Los conductores reaccionan mejor ante una obligación que ante una prohibición

Los conductores reaccionan mejor ante una obligación que ante una prohibición

La capacidad de reacción de un conductor ante una señal de obligación es mejor que cuando se enfrenta a una de prohibición, según ha revelado una investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada (UGR) que pretende proponer dispositivos \’más inteligibles\’ que eviten accidentes.

A falta de completar el estudio, que comenzó hace un año y que se prologará hasta 2010, los primeros análisis han puesto de manifiesto que el tiempo que una persona tarda en pensar y procesar el mensaje de una señal es menor cuando se le obliga a hacer una determinada maniobra en la carretera que en los casos en los que se le prohíbe.

Una de las directoras del proyecto, Cándida Castro, del Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento, ha explicado a Efe que \’en general\’ existen \’ventajas\’ ante una señal de obligación, especialmente en circunstancias de tráfico \’complejas\’ o con tareas \’concurrentes\’.

Según esta experta, la capacidad de la memoria humana es \’limitada\’, de ahí que cuando las personas se enfrentan a varias prohibiciones tienden \’a darles la vuelta\’, a plantear la situación \’en positivo\’ y a valorar \’lo que es posible o permitido\’.

\’Parece que cuando nuestra memoria se sobrecarga tendemos a pensar en positivo, por eso captamos mejor aquellas señales que nos permiten o nos dicen dónde debemos ir\’, señala la investigadora, quien apunta que, no obstante, existen ciertas excepciones.

De hecho, añade, en situaciones \’muy sencillas\’ puede ser mejor prohibir que obligar, especialmente si se pretende potenciar que el conductor \’no vaya a lo no permitido\’.

Castro ha incidido en la importancia que tiene para la seguridad vial el tiempo que una persona invierte en responder ante una determinada señal y lo precisa que es su reacción, teniendo en cuenta además que en la conducción influyen otros muchos factores.

En este sentido, ha precisado que las señales de tráfico tienen la misión principal de \’anticipar\’ las maniobras que el conductor deberá hacer, con la finalidad de proveerle de una determinada información antes de que la necesite.

A través de este proyecto se evalúa en definitiva el tiempo disponible para tomar una decisión, el número de señales o la complejidad de una situación, derivada de la complejidad de las intersecciones, rotondas, mapas geográficos y la posible integración de los mensajes de la señal.

También analizan el formato -verbal o pictórico-, la familiaridad de la señal o su grado de abstracción, para lo cual presentan diferentes escenas de tráfico donde los participantes en el estudio deben juzgar si la maniobra está permitida o no.

Con los resultados que obtengan de estos experimentos este grupo de investigación granadino podrá proponer un modelo teórico de la forma en la que se representan mentalmente las señales de obligación y prohibición.

La meta final es ayudar a evitar los accidentes relacionados con los problemas humanos del transporte haciendo que las señales sean más fácilmente utilizables e inteligibles, contemplando las limitaciones humanas de procesamiento de información del conductor.
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Al volante, mejor obligar que prohibir

Al volante, mejor obligar que prohibir

La capacidad de reacción de un conductor ante una señal de obligación es mejor que cuando se enfrenta a una de prohibición, según ha revelado una investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada (UGR) que pretende proponer dispositivos «más inteligibles» que eviten accidentes.

A falta de completar el estudio, que comenzó hace un año y que se prologará hasta 2010, los primeros análisis han puesto de manifiesto que el tiempo que una persona tarda en pensar y procesar el mensaje de una señal es menor cuando se le obliga a hacer una determinada maniobra en la carretera que en los casos en los que se le prohíbe.

Una de las directoras del proyecto, Cándida Castro, del Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento, ha explicado a Efe que «en general» existen «ventajas» ante una señal de obligación, especialmente en circunstancias de tráfico «complejas» o con tareas «concurrentes».

Según esta experta, la capacidad de la memoria humana es «limitada», de ahí que cuando las personas se enfrentan a varias prohibiciones tienden «a darles la vuelta», a plantear la situación «en positivo» y a valorar «lo que es posible o permitido».

«Parece que cuando nuestra memoria se sobrecarga tendemos a pensar en positivo, por eso captamos mejor aquellas señales que nos permiten o nos dicen dónde debemos ir», señala la investigadora, quien apunta que, no obstante, existen ciertas excepciones.

De hecho, añade, en situaciones «muy sencillas» puede ser mejor prohibir que obligar, especialmente si se pretende potenciar que el conductor «no vaya a lo no permitido».

Castro ha incidido en la importancia que tiene para la seguridad vial el tiempo que una persona invierte en responder ante una determinada señal y lo precisa que es su reacción, teniendo en cuenta además que en la conducción influyen otros muchos factores.

En este sentido, ha precisado que las señales de tráfico tienen la misión principal de «anticipar» las maniobras que el conductor deberá hacer, con la finalidad de proveerle de una determinada información antes de que la necesite.

A través de este proyecto se evalúa en definitiva el tiempo disponible para tomar una decisión, el número de señales o la complejidad de una situación, derivada de la complejidad de las intersecciones, rotondas, mapas geográficos y la posible integración de los mensajes de la señal.

También analizan el formato -verbal o pictórico-, la familiaridad de la señal o su grado de abstracción, para lo cual presentan diferentes escenas de tráfico donde los participantes en el estudio deben juzgar si la maniobra está permitida o no.

Con los resultados que obtengan de estos experimentos este grupo de investigación granadino podrá proponer un modelo teórico de la forma en la que se representan mentalmente las señales de obligación y prohibición.

La meta final es ayudar a evitar los accidentes relacionados con los problemas humanos del transporte haciendo que las señales sean más fácilmente utilizables e inteligibles, contemplando las limitaciones humanas de procesamiento de información del conductor.
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Los conductores reaccionan mejor ante una obligación que ante una prohibición

Los conductores reaccionan mejor ante una obligación que ante una prohibición

La capacidad de reacción de un conductor ante una señal de obligación es mejor que cuando se enfrenta a una de prohibición, según ha revelado una investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada (UGR) que pretende proponer dispositivos «más inteligibles» que eviten accidentes. A falta de completar el estudio, que comenzó hace un año y que se prologará hasta 2010, los primeros análisis han puesto de manifiesto que el tiempo que una persona tarda en pensar y procesar el mensaje de una señal es menor cuando se le obliga a hacer una determinada maniobra en la carretera que en los casos en los que se le prohíbe. Una de las directoras del proyecto, Cándida Castro, del Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento, ha explicado que «en general» existen «ventajas» ante una señal de obligación, especialmente en circunstancias de tráfico «complejas» o con tareas «concurrentes».

Según esta experta, la capacidad de la memoria humana es «limitada», de ahí que cuando las personas se enfrentan a varias prohibiciones tienden «a darles la vuelta», a plantear la situación «en positivo» y a valorar «lo que es posible o permitido».

«Parece que cuando nuestra memoria se sobrecarga tendemos a pensar en positivo, por eso captamos mejor aquellas señales que nos permiten o nos dicen dónde debemos ir», señala la investigadora, quien apunta que no obstante existen ciertas excepciones.

De hecho, añade, en situaciones «muy sencillas» puede ser mejor prohibir que obligar, especialmente si se pretende potenciar que el conductor «no vaya a lo no permitido».

Castro ha incidido en la importancia que tiene para la seguridad vial el tiempo que una persona invierte en responder ante una determinada señal y lo precisa que es su reacción, teniendo en cuenta además que en la conducción influyen otros muchos factores.

En este sentido, ha precisado que las señales de tráfico tienen la misión principal de «anticipar» las maniobras que el conductor deberá hacer, con la finalidad de proveerle de una determinada información antes de que la necesite.

A través de este proyecto se evalúa en definitiva el tiempo disponible para tomar una decisión, el número de señales o la complejidad de una situación, derivada de la complejidad de las intersecciones, rotondas, mapas geográficos y la posible integración de los mensajes de la señal.

También analizan el formato -verbal o pictórico-, la familiaridad de la señal o su grado de abstracción, para lo cual presentan diferentes escenas de tráfico donde los participantes en el estudio deben juzgar si la maniobra está permitida o no.

Con los resultados que obtengan de estos experimentos este grupo de investigación granadino podrá proponer un modelo teórico de la forma en la que se representan mentalmente las señales de obligación y prohibición.

La meta final es ayudar a evitar los accidentes relacionados con los problemas humanos del transporte haciendo que las señales sean más fácilmente utilizables e inteligibles, contemplando las limitaciones humanas de procesamiento de información del conductor.
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Los conductores reaccionan mejor ante una obligación que ante una prohibición

La capacidad de reacción de un conductor ante una señal de obligación es mejor que cuando se enfrenta a una de prohibición, según ha revelado una investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada (UGR) que pretende proponer dispositivos «más inteligibles» que eviten accidentes.

A falta de completar el estudio, que comenzó hace un año y que se prologará hasta 2010, los primeros análisis han puesto de manifiesto que el tiempo que una persona tarda en pensar y procesar el mensaje de una señal es menor cuando se le obliga a hacer una determinada maniobra en la carretera que en los casos en los que se le prohíbe.

Una de las directoras del proyecto, Cándida Castro, del Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento, ha explicado a Efe que «en general» existen «ventajas» ante una señal de obligación, especialmente en circunstancias de tráfico «complejas» o con tareas «concurrentes».

Según esta experta, la capacidad de la memoria humana es «limitada», de ahí que cuando las personas se enfrentan a varias prohibiciones tienden «a darles la vuelta», a plantear la situación «en positivo» y a valorar «lo que es posible o permitido».

«Parece que cuando nuestra memoria se sobrecarga tendemos a pensar en positivo, por eso captamos mejor aquellas señales que nos permiten o nos dicen dónde debemos ir», señala la investigadora, quien apunta que no obstante existen ciertas excepciones.

De hecho, añade, en situaciones «muy sencillas» puede ser mejor prohibir que obligar, especialmente si se pretende potenciar que el conductor «no vaya a lo no permitido».

Castro ha incidido en la importancia que tiene para la seguridad vial el tiempo que una persona invierte en responder ante una determinada señal y lo precisa que es su reacción, teniendo en cuenta además que en la conducción influyen otros muchos factores.

En este sentido, ha precisado que las señales de tráfico tienen la misión principal de «anticipar» las maniobras que el conductor deberá hacer, con la finalidad de proveerle de una determinada información antes de que la necesite.

A través de este proyecto se evalúa en definitiva el tiempo disponible para tomar una decisión, el número de señales o la complejidad de una situación, derivada de la complejidad de las intersecciones, rotondas, mapas geográficos y la posible integración de los mensajes de la señal.

También analizan el formato -verbal o pictórico-, la familiaridad de la señal o su grado de abstracción, para lo cual presentan diferentes escenas de tráfico donde los participantes en el estudio deben juzgar si la maniobra está permitida o no.

Con los resultados que obtengan de estos experimentos este grupo de investigación granadino podrá proponer un modelo teórico de la forma en la que se representan mentalmente las señales de obligación y prohibición.

La meta final es ayudar a evitar los accidentes relacionados con los problemas humanos del transporte haciendo que las señales sean más fácilmente utilizables e inteligibles, contemplando las limitaciones humanas de procesamiento de información del conductor.
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Los conductores reaccionan mejor ante una obligación que ante una prohibición

Los conductores reaccionan mejor ante una obligación que ante una prohibición

La capacidad de reacción de un conductor ante una señal de obligación es mejor que cuando se enfrenta a una de prohibición, según ha revelado una investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada (UGR) que pretende proponer dispositivos «más inteligibles» que eviten accidentes.

A falta de completar el estudio, que comenzó hace un año y que se prologará hasta 2010, los primeros análisis han puesto de manifiesto que el tiempo que una persona tarda en pensar y procesar el mensaje de una señal es menor cuando se le obliga a hacer una determinada maniobra en la carretera que en los casos en los que se le prohíbe.

Una de las directoras del proyecto, Cándida Castro, del Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento, ha explicado a Efe que «en general» existen «ventajas» ante una señal de obligación, especialmente en circunstancias de tráfico «complejas» o con tareas «concurrentes».

Según esta experta, la capacidad de la memoria humana es «limitada», de ahí que cuando las personas se enfrentan a varias prohibiciones tienden «a darles la vuelta», a plantear la situación «en positivo» y a valorar «lo que es posible o permitido».

«Parece que cuando nuestra memoria se sobrecarga tendemos a pensar en positivo, por eso captamos mejor aquellas señales que nos permiten o nos dicen dónde debemos ir», señala la investigadora, quien apunta que, no obstante, existen ciertas excepciones.

De hecho, añade, en situaciones «muy sencillas» puede ser mejor prohibir que obligar, especialmente si se pretende potenciar que el conductor «no vaya a lo no permitido».

Castro ha incidido en la importancia que tiene para la seguridad vial el tiempo que una persona invierte en responder ante una determinada señal y lo precisa que es su reacción, teniendo en cuenta además que en la conducción influyen otros muchos factores.

En este sentido, ha precisado que las señales de tráfico tienen la misión principal de «anticipar» las maniobras que el conductor deberá hacer, con la finalidad de proveerle de una determinada información antes de que la necesite.

A través de este proyecto se evalúa en definitiva el tiempo disponible para tomar una decisión, el número de señales o la complejidad de una situación, derivada de la complejidad de las intersecciones, rotondas, mapas geográficos y la posible integración de los mensajes de la señal.

También analizan el formato -verbal o pictórico-, la familiaridad de la señal o su grado de abstracción, para lo cual presentan diferentes escenas de tráfico donde los participantes en el estudio deben juzgar si la maniobra está permitida o no.

Con los resultados que obtengan de estos experimentos este grupo de investigación granadino podrá proponer un modelo teórico de la forma en la que se representan mentalmente las señales de obligación y prohibición.

La meta final es ayudar a evitar los accidentes relacionados con los problemas humanos del transporte haciendo que las señales sean más fácilmente utilizables e inteligibles, contemplando las limitaciones humanas de procesamiento de información del conductor.
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Los conductores reaccionan mejor ante una obligación que ante una prohibición

Los conductores reaccionan mejor ante una obligación que ante una prohibición

La capacidad de reacción de un conductor ante una señal de obligación es mejor que cuando se enfrenta a una de prohibición, según un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada (UGR) que pretende proponer dispositivos \’más inteligibles\’ que eviten accidentes.

A falta de completar el trabajo, que comenzó hace un año y que se prologará hasta 2010, los primeros análisis han puesto de manifiesto que el tiempo que una persona tarda en pensar y procesar el mensaje de una señal es menor cuando se le obliga a hacer una determinada maniobra en la carretera que en los casos en los que se le prohíbe.

Una de las directoras del proyecto, Cándida Castro, del Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento, ha explicado a Efe que \’en general\’ existen \’ventajas\’ ante una señal de obligación, especialmente en circunstancias de tráfico \’complejas\’ o con tareas \’concurrentes\’.

Según esta experta, la capacidad de la memoria humana es \’limitada\’, de ahí que cuando las personas se enfrentan a varias prohibiciones tienden \’a darles la vuelta\’, a plantear la situación \’en positivo\’ y a valorar \’lo que es posible o permitido\’.

\’Parece que cuando nuestra memoria se sobrecarga tendemos a pensar en positivo, por eso captamos mejor aquellas señales que nos permiten o nos dicen dónde debemos ir\’, señala la investigadora, quien apunta que, no obstante, existen ciertas excepciones.

De hecho, añade, en situaciones \’muy sencillas\’ puede ser mejor prohibir que obligar, especialmente si se pretende potenciar que el conductor \’no vaya a lo no permitido\’.

Castro ha incidido en la importancia que tiene para la seguridad vial el tiempo que una persona invierte en responder ante una determinada señal y lo precisa que es su reacción, teniendo en cuenta además que en la conducción influyen otros muchos factores.

En este sentido, ha precisado que las señales de tráfico tienen la misión principal de \’anticipar\’ las maniobras que el conductor deberá hacer, con la finalidad de proveerle de una determinada información antes de que la necesite.

A través de este proyecto se evalúa en definitiva el tiempo disponible para tomar una decisión, el número de señales o la complejidad de una situación, derivada de la complejidad de las intersecciones, rotondas, mapas geográficos y la posible integración de los mensajes de la señal.

También analizan el formato -verbal o pictórico-, la familiaridad de la señal o su grado de abstracción, para lo cual presentan diferentes escenas de tráfico donde los participantes en el estudio deben juzgar si la maniobra está permitida o no.

Con los resultados que obtengan de estos experimentos este grupo de investigación granadino podrá proponer un modelo teórico de la forma en la que se representan mentalmente las señales de obligación y prohibición.

La meta final es ayudar a evitar los accidentes relacionados con los problemas humanos del transporte haciendo que las señales sean más fácilmente utilizables e inteligibles, contemplando las limitaciones humanas de procesamiento de información del conductor.
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Los conductores reaccionan mejor ante una obligación que ante una prohibición

Los conductores reaccionan mejor ante una obligación que ante una prohibición

La capacidad de reacción de un conductor ante una señal de obligación es mejor que cuando se enfrenta a una de prohibición, según ha revelado una investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada (UGR) que pretende proponer dispositivos «más inteligibles» que eviten accidentes.

El tiempo que se tarda en pensar y procesar el mensaje de una señal es menor cuando se le obliga a hacer una maniobra que en los casos en los que se le prohíbe.

A falta de completar el estudio, que comenzó hace un año y que se prologará hasta el 2010, los primeros análisis han puesto de manifiesto que el tiempo que una persona tarda en pensar y procesar el mensaje de una señal es menor cuando se le obliga a hacer una determinada maniobra en la carretera que en los casos en los que se le prohíbe.

Una de las directoras del proyecto, Cándida Castro, del Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento, ha explicado a Efe que «en general» existen «ventajas» ante una señal de obligación, especialmente en circunstancias de tráfico «complejas» o con tareas «concurrentes».

Según esta experta, la capacidad de la memoria humana es «limitada», de ahí que cuando las personas se enfrentan a varias prohibiciones tienden «a darles la vuelta», a plantear la situación «en positivo» y a valorar «lo que es posible o permitido».

«Parece que cuando nuestra memoria se sobrecarga tendemos a pensar en positivo, por eso captamos mejor aquellas señales que nos permiten o nos dicen dónde debemos ir», señala la investigadora, quien apunta que, no obstante, existen ciertas excepciones.

De hecho, añade, en situaciones «muy sencillas» puede ser mejor prohibir que obligar, especialmente si se pretende potenciar que el conductor «no vaya a lo no permitido».

Castro ha incidido en la importancia que tiene para la seguridad vial el tiempo que una persona invierte en responder ante una determinada señal y lo precisa que es su reacción, teniendo en cuenta además que en la conducción influyen otros muchos factores.

En este sentido, ha precisado que las señales de tráfico tienen la misión principal de «anticipar» las maniobras que el conductor deberá hacer, con la finalidad de proveerle de una determinada información antes de que la necesite.

A través de este proyecto se evalúa en definitiva el tiempo disponible para tomar una decisión, el número de señales o la complejidad de una situación, derivada de la complejidad de las intersecciones, rotondas, mapas geográficos y la posible integración de los mensajes de la señal.

También analizan el formato -verbal o pictórico-, la familiaridad de la señal o su grado de abstracción, para lo cual presentan diferentes escenas de tráfico donde los participantes en el estudio deben juzgar si la maniobra está permitida o no.

Con los resultados que obtengan de estos experimentos este grupo de investigación granadino podrá proponer un modelo teórico de la forma en la que se representan mentalmente las señales de obligación y prohibición.

La meta final es ayudar a evitar los accidentes relacionados con los problemas humanos del transporte haciendo que las señales sean más fácilmente utilizables e inteligibles, contemplando las limitaciones humanas de procesamiento de información del conductor.
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El arquitecto japonés Kengo Kuma explica hoy los pormenores de ‘Granatum’

El arquitecto japonés Kengo Kuma explica hoy los pormenores de \’Granatum\’

El arquitecto japonés Kengo Kuma y su colaborador español Miguel A. Alonso del Val, cuyo equipo de arquitectos está encargado de la construcción del Gran Espacio Escénico de Granada, darán a conocer hoy los pormenores del proyecto en el transcurso de una conferencia a la que están invitados, entre otros, diversos estudiantes de Arquitectura y Aparejadores, que tendrán la oportunidad de conocer a estos profesionales.

En declaraciones a Europa Press, el delegado de Cultura de la Junta en Granada, Pedro Benzal, destacó el interés del Gobierno andaluz por que este encuentro esté marcado «por un claro carácter profesional», por lo que también está prevista la presencia de diversos profesores de Arquitectura y Aparejadores de la Universidad de Granada (UGR), así como de algunos integrantes del jurado de expertos que escogió a \’Granatum\’ como proyecto ganador.

Durante la conferencia, que se celebrará a las 18,00 horas en el complejo Administrativo Triunfo de la UGR, Kengo Kuma explicará la filosofía de su diseño para el Gran Espacio Escénico, así como informará de los plazos previstos para el desarrollo de las obras, entre otros asuntos.

Benzal se congratuló de que la Junta, a través de la consejera de Cultura, Rosa Torres, haya conseguido traer a Granada a Kuma, a pesar de que tiene «una agenda muy apretada», por ser una figura de prestigio internacional, con proyectos en diversas partes del mundo.

El arquitecto japonés estuvo en Granada en 1992, con motivo de la Expo de Sevilla, y transmitió a la consejera su interés por volver a la ciudad de la Alhambra, monumento que «quizá vuelva a visitar» durante su breve estancia en la capital.

Así, Benzal se mostró muy ilusionado con «poder hacer partícipe a toda la sociedad granadina» de este proyecto, dándole un especial protagonismo al ámbito universitario, y manifestó su satisfacción por que las distintas administraciones «vayan de la mano» en lo referente a esta iniciativa.

Fue en octubre del pasado año cuando el equipo de arquitectos Kengo Kuma y Alonso, Hernández y Asociados resultó ganador del concurso internacional de ideas convocado para la construcción del Gran Espacio Escénico de Granada, con un proyecto que evoca la silueta orgánica de la fruta del granado.

El edificio proyectado se organiza por medio de una infinidad de elementos de pequeña escala, que juntos crean una forma rotunda y de gran presencia, con una clara inspiración en formas que provienen de la biología. Se adopta a la malla hexagonal como la manera más eficiente de acumulación y de relación de espacios.

La sala de espectadores es un espacio recogido y compacto, que ofrece una amplia gama de terrazas abiertas al escenario. Éstas configuran el espacio de manera igualitaria, alejando conceptualmente la propuesta, de la tipología jerarquizada de gran patio de butacas.

El desnivel de acceso organiza la plaza del auditorio en dos ámbitos, uno de los cuales será el espacio de exposiciones al aire libre, cubierto por ligeras pérgolas. Ligado a éstas, el edificio segrega un pabellón independiente, donde se ubica la administración y la venta de entradas.

Este gran espacio escénico, cuya construcción se incluye dentro del Programa de Infraestructuras Culturales de la Consejería de Cultura, se edificará en una parcela de más de 6.000 metros cuadrados, en la Carretera de Armilla, y se destinará a la representación de teatro, ópera y danza dispondrá de una sala de al menos 1.500 localidades.
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La Junta no cuenta con ningún instrumento legal para obligar a que fluya el dinero

La Junta no cuenta con ningún instrumento legal para obligar a que fluya el dinero

El Gobierno andaluz no tiene ningún instrumento legal para empujar a bancos y cajas a prestar dinero. En los últimos 20 días asegura que se ha producido un apertura “parcial” del crédito, pero la patronal lo niega. Las cajas piden tiempo para que el dinero inyectado llegue a los ciudadanos, que desconfían de que los políticos auxilien a la banca.

El presidente de la Junta, Manuel Chaves, ha dado un ultimátum a la banca. Pero más allá de aprovechar los micrófonos para meter presión, la Junta no tiene ningún instrumento legal para forzar al sistema financiero andaluz a que deje correr el dinero. El Ejecutivo subraya que la ley de cajas le otorga la tutela sobre las entidades, pero ningún margen para influir sobre decisiones en las que debe mandar el mercado. Eso sí, recuerda que en los consejos de las cajas los partidos tienen sentados a sus representantes.

La Junta firmó hace dos meses un acuerdo con 33 bancos y cajas para financiar con 9.550 millones el Plan de VPO. El vicesecretario general del PSOE-A, Luis Pizarro, señala que hay “una petición directa a los responsables de las cajas” y que existe “una coordinación interna” que se activa ante cualquier limitación al crédito. “No existe ningún instrumento jurídico más allá de la presión”, indica Pizarro, que constata que la Consejería de Vivienda, a través de sus delegaciones y en coordinación con los alcaldes, trabaja en cuanto surge un problema. “Si no se facilita crédito a una promotora con una obra certificada por la Junta funciona la coordinación interna”, dice el dos del PSOE-A, “se llama a la entidad”.

“Eso funciona”, agrega Pizarro, convencido de que las cajas están “abriendo un poco más la mano”. El consejero de Innovación, Francisco Vallejo, aseguró esta semana que en este mes ha habido un cambio de rumbo, aún “parcial”.

La patronal andaluza de la construcción, Fadeco, lo niega. Están “estrangulando y asfixiando de forma grave” al sector, denuncia. Demandan a la Junta medidas contundentes. Lo mismo que los ciudadanos, que rechazan la ayuda a la banca. El 43% de andaluces está en contra, según el Barómetro del IESA-CSIC.

El secretario de Economía del PSOE-A, Antonio Gutiérrez Limones, admite una reflexión en su partido: “Si son los bancos los que nos han llevado a esta crisis ¿cómo vamos a seguir confíandole el dinero de los contribuyentes?”. “El debate está abierto”, agrega, a pesar de que el Gobierno dice que seguirá ayudando al sector. En su opinión “hace falta un instrumento financiero del Estado que canalice el dinero si no fluye la liquidez”. Apunta a la nacionalización de un banco, con el Gobierno entrando en el accionariado de una entidad. En el caso andaluz pide “acelerar las fusiones para tener un instrumento potente”.

Juan Torres, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, asegura –en contra de lo que alegan las entidades– que los bancos han reducido su oferta de crédito “porque todos los fondos que captan los utilizan para tratar de salvar sus balances”. “Los bancos han dejado de desempeñar la función a la que teóricamente están llamados: en lugar de dar combustible, prácticamente roban el que hay en la economía”.

El catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada, Santiago Carbó, exige prudencia. Defiende que “las entidades son las primeras interesadas en que vuelva a fluir el crédito” y denuncia “un debate excesivo” de este punto. “No es bueno que los partidos presionen” porque “las entidades son privadas, también las cajas”. A su juicio existe “un elevado riesgo” en el mercado” y la inyección de dinero público no es la panacea. La solución puede pasar porque “una parte de ese riesgo lo asuma el Estado”. En círculos del Gobierno, informa, se ha barajado “crear un vehículo, un fondo o un banco, que se quede a cesión o compre a descuento los activos más problemáticos”. Podría ser un ente autonómico que compre los activos dañados de las cajas.
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La UGR crea un «aula de sistematización de la práctica social» a partir de un proyecto de innovación docente

La creación de un “aula de sistematización” en que todos los profesionales del campo social (psicólogos, sociólogos, educadores sociales y trabajadores sociales) confluyan en  la mejora de las prácticas en el campo de la intervención social, es uno de los objetivos del proyecto de innovación docente “Aula de sistematización de la práctica social”, que coordina el profesor Francisco García Fernández, del departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales de la UGR. El proyecto engloba a las personas que directa o indirectamente están vinculadas a experiencias prácticas de acción social en general y servicios sociales en particular.

En el proyecto participan, junto al coordinador Francisco García Fernández del departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales de la UGR, los también profesores Jerónimo Barranco Navarro, José Luis Cabezas Casado, Luis Miguel Rondón García, y el estudiante colaborador Bartolomé Cruz Redondo.

“A menudo nos planteamos dudas  –señalan los responsables del proyecto–  sobre la práctica en la que estamos insertos. ¿Estamos llevando a cabo una adecuada práctica? ¿Porqué sucedió de esta manera con este sector de población en un contexto determinado y de forma diferente con otro?… Son varios los interrogantes que nos planteamos acerca de nuestra intervención con los profesionales y los colectivos con los que se trabaja al llevar a cabo una experiencia práctica. Pero, ¿de qué forma? Pues bien, el procedimiento básicamente se basa en explicar el proceso vivido, demostrando los nuevos conocimientos adquiridos durante el desarrollo de la experiencia, respondiendo a las preguntas planteadas en el análisis, considerando y relacionando toda la información con que se cuenta. Es un proceso ascendente hasta que se alcanza la pregunta que constituyó el objetivo de la sistematización”.

Fondo documental
Con este proyecto se aspira, igualmente, a recuperar experiencias prácticas realizadas en centros e instituciones sociales, creación de un fondo documental en el que se incluyan las prácticas sistematizadas de los profesionales de la acción social, y establecimiento de canales de comunicación que posibiliten el trabajo conjunto entre Universidad y sociedad.

Según los autores de este proyecto de innovación docente, “la práctica sistematizada terminará cuando lleguemos a comprender la lógica interna del proceso y obtengamos un aprendizaje que nos oriente hacia nuevas estrategias de intervención. Por ello, sistematizar es importante por varias razones: Se abre la posibilidad de reflexionar más globalmente sobre la práctica, y a partir de ello, se planifica y reorientan las acciones futuras. Tiene un valor para cada práctica particular, permite una mirada retrospectiva al pasado posibilitando un perfeccionamiento de la práctica con relación a los objetivos que se pretenden alcanzar. Trata de hacer una práctica comunicable y compartible a otros, escribiendo y publicando las distintas experiencias, y así, impulsar un aprendizaje y reflexión colectiva. Se mejora nuestra propia práctica reflexionando teóricamente la experiencia, cuestionándola, contextualizándola, considerándola con relación a los objetivos propuestos y a la intencionalidad que hay tras ella. Se logra eficiencia en el trabajo y permite medir la creatividad y los avances. Se evita que la riqueza de la experiencia y los aprendizajes se pierdan. Podemos aportar más al conocimiento científico desde lo particular y lo cotidiano”.

Así, “para reflexionar y mejorar nuestras prácticas  –continúan los responsables del proyecto–, en el ámbito de la formación superior e innovación docente, presentamos una herramienta metodológica: la sistematización, que puede ser útil para los estudiantes, profesores, profesionales y sociedad en general. Se trata de una herramienta que posibilita el trabajo en grupo para reflexionar, cuestionar, analizar, interpretar y divulgar las experiencias prácticas así como para consensuar futuras líneas de actuación”.

Referencia:
Profesor Francisco García Fernández. Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales. Universidad de Granada.
Tlfs.: 958 242983.
Correo electrónico.: fgarciaf@ugr.es y aulasistematizacion@ugr.es 


Granada Hoy

Pág. 13: A 5 horas de una plaza de residente|Además del MIR… el QIR, el PIR o el BIR
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La Opinión

Portada: La UGR no es cosa de hombres
Pág. 4: Más de 1.600 titulados optan por una plaza en el sistema sanitario
Pág. 10 y 11: La UGR no es cosa de hombres|\»Aún hay ámbitos universitarios en los que la mujer está en desventaja\»
Pág. 25 – Opinión: Cuestión de acelerador y freno
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