Ideal

Portada: ARRANCA EN GRANADA LA SEMANA DE LA CIENCIA

Pág. 8 – Publicidad: Ayudas para actividades teatrales. Curso 2012/2013

Pág. 14: Las protestas contra los recortes en la Universidad sacarán de nuevo las clases a la calle

Ciencias de la Educación acapara la mayor cifra de titulados de la UGR

Una experta afirma que no hay más medusas en la Costa que hace unos años

Pág. 28 – Opinión: Contagiar la pasión por la ciencia a los jóvenes

Pág. 54 y 55: 15 días para contagiar pasión por la ciencia

‘Cafés con ciencia’: los investigadores, de cerca o en encuentros virtuales

La misma pasión que los futbolistas

Pág. 60: La Biblioteca Nacional expone a Guerrero y Lorca en el Bellas Artes

Exposición de fotos de la Residencia de Estudiantes y lectura de poemas

Pág. 71: Agenda

– Exposiciones: ‘La Residencia de Estudiantes, Madrid, 1910-1936. Un proyecto educativo para la Universidad’

– ‘V Centenario del Hospital Real, 30 años sede del Rectorado de la Universidad de Granada’

Descarga por URL: http://sl.ugr.es/02Ke

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Ideal

Portada: ARRANCA EN GRANADA LA SEMANA DE LA CIENCIA

Pág. 8 – Publicidad: Ayudas para actividades teatrales. Curso 2012/2013

Pág. 14: Las protestas contra los recortes en la Universidad sacarán de nuevo las clases a la calle

Ciencias de la Educación acapara la mayor cifra de titulados de la UGR

Una experta afirma que no hay más medusas en la Costa que hace unos años

Pág. 28 – Opinión: Contagiar la pasión por la ciencia a los jóvenes

Pág. 54 y 55: 15 días para contagiar pasión por la ciencia

‘Cafés con ciencia’: los investigadores, de cerca o en encuentros virtuales

La misma pasión que los futbolistas

Pág. 60: La Biblioteca Nacional expone a Guerrero y Lorca en el Bellas Artes

Exposición de fotos de la Residencia de Estudiantes y lectura de poemas

Pág. 71: Agenda

– Exposiciones: ‘La Residencia de Estudiantes, Madrid, 1910-1936. Un proyecto educativo para la Universidad’

– ‘V Centenario del Hospital Real, 30 años sede del Rectorado de la Universidad de Granada’

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Granada Hoy

Pág. 12: Forenses de todo el mundo comparten en la UGR sus últimos ‘descubrimientos’

Exposición de homenaje por los quinientos años de historia del Hospital Real

Los pájaros de la ciudad se adaptan a los nuevos depredadores, según un estudio

La UGR concede 270 becas para estudiar idiomas extranjeros

Pág. 16: 76 actividades para ‘conocer’ la Ciencia

Pág. 18: El Ciclo de Cine iraní proyecta hoy a las 16:30 horas la película ‘El Cruce de
Abolhassan Davudí’, en el salón de actos de la Facultad de Comunicación (Vivir en Granada)

Divulgación científica para todos los públicos y en todos los formatos (La recomendación)

Pág. 19: ‘Ciencia, Transferencia del Conocimiento y Sociedad’ (Vivir en Granada)

Pág. 36: El llanto lorquiano de Sánchez Mejías visto con ‘Otras Miradas’

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Granada Hoy

Pág. 12: Forenses de todo el mundo comparten en la UGR sus últimos ‘descubrimientos’

Exposición de homenaje por los quinientos años de historia del Hospital Real

Los pájaros de la ciudad se adaptan a los nuevos depredadores, según un estudio

La UGR concede 270 becas para estudiar idiomas extranjeros

Pág. 16: 76 actividades para ‘conocer’ la Ciencia

Pág. 18: El Ciclo de Cine iraní proyecta hoy a las 16:30 horas la película ‘El Cruce de
Abolhassan Davudí’, en el salón de actos de la Facultad de Comunicación (Vivir en Granada)

Divulgación científica para todos los públicos y en todos los formatos (La recomendación)

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Pág. 36: El llanto lorquiano de Sánchez Mejías visto con ‘Otras Miradas’

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Motivaciones moralistas y no moralistas se unen para castigar a quien no coopera, según una investigación de la UGR

  • Los resultados de un estudio sobre “Castigadores pacientes e impacientes”, publicados en la revista británica Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences

Los resultados de la investigación sobre los mecanismos que las personas usan para reforzar la cooperación grupal, en concreto, sobre el mecanismo de “castigar” a quienes no cooperan, han sido publicados en la revista británica Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences bajo el título “Patient and impatient punishers of free-riders”.

El grupo de investigadores de la UGR está formado por Antonio M. Espín, y Pablo Brañas Garza -que en la actualidad se encuentra en la Middlesex Business School de Londres-, del Dpto. de Teoría e Historia Económica, y Juan F. Gamella, del Dpto. de Antropología Social, y Benedikt Herrmann, de la Comisión Europea. El equipo ha indagado en esta cuestión mediante el análisis de las bases cognitivas del comportamiento de castigo.

Según explican los investigadores, la cooperación entre seres humanos es única en el reino animal. En buena medida, es única porque los humanos cooperamos con individuos no relacionados genéticamente y en ausencia de beneficios personales futuros. Desde un punto de vista estrictamente racional, nuestra forma de cooperar no es fácil de explicar. ¿Cómo se explica que los humanos sacrifiquen recursos materiales e inmateriales para contribuir al beneficio de otras personas o grupos? Desde la Economía, la Psicología y la Antropología hasta la Biología y la Neurociencia los investigadores se afanan por ofrecer respuestas a esta pregunta.

En los últimos años, los esfuerzos científicos se han concentrado en un mecanismo que ha demostrado ser esencial para el refuerzo de la cooperación humana: el “castigo” entre individuos que interaccionan en un espacio social. Una persona que castiga en este contexto es aquella que impone un coste a otra persona incurriendo en un coste también para sí misma. Veamos cómo funciona el mecanismo de castigo con un ejemplo cotidiano. Imaginémonos que alguien está haciendo cola en la caja de un supermercado. Guardar la cola y no adelantar a quien le precede es un comportamiento cooperativo que va en beneficio de todos (cumplir con la norma social) pero, desde un punto de vista egoísta, lo más razonable sería “colarse” buscando el beneficio propio de acabar cuanto antes. No obstante, sabe que si intenta saltarse la norma es muy probable que alguien de la cola lo reprenda por ello, esto es, lo castigue. Este hecho hace que colarse tenga un coste, lo que “invita” a los egoístas a respetar la norma de cooperación y esperar su turno.

Sin embargo, el que castiga también ha de pagar un coste, por ejemplo, el de una posible represalia. Por tanto, vuelve a originarse otro dilema muy similar al anterior. ¿Por qué castigamos a quien no coopera si ese comportamiento acarrea un coste? Desde una perspectiva conductual, una cuestión esencial para comprender el origen del comportamiento de castigo es conocer si el que castiga tiene una motivación moral para mejorar el funcionamiento del grupo o en realidad sólo pretende herir al otro.

Experimentos con población de localidades del norte de la provincia de Granada

Los investigadores realizaron experimentos con población de localidades del norte de la provincia de Granada (Benalúa, Darro, Deifontes, Iznalloz y Pedro Martínez) en los que los participantes decidían si cooperar económicamente de forma anónima para un fondo común. Es el denominado “juego de bienes públicos” en el que lo mejor para todos, como grupo, es que todos cooperen pero lo mejor para cada uno es no cooperar y aprovechar la cooperación de los demás. Este comportamiento egoísta se denomina “free-rider” (polizón o pasajero sin billete). Una vez que los participantes habían decidido cuánto contribuir al bien común (de los 10€ que los investigadores les dieron al empezar el experimento), las decisiones eran conocidas por todos los miembros del grupo y debían decidir si reducir las ganancias de otros, a modo de castigo. Pero el castigo no era gratuito pues, para reducir 3€ las ganancias de otro, el “castigador” debía pagar 1€; todo de forma anónima. Además de los comportamientos de cooperación y castigo de los participantes, los investigadores midieron su paciencia u orientación hacia el futuro, es decir, su capacidad para sacrificar recompensas a corto plazo con el fin de obtener recompensas mayores a largo plazo.

En esta investigación se encontró que existen dos tipos de “castigadores”: personas pacientes que cooperan y castigan a quien no lo hace y personas impacientes que castigan a quien no coopera pese a que ellos mismos tampoco cooperan (esto es, son también “free-riders”). Estos resultados sugieren que motivaciones moralistas orientadas al futuro están detrás de las decisiones de castigo de quienes cooperan mientras que motivaciones no-moralistas (herir al otro, de forma competitiva) orientadas al presente están detrás del castigo que llevan a cabo quienes no son cooperativos ellos mismos. Por tanto, dos motivos totalmente opuestos se unen para reforzar la norma de la cooperación. Trasladado a nuestro ejemplo cotidiano de la cola del súper, hay personas que se cuelan y que, por motivos impulsivos no-moralistas, regañan a quienes se cuelan delante de ellos y personas que respetan la cola y regañan a quienes no la respetan, en este caso, por motivos moralistas enfocados al bienestar social de largo plazo. Sin embargo, cada uno a su forma, los dos tipos de castigo contribuyen a que la cola sea respetada por la mayoría.

El texto original está disponible en:
http://rspb.royalsocietypublishing.org/content/early/2012/10/11/rspb.2012.2043.

Contacto: Antonio M. Espín Martín. Departamento de Teoría e Historia Económica. Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Universidad de Granada, Telf.: 958246192. Correo elec: kanton@ugr.es.


Motivaciones moralistas y no moralistas se unen para castigar a quien no coopera, según una investigación de la UGR

  • Los resultados de un estudio sobre “Castigadores pacientes e impacientes”, publicados en la revista británica Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences

Los resultados de la investigación sobre los mecanismos que las personas usan para reforzar la cooperación grupal, en concreto, sobre el mecanismo de “castigar” a quienes no cooperan, han sido publicados en la revista británica Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences bajo el título “Patient and impatient punishers of free-riders”.

El grupo de investigadores de la UGR está formado por Antonio M. Espín, y Pablo Brañas Garza -que en la actualidad se encuentra en la Middlesex Business School de Londres-, del Dpto. de Teoría e Historia Económica, y Juan F. Gamella, del Dpto. de Antropología Social, y Benedikt Herrmann, de la Comisión Europea. El equipo ha indagado en esta cuestión mediante el análisis de las bases cognitivas del comportamiento de castigo.

Según explican los investigadores, la cooperación entre seres humanos es única en el reino animal. En buena medida, es única porque los humanos cooperamos con individuos no relacionados genéticamente y en ausencia de beneficios personales futuros. Desde un punto de vista estrictamente racional, nuestra forma de cooperar no es fácil de explicar. ¿Cómo se explica que los humanos sacrifiquen recursos materiales e inmateriales para contribuir al beneficio de otras personas o grupos? Desde la Economía, la Psicología y la Antropología hasta la Biología y la Neurociencia los investigadores se afanan por ofrecer respuestas a esta pregunta.

En los últimos años, los esfuerzos científicos se han concentrado en un mecanismo que ha demostrado ser esencial para el refuerzo de la cooperación humana: el “castigo” entre individuos que interaccionan en un espacio social. Una persona que castiga en este contexto es aquella que impone un coste a otra persona incurriendo en un coste también para sí misma. Veamos cómo funciona el mecanismo de castigo con un ejemplo cotidiano. Imaginémonos que alguien está haciendo cola en la caja de un supermercado. Guardar la cola y no adelantar a quien le precede es un comportamiento cooperativo que va en beneficio de todos (cumplir con la norma social) pero, desde un punto de vista egoísta, lo más razonable sería “colarse” buscando el beneficio propio de acabar cuanto antes. No obstante, sabe que si intenta saltarse la norma es muy probable que alguien de la cola lo reprenda por ello, esto es, lo castigue. Este hecho hace que colarse tenga un coste, lo que “invita” a los egoístas a respetar la norma de cooperación y esperar su turno.

Sin embargo, el que castiga también ha de pagar un coste, por ejemplo, el de una posible represalia. Por tanto, vuelve a originarse otro dilema muy similar al anterior. ¿Por qué castigamos a quien no coopera si ese comportamiento acarrea un coste? Desde una perspectiva conductual, una cuestión esencial para comprender el origen del comportamiento de castigo es conocer si el que castiga tiene una motivación moral para mejorar el funcionamiento del grupo o en realidad sólo pretende herir al otro.

Experimentos con población de localidades del norte de la provincia de Granada

Los investigadores realizaron experimentos con población de localidades del norte de la provincia de Granada (Benalúa, Darro, Deifontes, Iznalloz y Pedro Martínez) en los que los participantes decidían si cooperar económicamente de forma anónima para un fondo común. Es el denominado “juego de bienes públicos” en el que lo mejor para todos, como grupo, es que todos cooperen pero lo mejor para cada uno es no cooperar y aprovechar la cooperación de los demás. Este comportamiento egoísta se denomina “free-rider” (polizón o pasajero sin billete). Una vez que los participantes habían decidido cuánto contribuir al bien común (de los 10€ que los investigadores les dieron al empezar el experimento), las decisiones eran conocidas por todos los miembros del grupo y debían decidir si reducir las ganancias de otros, a modo de castigo. Pero el castigo no era gratuito pues, para reducir 3€ las ganancias de otro, el “castigador” debía pagar 1€; todo de forma anónima. Además de los comportamientos de cooperación y castigo de los participantes, los investigadores midieron su paciencia u orientación hacia el futuro, es decir, su capacidad para sacrificar recompensas a corto plazo con el fin de obtener recompensas mayores a largo plazo.

En esta investigación se encontró que existen dos tipos de “castigadores”: personas pacientes que cooperan y castigan a quien no lo hace y personas impacientes que castigan a quien no coopera pese a que ellos mismos tampoco cooperan (esto es, son también “free-riders”). Estos resultados sugieren que motivaciones moralistas orientadas al futuro están detrás de las decisiones de castigo de quienes cooperan mientras que motivaciones no-moralistas (herir al otro, de forma competitiva) orientadas al presente están detrás del castigo que llevan a cabo quienes no son cooperativos ellos mismos. Por tanto, dos motivos totalmente opuestos se unen para reforzar la norma de la cooperación. Trasladado a nuestro ejemplo cotidiano de la cola del súper, hay personas que se cuelan y que, por motivos impulsivos no-moralistas, regañan a quienes se cuelan delante de ellos y personas que respetan la cola y regañan a quienes no la respetan, en este caso, por motivos moralistas enfocados al bienestar social de largo plazo. Sin embargo, cada uno a su forma, los dos tipos de castigo contribuyen a que la cola sea respetada por la mayoría.

El texto original está disponible en:
http://rspb.royalsocietypublishing.org/content/early/2012/10/11/rspb.2012.2043.

Contacto: Antonio M. Espín Martín. Departamento de Teoría e Historia Económica. Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Universidad de Granada, Telf.: 958246192. Correo elec: kanton@ugr.es.


La UGR edita un libro sobre teoría política contemporánea

  • Obra del profesor Fernando Fernández-LLebrez, del departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UGR, el libro “Retórica democrática, identidad y ciudadanía. Asociacionismo y calidad de la democracia en Andalucía” ha sido publicado por la Editorial Universidad de Granada (eug)

El profesor Fernando Fernández-LLebrez, del departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UGR, ha publicado en la Editorial Universidad de Granada (eug) el libro “Retórica democrática, identidad y ciudadanía. Asociacionismo y calidad de la democracia en Andalucía”, en el que se recogen una serie de debates teóricos dentro de la teoría política contemporánea. “Pero la intención –afirma el autor– no ha sido aportar reflexiones solo en ese terreno, sino que, partiendo de ahí, se ha procurado estudiar su implicación para un caso concreto como es el del asociacionismo en Andalucía”.

Así, la idea central de este volumen es mostrar un concepto de ciudadanía y de participación cívica que permita al lector desarrollar formas de acción ciudadana que posibiliten una democracia de calidad. Y lo hace con la intención no solo de aproximarse a un conocimiento empírico del actual estado de la democracia en Andalucía, sino intentando –según señala Fernando Fernández-LLebrez— “aportar una perspectiva teórica novedosa, la tradición retórica, con la que poder acercarnos a ella”.

Pero esto no es tarea sencilla, pues supone conectar dos mundos que no suelen estar muy vinculados entre sí: el campo de la teoría política genuina y el de la ciencia política empírica. De ahí el reto de buscar ciertos nexos entre ambas miradas. Siguiendo este propósito, el libro queda dividido en dos partes que dan referencia a ambas miradas científicas.

En la primera parte del mismo, titulada “Democracia e identidad en la teoría política moderna: de la dialéctica a la retórica y más allá”, se tratan los aspectos teóricos de dicha reflexión. Su hilo conductor es el tránsito que va de una teoría política romántica a otra de índole retórico, para lo que el profesor Fernández-LLebrez sigue la estela de las aportaciones llevadas a cabo en España por el Grupo de Investigación de Retórica y Teoría Política de la Universidad Complutense de Madrid, del que él mismo es copartícipe. Tras este recorrido teórico, ya en la segunda parte del libro “Ciudadanía y asociacionismo en movimiento. Un recorrido por el caso andaluz” el autor se adentra en las entrañas de la calidad de la democracia en Andalucía, “teniendo como eje de referencia la tradición retórica anteriormente esbozada y considerando como material empírico la encuesta realizada por el IESA y el CIS (IESA-CIS 2007), que se circunscribe al proyecto de investigación Desarrollo democrático y redistribución en Andalucía. Una perspectiva empírica y normativa”.

Finalmente, el libro presenta un capítulo último en el que el autor resume lo dicho y sintetiza las ideas más relevantes que se aportan, tanto en sus aspectos teórico como empírico. Y señala: “La democracia en Andalucía, siendo un bien consolidado, requeriría de cierta profundización en la misma para que su calidad fuera mayor, pues los resultados obtenidos no son muy optimistas, desde este punto de vista”.

Adquiera este libro en el sitio web de la EUG: http://sl.ugr.es/02Kb

Contacto: Profesor Fernando Fernández-Llebrez González. Departamento de Ciencia Política y de la Administración. Universidad de Granada. Tfn: 958 248377. Correo electrónico: fernando@ugr.es


La UGR edita un libro sobre teoría política contemporánea

  • Obra del profesor Fernando Fernández-LLebrez, del departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UGR, el libro “Retórica democrática, identidad y ciudadanía. Asociacionismo y calidad de la democracia en Andalucía” ha sido publicado por la Editorial Universidad de Granada (eug)

El profesor Fernando Fernández-LLebrez, del departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UGR, ha publicado en la Editorial Universidad de Granada (eug) el libro “Retórica democrática, identidad y ciudadanía. Asociacionismo y calidad de la democracia en Andalucía”, en el que se recogen una serie de debates teóricos dentro de la teoría política contemporánea. “Pero la intención –afirma el autor– no ha sido aportar reflexiones solo en ese terreno, sino que, partiendo de ahí, se ha procurado estudiar su implicación para un caso concreto como es el del asociacionismo en Andalucía”.

Así, la idea central de este volumen es mostrar un concepto de ciudadanía y de participación cívica que permita al lector desarrollar formas de acción ciudadana que posibiliten una democracia de calidad. Y lo hace con la intención no solo de aproximarse a un conocimiento empírico del actual estado de la democracia en Andalucía, sino intentando –según señala Fernando Fernández-LLebrez— “aportar una perspectiva teórica novedosa, la tradición retórica, con la que poder acercarnos a ella”.

Pero esto no es tarea sencilla, pues supone conectar dos mundos que no suelen estar muy vinculados entre sí: el campo de la teoría política genuina y el de la ciencia política empírica. De ahí el reto de buscar ciertos nexos entre ambas miradas. Siguiendo este propósito, el libro queda dividido en dos partes que dan referencia a ambas miradas científicas.

En la primera parte del mismo, titulada “Democracia e identidad en la teoría política moderna: de la dialéctica a la retórica y más allá”, se tratan los aspectos teóricos de dicha reflexión. Su hilo conductor es el tránsito que va de una teoría política romántica a otra de índole retórico, para lo que el profesor Fernández-LLebrez sigue la estela de las aportaciones llevadas a cabo en España por el Grupo de Investigación de Retórica y Teoría Política de la Universidad Complutense de Madrid, del que él mismo es copartícipe. Tras este recorrido teórico, ya en la segunda parte del libro “Ciudadanía y asociacionismo en movimiento. Un recorrido por el caso andaluz” el autor se adentra en las entrañas de la calidad de la democracia en Andalucía, “teniendo como eje de referencia la tradición retórica anteriormente esbozada y considerando como material empírico la encuesta realizada por el IESA y el CIS (IESA-CIS 2007), que se circunscribe al proyecto de investigación Desarrollo democrático y redistribución en Andalucía. Una perspectiva empírica y normativa”.

Finalmente, el libro presenta un capítulo último en el que el autor resume lo dicho y sintetiza las ideas más relevantes que se aportan, tanto en sus aspectos teórico como empírico. Y señala: “La democracia en Andalucía, siendo un bien consolidado, requeriría de cierta profundización en la misma para que su calidad fuera mayor, pues los resultados obtenidos no son muy optimistas, desde este punto de vista”.

Adquiera este libro en el sitio web de la EUG: http://sl.ugr.es/02Kb

Contacto: Profesor Fernando Fernández-Llebrez González. Departamento de Ciencia Política y de la Administración. Universidad de Granada. Tfn: 958 248377. Correo electrónico: fernando@ugr.es


La UGR edita un libro sobre teoría política contemporánea

  • Obra del profesor Fernando Fernández-LLebrez, del departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UGR, el libro “Retórica democrática, identidad y ciudadanía. Asociacionismo y calidad de la democracia en Andalucía” ha sido publicado por la Editorial Universidad de Granada (eug)

El profesor Fernando Fernández-LLebrez, del departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UGR, ha publicado en la Editorial Universidad de Granada (eug) el libro “Retórica democrática, identidad y ciudadanía. Asociacionismo y calidad de la democracia en Andalucía”, en el que se recogen una serie de debates teóricos dentro de la teoría política contemporánea. “Pero la intención –afirma el autor– no ha sido aportar reflexiones solo en ese terreno, sino que, partiendo de ahí, se ha procurado estudiar su implicación para un caso concreto como es el del asociacionismo en Andalucía”.

Así, la idea central de este volumen es mostrar un concepto de ciudadanía y de participación cívica que permita al lector desarrollar formas de acción ciudadana que posibiliten una democracia de calidad. Y lo hace con la intención no solo de aproximarse a un conocimiento empírico del actual estado de la democracia en Andalucía, sino intentando –según señala Fernando Fernández-LLebrez— “aportar una perspectiva teórica novedosa, la tradición retórica, con la que poder acercarnos a ella”.

Pero esto no es tarea sencilla, pues supone conectar dos mundos que no suelen estar muy vinculados entre sí: el campo de la teoría política genuina y el de la ciencia política empírica. De ahí el reto de buscar ciertos nexos entre ambas miradas. Siguiendo este propósito, el libro queda dividido en dos partes que dan referencia a ambas miradas científicas.

En la primera parte del mismo, titulada “Democracia e identidad en la teoría política moderna: de la dialéctica a la retórica y más allá”, se tratan los aspectos teóricos de dicha reflexión. Su hilo conductor es el tránsito que va de una teoría política romántica a otra de índole retórico, para lo que el profesor Fernández-LLebrez sigue la estela de las aportaciones llevadas a cabo en España por el Grupo de Investigación de Retórica y Teoría Política de la Universidad Complutense de Madrid, del que él mismo es copartícipe. Tras este recorrido teórico, ya en la segunda parte del libro “Ciudadanía y asociacionismo en movimiento. Un recorrido por el caso andaluz” el autor se adentra en las entrañas de la calidad de la democracia en Andalucía, “teniendo como eje de referencia la tradición retórica anteriormente esbozada y considerando como material empírico la encuesta realizada por el IESA y el CIS (IESA-CIS 2007), que se circunscribe al proyecto de investigación Desarrollo democrático y redistribución en Andalucía. Una perspectiva empírica y normativa”.

Finalmente, el libro presenta un capítulo último en el que el autor resume lo dicho y sintetiza las ideas más relevantes que se aportan, tanto en sus aspectos teórico como empírico. Y señala: “La democracia en Andalucía, siendo un bien consolidado, requeriría de cierta profundización en la misma para que su calidad fuera mayor, pues los resultados obtenidos no son muy optimistas, desde este punto de vista”.

Adquiera este libro en el sitio web de la EUG: http://sl.ugr.es/02Kb

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Cualquier tiempo pasado fue mejor

HACE varios años uno de los espacios expositivos emblemáticos de Granada se encontraba en el Palacio de la Madraza. Hasta la calle Oficios llegaban, sin solución de continuidad, artistas de contrastada trascendencia artística, de una valía fuera de duda y de un compromiso con el Arte Contemporáneo asumido por todos.

La lista de los autores granadinos y fuera de Granada que llegaban hasta la Madraza era amplia e importante. Por citar sólo algunos de los últimos años, se puede nombrar a Matías Quetglas, Waldo Aguiar, Josep Guinovart, José Sánchez Carralero, Dámaso Ruano, Felipe Orlando, Juan Manuel Brazam, Sylvain Marc, Pepe Cano, Narváez Patiño, Álvaro Delgado, Soledad Sevilla, José Luis Galicia, Rolando Campos, Dolores Montijano, entre otros muchos.

Desde, 1978, la Madraza había ocupado un lugar de privilegio en el Arte de Granada; fueron los años en los que la ciudad comenzaba a poner las bases para conquistar una parcela cultural y artística que llegó a ser de las de mayor dimensión de España. La mano experta de María Guzmán era firme y, al menos, existía un criterio para la selección de las muestras.

El antiguo recinto docente de los árabes granadinos, la primera Universidad de la ciudad, comenzó un periodo grande de rehabilitación, permaneció cerrada muchos años; tantos, que muchos casi se olvidaron que existía y casi todos que, allí, se encontraba una de las salas de Arte más importantes de la ciudad.

Las obras terminaron, los espacios fueron acondicionados pero las programaciones perdieron la entidad que, en su tiempo, tuvieron. Ya nada fue igual; las muestras que aparecieron mantendrán un carácter sin excesivo criterio y los artistas se sucederán sin mucho que aportar. Pocas veces se ha tenido que ir hasta la calle Oficios sabiendo que nos íbamos a encontrar con una exposición notable y comprometida con la actualidad.

Será muy fácil echarle la culpa a los tiempos, acudir a la socorrida crisis económica para achacar los males de una realidad que tienen su origen en otros estamentos menos prosaicos. Decía mi abuela que lo peor es tener tan pocas tejas como los cines de verano. Ahí creo que reside el verdadero problema. No se comprende muy bien como la Universidad de Granada, regente y garante del espacio expositivo del viejo centro de estudios nazarí, con esa Facultad de Bellas Artes, auténtica factoría de muy buenos artistas y de mejores proyectos, no se vale de la Madraza para enseñar al mundo entero lo mucho y bueno que sale del antiguo manicomio de la que se conocía como Autopista de Badajoz. Es un derroche inconcebible, injustificable e imperdonable.

La crisis de ideas es infinitamente peor que a cualquier falta de dinero. Creo que las cosas desde las altas instancias del Vicerrectorado de turno están siendo poco lógicas. ¿No se sabe lo que pasa en los viejos pabellones de la Chana?, ¿no se han enterado arriba que, desde su inauguración y constantemente, los artistas que de allí salen están entre lo más selecto del Arte que se hace en España?, ¿tienen que buscarse espacios ajenos a la Universidad para mostrar la buena obra de alumnos y de los muchos importantísimos nombres que en ella trabajan?

Creo que la Madraza, por historia, categoría y sentido común, merece otro tratamiento. Se necesita una programación coherente, seria y cercana. Si no, habrá que darle la razón a mi abuela: ¡menos tejas que un cine de verano!

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Cualquier tiempo pasado fue mejor

HACE varios años uno de los espacios expositivos emblemáticos de Granada se encontraba en el Palacio de la Madraza. Hasta la calle Oficios llegaban, sin solución de continuidad, artistas de contrastada trascendencia artística, de una valía fuera de duda y de un compromiso con el Arte Contemporáneo asumido por todos.

La lista de los autores granadinos y fuera de Granada que llegaban hasta la Madraza era amplia e importante. Por citar sólo algunos de los últimos años, se puede nombrar a Matías Quetglas, Waldo Aguiar, Josep Guinovart, José Sánchez Carralero, Dámaso Ruano, Felipe Orlando, Juan Manuel Brazam, Sylvain Marc, Pepe Cano, Narváez Patiño, Álvaro Delgado, Soledad Sevilla, José Luis Galicia, Rolando Campos, Dolores Montijano, entre otros muchos.

Desde, 1978, la Madraza había ocupado un lugar de privilegio en el Arte de Granada; fueron los años en los que la ciudad comenzaba a poner las bases para conquistar una parcela cultural y artística que llegó a ser de las de mayor dimensión de España. La mano experta de María Guzmán era firme y, al menos, existía un criterio para la selección de las muestras.

El antiguo recinto docente de los árabes granadinos, la primera Universidad de la ciudad, comenzó un periodo grande de rehabilitación, permaneció cerrada muchos años; tantos, que muchos casi se olvidaron que existía y casi todos que, allí, se encontraba una de las salas de Arte más importantes de la ciudad.

Las obras terminaron, los espacios fueron acondicionados pero las programaciones perdieron la entidad que, en su tiempo, tuvieron. Ya nada fue igual; las muestras que aparecieron mantendrán un carácter sin excesivo criterio y los artistas se sucederán sin mucho que aportar. Pocas veces se ha tenido que ir hasta la calle Oficios sabiendo que nos íbamos a encontrar con una exposición notable y comprometida con la actualidad.

Será muy fácil echarle la culpa a los tiempos, acudir a la socorrida crisis económica para achacar los males de una realidad que tienen su origen en otros estamentos menos prosaicos. Decía mi abuela que lo peor es tener tan pocas tejas como los cines de verano. Ahí creo que reside el verdadero problema. No se comprende muy bien como la Universidad de Granada, regente y garante del espacio expositivo del viejo centro de estudios nazarí, con esa Facultad de Bellas Artes, auténtica factoría de muy buenos artistas y de mejores proyectos, no se vale de la Madraza para enseñar al mundo entero lo mucho y bueno que sale del antiguo manicomio de la que se conocía como Autopista de Badajoz. Es un derroche inconcebible, injustificable e imperdonable.

La crisis de ideas es infinitamente peor que a cualquier falta de dinero. Creo que las cosas desde las altas instancias del Vicerrectorado de turno están siendo poco lógicas. ¿No se sabe lo que pasa en los viejos pabellones de la Chana?, ¿no se han enterado arriba que, desde su inauguración y constantemente, los artistas que de allí salen están entre lo más selecto del Arte que se hace en España?, ¿tienen que buscarse espacios ajenos a la Universidad para mostrar la buena obra de alumnos y de los muchos importantísimos nombres que en ella trabajan?

Creo que la Madraza, por historia, categoría y sentido común, merece otro tratamiento. Se necesita una programación coherente, seria y cercana. Si no, habrá que darle la razón a mi abuela: ¡menos tejas que un cine de verano!

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Cualquier tiempo pasado fue mejor

HACE varios años uno de los espacios expositivos emblemáticos de Granada se encontraba en el Palacio de la Madraza. Hasta la calle Oficios llegaban, sin solución de continuidad, artistas de contrastada trascendencia artística, de una valía fuera de duda y de un compromiso con el Arte Contemporáneo asumido por todos.

La lista de los autores granadinos y fuera de Granada que llegaban hasta la Madraza era amplia e importante. Por citar sólo algunos de los últimos años, se puede nombrar a Matías Quetglas, Waldo Aguiar, Josep Guinovart, José Sánchez Carralero, Dámaso Ruano, Felipe Orlando, Juan Manuel Brazam, Sylvain Marc, Pepe Cano, Narváez Patiño, Álvaro Delgado, Soledad Sevilla, José Luis Galicia, Rolando Campos, Dolores Montijano, entre otros muchos.

Desde, 1978, la Madraza había ocupado un lugar de privilegio en el Arte de Granada; fueron los años en los que la ciudad comenzaba a poner las bases para conquistar una parcela cultural y artística que llegó a ser de las de mayor dimensión de España. La mano experta de María Guzmán era firme y, al menos, existía un criterio para la selección de las muestras.

El antiguo recinto docente de los árabes granadinos, la primera Universidad de la ciudad, comenzó un periodo grande de rehabilitación, permaneció cerrada muchos años; tantos, que muchos casi se olvidaron que existía y casi todos que, allí, se encontraba una de las salas de Arte más importantes de la ciudad.

Las obras terminaron, los espacios fueron acondicionados pero las programaciones perdieron la entidad que, en su tiempo, tuvieron. Ya nada fue igual; las muestras que aparecieron mantendrán un carácter sin excesivo criterio y los artistas se sucederán sin mucho que aportar. Pocas veces se ha tenido que ir hasta la calle Oficios sabiendo que nos íbamos a encontrar con una exposición notable y comprometida con la actualidad.

Será muy fácil echarle la culpa a los tiempos, acudir a la socorrida crisis económica para achacar los males de una realidad que tienen su origen en otros estamentos menos prosaicos. Decía mi abuela que lo peor es tener tan pocas tejas como los cines de verano. Ahí creo que reside el verdadero problema. No se comprende muy bien como la Universidad de Granada, regente y garante del espacio expositivo del viejo centro de estudios nazarí, con esa Facultad de Bellas Artes, auténtica factoría de muy buenos artistas y de mejores proyectos, no se vale de la Madraza para enseñar al mundo entero lo mucho y bueno que sale del antiguo manicomio de la que se conocía como Autopista de Badajoz. Es un derroche inconcebible, injustificable e imperdonable.

La crisis de ideas es infinitamente peor que a cualquier falta de dinero. Creo que las cosas desde las altas instancias del Vicerrectorado de turno están siendo poco lógicas. ¿No se sabe lo que pasa en los viejos pabellones de la Chana?, ¿no se han enterado arriba que, desde su inauguración y constantemente, los artistas que de allí salen están entre lo más selecto del Arte que se hace en España?, ¿tienen que buscarse espacios ajenos a la Universidad para mostrar la buena obra de alumnos y de los muchos importantísimos nombres que en ella trabajan?

Creo que la Madraza, por historia, categoría y sentido común, merece otro tratamiento. Se necesita una programación coherente, seria y cercana. Si no, habrá que darle la razón a mi abuela: ¡menos tejas que un cine de verano!

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