GIJÓN
GIJÓN
Un abrigo a medida para El Musel
La Universidad de Granada trata de garantizar la seguridad de la ampliación sometiendo un modelo a escala del dique a la fuerza equivalente a olas de diez metros
ANDRÉS PRESEDO/GRANADA
ImprimirEnviar
Publicidad
Concepción, verificación y escenificación. Nada está fuera de control. En juego está la seguridad de una obra de ingeniería que marcará un hito que romperá moldes en la lucha contra las olas, en la necesidad de ganar terreno a la mar. La ampliación del puerto de El Musel debe conjugar una amplia relación de conceptos que, al final, se resumen en sólo uno: garantizar el acceso y abrigo a buques de más de 300 metros de eslora y, por supuesto, facilitar al máximo las condiciones de atraque para realizar las posteriores labores de estiba y desestiba.
Ambos elementos son de vital importancia y necesitan de unos diques de protección sólidos que pronto empezarán a ser una realidad, pero que llevan tras de sí meses de estudios y de análisis teóricos. En este caso, se ha dado un paso más. La teoría se ha llevado a la práctica. El dique pasó del papel al agua. ¿El motivo? No dar una sola oportunidad al error.
El campo de pruebas se encuentra en una nave de más de 55 metros de largo, ubicada en el interior de Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Granada. Un espacio más que suficiente para que el catedrático Miguel Ángel Losada, conocedor del puerto de El Musel desde hace más de 25 años, haya podido recrear en laboratorio las peculiares condiciones de la mar en Gijón, el oleaje, las mareas e, incluso, los temporales. Luego, se trata de enfrentar las nuevas defensas proyectadas en la ampliación a esas condiciones adversas, ver como resisten y ratificar, en la práctica, la idoneidad de los estudios teóricos.
Todo ha sido elaborado al mínimo detalle. Los bloques de hormigón, siempre a escala 1/60, están creados a mano, en diferentes colores según su peso, y simulan los que serán colocados en el dique de Torres. Con ellos, se recrea en perfecta escala, dentro de un tanque de oleaje multidireccional, lo que será la futura defensa del puerto exterior. Su misma orografía, incluso con una reconstrucción del fondo marino de la zona y de los dos salientes del cabo de Torres, Punta Grande y Punta Forcada son claves, a decir de los expertos, para entender el comportamiento de las olas en la zona en estudio.
Optimizar recursos
¿Cuál es el objetivo de tanta minuciosidad? El primero y principal, conocer la resistencia de los diques. Para ello, en el tanque de oleaje, que tiene 21 metros de largo por 9 de ancho, una vez recreado el propio dique, se genera un temporal que, en la misma escala, equivale a olas de más de diez metros de altura, con 14 segundos de periodo, unas condiciones que pocas veces se encontrará el futuro dique de Torres. Hasta 250 ensayos (cada uno de ellos dura 20 minutos y genera 500 olas con la altura elegida) realizó el equipo de Miguel Ángel Losada contra la escala del dique de Torres.
Todo se mide y se controla por ordenador, a través de unos sensores instalados dentro del mismo tanque, pero visualmente es también sencillo comprobar si el oleaje, el agua, supera los diques. De ser así, es el momento de adoptar medidas correctoras. De hecho, algún espaldón será elevado, aunque sea mínimamente, y los bloques que se iban a utilizar de 5 toneladas pasarán a ser de 10 toneladas y los de 36 toneladas se amplían hasta las 45 toneladas. Son las primeras conclusiones del estudio que, por otra parte, pretende optimizar al máximo la obra. Hacer un puerto seguro, con sólo el gasto necesario. Los estudios sobre los temporales de Gijón en los últimos 25 años ayudan a dar ese equilibrio. Hay que tener en cuenta que, en el dique Norte, cada metro lineal cuesta 70.000 euros. De ahí la importancia de optimizar los recursos, de no quedarse cortos en las protecciones, pero tampoco irse en alturas que no sean necesarias.
Los bloques colocados en el simulador de la Universidad de Granada, como sucederá en su día con el dique que construye en El Musel, están ubicados de forma milimétrica y con unas formas perfectamente definidas en ordenador. Se trata de buscar la «complicidad» entre todos ellos. Un bloque de 90 toneladas quizás pudiera ser movido por el oleaje en determinado momento, pero si ese mismo bloque se fija con otros tres iguales, la capacidad de resistencia llega a las 360 toneladas, con lo que el nivel de seguridad se multiplica de forma considerable. Como explicaba a EL COMERCIO José Moyano, jefe de Infraestructuras de la Autoridad Portuaria de Gijón, es importante que los bloques no se muevan y mantengan su posición para evitar daños en el dique. Las pruebas prácticas, tanto en el tanque como en el canal hidráulico basculante, permiten garantizar un elevado grado de acierto en esos cálculos.
Arte y talento
El estudio del dique de Torres está terminado, pero ahora vendrán los de la zona de enlace y los del dique Norte. El laboratorio de la Universidad de Granada estará casi un año estudiando de forma exclusiva el puerto de El Musel. Al final, como le gusta decir a Miguel Ángel Losada, completarán no sólo un estudio de ingeniería, sino «una obra que tiene mucho de arte y de talento». ¿El resultado sería el mismo en otro laboratorio similar? La respuesta es un no rotundo. Aunque se hable de diques, cada maestrillo tiene su librillo.
Con todo y humildemente, tanto Miguel Ángel Losada como José Moyano reconocen que la ampliación de El Musel no sería viable o, al menos, los costes se dispararían, sino fuera por el cabo de Peñas, primer dique natural de El Musel. Sin esa defensa, llegarían olas de 25 metros que obligarían a hacer defensas de 70 metros de altura. El nuevo dique Norte tendrá 50 metros en total. De momento, los resultados sólo han podido verse en miniatura. En pocos meses, todo será diferente.
Descargar