Des scientifiques espagnols et américains développent une nouvelle technique qui permettra de rendre invisibles à l’œil humain certains objets

Un groupe de chercheurs des Départements de Physique Appliquée et d’Électromagnétisme et Physique de la Matière de l’Université de Grenade, dirigés par les docteurs M. Jorge Andrés Portí, M. Alfonso Salinas et M. Juan Antonio Morente, ont fait un pas en avant par rapport à un des grands rêves et défis de l’humanité, maintes fois évoqué par les écrivains et les cinéastes de fiction : l’invisibilité. Les scientifiques de l’UGR sont arrivés, moyennant une technique numérique connue comme méthode de Modelage par Lignes de Transmission (TLM), à cacher un objet ou bien à le rendre invisible dans une frange de fréquences déterminée, à l’intérieur d’un simulateur électromagnétique. Ces études constituent le germe pour l’obtention de l’invisibilité face aux radars ou même face à l’œil humain.
Cet important travail scientifique a été réalisé en collaboration avec des chercheurs de l’Institut Technologique de Massachussets (USA), et a été publié récemment dans deux articles dans la prestigieuse revue Optics Express, revue atteignant le taux d’impact le plus élevé dans le groupe Optics du Journal Citation Reports. Cette recherche fait partie de la thèse de doctorat réalisée par M. Cédric Blanchard, également chercheur à l’UGR qui achève actuellement sa formation aux Etats-Unis.
Ainsi que l’expliquent les scientifiques de l’Université de Grenade, l’intérêt croissant pour l’invisibilité électromagnétique a connu dans les derniers temps une impulsion, en partie due à l’existence de puissantes ressources informatiques qui permettent de réaliser des études numériques spécifiques d’un phénomène tel que celui-ci, évitant ainsi l’utilisation de software commercial peu adapté à de nouvelles recherches.

Une nouvelle technique
Cette recherche, au cours de laquelle on a développé un nouveau nœud TLM condensé pour modeler des méta-matériaux, a réussi à rendre invisibles des objets dans des conditions qu’il est difficile d’atteindre avec un software commercial.
Les chercheurs ont proposé une simulation TLM de structures occultantes, composé de couches isotropes alternées, imitant une structure anisotrope. Ils ont pour cela mis préalablement en application une nouvelle technique pour simuler des méta-matériaux avec la méthode TLM. «Cette nouvelle perspective -affirment les auteurs du travail- laisse le procédé habituel TLM pratiquement intact; concrètement, la matrice de distribution est exactement la même que celle utilisée par des moyens classiques, ce qui a permis une grande flexibilité au moment de programmer». Ainsi, cette recherche a démontré qu’il est possible d’améliorer l’efficacité de l’occultation si l’on choisit soigneusement les paramètres électromagnétiques de la structure.

Référence:
Prof. M. Jorge Andrés Portí Durán. Département de Physique Appliquée de l’Université de Grenade. Tél.: 0034 958 249098. Courriel: jporti@ugr.es

Prof. M. Juan Antonio Morente Chiquero. Département de Physique Appliquée de l’Université de Grenade. Tél.: 0034 958 243229. Courriel: jmorente@ugr.es


El estadounidense James Dalghren dirige una orquesta constituida por músicos de cámara de la UGR y alumnos del curso de Interpretación Musical en el siglo XIX

Los próximos días 11 y 12 de septiembre, a las 19 horas, se celebrarán en el Aula Magna de la Facultad de Medicina y en la Basílica de San Juan de Dios, respectivamente, dos conciertos como colofón del curso «La interpretación musical en el siglo XIX» que dirige el pianista y coordinador general de la Orquesta de la UGR, Miguel Ángel Rodríguez Láiz, organizado por el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada.
El concierto del próximo jueves, día 11 de septiembre (Aula Magna de la Facultad de Medicina, a las 19 horas), estará a cargo de varios grupos de cámara constituidos en el curso que esta semana se viene celebrando bajo los auspicios del Centro Mediterráneo de la UGR. Actuarán cuartetos y dúos.
El concierto del próximo viernes, por su parte, estará a cargo de la Orquesta del Curso, es decir, una orquesta de cámara conformada por alumnos del curso que se clausura el viernes, y músicos de la Orquesta de Cámara de la UGR. El concierto (Basílica de San Juan de Dios, a las 19 horas) será dirigido por el director de orquesta y concertino estadounidense James Dalghern, que actuará como director invitado de la Orquesta de la UGR, de la que es titular Gabriel Delgado.

Antecedentes
La Orquesta de Cámara de la UGR fue creada durante el curso 2006/2007 bajo los auspicios del Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Cooperación al Desarrollo. Los antecedentes de esta formación hay que buscarlos cuatro años antes, con la puesta en marcha de los «encuentros de música de cámara», donde cada año varias decenas de alumnos universitarios se dan cita para formar agrupaciones camerísticas bajo la dirección del catedrático y Premio Nacional de música Guillermo González. El objetivo no era otro que dotar a la Universidad de una oferta formativa de calidad en el ámbito de la práctica musical que complementara los ya sólidos y prestigiosos campos académicos de la investigación y la educación musicales.
La orquesta hizo su presentación oficial en mayo de 2007, en el crucero del Hospital Real, con motivo de la entrega de los premios a la creación artística de la Universidad de Granada. Para la presente temporada, tiene previstas actuaciones en diversos lugares de Granada y provincia así como un ciclo de conciertos en distintos patios emblemáticos de la universidad.
Igualmente importante pretende ser la labor formativa de la orquesta. En septiembre de 2007 tuvo lugar la primera edición de un taller orquestal, dentro de los cursos de verano del Centro Mediterráneo en Motril, que este año han tenido continuidad en el curso que esta semana se celebra en Granada, también organizado por el Centro Mediterráneo de la UGR.
Combinar una labor formativa -afirma el coordinador general de la orquesta, Miguel Ángel Láiz- con una atractiva oferta de cursos y encuentros periódicos, y una labor concertística y de representación, llevando la música a todos los rincones de la comunidad universitaria, es el objetivo de la Orquesta de la UGR, que al tiempo constituye un modelo de referencia en lo que a la interpretación musical en el ámbito universitario se refiere.

Referencia:
Miguel Ángel Láiz. Coordinador general de la Orquesta de Cámara de la Universidad de Granada. Tfns: 619832123. Correo electrónico: miguelangellaiz@gmail.com


La cripta del príncipe de Viana contiene un puzle de 3 momias

• Los análisis de ADN descartan que alguna parte fuera del hijo de Blanca I de Navarra
• La sepultura fue saqueada en el siglo XIX y mal reparada por el cura local

La desdicha sigue siendo el estigma del príncipe Carlos de Viana, titular del reino de Navarra de mediados del siglo XV. El análisis genético de su momia, conservada en el Real Monasterio de Poblet (Conca de Barberà), ha dado negativo. El estudio que dirige la historiadora Mariona Ibars y en el que han participado investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona y la Universidad de Granada era la última baza que le quedaba al equipo para resolver el auténtico galimatías de su identificación. Los resultados afirman además que los huesos de dicha momia pertenecen a tres personas distintas. Y esto no es todo. Los restos de su madre, la reina Blanca I de Navarra, que yacían desde 1994 en la iglesia de Santa María de Nieva (Segovia), tampoco son tales, sino los de otro individuo.

CAOS DE MUESTRAS
Tras su muerte, los despojos del príncipe se conservaron en la catedral de Barcelona, previa amputación de uno de sus brazos destinado a completar el relicario de Santa Maria de Valldonzella, monasterio ubicado al sur de la sierra de Collserola (Baix Llobregat). El brazo de Carlos se perdió en 1909 cuando el monasterio fue incendiado durante la semana trágica.
En 1472, los restos de la catedral se trasladaron a Poblet, donde yacieron cerca de los de otros difuntos, muchos de ellos pertenecientes a familiares de la Corona de Aragón. Siglos más tarde, una revuelta popular desatada tras la desamortización de Mendizábal, durante el siglo XIX, arrasó el monasterio y los insurgentes abrieron todas las tumbas y sacaron los huesos a la intemperie. Allí permanecieron durante años hasta que el cura de L\’Espluga de Francolí –localidad al lado de Poblet– los recuperó y los mandó a Tarragona.
«No se podía saber quién era quién», declaró ayer Miguel Cecilio Botella, director del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, en referencia a la persona que seleccionó los despojos. «Como se sabía que Carlos era un príncipe grande –explicó–, el que cedió los huesos a Tarragona seleccionó los de mayor tamaño y el resto se guardó en cajas». Botella aclaró luego que el conjunto de las cajas pertenecía a más de un centenar de personas, poniendo en evidencia la arbitrariedad con la que se adjudicaron unos restos a la identidad del príncipe.

¿IDENTIFICACIÓN?
En 1937, la momia regresó a Poblet y allí permaneció hasta mediados de los 90, momento en que un equipo de científicos granadino al mando de José Antonio Lorente inició los trabajos de identificación. Entonces ya observaron que los restos constaban de tres fragmentos de distinta procedencia: un trozo de columna vertebral y dos segmentos corporales. Según Miguel Cecilio Botella, la columna de ambos segmentos sumaba «un total de ocho vértebras lumbares los humanos tenemos solo cinco y estos mostraban evidencias de haber sido serrados». «Quien cogió los restos de Tarragona –siguió– parece que los recompuso y creó la momia».
Solo quedaba el análisis genético para averiguar si al menos una de las partes de ese Frankenstein pertenecía al príncipe. Los autores compararon el ADN mitocondrial con el de Blanca I y con descendientes maternos como la zarina Alejandra de Rusia, el duque de Edimburgo y Johanna de Habsburgo. Los resultados mostraron la divergencia genética del príncipe con su madre –conclusión a la que ya había llegado el equipo de Lorente–, y las diferencias de ambos con sus tres descendientes, cuyo ADN era idéntico. Para identificar a Carlos de Viana, habrá que hurgar entre los restos de las otras 100 personas que moran en Poblet. Y quién sabe si estará allí.
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La momia conservada en Poblet no corresponde al cadáver del Príncipe de Viana

Un estudio genético de la momia enterrada en el Monasterio de Poblet, en Tarragona, y atribuida a Charles de Évreux y Trastámara, conocido popularmente como el Príncipe de Viana, concluye que los restos no se corresponden con este personaje histórico, que murió en 1461.

Otra de las conclusiones del estudio es que tampoco los despojos atribuidos a la madre del príncipe, la reina Blanca I de Navarra, conservados en un monasterio segoviano, pertenecen a esta soberana.

Esta conclusión culmina doce años de trabajo y confirma las sospechas que el equipo de investigadores siempre mantuvo con respecto a la autenticidad de esos restos. La noticia, además, viene a lanzar una gruesa sombra de sospecha sobre el sepulcro del rey aragonés Jaime I, que se conserva también en Poblet. El mismo equipo que ha trabajado en los restos del Príncipe de Viana aspira a estudiar el cadáver del monarca -cuyo octavo centenario se conmemora este año-, si el abad del cenobio aprueba la exhumación.

Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y de la Universidad de Granada, bajo la dirección de la historiadora Mariona Ibars, han llevado a cabo durante los últimos doce años este trabajo histórico, antropológico y genético en el panteón real de la Corona de Aragón.

Los autores del análisis han comparado el ADN mitocondrial de la momia con el de los restos atribuidos a la reina Blanca I de Navarra y con los de otros familiares, como la zarina Alejandra de Rusia, el Duque de Edimburgo y Johanna de Habsburgo. El estudio concluye que ni los restos de Poblet corresponden al príncipe ni los de Segovia a la reina, explicó ayer Assumpció Malgosa, del Departamento de Biología Animal, Vegetal y Ecología de la UAB. De hecho, en el caso de los primeros, se trata de restos de tres individuos diferentes, que consisten en un fragmento de la columna y dos segmentos corporales momificados.

El análisis «ha demostrado que los restos fueron manipulados para reconstruir un cuerpo a partir de fragmentos de otros, puesto que se observan marcas de cortes de sierra en la columna del segmento inferior», que podría ser femenino, señaló Malgosa, según una información de la agencia Efe. El segmento superior perteneció a un hombre de entre 35 y 40 años.

De hecho, es posible que ni los restos atribuidos a Jaime I ni a ninguno de los nobles aragoneses inhumados en el panteón real de Poblet pertenezcan a quien se cree que pertenecen. Sin ir más lejos, se sabe que en el sepulcro del Conquistador hay dos cráneos, y puede que ninguno corresponda al viejo rey aragonés.

La confusión proviene de una revuelta producida durante una guerra carlista, en 1837, en la que el monasterio fue saqueado y las tumbas, profanadas. Un sacerdote recogió los huesos desperdigados por el suelo y los escondió en su casa, y de ahí fueron trasladados a la catedral de Tarragona. En 1952, Franco restauró el panteón y restituyó los cuerpos (el Príncipe de Viana y el de Jaime I, entre ellos). En realidad, entregó siete cajas con restos sin identificar. En ellas había 28 cráneos y 32 fémures. De esos 28 cráneos, siete pertenecen a reyes aragoneses. Pero, ¿cuáles?.

El abad de Poblet, el aragonés José Alegre, se ha mostrado contrario hasta ahora a exhumar más cadáveres. El equipo de investigadores planteó el invierno pasado su intención de seguir trabajando con otros cuerpos, entre ellos, el del Conquistador. Para ello necesita un dictamen favorable del Patronato del Monasterio de Poblet -integrado por los gobiernos autonómicos de Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares- y la aprobación del abad. Todo está en el aire.
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El ADN contra los Trastámara

Con una desilusión que denota también una fe excesiva en el poder de la tecnología a la hora de dilucidar los entuertos del pasado, los responsables del estudio de los restos conservados en el Real Monasterio de Poblet en Tarragona han concluido «de manera inesperada» que ni los huesos allí depositados corresponden a Carlos de Évreux y Trastámara, primer Príncipe de Viana, muerto en 1461, ni los del monasterio de Santa María de Nieva en Segovia analizados de manera simultánea son los su madre, la Reina Blanca I de Navarra, fallecida veinte años antes.
Los restos del Príncipe son vestigios humanos «de tres individuos diferentes», compuestos por un fragmento de columna vertebral y dos segmentos corporales momificados. Según ha explicado la profesora Assumpció Malgosa, de la Universidad Autónoma de Barcelona, el análisis «ha demostrado que los restos fueron manipulados para reconstruir un cuerpo a partir de fragmentos de otros, puesto que se observan marcas de cortes de sierra en la columna del segmento inferior», que podría ser femenino. La parte superior de la momia, que conserva la cabeza con la cara destrozada, el tronco y un brazo, perteneció a un hombre de entre 35 y 40 años.
A la vista de estos datos, resulta relevante salir del laboratorio y retornar a la biblioteca y el archivo, si lo que se busca es una explicación verosímil -lo fácil es pensar que hay extraterrestres por medio-. La aspereza incendiaria del siglo XIX español, con una tendencia irracional a descolocar panteones y cementerios, cuanto más nobles y clericales mejor, sale entonces a relucir. Según Miguel C. Botella, profesor de la Universidad de Granada, en 1837, dos años después de que el monasterio de Poblet fuera abandonado por efecto de la desamortización de Mendizábal, una revuelta arrasó sus preciosas instalaciones. El templo fue profanado y los reales huesos esparcidos por los suelos.
Años después, un sacerdote de La Espluga de Francolí se apiadó de aquellos restos óseos, los recogió en sacos -obviamente mezclados y sin identificación posible- y los trasladó a la catedral de Tarragona. Allí permanecieron hasta que hacia 1930 el diplomático, egiptólogo y sinólogo tarraconense Eduardo Toda, investigador de momias por sus trabajos dedicados al antiguo Egipto, «seleccionó los restos que estaban momificados y reconstruyó el cuerpo». Al menos eso mantiene el profesor Botella. Allí había huesos mezclados de 110 individuos de linajes reales y de nobles de Aragón.
La «política de la historia»
El enigma sobre el Príncipe de Viana en su residencia eterna parece entrar en vías de solución cuando los análisis de ADN ofrecen la posibilidad de realizar una correcta identificación, pero la evidencia que acaban de ofrecer es transparente -nunca mejor dicho-. No hay Príncipe en Poblet (al menos no el de Viana), ni Reina Blanca en Segovia. Estos resultados, excepto para mitómanos incurables, no deberían causar desilusión. El pasado es un país extraño y la historia una ciencia humana y por eso mismo limitada. Su capacidad para distinguir lo verdadero de lo falso, en especial en estos tiempos en que algunos pretenden que la historia se corresponde con la memoria -cuando esta se acuerda sólo de lo que quiere, o de lo que conviene, pero nunca de narrar los hechos en su totalidad y su complejidad, como sí hace la primera- se pone en duda por los cultivadores de la «política de la historia» y otras supercherías populistas.
Pero también existe una historia que narra cómo los historiadores se han opuesto a la invención del pasado en nombre de la búsqueda de la verdad. Gracias a sus trabajos, sabemos que la falda de los escoceses es una invención moderna; que los africanos no eran por naturaleza «tribales y atrasados»; que los museos a veces guardan falsificaciones como las espadas de Luigi Parmiggiani; que el barrio medieval de Carcasona es bastante posterior; que no hubo donación de Constantino (un decreto imperial -falso- atribuido a Constantino el Grande, donde se reconocía al papa Silvestre soberano de Roma); o plomos del Sacromonte (veinte planchas de plomo grabadas en árabe antiguo donde se «certificaba» la presencia árabe en España antes de la invasión de 711); o Protocolos de los Sabios de Sión (un programa imaginario para la conquista del mundo para los judíos).
Quizás desentrañar estas mentiras no tiene el glamour de lo falso, pero ya se sabe que la peor verdad es mucho mejor que la mejor de las mentiras.
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Un estudio revela que los restos del Príncipe de Viana no son los de Poblet

Tampoco los despojos conservados en segovia son los de la madre, la reina blanca I de navarra.
Vimbodí-Poblet. Un estudio genético de la momia conservada en el Real Monasterio de Poblet (Tarragona) y atribuida a Charles de Évreux y Trastámara, conocido popularmente como Príncipe de Viana, concluye que los restos no se corresponden con este personaje histórico, que murió en 1461.

El estudio afirma, asimismo, que tampoco los despojos conservados en el monasterio de Santa María de Nieva (Segovia) son los de la madre del Príncipe, la reina Blanca I de Navarra, fallecida en 1441.

Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Universidad de Granada, bajo la dirección de la historiadora Mariona Ibars, han llevado a cabo durante los últimos diez años este trabajo histórico, antropológico y genético en el panteón de los reyes de la antigua Corona de Aragón, declarado Patrimonio de la Humanidad.

estudio genético Los autores del estudio han realizado un estudio genético de la momia y han comparado sus datos genéticos con los de los restos atribuidos a la reina Blanca I de Navarra, madre del Príncipe, y con los de familiares como la zarina Alejandra de Rusia, el Duque de Edimburgo y Johanna de Habsburgo (capilla de los Médicis).

De manera «inesperada», el estudio concluye que ni los restos de Poblet corresponden al Príncipe ni los de Segovia a la Reina, explicó ayer Assumpció Malgosa, del departamento de Biología Animal, Vegetal y Ecología de la UAB.

El análisis ha demostrado que los restos fueron manipulados para reconstruir un cuerpo a partir de fragmentos de otros, «Puesto que se observan marcas de cortes de sierra en la columna del segmento inferior», concretó uno de los investigadores.
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Los restos del Poblet no son del conocido como Prí­ncipe de Viana

Tampoco los despojos que están en Segovia son los de su madre.El cuerpo ha sido manipulado con fragmentos de «de tres individuos».

Un estudio genético de la momia conservada en el Real Monasterio de Poblet (Tarragona) y atribuida a Charles de Evreux y Trastámara, conocido popularmente como Prí­ncipe de Viana, concluye que los restos no se corresponden con este personaje histórico, que murió en el 1461.

El estudio afirma, asimismo, que tampoco los despojos conservados en el monasterio de Santa Marí­a de Nieva (Segovia) son los de la madre del Prí­ncipe, la reina Blanca I de Navarra, fallecida en el 1441.

Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Universidad de Granada, bajo la dirección de la historiadora Mariona Ibars, han llevado a cabo durante los últimos 10 años este trabajo histórico, antropológico y genético en el panteón de los reyes de la antigua Corona de Aragón, declarado Patrimonio de la Humanidad.

Los autores del estudio han realizado un estudio genético de la momia y han comparado sus datos genéticos con los de los restos atribuidos a la reina Blanca I de Navarra, madre del Prí­ncipe, y con los de familiares como la zarina Alejandra de Rusia, el Duque de Edimburgo y Johanna de Habsburgo (capilla de los Médicis).

RESULTADO INESPERADO De manera «inesperada», el estudio concluye que ni los restos de Poblet corresponden al Prí­ncipe ni los de Segovia a la Reina, explicó ayer Assumpció Malgosa, del departamento de Biologí­a Animal, Vegetal y Ecologí­a de la UAB. De hecho, se trata de restos «de tres individuos diferentes», que consisten en un fragmento de la columna y dos segmentos corporales momificados.

El análisis «ha demostrado que los restos fueron manipulados para reconstruir un cuerpo a partir de fragmentos de otros, puesto que se observan marcas de cortes de sierra en la columna del segmento inferior», que podrí­a ser femenino, señaló Malgosa. El segmento superior, que conserva la cabeza con la cara destrozada, el tronco y un brazo, perteneció a un hombre de entre 35 y 40 años.
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Un estudio desvela como falsos los restos del Príncipe de Viana

Los investigadores dicen que en la momia de Poblet hay huesos de tres personas.

Un estudio genético de la momia conservada en el Real Monasterio de Poblet (Tarragona) y atribuida a Charles de Évreux y Trastámara, conocido popularmente como Príncipe de Viana, concluye que los restos no se corresponden con este personaje histórico, que murió en 1461. El estudio afirma, asimismo, que tampoco los despojos conservados en el monasterio de Santa María de Nieva (Segovia) son los de la madre del Príncipe, la reina Blanca I de Navarra, fallecida en 1441.

Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y de la Universidad de Granada, bajo la dirección de la historiadora Mariona Ibars, han llevado a cabo durante los últimos 10 años este trabajo histórico, antropológico y genético en el panteón de los reyes de la antigua Corona de Aragón, declarado Patrimonio de la Humanidad.

Los autores del estudio han realizado un estudio genético de la momia y han comparado sus datos genéticos con los de los restos atribuidos a la reina Blanca I de Navarra, madre del Príncipe, y con los de familiares como la zarina Alejandra de Rusia, el duque de Edimburgo y Johanna de Habsburgo (capilla de los Médicis).

De manera «inesperada», el estudio concluye que ni los restos de Poblet corresponden al Príncipe ni los de Segovia a la Reina, explicó ayer Assumpció Malgosa, del departamento de Biología Animal, Vegetal y Ecología de la UAB.

De hecho, se trata de restos «de tres individuos diferentes», que consisten en un fragmento de la columna y dos segmentos corporales momificados.

«El análisis ha demostrado que los restos fueron manipulados para reconstruir un cuerpo a partir de fragmentos de otros, puesto que se observan marcas de cortes de sierra en la columna del segmento inferior», que podría ser femenino, señaló Malgosa.

Según Miguel C. Botella, profesor del departamento de Antropología Física de la Universidad de Granada, en 1837, durante una revuelta popular que arrasó el monasterio de Poblet, los protagonistas de aquellos hechos profanaron los panteones del templo y esparcieron por el suelo los huesos.

Años después, un cura de L\’Espluga de Francolí los recogió en sacos y los llevó a la Catedral de Tarragona, donde el diplomático y escritor reusense Eduard Toda, que impulsó como presidente del Patronato de Poblet la restauración del monasterio, los estudió durante la Segunda República española.

«En esos sacos había los huesos mezclados de 110 individuos pertenecientes a la Corona de Aragón y a familias nobles, y al parecer Eduard Toda seleccionó los restos que estaban momificados y reconstruyó el cuerpo», mantiene el profesor Botella.

Para confirmar que los restos de Poblet no corresponden al Príncipe de Viana ha sido necesario obtener el ADN de los diferentes segmentos momificados y compararlos con los cuerpos que, «sin lugar a dudas», corresponden a familiares del Príncipe, identificados en un estudio genético.

En este sentido, los estudios de la ascendencia y descendencia femenina de la reina Blanca I de Navarra han permitido seguir la transmisión del ADN que sólo se transmite por vía materna a lo largo de 800 años.
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Los restos conservados en Poblet no son los del Príncipe de Viana

Un estudio genético de la momia conservada en el Real Monasterio de Poblet (Tarragona) y atribuida a Charles de Évreux y Trastámara, conocido popularmente como Príncipe de Viana, concluye que los restos no se corresponden con este personaje histórico, que murió en 1461. El estudio afirma, asimismo, que tampoco los despojos conservados en el monasterio de Santa María de Nieva (Segovia) son los de la madre del Príncipe, la reina Blanca I de Navarra, fallecida en 1441. Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Universidad de Granada, bajo la dirección de la historiadora Mariona Ibars, han llevado a cabo durante los últimos 10 años este trabajo histórico, antropológico y genético en el panteón de los reyes de la antigua Corona de Aragón, declarado Patrimonio de la Humanidad. Los autores del estudio han realizado un estudio genético de la momia.
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Navarro pone en cuestión la idea de desorden en el urbanismo islámico

El profesor de la Escuela de Estudios Árabes sostiene que “el precepto religioso dio lugar a que en la medina se produjera una concentración de fieles en torno a la mezquita”

El arqueólogo y profesor de la Escuela de Estudios Árabes (CSIC) Julio Navarro puso ayer en cuestión la idea de desorden en el urbanismo islámico que nos ha llegado. De hecho, según el especialista que imparte uno de los Cursos de Verano de la Universidad de Granada en Ceuta “en todo urbanismo existe un orden”, si bien, “en el caso del islamismo se trata de un urbanismo saturado e irregular, pero no desordenado ni caótico”. Así, Navarro tiene la teoría de que el precepto religioso dio lugar a la característica imagen de la ciudad árabe por la concentración de fieles en torno a la mezquita.

“Pretendo cuestionar esa imagen de desorden que nos ha llegado del urbanismo islámico”, señaló ayer el profesor de CSIC, debido a que había que adscribir la ciudad árabe a una determinada categoría para facilitar así su comparación con la ciudad occidental.

En la actualidad, explicó Julio Navarro, quien pasó veinte años de su carrera dirigiendo a un equipo de arqueólogos que sacó a la luz restos de la antigua ciudad islámica en Granada, “se viene conociendo mejor el aspecto de las ciudades islámicas tempranas y las pautas que dieron lugar a su evolución hasta convertirse en las medinas tradicionales que conocieron los primeros orientalistas”.

“Es un prejuicio decir que la medina es un desorden, porque hay muchas maneras de ordenar el espacio y siempre que se urbaniza, lógicamente, existe un objetivo”, manifestó el profesor del curso de la Universidad de Granada. Asimismo, Navarro negó la teoría que cuestiona la existencia misma del urbanismo islámico.

Así, el arqueólogo señala que muchos compañeros “no han reparado en que el precepto religioso que obligaba a acudir a la mezquita todos los viernes terminó teniendo unas consecuencias urbanísticas que permiten afirmar que sí existen rasgos específicos en las medinas medievales”.

“Esta práctica religiosa inexistente en el Cristianismo”, indicó, pues reparte a sus fieles entre más parroquias, “dio lugar a que en el centro de la ciudad se produjera una periódica concentración de todos los fieles que vivían dentro y fuera de las murallas”.

Navarro enumeró tres tipos de transformaciones que tuvieron lugar en torno a la mezquita conforme el número de musulmanes se elevaba: la concentración de establecimientos comerciales en torno a la mezquita; el desarrollo y creación de una red de calles que unía la mezquita con las puertas de la muralla y los caminos principales con el fin de hacer posible el acceso al centro de la ciudad de toda la comunidad en un corto espacio de tiempo; y el desarrollo inusitado de los zocos lineales a ambos lados de dichas arterias.

De esta forma, el arqueólogo otorga mayor significado urbanístico a la mezquita que a la catedral.

Asimismo, para Navarro “en las medinas de fundación islámica la construcción de la primera cerca es un momento clave, puesto que constituye la expresión de una decisión socio-política que implica unas previsiones de crecimiento futuro”.

“El estudio de estos primeros recintos es de gran ayuda para comprender las pautas de este proceso, pero por desgracia apenas nos ha llegado información al respecto”, concluyó Julio Navarro.

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Orihuela habla de la restauración del recinto Cuarto Real de Santo Domingo en Granada

El profesor del la Escuela de Estudios Árabes (CSIC) Antonio Orihuela destacó el “carácter único” del Cuarto Real de Santo Domingo, un recinto en el centro de Granada, que ha mantenido un jardín de los inicios de la dinastía nazarí.

“Es el edificio clave para el análisis de la arquitectura y la decoración en la transición del arte postalmohade al nazarí, anterior a la mayoría de los palacios conservados en la Alhambra”, explicó el profesor del curso que la Universidad de Granada imparte en Ceuta.

En 1990, el Ayuntamiento de Granada encargó al CSIC la realización de excavaciones arqueológicas y estudios previos que descubrieron la existencia de los andenes y muros que delimitaban el jardín, así como la cimentación de un pórtico de cinco vanos precedido por una alberca octogonal.

“La restauración de un monumento no supone sólo recuperar sus valores formales y estéticos”, explica Orihuela, “sino todo el legado que encierra como documento histórico”.

La controversia sobre la decisión a tomar sobre el edificio residencial del siglo XIX y al jardín nazarí ha paralizado la terminación de las obras.
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Tres personas distintas forman parte del ‘falso’ Príncipe de Viana

El estudio realizado por expertos de la UGR y otras instituciones revela que los restos óseos de la momia fueron manipulados para reconstruir un cuerpo.

Se ha roto para siempre el mito del Príncipe de Viana. En tres pedazos, para ser más exactos. Y además, de tres personas distintas que, para colmo, nada tenían que ver con el verdadero noble. Diez años de estudio han hecho falta para desmontar la mentira que alguien construyó hace años, hueso a hueso. Un investigador granadino, Miguel Botella, ha formado parte del equipo que, con las nuevas técnicas y el análisis de ADN como aliados, ha logrado sacar a la luz la verdadera historia de una momia hecha a medida de su propio mito.

Desde la Edad Media descansaban en el tarraconense monasterio de Poblet los restos de un centenar de personas que vivieron entre los siglos XII y XV. La investigación hoy ha aportado datos nuevos sobre la vida de entonces y especialmente, diferencias importantes entre los nobles y los sirvientes. Los primeros sufrían más fracturas, explica Botella, y los segundos, más enfermedades de desgaste, como la artrosis.

Entre esos restos se encontró una momia que se atribuyó al famoso Príncipe de Viana, hijo de la reina Blanca I de Navarra, y como tal se consideró. Sin embargo, las pesquisas de un grupo de investigadores han concluido que no hay rastro del Príncipe en los restos, algo que ha sido posible al compararlos con los atribuidos a Blanca I, que se encuentran en Segovia, y con los de otros familiares como la zarina Alexandra de Rusia, el Duque de Edimburgo y Joan de Hasburgo. «Se puede tener una certeza del 99\’9%», afirma Botella.

Hasta aquí se podría tratar de una simple confusión con otra persona, pero no es el caso. El estudio, en el que además de Botella, han participado Assumpció Malgosa, de la Universitat Autónoma de Barcelona, y la historiadora Mariona Ibars, demuestra que la momia «está formada por restos de tres personas distintas», explica el investigador granadino. En algún momento alguien manipuló los huesos y dio forma a una momia destinada a «representar» al desaparecido Príncipe.

¿Y por qué alguien haría algo así? «Para crear un símbolo del nacionalismo catalán», propone como explicación el antropólogo. Y como los símbolos sirven como tales siempre que alguien cree en ellos, durante años esa momia cumplió con su papel. Aunque hoy la investigación haya revelado finalmente su secreto.
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