Cuatro de cada diez jóvenes son adictos al móvil, según un estudio

24 de febrero de 2007, 12h13

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Cuatro de cada diez jóvenes son adictos al móvil, según un estudio

cuatro de cada diez jóvenes son adictos al móvil, según un estudio
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Granada, 24 feb (EFE).- Cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al teléfono móvil al pasar más de cuatro horas al día pendientes de él, según un estudio de la Universidad de Granada, que advierte de que esta patología es tan grave como el alcoholismo o la drogadicción y puede causar ansiedad y depresión.

Según el estudio, elaborado por el departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada y facilitado a Efe, el 40 por ciento de los jóvenes reconoce que usa el móvil más de cuatro horas al día, ya sea hablando, a través de los mensajes o de las denominadas llamadas perdidas o toques.

Muchos de ellos sienten como una ofensa el hecho de que alguien no conteste a algún toque o mensaje, circunstancia que les puede llegar a causar un profundo malestar y sensación de tristeza, según el estudio, que ha sido elaborado entre varios centenares de jóvenes granadinos de entre 18 y los 25 años.

Francisca López Torrecillas, profesora del departamento que ha elaborado el estudio y experta en adicciones psicológicas, mantiene que la adicción al teléfono móvil es fruto de los cambios sociales y tecnológicos registrados en la última década.

La principal diferencia con respecto a otras es que no causa efectos físicos aparentes, sino sólo psicológicos, lo que hace que esta patología pase inadvertida a los demás, según la experta.

Algunos de los síntomas de la adicción a móviles son el descuido de obligaciones o actividades importantes, ya sean laborales o académicas, la interrupción de relaciones con el círculo familiar y de amigos más próximo, el no reconocimiento de esta patología y el pensar continuamente en el móvil cuando no se dispone de él.

La mayoría de los adictos al móvil son personas con baja autoestima y problemas para relacionarse, que sienten una necesidad continua de estar conectados y en contacto con los demás, según López Torrecillas.

A estas personas, que pueden llegar a deprimirse cuando se ven privadas del uso del teléfono durante algún tiempo, apagar el móvil les provoca ansiedad, irritabilidad, alteraciones del sueño o insomnio e incluso temblores y problemas digestivos, explicó.

No obstante, hay quien puede estar ocho horas al día frente a un ordenador o enganchado al teléfono y no ser adicto, según esta experta en adicciones, para quien los padres deberían restringir en la medida de lo posible un uso exagerado del móvil.

López Torrecillas afirma que el uso del móvil de forma razonable puede ser incluso beneficioso para los adolescentes, porque les permite mantener su red de amistades y sentirse respaldados por el grupo, si bien su abuso puede tener efectos irreversibles en el desarrollo de las personalidad del joven.

La adicción al móvil debe englobarse en una mucho más amplia: la de las nuevas tecnologías, según la autora del estudio, para quien parte de la culpa la tienen muchos padres que compran un teléfono a sus hijos y les exigen que lo lleven siempre encendido para tenerles localizados.
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Cuatro de cada diez jóvenes son adictos al móvil, según estudio

sociedad-adicciones 24-02-2007

Cuatro de cada diez jóvenes son adictos al móvil, según estudio

Cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al teléfono móvil al pasar más de cuatro horas al día pendientes de él, según un estudio de la Universidad de Granada, que advierte de que esta patología es tan grave como el alcoholismo o la drogadicción y puede causar ansiedad y depresión.

Según el estudio, elaborado por el departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada y facilitado a Efe, el 40 por ciento de los jóvenes reconoce que usa el móvil más de cuatro horas al día, ya sea hablando, a través de los mensajes o de las denominadas llamadas perdidas o toques.

Muchos de ellos sienten como una ofensa el hecho de que alguien no conteste a algún toque o mensaje, circunstancia que les puede llegar a causar un profundo malestar y sensación de tristeza, según el estudio, que ha sido elaborado entre varios centenares de jóvenes granadinos de entre 18 y los 25 años.

Francisca López Torrecillas, profesora del departamento que ha elaborado el estudio y experta en adicciones psicológicas, mantiene que la adicción al teléfono móvil es fruto de los cambios sociales y tecnológicos registrados en la última década.

La principal diferencia con respecto a otras es que no causa efectos físicos aparentes, sino sólo psicológicos, lo que hace que esta patología pase inadvertida a los demás, según la experta.

Algunos de los síntomas de la adicción a móviles son el descuido de obligaciones o actividades importantes, ya sean laborales o académicas, la interrupción de relaciones con el círculo familiar y de amigos más próximo, el no reconocimiento de esta patología y el pensar continuamente en el móvil cuando no se dispone de él.

La mayoría de los adictos al móvil son personas con baja autoestima y problemas para relacionarse, que sienten una necesidad continua de estar conectados y en contacto con los demás, según López Torrecillas.

A estas personas, que pueden llegar a deprimirse cuando se ven privadas del uso del teléfono durante algún tiempo, apagar el móvil les provoca ansiedad, irritabilidad, alteraciones del sueño o insomnio e incluso temblores y problemas digestivos, explicó.

No obstante, hay quien puede estar ocho horas al día frente a un ordenador o enganchado al teléfono y no ser adicto, según esta experta en adicciones, para quien los padres deberían restringir en la medida de lo posible un uso exagerado del móvil.

López Torrecillas afirma que el uso del móvil de forma razonable puede ser incluso beneficioso para los adolescentes, porque les permite mantener su red de amistades y sentirse respaldados por el grupo, si bien su abuso puede tener efectos irreversibles en el desarrollo de las personalidad del joven.

La adicción al móvil debe englobarse en una mucho más amplia: la de las nuevas tecnologías, según la autora del estudio, para quien parte de la culpa la tienen muchos padres que compran un teléfono a sus hijos y les exigen que lo lleven siempre encendido para tenerles localizados.

Terra Actualidad – EFE
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Obsesión por el móvil, la nueva patología juvenil

Obsesión por el móvil, la nueva patología juvenil
Los expertos la comparan con el alcoholismo o la drogadicción, provoca ansiedad y depresión y afecta a cuatro de cada diez jóvenes entre 18 y 25 años
Un estudio elaborado por la Universidad de Granada ha servido para advertir a la sociedad de las consecuencias que tiene el abuso del teléfono móvil, sobre todo entre los jóvenes. Se trata además de una adicción psicológica que suele pasar inadvertida, pero desencadena trastornos importantes.
Agencias Madrid
CUATRO de cada diez jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al teléfono móvil al pasar más de cuatro horas al día pendientes de él, según un estudio de la Universidad de Granada, que advierte de que esta patología es tan grave como el alcoholismo o la drogadicción y puede causar ansiedad y depresión.

Según el estudio, elaborado por el departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada y facilitado a Efe, el 40 por ciento de los jóvenes reconoce que usa el móvil más de cuatro horas al día, ya sea hablando, a través de los mensajes o de las denominadas «llamadas perdidas» o «toques».

Muchos de ellos sienten como una ofensa el hecho de que alguien no conteste a algún toque o mensaje, circunstancia que les puede llegar a causar un profundo malestar y sensación de tristeza, según el estudio, que ha sido elaborado entre varios centenares de jóvenes granadinos de entre 18 y los 25 años.

Francisca López Torrecillas, profesora del departamento que ha elaborado el estudio y experta en adicciones psicológicas, mantiene que la adicción al teléfono móvil es fruto de los cambios sociales y tecnológicos.

La principal diferencia con respecto a otras es que no causa efectos físicos aparentes, sino sólo psicológicos, lo que hace que esta patología pase inadvertida a los demás, según la experta.

Algunos de los síntomas de la adicción a móviles son el descuido de obligaciones o actividades importantes, ya sean laborales o académicas, la interrupción de relaciones con el círculo familiar y de amigos más próximo, el no reconocimiento de esta patología y el pensar continuamente en el móvil cuando no se dispone de él. «La mayoría de los adictos al móvil son personas con baja autoestima y problemas para relacionarse, que sienten una necesidad continua de estar conectados y en contacto con los demás», según López Torrecillas.

A estas personas, que pueden llegar a deprimirse cuando se ven privadas del uso del teléfono durante algún tiempo, apagar el móvil les provoca «ansiedad, irritabilidad, alteraciones del sueño o insomnio e incluso temblores y problemas digestivos».

No obstante, hay quien puede estar ocho horas al día frente a un ordenador o enganchado al teléfono y no ser adicto, según esta experta en adicciones, para quien los padres deberían restringir en la medida de lo posible un uso exagerado del móvil.

Con todo, López Torrecillas afirma que el uso del móvil «de forma razonable» puede ser incluso beneficioso para los adolescentes, porque les permite mantener su red de amistades.
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Cuatro de cada diez jóvenes son adictos a los teléfonos móviles

SOCIEDAD
Cuatro de cada diez jóvenes son adictos a los teléfonos móviles agencias / Redacción |

Cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al teléfono móvil, ya que pasan más de cuatro horas al día pendientes de él, según un estudio de la Universidad de Granada, que advierte de que esta patología es tan grave como el alcoholismo o la drogadicción y puede causar ansiedad y depresión.

Según el estudio, elaborado por el departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, el 40 por ciento de los jóvenes reconoce que usa el móvil más de cuatro horas al día, ya sea hablando, a través de los mensajes o de las denominadas «llamadas perdidas» o «toques».

Muchos de ellos sienten como una «ofensa» el hecho de que alguien no conteste a algún «toque» o mensaje, circunstancia que les puede llegar a causar «un profundo malestar y sensación de tristeza», según el estudio, que ha sido elaborado entre varios centenares de jóvenes granadinos de entre 18 y los 25 años.

Francisca López Torrecillas, profesora del departamento que ha elaborado el estudio y experta en adicciones psicológicas, mantiene que la adicción al teléfono móvil es fruto de los cambios sociales y tecnológicos registrados en la última década.

La principal diferencia con respecto a otras es que no causa efectos físicos aparentes, sino sólo psicológicos, lo que hace que esta patología pase inadvertida a los demás, según la experta.

Algunos de los síntomas de la adicción a móviles son el descuido de obligaciones o actividades importantes, ya sean laborales o académicas, la interrupción de relaciones con el círculo familiar y de amigos más próximos, el no reconocimiento de esta patología y el pensar continuamente en el móvil cuando no se dispone de él.

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El 40% de los jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al móvil

ESTUDIO REALIZADO POR LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
El 40% de los jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al móvil
El informe equipara esa dependencia a la del alcohol o las drogasPuede llegar a causar trastornos como ansiedad o depresión

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25/02/2007 EFE

El teléfono móvil puede causar trastornos de personalidad.
Foto:CORDOBA

Cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al teléfono móvil al pasar más de cuatro horas al dí­a pendientes de él, según un estudio de la Universidad de Granada, que advierte de que esta patologí­a es tan grave como el alcoholismo o la drogadicción y puede causar ansiedad y depresión.

Según el estudio, elaborado por el departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, el 40% de los jóvenes reconoce que usa el móvil más de cuatro horas al dí­a, ya sea hablando, a través de los mensajes o de las denominadas llamadas perdidas o toques.

Muchos de ellos sienten como una ofensa el hecho de que alguien no conteste a algún toque o mensaje, circunstancia que les puede llegar a causar un profundo malestar y sensación de tristeza, según el estudio, que ha sido elaborado entre varios centenares de jóvenes granadinos de entre 18 y los 25 años.

Francisca López Torrecillas, profesora del departamento que ha elaborado el estudio y experta en adicciones psicológicas, mantiene que la adicción al teléfono móvil es fruto de los cambios sociales y tecnológicos registrados en la última década.

La principal diferencia con respecto a otras es que no causa efectos fí­sicos aparentes, sino sólo psicológicos, lo que hace que esta patologí­a pase inadvertida a los demás, según la experta. Algunos de los sí­ntomas de la adicción a móviles son el descuido de obligaciones o actividades importantes, ya sean laborales o académicas, la interrupción de relaciones con el cí­rculo familiar y de amigos más próximo, el no reconocimiento de esta patologí­a y el pensar continuamente en el móvil cuando no se dispone de él.

BAJA AUTOESTIMA La mayorí­a de los adictos al móvil son personas con baja autoestima y problemas para relacionarse, que sienten una necesidad continua de estar conectados y en contacto con los demás, según López Torrecillas.

A estas personas, que pueden llegar a deprimirse cuando se ven privadas del uso del teléfono durante algún tiempo, apagar el móvil les provoca ansiedad, irritabilidad, alteraciones del sueño o insomnio e incluso temblores y problemas digestivos, explicó.

No obstante, hay quien puede estar ocho horas al dí­a frente a un ordenador o enganchado al teléfono y no ser adicto, según esta experta en adicciones, para quien los padres deberí­an restringir en la medida de lo posible un uso exagerado del móvil.

López Torrecillas afirma que el uso del móvil de forma razonable puede ser incluso beneficioso para los adolescentes, porque les permite mantener su red de amistades y sentirse respaldados por el grupo, si bien su abuso puede tener efectos irreversibles en el desarrollo de las personalidad del joven.

La adicción al móvil debe englobarse en una mucho más amplia: la de las nuevas tecnologí­as, según la autora del estudio, para quien parte de la culpa la tienen muchos padres que compran un teléfono a sus hijos y les exigen que lo lleven siempre encendido para tenerles localizados.

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La cadena de mando del 11-m

ANÁLISIS
La cadena de mando del 11-m
JAVIER JORDÁN/PROFESOR DE CIENCIA POLÍTICA EN LA UNIVERSIDAD DE GRANADA Y EDITOR DE JIHADMONITOR.ORG
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Uno de los aspectos más complejos de la investigación del 11-M consiste en conocer con exactitud cuál fue la cadena de mando del complot terrorista. Para ello resulta imprescindible ordenar e interpretar adecuadamente los datos disponibles. Datos que no proceden solo de la policía y los servicios de inteligencia españoles, sino también de las agencias de seguridad británicas, francesas, belgas, italianas, argelinas y marroquíes. A pesar de su importancia, la dimensión internacional de la investigación del 11-M es algo que los seguidores de las teorías conspiratorias dejan sistemáticamente de lado.

El grupo terrorista del 11-M era una red yihadista de base, es decir, un grupo de individuos que compartían los objetivos del movimiento yihadista global, y que pretendían contribuir activamente a ellos, sin estar encuadrados formalmente en una organización más amplia como por ejemplo Al Qaida, el Grupo Islámico Combatiente Marroquí o el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate. Las redes yihadistas de base han venido ganando protagonismo desde el 11-S. Su aparición es algo que ya había previsto -y en gran medida alentado- el español de origen sirio Mustafa Setmarian, un destacado miembro de Al Qaida detenido en Pakistán en noviembre del 2005.

En su libro La llamada a la resistencia islámica global, Setmarian animaba a iniciar una especie de Intifada mundial. Para ello el instrumento serían pequeñas células de yihadistas, que actuasen de manera independiente y que llevasen a cabo acciones muy letales «sin distinción entre hombres, mujeres y niños». Según Setmarian, este tipo de grupos constituirían la tercera generación yihadista. Las organizaciones formales, como las ya citadas, pertenecerían a la segunda generación; mientras que la primera habría estado compuesta por los ideólogos y grupos anteriores a la guerra contra los soviéticos en Afganistán.

La red del 11-M pertenece claramente a la tercera generación de Setmarian. Era autónoma desde el punto de vista logístico: el grupo obtuvo por sus propios medios el dinero, las armas y los explosivos. Su tamaño era relativamente reducido (el núcleo operativo estaba formado por aproximadamente veinticinco individuos). Y en su interior existía un liderazgo compartido: Serhane Abdelmajid el tunecino, Allekema Lamari y Jamal Ahmidan el chino. El primero y el segundo poseían respectivamente carisma ideológico y operativo. Por su parte, Jamal Ahmidan dirigió los aspectos relacionados con la financiación y la obtención de los explosivos. Los tres se mataron en el piso de Leganés con la esperanza de llevarse consigo a los geos que les acorralaban. Un episodio que ha tenido su paralelo en enfrentamientos similares entre muyahidines y fuerzas norteamericanas en Afganistán e Irak.

Sin embargo, la red del 11-M no apareció de la nada, ni fue una célula completamente independiente. Se formó por la convergencia de pequeños subgrupos de individuos radicales que vivían en Madrid. Entre ellos, al menos cuatro individuos habían tenido relación con la red de Abu Dahdah, una célula de Al Qaida desarticulada a finales del 2001. El propio Serhane había sido reclutado por Mustafa El Maymouni, un antiguo simpatizante de dicho grupo. Por su parte, Allekema Lamari había militado en los Grupos Islámicos Armados en los años 90 y mantenía relación con radicales argelinos. El grado de relevancia de dichas conexiones con la poderosa red argelina en Europa constituye todavía una incógnita.

La vinculación de la red del 11-M con organizaciones de la segunda generación yihadista de Setmarian explica sus vínculos internacionales y dificulta conocer con exactitud la cadena de mando de los atentados de Madrid. En los días que llevamos de juicio ya han comparecido tres individuos que aquel 11 de marzo se encontraban en el extranjero y que presuntamente conocían lo que iba a suceder: Hassan El Haski, Rabei Osman Mohamed el egipcio y Youssef Belhadj. De ellos, Youssef Belhadj es seguramente un eslabón crucial.

En consecuencia, es probable que la red del 11-M tuviera conexión con el GICM en Bélgica, aunque formalmente no estuviera encuadrada en dicha organización. Pero la incógnita continúa siendo si ese vínculo fue parte de una cadena de mando en sentido estricto.

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Cuatro de cada diez jóvenes españoles son adictos al móvil

Sociedad
Cuatro de cada diez jóvenes españoles son adictos al móvil
EFE/GRANADA
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Cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al teléfono móvil al pasar más de cuatro horas al día pendientes de él, según un estudio de la Universidad de Granada, que advierte de que esta patología es tan grave como el alcoholismo o la drogadicción y puede causar ansiedad y depresión.

Según el estudio, elaborado por la Universidad de Granada, el 40%de los jóvenes reconoce que usa el móvil más de cuatro horas al día, ya sea hablando, a través de los mensajes o de las denominadas «llamadas perdidas» o toques. Muchos de ellos sienten como una «ofensa» el hecho de que alguien no conteste a algún toque o mensaje, circunstancia que les puede llegar a causar «un profundo malestar y sensación de tristeza», según el estudio, elaborado entre cientos de granadinos de 18 a 25 años.

Francisca López Torrecillas, profesora del departamento que ha elaborado el estudio, mantiene que esta adicción es fruto de los cambios sociales y tecnológicos de la última década. La principal diferencia con respecto a otras es que sólo causa efectos psicológicos, lo que hace que esta patología pase inadvertida. Algunos de sus síntomas son el descuido de obligaciones, la interrupción de relaciones con familiares y amigos y el pensar continuamente en el móvil.
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Cuatro de cada diez jóvenes son adictos al móvil

ENTRE LSO 18 Y 25 AÑOS Leer más
25 de Febrero de 2007

Cuatro de cada diez jóvenes son adictos al móvil

GRANADA.- Cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al teléfono móvil al pasar más de cuatro horas al día pendientes de él, según un estudio de la Universidad de Granada, que advierte de que esta patología es tan grave como el alcoholismo o la drogadicción y puede causar ansiedad y depresión.

Según el estudio, elaborado por el departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada y facilitado a Efe, el 40 por ciento de los jóvenes reconoce que usa el móvil más de cuatro horas al día, ya sea hablando, a través de los mensajes o de las denominadas “llamadas perdidas” o “toques”.

Muchos de ellos sienten como una “ofensa” el hecho de que alguien no conteste a algún “toque” o mensaje, circunstancia que les puede llegar a causar “un profundo malestar y sensación de tristeza”, según el estudio, que ha sido elaborado entre varios centenares de jóvenes granadinos de entre 18 y los 25 años. Francisca López Torrecillas, profesora del departamento que ha elaborado el estudio y experta en adicciones psicológicas, mantiene que la adicción al teléfono móvil es fruto de los cambios sociales y tecnológicos registrados en la última década.

EFE
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La cadena de mando del 11-m

SPAÑA
La cadena de mando del 11-m
Uno de los aspectos más complejos de la investigación del 11-M consiste en conocer con exactitud cuál fue la cadena de mando del complot terrorista. Para ello resulta imprescindible ordenar e interpretar adecuadamente los datos disponibles. Datos que no proceden solo de la policía y los servicios de inteligencia españoles, sino también de las agencias de seguridad británicas, francesas, belgas, italianas, argelinas y marroquíes. A pesar de su importancia, la dimensión internacional de la investigación del 11-M es algo que los seguidores de las teorías conspiratorias dejan sistemáticamente de lado.
JAVIER JORDÁN/PROFESOR DE CIENCIA POLÍTICA EN LA UNIVERSIDAD DE GRANADA Y EDITOR DE JIHADMONITOR.ORG
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El grupo terrorista del 11-M era una red yihadista de base, es decir, un grupo de individuos que compartían los objetivos del movimiento yihadista global, y que pretendían contribuir activamente a ellos, sin estar encuadrados formalmente en una organización más amplia como por ejemplo Al Qaida, el Grupo Islámico Combatiente Marroquí o el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate. Las redes yihadistas de base han venido ganando protagonismo desde el 11-S. Su aparición es algo que ya había previsto -y en gran medida alentado- el español de origen sirio Mustafa Setmarian, un destacado miembro de Al Qaida detenido en Pakistán en noviembre del 2005.

En su libro La llamada a la resistencia islámica global, Setmarian animaba a iniciar una especie de Intifada mundial. Para ello el instrumento serían pequeñas células de yihadistas, que actuasen de manera independiente y que llevasen a cabo acciones muy letales «sin distinción entre hombres, mujeres y niños». Según Setmarian, este tipo de grupos constituirían la tercera generación yihadista. Las organizaciones formales, como las ya citadas, pertenecerían a la segunda generación; mientras que la primera habría estado compuesta por los ideólogos y grupos anteriores a la guerra contra los soviéticos en Afganistán.

La red del 11-M pertenece claramente a la tercera generación de Setmarian. Era autónoma desde el punto de vista logístico: el grupo obtuvo por sus propios medios el dinero, las armas y los explosivos. Su tamaño era relativamente reducido (el núcleo operativo estaba formado por aproximadamente veinticinco individuos). Y en su interior existía un liderazgo compartido: Serhane Abdelmajid el tunecino, Allekema Lamari y Jamal Ahmidan el chino. El primero y el segundo poseían respectivamente carisma ideológico y operativo. Por su parte, Jamal Ahmidan dirigió los aspectos relacionados con la financiación y la obtención de los explosivos. Los tres se mataron en el piso de Leganés con la esperanza de llevarse consigo a los geos que les acorralaban. Un episodio que ha tenido su paralelo en enfrentamientos similares entre muyahidines y fuerzas norteamericanas en Afganistán e Irak.

Sin embargo, la red del 11-M no apareció de la nada, ni fue una célula completamente independiente. Se formó por la convergencia de pequeños subgrupos de individuos radicales que vivían en Madrid. Entre ellos, al menos cuatro individuos habían tenido relación con la red de Abu Dahdah, una célula de Al Qaida desarticulada a finales del 2001. El propio Serhane había sido reclutado por Mustafa El Maymouni, un antiguo simpatizante de dicho grupo. Por su parte, Allekema Lamari había militado en los Grupos Islámicos Armados en los años 90 y mantenía relación con radicales argelinos. El grado de relevancia de dichas conexiones con la poderosa red argelina en Europa constituye todavía una incógnita.

La vinculación de la red del 11-M con organizaciones de la segunda generación yihadista de Setmarian explica sus vínculos internacionales y dificulta conocer con exactitud la cadena de mando de los atentados de Madrid. En los días que llevamos de juicio ya han comparecido tres individuos que aquel 11 de marzo se encontraban en el extranjero y que presuntamente conocían lo que iba a suceder: Hassan El Haski, Rabei Osman Mohamed el egipcio y Youssef Belhadj. De ellos, Youssef Belhadj es seguramente un eslabón crucial.

En consecuencia, es probable que la red del 11-M tuviera conexión con el GICM en Bélgica, aunque formalmente no estuviera encuadrada en dicha organización. Pero la incógnita continúa siendo si ese vínculo fue parte de una cadena de mando en sentido estricto.
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Un estudio alerta de que cuatro de cada diez jóvenes son adictos al teléfono móvil

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Un estudio alerta de que cuatro de cada diez jóvenes son adictos al teléfono móvil
EFE/GRANADA
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Cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al teléfono móvil al pasar más de cuatro horas al día pendientes de él, según un estudio de la Universidad de Granada, que advierte de que esta patología es tan grave como el alcoholismo o la drogadicción y puede causar ansiedad y depresión.

Según el estudio, elaborado por el departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, el 40% de los jóvenes reconoce que usa el móvil más de cuatro horas al día, ya sea hablando, a través de los mensajes o de las denominadas «llamadas perdidas» o «toques».

Muchos de estos jóvenes sienten como una «ofensa» el hecho de que alguien no conteste a algunos de sus «toques» o mensajes, circunstancia que en algunos casos les puede llegar a causar «un profundo malestar y sensación de tristeza», según el estudio, que ha sido elaborado entre varios centenares de jóvenes granadinos de entre 18 y los 25 años.

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Cuatro de cada diez jóvenes españoles son adictos al móvil

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Cuatro de cada diez jóvenes españoles son adictos al móvil
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Cuatro de cada diez jóvenes españoles son adictos al móvil
DEPENDENCIA. Dos estudiantes hablan por el móvil. / EL CORREO
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Cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al teléfono móvil al pasar más de cuatro horas al día pendientes de él, según un estudio de la Universidad de Granada, que advierte de que esta patología es tan grave como el alcoholismo o la drogadicción y puede causar ansiedad y depresión.

Según el estudio, elaborado por la Universidad de Granada, el 40%de los jóvenes reconoce que usa el móvil más de cuatro horas al día, ya sea hablando, a través de los mensajes o de las denominadas «llamadas perdidas» o toques. Muchos de ellos sienten como una «ofensa» el hecho de que alguien no conteste a algún toque o mensaje, circunstancia que les puede llegar a causar «un profundo malestar y sensación de tristeza», según el estudio, elaborado entre cientos de granadinos de 18 a 25 años.

Francisca López Torrecillas, profesora del departamento que ha elaborado el estudio, mantiene que esta adicción es fruto de los cambios sociales y tecnológicos de la última década. La principal diferencia con respecto a otras es que sólo causa efectos psicológicos, lo que hace que esta patología pase inadvertida. Algunos de sus síntomas son el descuido de obligaciones, la interrupción de relaciones con familiares y amigos y el pensar continuamente en el móvil.

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El 40% de chicos, adictos al móvil

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El 40% de chicos, adictos al móvil
Cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 25 años pasan más de cuatro horas al día pendientes de su teléfono, según revela un estudio de la Universidad de Granada ·· Advierten que es una patología tan grave como el alcoholismo o la drogadicción, ya que puede causar ansiedad y depresión
B.O.L. • GRANADA

Cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 25 años son adictos al teléfono móvil al pasar más de cuatro horas al día pendientes de él, según un estudio de la Universidad de Granada, que advierte de que esta patología es tan grave como el alcoholismo o la drogadicción, y puede provocar ansiedad y depresión.

Según revela el estudio, elaborado por el departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada y facilitado por el equipo investigador a Efe, el cuarenta por ciento de los jóvenes reconoce que utiliza el móvil más de cuatro horas al día, ya sea hablando, a través de los mensajes o de las denominadas llamadas perdidas o toques.

Muchos de ellos sienten como una ofensa el hecho de que alguien no conteste a algún toque o mensaje, circunstancia que les puede llegar a causar un profundo malestar y sensación de tristeza, según se destaca en el estudio, que ha sido elaborado entre varios centenares de jóvenes granadinos de edades comprendidas entre 18 y 25 años.

Francisca López Torrecillas, profesora del departamento que ha elaborado el estudio y experta en adicciones psicológicas, mantiene que la necesidad indispensable del teléfono móvil es fruto de los cambios sociales y tecnológicos que se vienen registrando durante la última década en la sociedad. La principal diferencia con respecto a otro tipo de adicciones es que no causa efectos físicos aparentes, sino sólo psicológicos, lo que hace que esta patología pase inadvertida a los demás, subraya la experta.

Algunos de los síntomas más significativos de la adicción a móviles son el descuido de obligaciones o actividades importantes, ya sean laborales o académicas, la interrupción de relaciones con el círculo familiar y de amigos más próximo, el no reconocimiento de esta patología y el pensar continuamente en el móvil cuando no se dispone de él.

La mayoría de los adictos al móvil son personas con baja autoestima y problemas para relacionarse, que sienten una necesidad continua de estar conectados y en contacto con los demás, según López Torrecillas.

A las personas dependientes del móvil, que pueden llegar a deprimirse cuando se ven privadas del uso del teléfono durante un período de tiempo, apagar el móvil les provoca ansiedad, irritabilidad, alteraciones del sueño o insomnio e incluso temblores y problemas digestivos, explicó Francisca López Torrecillas.
RECOMENDACIÓN

Los padres deben vigilar su utilización

No obstante, y según se destaca en el estudio realizado por la Universidad de Granada, hay quien puede estar ocho horas al día frente a un ordenador o enganchado al teléfono y no ser adicto, subraya Francisca López Torrecillas, para quien los padres deberían restringir en la medida de lo posible una utilización exagerada del móvil.

La experta en adicciones afirma que el uso del móvil de forma razonable puede ser incluso beneficioso para los adolescentes, porque les permite mantener su red de amistades y sentirse respaldados por el grupo, si bien su abuso, en cambio, puede tener unos efectos irreversibles en el desarrollo de las personalidad del joven.

La adicción al móvil debe englobarse en una adicción mucho más amplia: la de las nuevas tecnologías, según la autora del estudio, para quien parte de la culpa la tienen los padres que compran un teléfono a sus hijos y les exigen que lo lleven siempre encendido para tenerles localizados continuamente .
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