Objetivo: no desengancharse de la vida pasados los 65
El Imserso cifra en un millón y medio los mayores que viven solos en España y alerta de la necesidad de programas intergeneracionales como los que la UGR lleva a cabo
¿Cómo de solos se sienten los mayores granadinos? La soledad que padece más de un millón y medio de personas en España, ¿es personal o social?, ¿voluntaria o impuesta? Y, sobre todo, ¿cómo lograr que no se desenganchen de la vida?. Estas son algunas de las preguntas que están dando respuesta en el Gabinete de Calidad de Vida, un proyecto pionero que inició la Universidad de Granada hace un año y que ha contado con el apoyo del Imserso y la participación de más de 800 mayores.
Con la catedrática de Psicogerontología Ramona Rubio a la cabeza, el Gabinete de Calidad de Vida ha logrado crear un perfil de la «soledad social» que padecen los mayores de Granada tanto en zonas rurales como en las urbanas. «El 80% son mujeres, mayores de 70 años, viudas, viven solas en sus domicilios y mantienen un buen nivel de relación con vecinos, amigos y familiares, pero participan poco o nada de la vida fuera de casa», destaca una técnica del Gabinete.
La propia directora general del Imserso, Pilar Rodríguez, acudió ayer a la presentación del primer balance del programa y dio datos reveladores: «el 47% de la población española, es decir, más de un millón y medio, son mayores de 65 años que se sienten aislados».
En Granada no hay una estimación oficial, pero Rodríguez considera que un 20% de la población granadina padece el mismo problema. «Hay que luchar contra esta soledad que aísla a las personas, sobre todo teniendo en cuenta que tras la jubilación todavía nos quedan un mínimo de 30 años de vida útil», apunta Rubio, precursora de otros dos proyectos en la UGR (alojamientos alternativos y aulas de mayores) que luego fueron implantados por muchas universidades en el país.
Para frenar este padecimiento, la UGR puso en marcha cinco proyectos intergeneracionales (Investigación en Soledad, Programa de Bienestar, Ingresar en las Administraciones Públicas, Proyecto Intercambia y Flamenquízate) que han contado con la participación de 9 becados, 10 alumnos en prácticas y 40 voluntarios de la Facultad de Psicología. Algunos de los mayores que han participado en el proyecto estuvieron presentes en la exposición de resultados del programa, como Esteban, quien a sus 82 años asegura que las actividades de la Universidad le han servido para salir del pozo en el que se encontró cuando murió su esposa.
La investigación de la Soledad que ha iniciado el Gabinete de Calidad de Vida la han realizado teniendo en cuenta dos perfiles: los mayores sin teleasistencia, que son «un 54,7%, tienen entre 70 y 79 años, viven con su pareja, en municipios de más de 5.000 habitantes, ven a menudo a sus hijos y les acompañan en compras, paseos o realizan actividades en el hogar del pensionista, pero apenas conocen los servicios sociales». Y los que sí hacen uso de la teleasistencia, «con más de 80 años, mujeres en un 80% de los casos, viudas, carentes de estudios, con hijos, unas condiciones físicas que les impide hacer nada fuera de casa, pero buenos conocedores de los servicios sociales».
A todos ellos les han preguntado si «tienen a alguien con quien hablar en el día a día, si saben utilizar un móvil o el manejo por internet», entre otras muchas cuestiones. Y en una escala del siempre, a veces o nunca la mayoría de las indicaciones copan el «nunca». Son los indicadores del aislamiento, el resultado de la falta de redes sociales.
«La soledad es un estado de ánimo», apunta Manolo, otro mayor que se suma a los múltiples calificativos que han puesto los 800 mayores con los que ha trabajado la UGR a la palabra soledad: «resignación, aislamiento, enfermedad, dureza, tristeza o aburrimiento, entre otros».
En programas como los de Bienestar social se les enseña a los mayores a sacar lo más positivo del período que inician cuando llega la jubilación y les dan alternativas para que superen la pérdida de seres queridos, el miedo a envejecer o la soledad.
Con este proyecto se ha permitido a los jubilados de la Universidad volver a la institución donde han trabajado para poder desarrollar y coordinar programas de mejoras sociales en calidad de tutores externos. «Los mayores tienen muy claro lo que quieren hacer en esta etapa de la vida», afirma Ramona Rubio, quien apunta que «una persona se siente mayor no por alcanzar una edad, sino cuando depende de los demás».
La directora del Gabinete de Calidad de Vida apuesta por trabajar el cambio de actitud en los mayores y ayudar principalmente a las mujeres con un alto nivel de alfabetismo, bajas pensiones y viudas. «Siembra un pensamiento y recogerás una acción; siembra una acción y recogerás un hábito; siembra un hábito y recogerás un carácter; siembra un carácter y recogerás un destino», sentencia la experta.
Entre los proyectos futuros del Gabinete hay dos en el horizonte: uno que tratará de rescatar los oficios perdidos y otro que irá dedicado a la mujer rural.
Una de las participantes del Aula de Mayores, Encarna, remacha: «A mis hijos los veo porque yo voy a verlos, porque tienen mucho trabajo, pero estoy deseando que lleguen los jueves para ir a la Universidad».
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