El profesor José Cantón Duarte es uno de los psicólogos que han participado en el XVII Congreso sobre Dificultades Sociales que ha organizado la Asociación Nacional de Psicología. Procede de la Universidad de Granada y su percepción del evento es «muy positiva», sobre todo por las aportaciones realizadas por profesionales de otros países. En Zamora, Cantón Duarte trató el tema del apego y el sentimiento de seguridad del niño en la familia. Pero el profesor granadino ha profundizado también en varios trabajos publicados sobre los abusos a menores, uno de los problemas más complejos de abordar por los psicólogos.
-¿Qué opinión tiene del Congreso sobre Dificultades Sociales?
-Ha sido un congreso muy interesante, porque proporciona distintos puntos de vista sobre la psicología y conclusiones de estudios aportados por diferentes países, hay muchos portugueses e italianos. Aportan datos que no proceden de países anglosajones, de donde viene casi toda la información.
-El hilo conductor del congreso ha sido la psicología positiva. ¿Qué interpreta usted por esta nueva corriente?
-Nosotros hemos hablado del apego, el sentimiento de seguridad que van desarrollando los niños desde una edad muy temprana a partir de sus primeras experiencias dentro de la familia. Van escribiendo un sentimiento al observar la sensibilidad y la respuesta que le dan sus padres ante sus propias necesidades. Esa base segura es fundamental para la vida futura. El niño que tenga esa base, va a tener una visión y una actitud positivas hacia sí mismo y los demás.
-¿Y en el caso contrario?
-Si desarrollan un apego de inseguridad, lo más probable es que sus expectativas sean negativas y de una autoestima muy baja. Por ejemplo, los niños maltratados son muy retraídos, no les gusta relacionarse con los demás. Esa seguridad o inseguridad se puede extrapolar a las relaciones amorosas o de pareja, por ejemplo.
-El psicólogo Carmelo Vázquez sostiene que la mayoría de las personas que experimentan situaciones traumáticas, las superan sin secuelas. En el caso de los niños y el estudio que usted hace, ¿sucede algo similar?
-¿Pueden cambiar los niños que experimentan inseguridad? Claro, sobre todo hasta finales de la adolescencia. Después, es más fácil que se automaticen los comportamientos. Las experiencias que viven pueden ayudarles a cambiar de opinión. En una pareja, el miembro que tiene una forma positiva de ver la vida puede ayudar a cambiar la conducta de la otra persona si es insegura.
-¿Puede poner ejemplos de superación con experiencias negativas en niños?
-En general, los pequeños que han vivido situaciones estresantes o de riesgo como el divorcio, los malos tratos o que han sido víctimas de abusos sexuales, en su mayoría están sujetos a cambios. Por ejemplo, en la situación de hijos de divorciados, el 80% de los casos no tiene problemas. Es verdad que hay un 20% que sí pueden tener problemas graves. Ocurre que si hay 150.000 divorcios al año sí que habría un número importante de niños que precisan de ayuda.
-¿Conductas como los malos tratos pueden ser heredadas?
-¿Si un niño que sufre malos tratos puede convertirse en un padre maltratador? En el 70% de los casos esa tendencia se corta.
-¿Qué importancia le otorga a las nuevas formas de familia?
-Lo único que puedo apuntar es algo sobre hogares reconstituidos, en casos de hijos que viven en hogares monoparentales y la tendencia es la misma. Es decir, la situación de una madre que tiene la custodia y los niños pasan a vivir con un padrastro o viceversa, puede haber un 20% de niños con problemas y presentan los mismos síntomas que en el caso anterior.
-¿En qué está trabajando actualmente?
-Dentro del abuso sexual, de lo que más nos ocupamos es de la evaluación de los niños supuestamente víctima de malos tratos y su credibilidad. Hemos publicado una guía en el año 2000 y está dirigida a profesionales.
-¿Qué conclusiones saca de esa guía?
-Muchos casos de denuncias de abusos sexuales son de preescolar, de cuatro o cinco años, y evaluarlo es una de las labores más difíciles a las que se enfrenta el psicólogo por la repercusión que tiene. Si te equivocas y el niño ha sufrido abuso, queda indefenso. Si te equivocas y llegas a la conclusión de que sí lo ha habido, puedes meter a un inocente en la cárcel.
-Supone mucha responsabilidad…
-Claro, porque en la mayoría de los casos, no hay pruebas médicas, no hay testigos ni vídeos o pornografía. El 60% de los casos es por supuestos tocamientos y sólo suele estar la víctima y el supuesto agresor.
-¿Qué tipo de sintomatología desarrolla un niño que ha sufrido abusos sexuales?
-Es muy variada. En primer lugar, depende de la edad, que sea muy pequeñito o que tenga diez o doce años. Si hablamos de conductas sociales, tiene que tratarse de un adolescente. El problema que existe es que la sintomatología coincide con la que sufren los testigos de maltrato en el hogar. Es decir, un niño puede tener pesadillas, dar un bajón en el rendimiento académico o puede volverse agresivo, una realidad que se puede achacar tanto a abusos sexuales como a malos tratos en el hogar. La conducta más específica puede ser la sexualizada o el estrés postraumático. La dificultad a la que nos enfrentamos es que muchos niños no lo viven como algo traumático, porque le han podido engañar.
-Ahora que se habla tanto de los casos de abusos en el contexto de la Iglesia, ¿se pueden generar traumas irreversibles a los menores que los padecen?
-La mayoría de las víctimas no tienen traumas y otras no han llegado a superarlo nunca. La adaptación depende de muchas variables. Por ejemplo, de las características de la agresión, de qué tipo de abusos estemos hablando, con penetración o simplemente tocamientos. Con qué frecuencia se produjeron, ¿una vez o muchas veces y durante muchos años? Las características pueden ser totalmente distintas. ¿Nos encontramos ante abusos dentro de la familia o por personas ajenas al entorno familiar?
-¿En qué medida puede afectar esa última variable?
-Claro, si es un padre, va a afectar más que si se trata de un familia. En general, depende del abuso y luego de las características de la propia persona. Es decir, qué estrategias utiliza para enfrentarse a ello.
-En este sentido, ¿cuáles son las conductas negativas y qué otras las positivas?
-Todas las estrategias para tratar de olvidarlo o creer que no ha pasado son negativas. Se adaptan mejor las que hacen un afrontamiento activo, lo asumen y van para adelante.
-¿Comunicarlo es positivo?
-Sí, buscar apoyo y que alguien te ayude a entender mejor esa situación supone más posibilidades de superarlo. Luego están las atribuciones, a quien se responsabiliza lo que ha pasado. El que se lo atribuye a sí mismo, le va a costar mucho más superarlo que el que se lo atribuye a otra persona. Quien lo ha sufrido debe tener muy claro siempre que el responsable no es la víctima, sino siempre el agresor. Ocurre que algunas víctimas han podido participar voluntariamente e incluso disfrutar de los abusos, y es más probable que se sientan culpables.
-¿Qué papel juega la familia en todo el proceso?
-En el caso de la familia, depende mucho del ambiente que vive. No es lo mismo que los padres lo apoyen o no, que estén viviendo un lugar conflictivo o que no lo sea. El trámite del proceso judicial también tiene mucho peso, cómo le vaya en el juzgado y de qué forma le apoyen los profesionales.
Granada
El profesor José Cantón Duarte ha trabajado, desde la Universidad de Granada, en varios libros y guías para profesionales acerca del abuso a menores. Desde el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación y junto a María del Rosario Cortés, el psicólogo da las claves sobre cómo examinar la credibilidad de los niños en casos de agresiones en el trabajo «Guía para la evaluación del abuso sexual infantil». Además, trata los problemas en los más pequeños en «Conflictos entre los padres. Divorcio y desarrollo de los hijos». Ya en un plano más positivo, han publicado «Apego del niño a sus cuidadores», en el que se refieren a la buena relación entre padres e hijos y el sentimiento de seguridad.
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