Cinco pueblos están levantados en zonas con alto riesgo de derrumbe
Los vecinos más antiguos del pueblo de Olivares deben recordar aún la enorme lengua de barro que amenazó con sepultar el municipio en 1986. La ladera junto a las casas se desplazó hasta dejar en estado de emergencia a los vecinos, que tuvieron que salir de sus casas para que trabajaran las máquinas retirando tierra y piedras. La naturaleza, que no entiende de planes parciales ni de ordenación urbanística, parecía querer comerse el pueblo. Este tipo de movimientos de laderas han dejado otros ejemplos de socavones, hundimientos y casas \’al aire\’ en los últimos años y muchos de esos casos están recogidos en el \’Atlas de riesgos naturales de la provincia de Granada\’ que editó en 2007 la Diputación y que llevó a cabo el Instituto Geológico y Minero de España.
En ese estudio no sólo se recoge la historia de los movimientos de laderas más \’trágicos\’ que se han vivido en Granada. El equipo de expertos del citado instituto geológico han hecho también un estudio de las zonas con más riesgo de derrumbes y hundimientos en la provincia. Y los datos alertan del riesgo que sufren los núcleos urbanos de verse afectados por movimientos de tierra. En concreto, hay cinco municipios -Montefrío, Moreda, Nívar, Restábal y Zagra- en los que más del 80% de sus casas tienen un alto riesgo de sufrir daños por un desplazamiento de tierras.
Riesgos
El estudio, dirigido por técnicos de la Diputación y del Instituto Geológico y Minero de España, y con colaboradores de la Universidad de Granada y del Instituto Andaluz de Geofísica, ha estudiado la susceptibilidad de los terrenos a los movimientos de ladera, así como la incidencia, el potencial destructivo, que esto puede tener en los núcleos urbanos. Y de este análisis se establecen tres grados de peligrosidad -baja, media y alta.
El municipio de Zagra sería el de mayor riesgo de todos los granadinos, ya que el 91% de su núcleo urbano -de sus viviendas- tiene un alto riesgo de verse afectado por este tipo de corrimiento de tierras. Le seguiría el municipio de Montefrío, ya que el 88,5% de las casas sufrirían daños en caso de desplazamientos del terreno. En Moreda se verían afectadas casi el 86% de las edificaciones, en Nívar serían el 81% y en el pueblo de Restábal habría un 80% de las casas afectadas en caso de movimiento de estas tierras.
El mismo análisis realizado en referencia a los núcleos urbanos, es decir a la zona urbanizada, se ha realizado con respecto a todo el término municipal. Bajo ese parámetro, cambian considerablemente los municipios que se encuentran en el apartado de alto riesgo. Así, los pueblos que se verían más afectados por uno de estos movimientos de ladera serían Trevélez (el 80% de su término municipal), Capileira (77%), Dúdar (67,99%), Zagra (64%) y Pampaneira (60,39). Sin embargo, en estos municipios, aunque dentro de los límites del pueblo habría daños, no afectaría tanto a las viviendas.
Históricas
Bajo el concepto de movimiento de laderas se incluyen distintos tipos de desplazamientos del terreno, desde la caída de rocas a los desprendimientos más superficiales.
Y de estos tipos de desprendimientos \’históricos\’ hace incluso un recorrido el estudio. Se recoge la bibliografía anterior sobre el asunto, que se remonta a 1924, cuando unas intensas lluvias provocaron movimientos geológicos en el valle de Monachil. Entre los años 60 y 80 también se realizaron algunos estudios previos en los que se apuntaba ya a la comarca de la Alpujarra como una de las de mayor inestabilidad. El MOPU (Ministerio de Obras Públicas) realizó un completo mapa en 1975, en el que se recogían ya movimientos de terreno en Casa Nueva, Búcor y Fuente Grande, laderas inestables en Güevéjar y Nívar; coladas de barro en Sierra de Parapanda y a lo largo de la N-323 o desprendimientos de grandes rocas en La Peza.
Históricos fueron los movimientos de tierra asociados a terremotos, que afectaron, por ejemplo, los barrios centrales de Albuñuelas a finales del siglo XIX. Más reciente son los casos de Olivares, ya mencionado, del año 1986, o el de Diezma. En este municipio, en 2001, hubo un deslizamiento de tierra que afectó a la A-92 y que alcanzó un volumen de más de un millón de metros cúbicos. La masa de tierra ocupó un carril de la calzada y se siguió desplazando en días posteriores llegando hasta la mediana.
Estos movimientos de tierra, que tuvieron más repercusión, y otros menos mediáticos, están recogidos en el estudio, para conocer las zonas y plantear la posibilidad de sufrir nuevos desprendimientos en próximos años.
Además de los cinco municipios enumerados al principio del artículo, hay otros dieciséis en los que la alta susceptibilidad de sufrir movimientos de tierra superan el 50%. Es decir, que sus características los convierten en proclives a sufrir daños por este tipo de fenómenos naturales.
Recuerda el estudio, y se puede comprobar en cualquiera de los casos conocidos, que los movimientos de tierra pueden producir daños en viviendas, construcciones e infraestructuras, desde etapas muy incipientes del fenómeno, causando ya grietas o abombamientos en las construcciones. Un estudio del Instituto Geológico y Minero ya preveía en 1987 unas pérdidas potenciales para Andalucía, por movimientos del terreno, de más de 1.100 millones de euros.
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