– La a con la l… ¿a leer!
La escuela enseña a leer y escribir a los 6 años, pero padres y maestros pueden ayudar a que los niños se conviertan en buenos lectores en los estudios y en la vida.
CUANDO un niño aprende a leer, es como si volviese a nacer; al menos, a nacer en un mundo de nuevos significados. Pero no todos los chavales logran descifrar el complejo código de la escritura al mismo tiempo ni del mismo modo: en España, el aprendizaje oficial de la lectoescritura en la escuela se realiza a los 6 años, en el primer trimestre de primero de Enseñanza Primaria, y en los dos años siguientes casi todos los esfuerzos se centran en esta habilidad. Pero los expertos coinciden en que conocer la mecánica de las letras no es suficiente y que una habilidad lectora bien asentada -en el aula y en casa- es la clave del éxito no sólo en los años de escuela, sino, más tarde, en la vida personal, social y profesional. Diferentes investigaciones detectan carencias que despiertan entre preocupación y alarma, según quién las interprete.
¿Por qué los niños de hoy aprenden a leer a los 6 años, si los de antes dominaban la cartilla a los 4 ó 5? ¿Qué papel juega la familia? ¿Hace la escuela lo suficiente? ¿Qué influencia tiene un mal hábito de lectura en el fracaso escolar? Hoy, Día del Libro, tres expertos responden a estas preguntas.
Pilar Núñez, directora del departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada, recuerda que la ley educativa vigente, la LOGSE, no establece objetivos muy específicos sobre lectoescritura en Educación Infantil (de 0 a 6 años), aparte del de «acercar al niño de manera motivadora al lenguaje escrito». Pero está convencida de que hay muchas cosas que los maestros de Infantil pueden hacer -y de hecho hacen- para preparar a sus alumnos de cara a ese importante reto. Cuentos, poemas, rimas, canciones, juegos de corro o trabalenguas, aunque sean de forma oral, son un excelente estímulo que «acelera la evolución de la consciencia metalinguística». Ésas y otras actividades -que también se pueden realizar en casa- «los preparan estupendamente para que aprendan a leer».
«Si el proceso evolutivo del niño es normal y hace una Educación Infantil en la que trabaje todos los otros aspectos psicológicos, motrices, etcétera, que fundamentan el aprendizaje de la lectura y la escritura, el niño en primero de Primaria va a aprender a leer muy pronto y sin ningún problema», afirma Núñez.
Sin forzar la máquina
A su juicio, no es buena idea adelantar este aprendizaje a las aulas de Infantil. «Tratar de forzar la máquina de un grupo de 25 niños puede hacer que muchos se queden atrás, porque todavía no es su momento. Y si se presiona demasiado a un niño tan pequeño, se le puede crear un rechazo muy grande hacia la escuela», asegura.
Coincide con ella Mercedes López, maestra desde hace más de treinta años, la mayoría en el Colegio Río Verde de Almuñécar: «Hay niños que con 4 ó 5 años no están maduros. El aprendizaje es como un pasillo largo y oscuro en el que se van encendiendo luces y por mucho que le digas al niño ¿no lo ves?, no lo ve. Hay niños que parece que no van a aprender nunca y cuando se les enciende la luz, ya todo va rodado. Cada uno avanza a su ritmo», explica
«Los niños que leen en Infantil son los menos. Algunos llegan a Primaria conociendo las letras o incluso algunas palabras, pero sin significado para ellos. Conocen la mecánica, pero no es una lectura comprensiva», agrega la maestra.
«En Infantil -insiste Núñez- yo sería partidaria de una atención a la carta: al niño que pide y que puede, se le da». No hay que olvidar, recuerda, que hay críos que aprenden a leer antes de los 3 años, y pequeños con problemas -dislexia, tartamudeo, autismo o sordera, entre otros muchos que causan trastornos del lenguaje- que necesitan atención especial.
¿Qué signos nos indican que un niño está preparado para leer y escribir? «Aprenden cuando tienen un dominio fluido del lenguaje oral, vocabulario, capacidad de construir frases correctas de cierta longitud y comprensión de conceptos abstractos», explica la profesora de Didáctica.
Leer en familia
El papel de la familia en la creación del hábito lector del niño es clave. «La lectura excede el ámbito educativo», asegura Antonio Guerrero, coordinador en Granada del Plan de Lectura y Bibliotecas de la Consejería de Educación. «Los niños tienen ahora muchos más reclamos: televisión, vídeo, Internet, móvil, publicidad, videojuegos… La lectura y la escritura han perdido el lugar privilegiado que tenían; ahora los niños están menos motivados», explica.
Mercedes López está de acuerdo: «La enseñanza hoy es muy visual y funciona la ley del mínimo esfuerzo. Los niños tienen menos autonomía, están más protegidos y son menos responsables. Se les da todo hecho», resume. La maestra asegura que el problema no se da tanto en el aprendizaje de la lectura -la inmensa mayoría de los niños de primero saben juntar las letras antes de Navidad- como en el de la escritura, que exige un mayor esfuerzo.
«Un maestro enseguida nota qué niño tiene unos padres que se preocupan, leen y le compran libros al niño y cuáles no», subraya Pilar Núñez. «El primer contacto del niño con la lectura no se produce en la escuela, sino en la familia y en la sociedad. Vivimos en una sociedad llena de letras». Y, a su juicio, eso es un estímulo para aprender a descifrarlas.
Problemas
Todos los expertos coinciden en que esos dos primeros cursos de Primaria son fundamentales para el futuro del niño. «La relación entre el dominio del lenguaje escrito y el fracaso escolar es evidente -sentencia Pilar Núñez-: el conocimiento escolar se hace a través de los libros de texto y los exámenes son escritos»
Quizá por eso alarman tanto las investigaciones que revelan carencias en la comprensión lectora de los estudiantes de ciclos superiores, en un país donde sólo la mitad de la población lee habitualmente y hay un alto porcentaje de analfabetos funcionales.
La directora del departamento de Didáctica recuerda que el Informe PISA que periódicamente realiza la OCDE sitúa a los estudiantes españoles «en un lugar que no nos corresponde, con una comprensión lectora bajísima». Y las pruebas de diagnóstico que la Consejería andaluza realizó a primeros de curso en alumnos de Primaria y Secundaria, agrega, tuvieron resultados «catastróficos» que han alentado «medidas de urgencia», como los programas específicos de lectura en los centros.
Antonio Guerrero matiza estas palabras. Por un lado, asegura que el Plan de Lectura y Bibliotecas se diseñó antes de realizarse esas pruebas. Por otro, no cree que los resultados fueran tan negativos. Así, recuerda, entre los alumnos de Primaria de Granada se detectaron dificultades «en la identificación de las partes de un texto escrito». Sin embargo, mostraban una «buena comprensión del sentido global y las ideas principales de un texto» y bastante destreza en la redacción.
Comprensión lectora
En Secundaria, apunta Guerrero, «los estudiantes obtienen resultados adecuados en la elaboración de síntesis y en la captación de las ideas principales de un texto». Sus mayores problemas se detectan en la comprensión oral; en el reconocimiento de los rasgos lingüísticos del andaluz; en el uso del registro más adecuado para cada situación comunicativa; y en la transferencia de los conocimientos adquiridos en el aula a la vida real.
Para Pilar Núñez, la comprensión lectora es «más compleja que responder preguntas sobre un texto». Una lectura comprensiva, afirma, exige diversas habilidades: formular hipótesis de lo que va a venir después, extraer información previa del contexto, ajustar el tipo de lectura al tipo de texto para leer con «fluidez» -mejor que «velocidad», que antes obsesionaba a los docentes- o entender el vocabulario por el contexto. Además, hay que entrenar la memoria a largo y a corto plazo: «Muchos niños dicen que cuando llegan al final del texto ya no se acuerdan del principio». «Si el alumno no tiene conocimientos del mundo en el que vivimos, hay muchos textos que no podrá entender correctamente», agrega.
Nuevas leyes
En cualquier caso, esta situación está llamada a cambiar, porque la Ley Orgánica de Educación (LOE), de ámbito estatal, y la autonómica Ley Andaluza de Educación (LAE) establecen algunos cambios respecto a la LOGSE. «En la LOE hay una apuesta clarísima por que los niños dominen el lenguaje, porque sin dominio del lenguaje no hay aprendizaje ni progresión académica, ni siquiera éxito social -explica Núñez-. Hoy en día una persona que no sabe hablar ni escribir, y ya no me refiero a que sea analfabeto, sino a que no sepa redactar un escrito, está perdida». «Y la tendencia es ir adelantando el aprendizaje de la lectoescritura a la etapa Infantil», asegura.
En esa misma línea, Antonio Guerrero destaca que la nueva normativa legal supera la consideración de la lectura como una vía de «placer y expansión» para convertirla en «una herramienta básica del aprendizaje». En consecuencia, la ley libera a la lectura de su confinamiento en las asignaturas de Lengua y Literatura y la traslada a todas las materias, desde las Matemáticas hasta la Historia o las Ciencias Naturales. La LOE, recuerda, establece un tiempo mínimo dedicado a la lectura de 30 minutos diarios en Primaria y 1 hora semanal en Secundaria en cada asignatura.
Bibliotecas vivas
Los objetivos del Plan de Lectura y Bibliotecas de la Junta de Andalucía son ambiciosos. «Pretende propiciar el hábito lector en los alumnos y convertir las bibliotecas escolares en lugares dinámicos donde los estudiantes no sólo puedan leer libros sino también realizar trabajos, buscar fuentes de información, consultar libros o revistas virtuales en Internet, participar en foros, confeccionar un periódico, hablar con autores de libros infantiles…», enumera el coordinador provincial del plan.
Antonio Guerrero confía en los resultados de esta iniciativa. «Hay una labor impresionante del profesorado que no siempre es bien conocida -admite Guerrero-. Todo el mundo es consciente de que cuesta mucho trabajo que los alumnos se pongan a leer. Pero hay que engancharles. Yo soy optimista».
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