– Los restos del Príncipe de Viana serán cotejados con los de su sobrina-tataranieta
Se trata de la archiduquesa Bárbara de Habsburgo, que yace en Ferrara (Italia). El equipo de investigación ha logrado el permiso para exhumar los restos, a los que se realizará la prueba de ADN. El cuerpo, que descansa en la iglesia de los Jesuitas, se enterró individualmente y no se encuentra contaminado.Ochenta años después de su muerte, le cortaron el antebrazo para emplearlo como reliquia.
La incógnita sobre la autenticidad de los restos del Príncipe de Viana, que descansan en el Monasterio de Poblet, podría ser resuelta este año gracias al hallazgo de una descendiente directa de la reina Blanca de Navarra, la madre del Príncipe. Se trata de Bárbara-Beatrice de Habsburgo (1539-1572), sobrina del emperador Carlos I de España y V de Alemania, que está enterrada en la iglesia de los jesuitas de Ferrara (Italia).
El equipo de investigadores del Proyecto Poblet, que consiguieron el permiso para exhumar los restos el pasado mes de diciembre, esperan realizar la prueba de ADN esta primavera.
La última vez que se trataron de identificar los restos atribuidos al Príncipe de Viana, el pasado 2002, se cotejaron con los que podrían pertenecer a su madre, la reina Blanca de Navarra, supuestamente enterrada en la iglesia de Santa María de Nieva (Segovia). El resultado de la prueba de ADN desveló que no se trataban de madre e hijo.
La historiadora barcelonesa Mariona Ibars, que desde hace siete años dirige la investigación histórica en torno al Proyecto de Poblet, ha indagado en el complejo árbol genealógico del Príncipe de Viana hasta localizar a una descendiente que pudiera aportar la máxima fiabilidad a una nueva prueba de ADN.
Ibars dio con la tataranieta de la reina Blanca de Navarra, Ana de Jagellón-Foix , que yace en la Catedral de San Vito, en Praga, como reina de Hungría y Bohemia. La clave está en el ADN mitocondrial, que se transmite de madre a hija. Ana de Jagellón-Foix se casó con Fernando I, hermano menor del emperador Carlos I de España y V de Alemania. Tuvieron quince hijos, de los cuales Bárbara-Beatrice de Habsurgo (1539-1572) fue la undécima.
No todos los sepulcros de esta familia han podido ser localizados. Además, el de Bárbara reúne dos condiciones muy importantes: Está enterrada sola, y no está contaminada por el exterior. Han pasado 400 años y se encuentra intacta, cuenta Ibars. Su cuerpo, que yace en la iglesia de los jesuitas de Ferrara (Italia), se depositó en una especie de nicho incrustado en un monumento de madera barroco.
El permiso para exhumar el cadáver lo concedió el Ministerio de Bienes Culturales italiano el pasado 10 de diciembre. También hay que agradecer la intercesión de los jesuitas, resalta Mariona Ibars. Hay que recordar que cuando Fernando I de Habsburgo y Ana de Jagellón-Foix contrajeron matrimonio, en 1521, Europa vivía la crisis desatada por la Reforma protestante. Ese mismo año, Lutero había sido excomulgado por no retractarse de su doctrina.
Los Habsburgo favorecieron la introducción de la Compañía de Jesús, destaca Ibars. De ahí que Bárbara de Habsburgo, gran protectora de los jesuitas de Ferrara, fuese enterrada en la iglesia que la congregación poseía en esta localidad.
Descendientes actuales
La herencia genética de Ana de Jagellón-Foix está presente en los miembros de la actual realeza europea, ya que se ha ido transmitiendo de madre a hija durante más de 500 años, desde la reina Blanca de Navarra (1391-1441). Todas las personas que han heredado ese ADN mitocondrial servirían para hacer la prueba, confirma Mariona Ibars. Entre ellos, la Reina Sofía y el príncipe Felipe; el duque de Edimburgo, marido de Isabel II, o el rey Carlos Gustavo de Suecia. Ese ADN también lo compartía la zarina Alejandra de Rusia, que murió fusilada en Ekaterimburgo a consecuencia de la revolución bolchevique.
Así, antropología, historia y genética se alían en este nuevo intento por confirmar la identidad de los restos del Príncipe de Viana. Junto a Mariona Ibars colaboran Miguel Cecilio Botella, director del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada y Asunción Malgosa, miembro del Grupo de Investigación en Osteobiografía de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Mariona Ibars calcula que los restos podrían ser analizados esta primavera. Estamos pendientes de que el Ministerio de Bienes Culturales nos confirme cuándo podemos trasladarnos a Ferrara para realizar la muestra, señala. Creemos que este año ya lo conseguiremos. Una vez obtenida la muestra, la prueba se puede hacer muy rápido .
La profesora Asunción Malgosa será la encargada de realizar la prueba de ADN, preferiblemente a partir de una pieza dental, como suele ser habitual a la hora de analizar restos tan antiguos. Si todo funciona a la perfección, en quince días podríamos conseguir los resultados de ADN mitocondrial. Todo dependerá de la calidad y cantidad de ADN que se obtenga, y de si hay que hacer más análisis, explicó ayer Malgosa.
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