La Universidad, la acción sindical y la organización, focos centrales del día

La Universidad, la acción sindical y la organización, focos centrales del día

Las carencias en el ámbito universitario y la acción sindical y la organización de Comisiones Obreras (CC.OO.) fueron los temas centrales de las ponencias que se realizaron con motivo del V Congreso por la Dignificación de la Enseñanza que se celebró en la mañana de ayer en el Hotel Melilla Puerto.

En la primera ponencia tomó la palabra el presidente del Comité de Empresa del Profesorado de las Universidades Andaluzas, César Solano, que explicó al auditorio el trabajo y funciones de la institución, así como las carencias procedentes del Primer Convenio Colectivo para el Profesorado Docente Investigador (PDI) firmado en 2007 y que se aprecian tras un año en vigor.
Solano destacó la falta de cumplimiento de algunos artículos del convenio, sobre todo en lo que concierne a los derechos sindicales de los docentes del ámbito universitario. En primer lugar, y haciendo referencia a las cuestiones de las vacantes, señaló que no se producen, en primera instancia, la convocatoria de plazas de promoción, que permitiría al profesorado no titular poder acceder a una mejora de su puesto actual así como de sus condiciones laborales. Dentro del mismo campo, Solano denunció que no se produce una regulación docente de plazas ofertadas y demandadas, lo que provoca la incomunicación con la Universidad de Granada (a la que se encuentra adscrita el campus de la ciudad) y que se produzca escasez de profesores, con la consecuencia inmediata de que una vez comenzado el curso escolar, haya asignaturas sin docentes para impartirla.

Formación del profesorado

En relación con la formación del profesorado, Solano explicó que actualmente no se han llevado a cabo ciertos puntos del convenio, tales como la existencia de una relación de puestos laborales, que indique al docente cual es su trabajo concreto, la información del papel del profesor ante el nuevo Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), la aplicación de las condiciones de acumulación docente, en las que el profesorado tiene derecho a varias actividades de investigación y experiencias y la formación continua y reciclaje de los profesores universitarios. Solano recalcó que muchas de estas cuestiones no están ni siquiera negociadas, a pesar de incluirse en el articulado del convenio.
En su ponencia, también subrayó las carencias en el ámbito de salud laboral, las retribuciones de los profesores, la convocatoria de asambleas y la elevación de la información a la Universidad. Para concluir, Solano comentó al auditorio que muchos de estos problemas serán resueltos con la existencia de una Mesa de Negociación, acto que la Universidad de Granada no ha planteado, ya que según Solano “supondría demasiados gastos”.
La segunda ponencia correspondió al secretario de Acción Sindical, Miguel Domínguez, que tuvo como meta fundamental presentar los objetivos de carácter general de CC.OO, así como los métodos y procedimientos más adecuados paras alcanzarlos.

Problemas educativos

Domiguez explicó los problemas del sistema educativo en la ciudad, entre los que recalcó la anómala situación administrativa que impide la existencia de un órgano específico que desarrolle y gestione la política educativa de Melilla y la inexistencia de un Consejo Escolar de la ciudad, capaz de reflexionar sobre los problemas educativos y establecer estrategias de acción. Además, entre los problemas que afronta Melilla en el terreno educativo, también identificó la insuficiencia de infraestructuras educativas y de escasez de la oferta de enseñanza complementaria, la ausencia de una política específica para resolver los problemas derivados de los desfases lingüísticos o culturales y las deficiencias de la enseñanza universitaria, determinada por la oferta y la precariedad de medios.
Domínguez afirmó que para la organización, “constituye un objetivo prioritario contribuir a la superación de estos problemas”.
Además, en la ponencia, destacó también que alguno de los objetivos marcados por CC.OO. son la mejora de la calidad de la enseñanza, promover una seria de reivindicaciones profesionales, entre las que se encuentra la adecuación de la jornada laboral para los docentes o la promoción profesional y mejorar el ámbito de negociación con el Ministerio de Educación, Política Social y Deporte (Mepsyd) y la Dirección Provincial.

Nuevos Objetivos

La última de las tres ponencias, realizada por el secretario de organización, Ricardo Jimeno, se centró en la organización que se tiene prevista para los próximos cuatro años. Jimeno explicó que para esta renovación organizativa se han tenido en cuenta tres factores básicos. En primer lugar, destacó que el trabajo de CC.OO se centrará en la negociación con el Mepsyd, intentando “disminuir las desigualdades en materia administrativa en relación al resto de Comunidades y Ciudades Autónomas”. El segundo factor hace referencia a la compleja realidad educativa de la ciudad, que requiere atención especial del sindicato y por último, el tercer factor que se ha tenido en cuenta, según Jimeno, para renovar la organización, es la experiencia sindical ya obtenida por los miembros de las diferentes asociaciones.
Tras la explicación de los factores de la organización, expuso a los asistentes los siete objetivos que se quieren obtener durante los próximos cuatro años, entre los que destacó la mejora de la prestación de los servicios básicos de formación e información a los docentes, la consolidación de la figura del delegado de centro y la optmización de los recursos humanos disponibles. El último objetivo planteado por Jimeno fue la mejora de la política afiliativa, a través de diversas campañas, un servicio de atención al afiliado e información individualizada para los mismos.
Tras la exposición de las ponencias, se propuso y se aprobó sin complicaciones, la propuesta de los miembros para la nueva Ejecutiva. En ella estarán de titulares Isabel Bonachera, Ricardo Jimeno, Miguel Domínguez, Leticia Peña, Paloma Carrillo e Inmaculada Hernández. Los suplentes son Ramón Gutierrez, Elena Pérez, Pilar González, Jesús Manuel Rodríguez, Maria del Carmen Solís y Josefa Muñoz.
Para finalizar el V Congreso por la Dignificación de la Enseñanza se ofreció un temtempié a los asistentes, en el mismo salón del Hotel Melilla Puerto.

Un homenaje a un hombre que ha dedicado su carrera profesional a la Enseñanza
El presidente de la Junta Docente no Universitaria, Miguel Ángel Gutierrez, recibió con sorpresa un homenaje organizado por CC.OO debido a su jubilación.
El homenaje se realizó antes de la inauguración del congreso y a él asistieron el consejero de Educación, Antonio Miranda y el delegado provincial del Mepsyd, Miguel Heredía. El evento consistió en un vídeo, presentado enformato multimedia, en el que se hacía un repaso por su trayectoria profesional en la enseñanza, entre los que se destacó la presencia en sus diferentes destinos, la presión a la que tuvo que resistir durante el régimen franquista y la labor realizada en algunos de los centros ‘conflictivos’ de la ciudad.
También recibió un obsequio, consistente en una reproducción de la escultura que diseño para la primera ponencia de interculturalidad que organizó él y que se encuentra expuesta frente al Hotel Melilla Puerto.
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ABC

Pág. 55: Más de 19.000 universitarios andaluces abandonaron sus estudios
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La Opinión

Pág. 8: La UGR aplaza su ampliación hasta consolidar el traslado al PTS|El campus granadino registra el menor porcentaje de abandonos
Pág. 24: La UGR tiene el menor porcentaje de abandono
Pág. 25: Preparados para emigrar
Pág. 46: Tatuajes, la moda marcada
Pág. 47: Máster para aprender a enseñar
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Ideal

Dinero y Empleo – Pág. 15: El área comercial afianza su liderato
Pág. 61 – Publicidad: Universidad de Granada – Centro de Formación continua
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Granada Hoy

Pág. 9: El Carrizal se convierte en un lugar de reivindicación de las exhumaciones
Pág. 12: La UGR aplaza el debate sobre su ampliación hasta consolidar su traslado al PTS
Pág. 13: Las claves de Bolonia
Pág. 20: Titulados mercantiles|Atrapando la ola de la tecnología más puntera
Pág. 26: \’Imágenes multimedia de un mundo complejo\’
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Granada Hoy

Pág. 4: Investigación en el extranjero
Pág. 10: Los médicos llamados a las urnas
Pág. 13: Una ONG denuncia ante el Defensor cinco agresiones a inmigrantes
Pág. 20: ‘Imágenes multimedia de un mundo complejo’
Noviembre, mes de la juventud – Pág. 4 y 5: La provincia celebra el mes de la juventud
Actual – Pág. 65: Reinas
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Ideal

Pág. 9: La Universidad reforzará los estudios y cursos para conservar el patrimonio|Los alumnos de informática están de nuevo inseguros
Pág. 24 y 25: El paisaje industrial como atractivo turístico
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La Opinión

Pág. 3: La paralización decepciona a los expertos y familiares de víctimas
Pág. 13: Granada se convierte en la sede andaluza del Centro de Conservación del Patrimonio
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Tatuajes: una moda que ya no marca para siempre

Tatuajes: una moda que ya no marca para siempre

El 25% de los jóvenes españoles de entre 15 y 30 años -otras estimaciones hablan del 15%- llevan su cuerpo tatuado, una práctica canalla y con no muy buena reputación hasta hace bien poco, que hoy es moda, negocio y un quebradero de cabeza más para cualquier padre con hijos adolescentes.

\’En la franja de edad entre 15 y 30 años es una barbaridad su incidencia\’, afirma el doctor Raúl de Lucas, dermatólogo en el madrileño hospital de La Paz, quien desde su experiencia profesional apunta ese posible 25%. \’No hay nada más que ir a una playa, una piscina o un gimnasio para ver que son muchos, y cada día más, los tatuados, especialmente adolescentes\’.

El doctor de Lucas lo tiene claro. \’Es una moda -dice a EFE- que traerá secuelas. Siempre lo desaconsejo, porque puede ocasionar problemas de salud. No puedo entender -recalca- que haya padres que regalen a sus hijos un tatuaje por su cumpleaños. Mi experiencia me dice que muchos, al poco tiempo, se arrepienten y desean quitárselo\’.

Rosa Ortega, también dermatóloga y profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, además de miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, habla igualmente desde su experiencia personal \’en la consulta y en mi entorno\’ para advertir que entre \’un 10% y un 15% de las personas entre 15 y 30 años llevan algún tatuaje\’.

\’Sí puedo decir -insiste- que en los últimos diez años he podido notar un aumento del número de mujeres, de clase media y de más de 40-45 años, que llevan pequeños tatuajes en el hombro, en un tobillo…, algo hasta hace poco impensable\’.

Mujeres, en muchas ocasiones, apunta la doctora, \’poco resignadas a envejecer, que piensan que son muy modernas y que se tatúan en el mismo sitio del cuerpo que sus hijas\’.

UNA AGRESION AL CUERPO

\’Tatuarse o ponerse un piercing -Rosa Ortega es tajante- supone siempre una cierta agresión al propio cuerpo. Numerosos estudios apuntan que en muchas ocasiones las personas que lo hacen son sujetos inmaduros, con alguna frustración, problemas de identidad o con cierto grado de exhibicionismo. Otras veces viven en ambientes socio-familiares no deseados\’.

Raúl de Lucas y Rosa Ortega enumeran los riesgos que conlleva una práctica tan ancestral como extendida si no la realizan profesionales y en las mejores condiciones higiénico-sanitarias.

Dermatosis, reacciones alérgicas e infecciones -y éstas son palabras mayores- como la hepatitis B y C, la sífilis o la tuberculosis. Sin descartar el Sida.

Hay muchos anestesistas, alertan, que se niegan a poner la epidural a una parturienta que lleve tatuada la zona lumbar, ante el peligro de que los pigmentos puedan pasar al canal raquídeo de la médula y causar serios problemas neurológicos.

En España no hay aún estudios certeros sobre la incidencia real de esta práctica, pero sí es conocido que los establecimientos donde se realizan tatuajes y piercings han proliferado por toda la geografía española en los últimos años, hasta alcanzar casi los dos mil.

Ello ha obligado a las comunidades autónomas a legislar para garantizar que su trabajo se hace en las mejores condiciones de higiene y sanitarias, que se utiliza material homologado y para que un menor de edad no pueda tatuarse o agujerearse el cuerpo si no es con el consentimiento de sus padres.

Un estudio de la American Academy of Dermatology de hace dos años aseguraba que uno de cada cuatro estadounidenses de entre 18 y 50 años va tatuado. Otro, también de 2006, del Hospital Universitario Goethe de Fráncfort señalaba que la prevalencia de tatuajes entre la población alemana mayor de 14 años es del 8,5%.

EXTREMAR LA HIGIENE

Ovi -así se le conoce en la profesión-, tatuador desde hace nueve años -por sus manos han pasado muchos famosos- y propietario de tres estudios, dos en Madrid y uno en Gijón, que realizan unos 2.000 tatuajes al año cada uno, \’en condiciones extremas de higiene y sanitarias\’, no oculta que eso no es así en algunos establecimientos. \’Hay mucho engaño\’, asegura en declaraciones a EFE.

La clientela de Ovi la forman, sobre todo, hombres y mujeres de entre 40 y 50 años que entienden lo que para muchos es arte \’más como una forma de vida que como una moda\’. Su recomendación para quien esté pensando en hacerse un tatuaje, o ponerse un piercing, es que, ante todo, se informe del lugar del cuerpo donde se lo quiere hacer e, \’importantísimo\’, sobre el establecimiento al que acudirá.

\’Que busque un trabajo garantizado, porque hay tatuadores buenísimos pero que trabajan en condiciones nefastas. A veces -reconoce- falla mucho la higiene\’.

Cuando es un menor el que quiere tatuarse, Guillermo Fouce, psicólogo, aconseja a los padres dialogar \’con normalidad\’ con su hijos sobre las consecuencias. \’Para ésta y cualquier otra cuestión, lo importante es la comunicación. Y si, a pesar de todo, no logramos convencerles, nuestra obligación de adultos es informarles y acompañarles para que se lo hagan en las mejores condiciones\’.

\’Un padre responsable -afirma Fouce a EFE- debe informar a su hijo de los riesgos que conlleva y de lo que puede significar socialmente. Y advertirle de que en el futuro puede ser un problema para encontrar trabajo. Si se lo prohibimos, probablemente el adolescente hará otra cosa peor y en peores condiciones. Son maximalistas en todo\’.

BORRAR CON LASER

Si transcurrido un tiempo, el tatuaje ha dejado de gustar, avergüenza o es un obstáculo para encontrar trabajo -en el Ejército, las fuerzas de seguridad o para ser azafata, por ejemplo, están prohibidos- puede borrarse mediante por láser. Eso sí, \’costará tiempo, dinero y, además, puede quedar cicatriz y no desaparecer del todo\’, advierte la dermatóloga Rosa Ortega.

Entre cinco y diez sesiones de poco menos de diez minutos cada una -una por mes-, dependiendo de la cantidad de tinta utilizada y de su profundidad en la epidermis, son necesarias para borrar mediante láser un tatuaje no muy elaborado, informa María José Isarría, del Instituto Médico Láser.

\’Es un proceso lento. Se borran mejor las tintas oscuras -negra y roja- que las de colores claros -amarillo, verde, azules…-. Estas últimas a veces es imposible hacerlas desaparecer\’, destaca.

Lo normal es que, finalizado el tratamiento, no quede ninguna señal en la piel, o que sea prácticamente imperceptible. \’A nuestra consulta -afirma Isarría- acuden sobre todo jóvenes por motivos de estética, laborales o porque simplemente se arrepienten de lo que hicieron en su etapa adolescente\’. El arrepentimiento puede costar desde 600 a 6.000 euros, \’y excepcionalmente más\’.

\’Son ellas, las mujeres, -asegura Concha Obregón, vocal de la Sociedad Española de Medicina Estética- las que más se arrepienten.

Bien porque su vida ha cambiado, bien porque se dan cuenta de que a una determinada edad no es estético lucir un tatuaje. Además les condiciona la ropa que ponerse\’. \’De cada tres arrepentidos, dos son mujeres. Es más costoso quitarlo que ponerlo\’, añade.
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Tatuajes, una moda que no tiene edad

Tatuajes, una moda que no tiene edad

El 25% de los jóvenes españoles de entre 15 y 30 años -otras estimaciones hablan del 15%- llevan su cuerpo tatuado, una práctica canalla y con no muy buena reputación hasta hace bien poco, que hoy es moda, negocio y un quebradero de cabeza más para cualquier padre con hijos adolescentes.

«En la franja de edad entre 15 y 30 años es una barbaridad su incidencia», afirma el doctor Raúl de Lucas, dermatólogo en el madrileño hospital de La Paz, quien desde su experiencia profesional apunta ese posible 25%. «No hay nada más que ir a una playa, una piscina o un gimnasio para ver que son muchos, y cada día más, los tatuados, especialmente adolescentes».

El doctor de Lucas lo tiene claro. «Es una moda que traerá secuelas. Siempre lo desaconsejo, porque puede ocasionar problemas de salud. No puedo entender -recalca- que haya padres que regalen a sus hijos un tatuaje por su cumpleaños. Mi experiencia me dice que muchos, al poco tiempo, se arrepienten y desean quitárselo».

Rosa Ortega, también dermatóloga y profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, además de miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, habla igualmente desde su experiencia personal «en la consulta y en mi entorno» para advertir de que entre «un 10% y un 15% de las personas entre 15 y 30 años llevan algún tatuaje».

«Sí puedo decir -insiste- que en los últimos diez años he podido notar un aumento del número de mujeres, de clase media y de más de 40-45 años, que llevan pequeños tatuajes en el hombro, en un tobillo…, algo hasta hace poco impensable».

Mujeres, en muchas ocasiones, apunta la doctora, «poco resignadas a envejecer, que piensan que son muy modernas y que se tatúan en el mismo sitio del cuerpo que sus hijas».

«Tatuarse o ponerse un piercing -Rosa Ortega es tajante- supone siempre una cierta agresión al propio cuerpo. Numerosos estudios apuntan que en muchas ocasiones las personas que lo hacen son sujetos inmaduros, con alguna frustración, problemas de identidad o con cierto grado de exhibicionismo. Otras veces viven en ambientes socio-familiares no deseados».

Raúl de Lucas y Rosa Ortega enumeran los riesgos que conlleva una práctica tan ancestral como extendida si no la realizan profesionales y en las mejores condiciones higiénico-sanitarias. Dermatosis, reacciones alérgicas e infecciones -y éstas son palabras mayores- como la hepatitis B y C, la sífilis o la tuberculosis. Sin descartar el sida.

Hay muchos anestesistas, alertan, que se niegan a poner la epidural a una parturienta que lleve tatuada la zona lumbar, ante el peligro de que los pigmentos puedan pasar al canal raquídeo de la médula y causar serios problemas neurológicos.

En España no hay aún estudios certeros sobre la incidencia real de esta práctica, pero sí es conocido que los establecimientos donde se realizan tatuajes y piercings han proliferado por toda la geografía española en los últimos años, hasta alcanzar casi los dos mil.

Ello ha obligado a las comunidades autónomas a legislar para garantizar que su trabajo se hace en las mejores condiciones de higiene y sanitarias, que se utiliza material homologado y para que un menor de edad no pueda tatuarse o agujerearse el cuerpo si no es con el consentimiento de sus padres.

Un estudio de la American Academy of Dermatology de hace dos años aseguraba que uno de cada cuatro estadounidenses de entre 18 y 50 años va tatuado.

Otro, también de 2006, del Hospital Universitario Goethe de Fráncfort señalaba que la prevalencia de tatuajes entre la población alemana mayor de 14 años es superior al 8,5%.

Extremar la higiene

Ovi -así se le conoce en la profesión-, tatuador desde hace nueve años -por sus manos han pasado muchos famosos- y propietario de tres estudios, dos en Madrid y uno en Gijón, que realizan unos 2.000 tatuajes al año cada uno, «en condiciones extremas de higiene y sanitarias», no oculta que eso no es así en algunos establecimientos.

La clientela de Ovi la forman, sobre todo, hombres y mujeres de entre 40 y 50 años que entienden lo que para muchos es arte «más como una forma de vida que como una moda».

Su recomendación para quien esté pensando en hacerse un tatuaje, o ponerse un piercing, es que, ante todo, se informe del lugar del cuerpo donde se lo quiere hacer e, «importantísimo», sobre el establecimiento al que acudirá. «Que busque un trabajo garantizado, porque hay tatuadores buenísimos pero que trabajan en condiciones nefastas».

Cuando es un menor el que quiere tatuarse, Guillermo Fouce, psicólogo, aconseja a los padres dialogar «con normalidad» con su hijos sobre las consecuencias. «Para ésta y cualquier otra cuestión, lo importante es la comunicación. Y si, a pesar de todo, no logramos convencerles, nuestra obligación de adultos es informarles y acompañarles».

Borrar con láser

Si transcurrido un tiempo, el tatuaje ha dejado de gustar, avergüenza o es un obstáculo para encontrar trabajo -en el Ejército, las fuerzas de seguridad o para ser azafata, por ejemplo, están prohibidos- puede borrarse mediante láser. Eso sí, «costará tiempo, dinero y, además, puede quedar cicatriz y no desaparecer del todo», advierte la dermatóloga Rosa Ortega. Entre cinco y diez sesiones de poco menos de diez minutos cada una -una por mes-, dependiendo de la cantidad de tinta utilizada y de su profundidad en la epidermis, son necesarias para borrar mediante láser un tatuaje no muy elaborado, informa María José Isarría, del Instituto Médico Láser. «Es un proceso lento. Se borran mejor las tintas oscuras -negra y roja- que las de colores claros -amarillo, verde, azules…-. Estas últimas a veces es imposible hacerlas desaparecer», destaca. Lo normal es que, finalizado el tratamiento, no quede ninguna señal en la piel, o que sea prácticamente imperceptible. «A nuestra consulta -afirma Isarría- acuden sobre todo jóvenes por motivos de estética, laborales o porque simplemente se arrepienten de lo que hicieron en su etapa adolescente». El arrepentimiento puede costar desde 600 a 6.000 euros.
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La UGR aplaza el debate sobre su ampliación hasta consolidar su traslado al PTS

La UGR aplaza el debate sobre su ampliación hasta consolidar su traslado al PTS

La Universidad de Granada no se planteará su futura ampliación hasta consolidar el traslado del área docente al Parque Tecnológico Ciencias de la Salud, un proyecto prioritario para la institución que condiciona de momento otras posibilidades por la «macroinversión» que supone, superior a los 200 millones de euros.

Según explicó la vicerrectora de Patrimonio, Infraestructura y Equipamiento, Begoña Moreno, la futura ampliación, por la que apostó el anterior rector, David Aguilar, para dotar a la UGR de un nuevo campus de índole tecnológico y medioambiental, es en estos momentos una posibilidad «secundaria».

La «macroinversión» de más de 200 millones de euros, que conllevará el traslado al PTS de los cinco edificios universitarios previstos en el complejo biosanitario -el de servicios centrales y los de las facultades de Medicina, Ciencias de la Salud, Odontología y Farmacia- «congela otras posibilidades», precisó Moreno. De esos más de 200 millones de euros en los que están presupuestadas las obras, la Universidad tiene de momento garantizados 78 millones del plan plurianual, que llega hasta 2010.

La Universidad, que está supervisando los proyectos de ejecución de tres de los edificios -los de Farmacia y Odontología aún no están concluidos-, prevé iniciar en 2009 las obras, que estarían concluidas en tres o cuatro años.

De cara al próximo año, las prioridades de la institución académica pasan por la urbanización del campus de Cartuja y la ampliación de Empresariales, si bien la vicerrectora admite la dificultad de acometer con recursos propios los dos proyectos a la vez.
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Tatuajes, una moda que ya no marca para siempre

Tatuajes, una moda que ya no marca para siempre

El 25% de los jóvenes españoles de entre 15 y 30 años -otras estimaciones hablan del 15%- llevan su cuerpo tatuado, una práctica canalla y con no muy buena reputación hasta hace bien poco, que hoy es moda, negocio y un quebradero de cabeza más para cualquier padre con hijos adolescentes. «En la franja de edad entre 15 y 30 años es una barbaridad su incidencia», afirma el doctor Raúl de Lucas, dermatólogo en el madrileño hospital de La Paz, quien desde su experiencia profesional apunta ese posible 25%. «No hay nada más que ir a una playa, una piscina o un gimnasio para ver que son muchos, y cada día más, los tatuados, especialmente adolescentes».

El doctor de Lucas lo tiene claro. «Es una moda que traerá secuelas. Siempre lo desaconsejo, porque puede ocasionar problemas de salud. No puedo entender que haya padres que regalen a sus hijos un tatuaje por su cumpleaños. Mi experiencia me dice que muchos, al poco tiempo, se arrepienten y desean quitárselo». Rosa Ortega, también dermatóloga y profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, además de miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, habla igualmente desde su experiencia personal «en la consulta y en mi entorno» para advertir que entre «un 10% y un 15% de las personas entre 15 y 30 años llevan algún tatuaje».

«Sí puedo decir -insiste- que en los últimos diez años he podido notar un aumento del número de mujeres, de clase media y de más de 40-45 años, que llevan pequeños tatuajes en el hombro, en un tobillo…, algo hasta hace poco impensable». Mujeres, en muchas ocasiones, apunta la doctora, «poco resignadas a envejecer, que piensan que son muy modernas y que se tatúan en el mismo sitio del cuerpo que sus hijas».

Una agresión al cuerpo

«Tatuarse o ponerse un piercing -Rosa Ortega es tajante- supone siempre una cierta agresión al propio cuerpo. Numerosos estudios apuntan que en muchas ocasiones las personas que lo hacen son sujetos inmaduros, con alguna frustración, problemas de identidad o con cierto grado de exhibicionismo. Otras veces viven en ambientes socio-familiares no deseados».

Raúl de Lucas y Rosa Ortega enumeran los riesgos que conlleva una práctica tan ancestral como extendida si no la realizan profesionales y en las mejores condiciones higiénico-sanitarias. Dermatosis, reacciones alérgicas e infecciones -y éstas son palabras mayores- como la hepatitis B y C, la sífilis o la tuberculosis. Sin descartar el Sida. Hay muchos anestesistas, alertan, que se niegan a poner la epidural a una parturienta que lleve tatuada la zona lumbar, ante el peligro de que los pigmentos puedan pasar al canal raquídeo de la médula y causar serios problemas neurológicos.

En España no hay aún estudios certeros sobre la incidencia real de esta práctica, pero sí es conocido que los establecimientos donde se realizan tatuajes y piercings han proliferado por toda la geografía española en los últimos años, hasta alcanzar casi los dos mil. Ello ha obligado a las comunidades autónomas a legislar para garantizar que su trabajo se hace en las mejores condiciones de higiene y sanitarias, que se utiliza material homologado y para que un menor de edad no pueda tatuarse o agujerearse el cuerpo si no es con el consentimiento de sus padres.

Un estudio de la American Academy of Dermatology de hace dos años aseguraba que uno de cada cuatro estadounidenses de entre 18 y 50 años va tatuado. Otro, también de 2006, del Hospital Universitario Goethe de Fráncfort señalaba que la prevalencia de tatuajes entre la población alemana mayor de 14 años es del 8,5%.

Extremar la higiene

Ovi -así se le conoce en la profesión-, tatuador desde hace nueve años -por sus manos han pasado muchos famosos- y propietario de tres estudios, dos en Madrid y uno en Gijón, que realizan unos 2.000 tatuajes al año cada uno, «en condiciones extremas de higiene y sanitarias», no oculta que eso no es así en algunos establecimientos. «Hay mucho engaño», asegura.

La clientela de Ovi la forman, sobre todo, hombres y mujeres de entre 40 y 50 años que entienden lo que para muchos es arte «más como una forma de vida que como una moda». Su recomendación para quien esté pensando en hacerse un tatuaje, o ponerse un piercing, es que, ante todo, se informe del lugar del cuerpo donde se lo quiere hacer e, «importantísimo», sobre el establecimiento al que acudirá. «Que busque un trabajo garantizado, porque hay tatuadores buenísimos pero que trabajan en condiciones nefastas. A veces -reconoce- falla mucho la higiene».

Cuando es un menor el que quiere tatuarse, Guillermo Fouce, psicólogo, aconseja a los padres dialogar «con normalidad» con su hijos sobre las consecuencias. «Para ésta y cualquier otra cuestión, lo importante es la comunicación. Y si, a pesar de todo, no logramos convencerles, nuestra obligación de adultos es informarles y acompañarles para que se lo hagan en las mejores condiciones».

«Un padre responsable -afirma Fouce- debe informar a su hijo de los riesgos que conlleva y de lo que puede significar socialmente. Y advertirle de que en el futuro puede ser un problema para encontrar trabajo. Si se lo prohibimos, probablemente el adolescente hará otra cosa peor y en peores condiciones. Son maximalistas en todo».

Borrar con láser

Si transcurrido un tiempo, el tatuaje ha dejado de gustar, avergüenza o es un obstáculo para encontrar trabajo -en el Ejército, las fuerzas de seguridad o para ser azafata, por ejemplo, están prohibidos- puede borrarse mediante por láser. Eso sí, «costará tiempo, dinero y, además, puede quedar cicatriz y no desaparecer del todo», advierte la dermatóloga Rosa Ortega.

Entre cinco y diez sesiones de poco menos de diez minutos cada una -una por mes-, dependiendo de la cantidad de tinta utilizada y de su profundidad en la epidermis, son necesarias para borrar mediante láser un tatuaje no muy elaborado, informa María José Isarría, del Instituto Médico Láser. Es un proceso lento. Se borran mejor las tintas oscuras -negra y roja- que las de colores claros -amarillo, verde, azules…-. Estas últimas a veces es imposible hacerlas desaparecer», destaca.

Lo normal es que, finalizado el tratamiento, no quede ninguna señal en la piel, o que sea prácticamente imperceptible. «A nuestra consulta -afirma Isarría- acuden sobre todo jóvenes por motivos de estética, laborales o porque simplemente se arrepienten de lo que hicieron en su etapa adolescente». El arrepentimiento puede costar desde 600 a 6.000 euros, «y excepcionalmente más».

«Son ellas, las mujeres, -asegura Concha Obregón, vocal de la Sociedad Española de Medicina Estética- las que más se arrepienten. Bien porque su vida ha cambiado, bien porque se dan cuenta de que a una determinada edad no es estético lucir un tatuaje. Además les condiciona la ropa que ponerse». «De cada tres arrepentidos, dos son mujeres. Es más costoso quitarlo que ponerlo», añade.
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