Los humanistas de la UGR se resisten a la investigación científicaLa adaptación de títulos, un pulso entre los departamentos
La Universidad de Granada pone en marcha un estudio para combatir los problemas que tienen la mayoría de las titulaciones de Humanidades con su labor investigadoraLos docentes pugnan por demostrar su potencial investigador con el Plan Bolonia
A la Universidad de Granada (UGR) le preocupa especialmente la labor investigadora que se desarrolla en cada uno de sus centros y departamentos y acaba de poner en marcha un estudio exhaustivo que revelará a finales de curso porqué algunas titulaciones tienen tantas dificultades para que sus estudiantes y docentes generen un mínimo de producción científica y que ésta además sea de calidad.
A pesar de que las carreras de Ciencias Sociales y las de Humanidades que se imparten en la UGR están a la cabeza en cuanto al número de alumnos respecto a las demás universidades andaluzas, los resultados de sus investigaciones son inferiores año a año.
Según se desprende de la Memoria de Gestión de la Universidad de Granada de 2008, la puntuación que otorga la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa a sus grupos de investigación es desde hace cuatro años cada vez menor.
Es realmente preocupante el caso de las producciones científicas de Humanidades (HUM) y de Ciencias Sociales (SEJ), pues la primera ha pasado de obtener un 20,77 en 2005 a un 15,95 en el último año y la segunda de un 22,40 a un 18,49.
Aunque esta caída de más de dos puntos sufre los efectos del cambio de un sistema en la asignación de incentivos, ninguno de los grupos de investigación ha visto cómo descendía su evaluación en casi cinco puntos.
A la dificultad de generar un cierto volumen de investigaciones, que en las titulaciones de Humanidades es muy inferior al que se produce en las técnicas o experimentales, hay que añadir ahora un reto aún más titánico: la autofinanciación.
La Gerencia de la UGR ha reclamado recientemente a todos sus centros y departamentos que consigan más autofinanciación para 2009, ya que actualmente está en un 18%. El Gobierno exige que en un par de años todas las universidades consigan al menos un 30% de fondos propios e incorporen así su oferta educativa a las exigencias del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES).
La Universidad de Granada destina un 20% de sus fondos a la Investigación. En 2007 financió a 346 grupos, en los que invirtió más de 3 millones de euros (un 5% más que el año anterior), con una media de fondos por grupo de 8.728 euros.
Dado que la crisis económica está obligando a recortar gastos de todo tipo, la UGR quiere solucionar cuanto antes las reticencias que tiene su comunidad para producir conocimientos nuevos y su asignatura pendiente: la búsqueda de patrocinadores. De ahí que haya decidido obligar a todos sus departamentos a que firmen unos contratos programa que vinculan la financiación con los objetivos.
La catedrática en Derecho Internacional Público, Rossana González, opina que la investigación que se desarrolla en las carreras de Humanidades es distinta a la de Ciencias. «En las carreras de Letras se desarrolla mucha investigación, lo que pasa es que no es tan visible», dice la profesora González.
El Vicerrectorado de Política Científica e Investigación ha encargado a varios docentes que elaboren un estudio en todos los centros para elaborar un plan director de investigación en Granada. «Es la única forma de obligar a los departamentos de la Universidad a cumplir unos objetivos mínimos para este año», apunta la vicerrectora de Política Científica e Investigación, María Dolores Suárez Ortega.
Curiosamente, las titulaciones de Humanidades de la UGR tienen la puntuación más baja en su producción investigadora, según la memoria de 2008, pero son los que más grupos por ponencias tienen y por tanto más financiación: 123 grupos, 777 doctores y más de medio millón de euros en financiación.
«Tradicionalmente la financiación se ha derivado hacia las carreras de Ciencias porque son aparentemente más prácticas y sus resultados se pueden transferir más», explica la catedrática González.
El problema está en que los proyectos de investigación que desarrollan los docentes e investigadores de las carreras de Letras están financiados principalmente por las Administraciones públicas. La Junta de Andalucía, el Ministerio de Investigación y la Comisión Europea son casi exclusivamente la única fuente de financiación y, por tanto, están a su merced.
Hay algunas excepciones. Por ejemplo «las empresas farmacológicas -dice Rossana González- nos encargan (a Derecho) algunos estudios porque tienen problemas jurídicos con la normativa internacional». Pero esto es una excepción. La realidad es que las titulaciones de Humanidades tienen una gran dificultad de atraer a la empresa privada y la calidad de sus investigaciones es avalada en un círculo corporativista que resta prestigio a su producción científica.
En aras de conseguir una mejora en la productividad de los grupos de investigación y fomentar la investigación en aquellas ponencias más deficitarias, la Universidad de Granada ha solicitado un estudio sobre el estado de la actividad en los distintos grupos de la UGR a un equipo de especialistas en evaluación científica de la Facultad de Documentación.
«Esperamos obtener un diagnóstico objetivo de los problemas de los grupos peor evaluados del Plan Andaluz de Investigación e impulsar a partir de ahora las acciones de mejora que se deriven de dicha evaluación», se destaca desde claramente desde el Vicerrectorado de Política Científica e Investigación en su Memoria de Gestión de 2008.
La adaptación de los títulos es un paso clave por el que todas las carreras han de pasar antes de 2010 (en 2009 se aspira a incorporar 15 títulos en la UGR) en el que los departamentos demuestran su potencial investigador.
La catedrática en Derecho Internacional Público, Rossana González, que presidió en su momento la comisión para la titulación de Ciencias Políticas y de la Administración es optimista con las exigencias de Europa contempladas en el Plan Bolonia y con los retos que han de cumplir los investigadores de la UGR.
«Lo más difícil de la adaptación de los títulos ha sido acordar entre todas las universidades respecto a una misma titulación el 75% de un contenido modular común», matiza González.
Sin embargo en todos los procesos hay grandes escollos que salvar y que les lleva a los distintos representantes de cada universidad a mantener al menos media docena de reuniones antes de llegar a un acuerdo. Aunque un 25% del contenido se deja como sello propio de las instituciones, mantener un contenido común es una lucha dura.
La catedrática dice que «cada facultad tiene sus propias tradiciones, algunos departamentos son más fuertes que otros y eso crea una pugna por crear más módulos de una materia sobre otra».
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