La magnitud que alcanzaron las llamas del incendio que afectó la noche del miércoles a la facultad de Derecho, y que sorprendentemente se reavivó a las cuatro y media de la madrugada en un segundo fuego mucho más virulento, hacían presagiar lo peor. Pero las consecuencias, afortunadamente, no han sido tan graves como lo aparatoso de las llamas. Aunque el fuego ha acabado con el 70% de la biblioteca de Derecho, según las estimaciones de los Bomberos, sólo afectó a obras y manuales de «entidad menor», tal y como confirmaron ayer fuentes de la Universidad, al haberse trasladado las piezas de valor en mayo cuando comenzaron las obras de la cubierta en la zona. Así, pese a la afectación de las repisas, muebles, mesas y techumbres, los incunables, libros de valor y expedientes de una biblioteca histórica como la de Derecho, están a salvo.
La Policía Científica de la Policía Nacional y los inspectores de los Bomberos continúan con la investigación de los hechos para aclarar el origen del fuego. No se descarta ninguna hipótesis pero parece raro que fuera intencionado por la dificultad de acceso a un edificio cerrado y custodiado. Más bien se apunta a un efecto de las obras de remodelación de las cubiertas que se están realizando en el inmueble y a una chispa de alguna máquina como origen de las llamas. Con todo, han buscado en la zona si hay algún resto de líquido inflamable o de los que se utiliza para la propagación de incendios que pudiera dar una pista.
Porque, aunque fuera accidental, los Bomberos califican de «extraño» que se reavivara el incendio cuatro horas después de apagar el primer fuego y que además se produjera con más virulencia que el primero. Además, al parecer, el segundo fuego tenía varios focos. «Es extraño, aunque a veces ocurre. Los Bomberos se emplearon a fondo en el primer incendio, que quedó totalmente apagado. Incluso se revisó con el arquitecto de la obra todas las cabezas de vigas de madera. Que se reavivara después es extraño pero no del todo anormal. Cualquier posibilidad cabe, pero es pronto para hacer un análisis», aclaró ayer por la mañana en la misma puerta de la biblioteca el jefe de Bomberos de Granada, Jesús Cabrera.
Desde la Universidad no quisieron pronunciarse sobre las causas y están a la espera de recibir el informe definitivo. Hoy por la mañana la Policía Científica seguirá en el lugar de los hechos para realizar una segunda parte de la investigación.
Según informó el jefe de Bomberos, el primer incendio se declaró sobre las 21:20 horas del miércoles y acudió el Parque Sur al completo y un vehículo del Parque Norte de refuerzo. En total, 15 bomberos con dos vehículos autobomba y una escala. A las 12:20 horas se dio por concluida su labor y se retiraron del terreno. En ese primer incendio, sólo se vio afectado un 20% de la biblioteca.
Pero a las 04:20 recibieron un segundo aviso de que las llamas se habían reavivado, algo «extraño» porque además lo hicieron con más virulencia. Este segundo fuego sí «afectó a muchos libros», aunque quedó confinado en la biblioteca y «no afectó a otras dependencias ni a la estructura del edificio». En este segundo incendio trabajaron ocho bomberos hasta las 08:30 de la mañana de ayer.
Entre los dos fuegos, según el cálculo de los Bomberos, se ha visto afectado hasta el 75% de la biblioteca. «No se han cuantificado los volúmenes pero nos han dicho que no son de un valor extremo y que además se pueden recuperar y están digitalizados», matizó Cabrera, quien dijo que los muebles de madera antigua y por tanto seca, y los libros, son materiales que prenden pronto, de ahí la virulencia del incendio. Con todo, que la zona no tuviera techo por el proceso de reforma benefició las labores de extinción y redujo los efectos.
Por parte de la Universidad de Granada no se ha realizado todavía un recuento o estimación del número de libros afectados por el incendio. Lo que sí se quiere dejar claro es que el material que había en la biblioteca -que era una sala de lectura y no guardaba los fondos importantes- eran manuales y obras de «entidad menor» que se pueden reponer con facilidad. Los libros más antiguos, expedientes de valor, incunables o documentos exclusivos estaban fuera de la sala. «Los libros históricos importantes no estaban aquí. Se habían trasladado al Hospital Real y a otras dependencias de la Facultad cuando empezaron las obras en mayo. Ahora hay que trabajar para tasar lo perdido y arreglar la biblioteca, que se iba a reformar también coincidiendo con las obras. Los fondos se repondrán», aseguraron fuentes del Rectorado a este periódico en el lugar de los hechos.
Esta explicación la ratificaron a Granada Hoy varios profesores de la Facultad, que explicaron que en esa zona, que en realidad es una sala de lectura, se guardaban manuales de diferentes asignaturas para la consulta y trabajo de los alumnos, obras contemporáneas y copias de tesis doctorales, fundamentalmente. En definitiva, obras con una antigüedad no mayor a los 20 años. Y es que, los libros principales se guardan en la hemeroteca, en otra sala contigua -que no se han visto afectadas- y en los propios departamentos. De hecho, desde que comenzaron las obras esta sala no se utilizaba y los fondos estaban en la biblioteca provisional instalada en la planta baja a la espera también de que se abra en unos tres meses las nuevas instalaciones que construye la Universidad en la calle Duquesa.
Los profesores se mostraron ayer también intrigados por la situación y a la espera de recibir noticias sobre el origen de los hechos, aunque tranquilos porque los fondos bibliográficos más importantes no se hayan visto afectados porque estaban fuera, según se informaba a los propios docentes.
El decano en funciones, Alejandro Martínez, confirmó a Efe que la biblioteca no estaba en uso y que era fundamentalmente una sala de lectura y destacó la actuación de los Bomberos y el hecho de que no hubiera heridos ya que en el momento del primer incendio la facultad estaba abierta.
Pese a las llamas y la expectación mediática, la actividad en la Facultad se desarrolló ayer con total normalidad. En septiembre hay fijados hasta 70 exámenes y ayer sólo fue necesario trasladar las aulas situadas bajo la biblioteca por prevención y por el olor a quemado.
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