´Nunca me preocuparon las notas´
Rector de la Universidad de Granada, nació en Madrid en 1946 y creció en el barrio de Argüelles. Estudió Geología en la Complutense y se doctoró en Geodinámica en la Universidad de Salamanca. Llegó a la UGR en 1981 y desde entonces ha estado vinculado a ella.
Es un hombre de ademanes rudos y carácter fuerte. Lo puso de manifiesto el día que se encaró a las puertas del Hospital Real con un grupo de manifestantes ´antibolonia´ y espetó un sonoro «aquí el que manda soy yo». Experto en Geodinámica y movimientos sísmicos, reconoce que las reticencias al Espacio Europeo de Educación Superior son el terremoto de mayor intensidad que ha vivido desde que asumió el cargo de rector de la Universidad de Granada. A pesar de la tensión de esos días, le pone «un 3» en la escala de Richter.
Llegó al Rectorado tras una segunda vuelta en unos comicios que están entre los más disputados de la historia reciente de la institución granadina y se rodeó de mujeres, que son mayoría en su equipo de gobierno. «Se trabaja especialmente bien con ellas», confiesa, para matizar a continuación que «también con los hombres».
Agnóstico, «que no ateo» y soltero «por decisión personal», llegó a la UGR en 1981 atraído por la calidad del departamento de Geología y por el ambiente que se respiraba en la ciudad. Ni de Granada ni de su universidad quiere marcharse.
Cuando habla, utiliza de ´muletilla´ sus gafas de lectura. Juega con ellas y se las coloca, a modo de cigarrillo, entre los dedos. No ha pensado todavía qué artista plástico podría encargarse de su retrato para la galería de rectores. Si tiene alguno en mente, prefiere callarlo para no tener que dar explicaciones si cambia de idea.
¿Es el Plan Bolonia el terremoto de mayor intensidad que ha tenido que enfrentar desde que en 2008 asumió el cargo?
– El año pasado sí. Creo que es la situación de mayor tensión todo. Más que tensión, incomodidad. Hubo estudiantes con unos comportamientos que no se corresponden con lo que es la vida universitaria. Yo entiendo la protesta. Entiendo incluso que las personas no acepten el proceso y tengan reticencias. Ahora, hubo ciertos comportamientos que a mí no me parecen adecuados.
¿Qué grado de intensidad le pondría en la escala de Richter?
– Un tres.
¿Se sintió incomprendido por la comunidad estudiantil universitaria en los días más duros del conflicto como el encierro en Trabajo o la protesta frente al Rectorado?
– Incomprendido no. Yo entendía su protesta. Lo que no entendía demasiado era la violencia con que lo hacían. Cuando estuve en la asamblea en Ciencias con ellos era la primera vez que hablaba con los estudiantes y no sé que pensarían, pero hubo cierta falta de cordialidad por parte de los estudiantes.
¿La crisis les ha dejado corta la manta para las obras del Campus de la Salud?
– No, en principio la programación presupuestaria que se tenía para estos años se está cumpliendo. Yo creo que la manta puede quedar corta para otras actuaciones que tenemos que hacer en la Universidad, pero el Campus de la Salud es un compromiso de la Junta de Andalucía y hasta ahora ha habido problemas, pero no de plazos. Son proyectos muy complejos pero finalmente están licitándose todos. Quedan dos facultades, que entrarán en la siguiente programación, que son las de Farmacia y Odontología. Creo que como es una obra también a un plazo relativamente largo, no habrá dificultades presupuestarias con la Junta de Andalucía.
O sea, que con independencia de ese «débil equilibrio presupuestario» en las cuentas de la UGR, no hay grandes dificultades para el Campus de la Salud?
– De lo que está programado, no. Hay que tener en cuenta que hay una parte que no está presupuestada, que se presupuestará en dos o tres años. Son edificios que tienen dos o tres años de obra como mínimo, faltan los equipamientos. Pero en fin, habrá otras partidas presupuestarias.
– ¿Qué sintió cuando la disputa entre Fortes y y García Montero, dos profesores de la UGR, llegó a los tribunales y por ende a los medios de comunicación?
– Yo esa época no la viví, porque yo no era rector cuando se produce el enfrentamiento. La sentencia sí. Creo que en aquel momento, cuando se produce la disputa, si hubiera existido más diálogo entre ellos, o entre el departamento, posiblemente no habría que haber llegado a esos límites. Desde luego, no es nada agradable, no como rector, sino como profesor universitario, ver ese tipo de debates en prensa. Mucho peor en los tribunales.
¿A día de hoy es firme la marcha de Luis García Montero de la Universidad?
– El profesor Luis García Montero sigue siendo profesor de la Universidad. Yo he tenido conversaciones con él y estamos buscando una solución.
Hay otro suceso que se produce cada año en la ciudad vinculado a la UGR, la celebración del patrón de Medicina. ¿Qué puede hacer la Universidad?
– Esto que ocurre en Medicina con su patrón, San Lucas, era muy común en otras facultades, sobre todo en Ciencias, en Derecho de vez en cuando. De esto ya prácticamente sólo queda en Medicina. Yo he hablado con el decano y ambos estamos preocupados y estamos viendo soluciones que impidan esos actos. En Ciencias se solventó con actos más culturales y prácticamente ya no existe. Estamos buscando medidas de convencimiento, porque los sucesos no ocurren dentro del recinto universitario sino en la calle y recomendamos a los estudiantes un comportamiento cívico. Creo que el año pasado ya bajó de intensidad e iremos poco a poco convenciendo, persuadiendo a los estudiantes, de que no es un comportamiento universitario.
¿Es usted ateo?
– No.
¿Agnóstico?
– Eso sí, que no es lo mismo.
La Iglesia, que es una institución de tradición, ha pedido a los sacerdotes brevedad y concisión en la homilía. ¿Debería la Universidad, otra institución con larga tradición, modificar algunas ceremonias, como la de investidura de doctor Honoris Causa?
– Ya se han producido cambios. En la última de Honoris Causa ya se cambió la fórmula, la promesa se hacía en Latín y hemos abreviado el acto. Poco más, porque tampoco tenemos nosotros tantos actos ceremoniales, salvo los doctores, la imposición de medallas. En la toma de posesión de los profesores, el personal, los decanos, en la mesa se hace la promesa o el juramento, eso ya depende de cada cual, con los Estatutos, la Constitución y el Estatuto de Autonomía de Andalucía.
¿En su época no había Selectividad, pero con qué nota accedió a la Complutense?
– No recuerdo. Me imagino que sería un notable. No estuve yo nunca muy preocupado por las notas. En aquella época no había números clausus, todos estudiábamos lo que queríamos. Después había un selectivo a la universidad, un primer curso, en el que superé en junio las cinco asignaturas.
Luego hizo el doctorado en Salamanca. ¿Cuánto tiempo le tomó encontrar la famosa rana de la fachada?
– Se ve enseguida, encima de una calaverilla.
«No puede ser que los alumnos tarden siete u ocho años en acabar la carrera». Es una frase suya. ¿Cuántos años le tomó a usted graduarse?
– Cinco, los que marcaba la ley.
Siendo madrileño y formado también en Salamanca, ¿qué le atrajo de Granada? ¿Su potencialidad sísmica?
– No (risas). La potencialidad sísmica me atrae porque da mucha información sobre el interior de la Tierra y sobre la parte profunda de la corteza terrestre, pero se puede estudiar igual desde Salamanca. Conocí la UGR en mi época de estudiante y me pareció que dentro de las secciones de Geología que había en España era de las mejores, si no la mejor. Y por otra parte, me atrajo la ciudad y su ambiente.
Hay quien afirma que a Granada la salva la elevada población estudiantil que tiene.
– Creo que sí, es un factor económico importante, muy importante.
¿Su soltería es una opción personal o el precio de la consagración a la Universidad?
– Es una opción personal.
En su equipo de gobierno las mujeres son mayoría. ¿Se trabaja mejor con nosotras?
– Se trabaja muy bien. También con los hombres, eh. Pero vamos, que con las mujeres se trabaja especialmente bien.
¿Qué piensa de las nuevas tecnologías?
– Que no me gusta el nombre. Porque no son nuevas, son tecnologías. Nos han permitido un mayor grado de comunicación, de información, nos han facilitado una gran cantidad de acciones. Es un avance brutal en los últimos años. El teléfono móvil ha hecho cambiar la sociedad.
¿Está o ha estado ´enganchado´ al móvil o a otro artilugio tecnológico?
– El móvil es algo que uno echa de menos. Cuando sales de casa y te das cuenta de que lo has dejado, tienes que volver por él. Ya no se puede vivir sin móvil. Pero vamos, no soy de los que habla mucho por teléfono.
¿Dicen de usted que es un «curioso universal». Además de la Universidad y la Geodinámica, qué cosas ocupan su tiempo?
– Leo, escucho música, los fines de semana, si puedo, me doy un paseo por el campo y, cuando puedo, voy a conciertos y exposiciones.
¿Ha tenido ya tiempo de ver el mapa digital de la Tierra elaborado con un satélite de la NASA?
– Todavía no, pero creo que es una maravilla.
A qué artista contemporáneo le encargaría, cuando toque, el retrato del salón de rectores?
– No me lo he planteado todavía.
¿Algún artista plástico que le guste?
– Es que si lo digo pierde la gracia, porque igual se lo cree y si cambio se lo tengo que explicar.
Dígame algún piropo de Granada.
– ¿Un piropo?
Si se lo merece…
– Cómo no se lo va a merecer, si no me quiero ir de ella. Ya lo dijo Agustín Lara. Pues eso, reproduce la canción.
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