velocidad de conexión) el programa, que funciona desde cualquier navegador de Internet, da su veredicto: si la copia es íntegra o parcial y de qué fuentes proviene. La búsqueda de documentos se hace en Google, es decir, compara con los millones de webs que indexa el buscador.

Además, explica Mancho, el autor “puede comprobar el grado de difusión de su obra en la Red o saber en qué webs o blogs aparecen las mismas frases sin su permiso”. El objetivo, explica el informático, no es sólo evitar que los alumnos copien, sino “elevar el nivel de estudios”. Y añade: “Más allá de la polémica sobre si cada alumno debe tener su computadora en el aula, lo importante es que lo que hagan con las aplicaciones informáticas sea de provecho”.

Quien desee utilizarlo deberá registrarse antes, porque el Citilab de Cornellà de Llobregat cede espacio de su servidor a este desarrollo de Symmetric, cuya sede también está en el centro tecnológico. En el Instituto Bernat el Ferrer de Molins de Rei (Barcelona), donde imparte clases su esposa, Angela Rams, lo probaron primero. Una semana después de su lanzamiento hay 8000 registrados y se han analizado 62.000 textos. Incluso se registran estudiantes para hacer la prueba inversa: ver si son sus profesores quienes copian.
Aprender a citar

Seis de cada diez universitarios españoles admitieron en 2007 que plagiaban sus trabajos académicos, según un estudio de la Universidad de las Islas Baleares entre los internautas de Universia. Educared ofrece Antiplagio desde hace cinco años. “Los docentes estaban asustados por el uso que sus alumnos hacían de Internet. Temían que no pensaran por sí mismos y se limitaran a copiar”, dice su gerente, Chabela Dragoevitch. Educared creó esa aplicación para que los docentes tuvieran mecanismos de detección y como herramienta educativa. “Los alumnos deben saber que es un delito, una infracción del derecho de autor. Es imprescindible que aprendan a documentarse, citando las fuentes de las que obtienen los datos.” Muchos maestros la emplean, dice, como herramienta de persuasión.

La aplicación es gratuita, pero se debe descargar en la PC y sólo funciona con Windows. Antiplagio analiza los contenidos de servicios como El Rincón del Vago y Enciclonet. Los profesores pueden subir sus apuntes y los trabajos de otros alumnos para alimentar la base de datos.

Turnitin “rastrea entre más de 12.000 millones de web, 80 millones de trabajos de estudiantes, 10.000 periódicos, magazines y revistas científicas, y miles de libros, incluidos los clásicos”, dice Will Murray, director de iParadigms, su desarrolladora.

Este software se puede usar desde cualquier navegador y, además, se integra en las plataformas de aprendizaje como Blackboard, WebCT, Angel o Moodle. “Recomendamos que sean los alumnos quienes empleen la aplicación para que vean que pueden redactar excelentes textos sin necesidad de copiar. Se trata de que aprendan la cultura de las cosas bien hechas”, asegura Murray.

Creada en 1995 en Estados Unidos, la empresa desembarcó en Europa en 2002 vía Reino Unido, donde ya “lo utiliza el 97 por ciento de las instituciones educativas”, dice Murray. Sólo en la secundaria británica el 30 por ciento de los trabajos son copiados, según datos de la compañía.

Turnitin no es gratuita. Su precio varía entre 5000 euros anuales (escuelas) y 9000 (universidades). Unos 850 centros de 103 países emplean esta aplicación, que acaba de estrenar versión en español. Entre ellas, la Universidad Carlos III de Madrid. “Cuatro profesores de master realizan un piloto y, en paralelo, trabajamos para integrar Turnitin en la plataforma Aula Global 2, basada en Moodle. El objetivo es abrirla a toda la comunidad universitaria”, explica Carmen Vázquez, vicerrectora de calidad.

Esta aplicación llega de Francia, donde presta sus servicios desde hace seis años y funciona online desde cualquier navegador, aunque no se puede integrar en las plataformas docentes. Su precio, según el número de alumnos de la institución, oscila entre 800 y 1000 euros.

CopyScape suministra dos servicios. Uno localiza los contenidos que se copian de una web a otra. Otro, los plagios. En ambos casos hay versiones gratuitas, pero limitadas a un número de escaneos mensuales. “Nuestros clientes son proveedores de contenidos que necesitan verificar si los textos que les entregan los autores son auténticos”, explica Benjamin Isaacs, director de mercadotecnia de la compañía, con sede en Gibraltar. CopyScape cobra entre 0,5 y 0,10 de dólar por un texto de entre 2000 y 3000 palabras.

Con Fair Share podrá saber cómo se difunden sus creaciones y cómo se utilizan en Internet, siempre que emplee sindicadores de contenidos RSS.

“Tenemos que cambiar la cultura de tolerancia. La universidad tiene que ser garante del saber en la sociedad del conocimiento, pero por desgracia hay demasiada permisividad; los valores de calidad están en entredicho”, asegura Rosa María Medina, quien, junto con otros 40 profesores de la Universidad de Granada, impulsa la plataforma antiplagio.

Les preocupan dos cosas: la copia de trabajos por parte de los alumnos y el plagio de tesis y proyectos de investigación entre los académicos. “Sé de docentes que han traducido libros y se han adjudicado su autoría. Es grave, pero lo peor es que sigan impartiendo su magisterio.” De momento, la plataforma cuenta con el apoyo del defensor universitario y aspira a que la memoria de la universidad dé cifras de una práctica que, desde la copia textual al robo de ideas, “está muy extendida”.

Si descubren a un investigador plagiando o manipulando datos en Estados Unidos, se arriesga (en función de la gravedad) a cinco años sin fondos para investigar. Desde 1988 una oficina vela por el cumplimiento de la ética. El Ministerio de Ciencia español confirma que la nueva ley de ciencia prevé la creación de un Comité Español de Etica de la Investigación. Entre sus tareas, establecerá “los principios para la elaboración de códigos de buenas prácticas de investigación científica y técnica”. “Los valores de calidad universitarios están en entredicho.”
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