Baldomero Oliver León. Delegado provincial de Justicia: Socialista en la sombra
Baldomero Oliver, en un paso nada sencillo, abandona temporalmente su casa –lleva casi 30 años en la UGR– para dirigir la Justicia granadina
Los que busquen grandes titulares deben empezar a olvidarse de Baldomero Oliver, un enemigo de la notoriedad o del ´arte´ de sacar pecho, una especialidad ésta última, por cierto, que muchos parecen dominar en la política granadina. Al nuevo delegado provincial de Justicia, un granadino ´de toda la vida´ criado en el barrio de la Magdalena, hay que buscarle por otra serie de atributos aparentemente menos deslumbrantes, como la fidelidad y el trabajo. Este doctor en Derecho Constitucional, afable y de conversación fluida, lleva 24 años, la mitad de su vida, trabajando en la sombra para el PSOE de Granada, fielmente, sin hacer ruido, en la sala de máquinas del partido, en puestos poco reconocidos pero imprescindibles, como el de secretario de organización de la agrupación centro. Ahora le ha llegado, por fin, el momento de saltar a la que se suele denominar ´gran política´. Ha sido el escogido para sustituir a Begoña Álvarez al frente de la Delegación provincial de Justicia, un puesto incluso con posibilidades de promoción –sólo hay que recordar que su antecesora ha acabado como consejera en Sevilla–, aunque él, fiel a su sencillez, insiste en que su futuro a largo plazo tiene nombre: la Universidad de Granada (UGR).
La institución académica, y más concretamente la Facultad de Derecho, es y será la casa de Oliver. En ella estudió, comenzó su andadura política, se licenció, conoció a su mujer, se estrenó como profesor y se doctoró. El broche lo ha puesto el Vicedecanato de Derecho, que dejará ante la llamada de la Junta de Andalucía. Pocos dudan de que, si le preguntasen por las tres cosas que se llevaría a una isla desierta, dos de sus elecciones serían la familia y la UGR.
Es incuestionable que el Derecho y la enseñanza son pilares de su trayectoria, pero en su niñez seguramente pocos apostarían un duro por ver al pequeño Baldomero Oliver de profesional del Derecho y profesor universitario. La razón es bien sencilla: Oliver nació en una familia de músicos. Su padre, ya jubilado, era integrante de la banda de música municipal de Granada y algunos de sus cuatro hermanos se decantaron igualmente por el mundo musical. Por eso comenta, en broma, que él es la ´oveja negra´ de la familia. La vida le llevó por otros derroteros profesionales, pero Oliver se sigue confesando un apasionado de la música clásica, en especial de Mozart.
La familia, por cierto, no es cualquier cosa para Oliver. Ensalza la figura de su madre, una mujer que, según él mismo explica, formó parte del colectivo profesional «más olvidado e injustamente tratado «, el de las amas de casa. Incluso llegó a montar una pescadería con el objetivo de sacar a la familia adelante. La otra mujer de su vida es su esposa, a la que conoció como compañera de clase en Derecho y con la que ya lleva 25 años casado. De hecho, Baldomero fue protagonista de un hecho que incluso podría ser noticiable en los tiempos que corren: contrajo matrimonio en el último curso de carrera, sin estar licenciado y cuando ni él ni su pareja tenían claro su porvenir.
Su época de estudiante también marcó su inicio en el mundo de la política. Oliver fue integrante de uno de los movimientos estudiantiles de la UGR más prolíficos en la creación de nombres ilustres de la política, el CIRU. En esta agrupación coincidió, entre otros, con Fernando López Aguilar, ex ministro de Justicia y cabeza de lista socialista en las próximas elecciones europeas; José María Rueda, concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Granada; Ángel Gallego; o los actuales dirigentes de CajaGranada Francisco Lombardo y Gonzalo Suárez.
Con apenas 22 años ingresó en el PSOE y desde entonces nunca ha dejado la actividad política pese a que el ejercicio de la docencia siempre se ha impuesto en su orden de preferencias… hasta ahora. De su trayectoria política se puede decir que ha trabajado en la ´sala de máquinas´ socialista, en puestos como la secretaría de organización de la Agrupación Centro, que no dan demasiada popularidad – él no la buscaba–, pero que «permiten aprender lo que es el socialismo democrático», asegura.
Aún recuerda los nervios que pasó durante su primera clase en la Facultad de Derecho, en 1989, ante una aula abarrotada con 300 estudiantes –eran otros tiempos–. Apenas contaba con 26 años y su primera misión fue conseguir que sus alumnos no le tratasen como un compañero más debido a su juventud. Superó las dificultades iniciales gracias a maestros de lujo como Juan José Ruiz Rico, catedrático de Derecho Constitucional ya fallecido, Gregorio Cámara o Francisco Balaguer.
Han pasado ya 20 años desde aquella primera clase de un joven y asustado profesor, pero la ´droga´ de la docencia le ha enganchado tanto que reconoce que ahora será difícil cambiar de aires, dejar a «compañeros y, sin embargo, amigos» como el decano de Derecho, Juan López. La Justicia granadina es su reto inmediato y ya tiene claro algunos de los deberes, como «consolidar la capitalidad judicial de Granada», pero deja claro que éste es un viaje de ida y vuelta. La UGR le aguarda.
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