Seminario ‘Darwish y Lorca: una lectura artística’, en la Fundación Euroárabe

  • Inauguración: miércoles, 22 de febrero, 9:45 h.

Mañana, miércoles, 22 de febrero, se celebra en la Fundación Euroárabe de Altos Estudios el Seminario “Darwish y Lorca: una lectura artística”, organizado por la Fundación Euroárabe de Altos Estudios y la Universidad de Granada.

Programa:

9:45h Inauguración: Mª Elena Martín Vivaldi Caballero, vicerrectora de Extensión Universitaria y Deporte, y Pilar Aranda Ramírez, secretaria ejecutiva de la Fundación Euroárabe.

10:00h Pedro Martínez Montávez, “Darwish ante dos universos inagotables: Al-Andalus y Federico García Lorca”.

10:45h José Miguel Puerta Vílchez, “Darwish con Lorca en Granada”.

11:15h Moumene Essoufi, “Lorca en la poesía de Darwish“.

11:45h Moulay Ahmed el-Gamoun, “Simbología de la luna, el puñal y lo verde en la obra de Lorca y de Darwish”.

13:45h Creación artística: un vídeo y dos poesías, Isidro López-Aparicio Pérez, Universidad de Granada.

17:00h Sesión de tarde. “Relación entre la poesía y la pintura”. May Muzaffar, escritora, poeta y crítica de arte; Rafa Al-Nasiri, artista iraquí y Jehad al-Ameri, titular de la Cátedra Euroárabe de Arte y Cultura.

19:00h Inauguración de la exposición “Lorca y Darwish: una lectura plástica” de Jehad Al-Ameri. Presentación del catálogo de la exposición.

Este seminario pretende hacer una lectura plástica de la poesía de dos grandes poetas, uno español, Federico García Lorca, y otro palestino, Mahmud Darwish. Con el objetivo, entre otros, de analizar la influencia del primero en el segundo, y, en general, en la poesía árabe contemporánea. Los ambientes diferentes de los poetas (Oriente y Occidente) nos muestran que la poesía es un fenómeno internacional que estimula a sentir la diferencia y la similitud cultural. Dicha diferencia y similitud ayuda a construir principios humanos permanentes y refuerza el entendimiento mutuo entre las diversas culturas siguiendo, especialmente, las huellas y la estética de al-Andalus que, con su magia y su auténtica historia, inspiró a la mayoría de los poetas, además de influir en la poesía árabe, al igual que lo hace Lorca.

En Granada poco más se puede decir de nuestro gran poeta universal, Federico García Lorca. Su vida y su obra siguen inspirándonos. Más desconocido para nosotros es la figura de Mahmud Darwish (1942-2008), nacido en Galilea. Es considerado no sólo uno de los más grandes poetas árabes contemporáneos sino también una leyenda: sus libros circulan a millares por todos los países árabes. Hombre laico y moderno, refinado y elegante, Darwish era un palestino de diálogo, aunque su voluntad no se doblegase fácilmente ni estuviera dispuesto a hacer concesiones humillantes. Una de sus mayores esperanzas era revitalizar la literatura palestina, procurando a toda costa que los problemas políticos no la paralizaran. Dueño de una sugestiva prosa, semi-autobiográfica, extraordinariamente fluida, sencilla y reflexiva, es considerado el poeta más representativo de la resistencia; sin embargo, él mismo se negaba a que el único tema existente en la poesía palestina fuese el conflicto. Su poesía era también un canto a la vida, a la lucha por la vida y por la dignidad del ser humano

Reconocimiento de 1 crédito de libre configuración a los alumnos de Filosofía y Letras y Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada

Inscripción gratuita. Plazas limitadas. Se requiere enviar inscripción a cursos@fundea.org con los siguientes datos: nombre, apellidos, DNI, email.

Más información en: http://www.fundea.org. Fundación Euroárabe de Altos Estudios. c/ San Jerónimo, 27. Tef: 958 20 65 08.

Gabinete de Comunicación – Secretaría General
UNIVERSIDAD DE GRANADA
Acera de San Ildefonso, s/n. 18071. Granada (España)
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Melilla Hoy

Pág. 20: Al jazz didáctico se han sumado este año los conciertos destinados al colectivo de mayores

Pág. 21: ‘Dámada’ de Antonio César Morón, una obra rompedora, el próximo jueves en el PEC

Pág. 24 – Publicidad: Becas Universitarias. Resolución provisional grupo primero

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El Telegrama de Melilla

Pág. 8 – Publicidad: Becas Universitarias. Resolución provisional grupo primero

Pág. 22: Morón pone en escena ‘Dámada’ una obra en ‘Dramaturgia Cuántica’

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El Faro de Melilla

Pág. 20: El teatro de vanguardia es protagonista este jueves con la obra ‘Dámada’

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El Pueblo de Ceuta

Pág. 11: La Facultad de Ciencias de la Salud reanuda las clases con normalidad

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El Faro de Ceuta

Pág. 12: La Escuela de Enfermería reinicia el semestre ‘con plena normalidad’

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El País

Extra Aula – Pág. 4: Cómo escalar posiciones en los ‘rankings’ internacionales

Pág. 34: La CRUE defiende los campus de excelencia

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Ideal

Pág. 3 – Publicidad: Centro de Lenguas Modernas. Cursos de lenguas extranjeras

Pág. 9: El ‘Habichuela nieto’ y el capitán de la selección de voleibol, premios del IAJ

Pág. 12: Federico Olóriz vuelve a su casa como un ‘universitario ejemplar’

Las enseñanzas artísticas piden ser universitarias

El Gabinete Psicopedagógico ayuda a perder el miedo a hablar en público

Pág. 13: Andrés García-Granados, premio científico de Química

Pág. 26 – Opinión: Federico Olóriz vuelve a su tierra

Pág. 49 – Deportes: El Universidad cae por la mínima en la pista del Brújula debido a su falta de remate

Pág. 52: Hoy, recital poético musical sobre dos poetas vivos: Lorca y Darwish

Pág. 65: Agenda

– Recital poético: ‘Federico García Lorca y Mahmud Darwish. Dos poetas vivos’

– Conferencias: Charla de Mohamed Berriane

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Granada Hoy

Pág. 3: La UGR garantiza las nóminas

Pág. 11: La Fiscalía de Madrid analizará la denuncia contra el Diccionario Biográfico Español

Pág. 14: El doctor Olóriz vuelve a Granada

Pág. 19: Congreso de música

Jóvenes con mucho mérito

Pág. 20 y 21: Recital ‘Federico García Lorca y Mahmud Darwish’

Conferencia de Mohamed Berriane en La Madraza

Contraportada: Comienza el Año Olóriz en la UGR

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Tempestades artísticas

mitad del invierno se ha desencadenado un virulento temporal, más propio de finales del otoño y sin embargo no por ello inesperado. Los artistas estamos en pie de guerra: todos contra todos, confundidos en la bruma generada por esta repentina tempestad. Pero seamos más precisos, no se trata tanto de una guerra entre artistas, más bien entre aquellos encargados de formarlos: es una batalla encarnizada, pues se confronta mucho egocentrismo. En un lado, los pintores, escultores y otros artistas plásticos; en la trinchera opuesta el arte escénico: los músicos, los dramaturgos y los bailarines. Aún hay otro grupo más extraordinario, que aporta soldados a ambos frentes y que ni siquiera está compuesto por artistas. Son los culpables de este nuevo episodio y se llaman a sí mismos conservadores restauradores de bienes culturales.

 

¿Cómo explicar que dedicándose todos a actividades semejantes nos hayamos sumergido en una lucha tan desgarradora?, ¿qué puede separarnos tanto?, ¿quizá los métodos docentes, las estrategias de aprendizaje, el componente práctico de los planes de estudio? No, no son esas las razones, sino realidades infinitamente más simples: mientras los unos (los plásticos) se forman en la Universidad, en las facultades de Bellas Artes, los otros (los escénicos) lo hacen fuera de ella, en las escuelas de enseñanzas artísticas. Como casi siempre, la declaración de guerra la han dirigido unos generales que apenas representan a una soldadesca que empuña embriagada las armas poderosas, pese a que apenas llega a intuir las últimas razones, los objetivos sabiamente ocultos. Porque, muy probablemente, dichos motivos sean menos espirituales de lo que desearía ese soldado todavía idealista.

Los artistas estamos en pie de guerra: todos contra todos
Pese a que es el bando que nos representa y en un esfuerzo de sinceridad histórica, debe reconocerse que la batalla la plantearon las enseñanzas artísticas, que en una hábil maniobra diplomática consiguieron publicar un documento (Real Decreto 1614/2009) que pretendía prohibir a la Universidad implantar ciertos estudios de grado. Era una pretensión ingenua, porque la Universidad ya lo había hecho y porque nadie podía imponer una decisión de tal relevancia a la institución de la educación superior por excelencia.

A los soldados e incluso a los capitanes se nos ocultó buena parte de la verdad. Se nos dijo que era una victoria sin matices producto de la cual nos convertíamos en la auténtica institución de la enseñanza artística superior, con todos los derechos y virtudes de esa condición. Se nos dijo que el logro de la titulación de grado era la demostración de nuestra pertenencia al selecto club del Espacio Europeo de la Educación Superior. Mientras tanto, la Universidad preparaba un legítimo contraataque cuya resolución queda taxativamente aclarada en las diversas sentencias dictadas por el Tribunal Supremo: los grados son universitarios y no pueden desenvolverse en las enseñanzas artísticas, que habrán de conformarse con un incómodo «equivalente a». Tras la derrota, los mismos generales que vendieron como victoria apabullante el logro del grado declaran ahora que se trata de un problema menor, de una mera cuestión nominal, sin mayor trascendencia.

Mucho antes incluso de las sentencias, fuimos percibiendo los defectos de aquella supuesta victoria
Mucho antes incluso de las sentencias, fuimos percibiendo los defectos de aquella supuesta victoria ofrecida por nuestros generales. No se nos permitía acreditar nuestros títulos en una agencia externa (ANECA), y en consecuencia el reconocimiento internacional de nuestros títulos quedaba en entredicho. Tampoco podíamos desenvolver doctorados, lo haría la Universidad con sus criterios y prioridades. ¿Que éramos, entonces, un remedo de enseñanza superior?, ¿Europa nos iba a considerar como tal, cuando nos enfrentáramos a su examen minucioso? Empezamos a sospechar que nada era lo que aparentaba.

Más aún, conforme fuimos trabajando se descubrió que el real decreto era un puro decorado, y que ni los centros ni los docentes podían desenvolver realmente una enseñanza superior conforme los parámetros sugeridos en la Declaración de Bolonia. El listado de carencias es tan amplio que el escritor teme aburrir al abnegado lector que haya llegado hasta este punto. Los centros de enseñanzas artísticas carecen, al contario de lo prometido, de organismo de referencia que desenvuelva la diversidad de reglamentos necesarios; no existen sistemas de evaluación de la calidad; la financiación prometida nunca ha llegado y en muchos casos ni siquiera se han publicado todavía los planes de estudio. Al profesorado no se le reconoce un régimen laboral cercano al universitario ni se ha organizado cualquier tipo de estrategia de fomento de la investigación. Con todo, lo peor era la sustracción de oportunidades al alumnado, consecuencia de lo que acaba de relatarse, pero también de otros defectos estructurales: no existen organismos que gestionen la movilidad internacional, las convocatorias de becas para posgrados y doctorados están limitadas a estudiantes universitarios, no existe permeabilidad vertical que pueda conformar equipos de investigación y, por encima de todo, la falta de acreditación de las titulaciones pone en juego su validez internacional.

Hemos decidido levantar la voz para decir que existen posibilidades de integrar estos estudios en la Universidad
Conscientes de esas carencias, un grupo de soldados, sargentos y capitanes hemos decidido levantar la voz para decir que existen posibilidades de integrar estos estudios en la Universidad y acabar de un plumazo con esta situación injusta. Una escena que nos sitúa ante títulos de grado oficialmente acreditados, con reglamentos y normativa clarificadora, con regímenes laborales dignos, con dotaciones suficientes, con optimización de recursos, con movilidad internacional, con investigación dinámica, con posibilidad de doctorado, con todo aquello que se nos ha escamoteado largamente por razones nunca explicadas pero utilizando el demagógico lenguaje del enfrentamiento a una Universidad devoradora. Esa misma Universidad a la que exigiremos la admisión de nuestros rasgos particulares, nuestros métodos, aquellas cosas buenas que pueden asimismo enriquecerla.

Como está ocurriendo en Siria, algunos hemos abandonado el ejército regular, hemos pasado a la clandestinidad y seremos orgullosamente tildados de desertores. Como en ese dolorido país, esperamos seguir acumulando adeptos para derrotar a los generales que representan el poder establecido y el inmovilismo. Como los sirios, lograremos que la verdad se imponga, la paz se restablezca y podamos dedicarnos a aquello lo que nos satisface. Algo tan simple como formar artistas en condiciones de igualdad, pasada la tempestad definitivamente.

Fernando Carrera Ramírez es director de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Galicia

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El monopolio de un vocablo

La estimación parcial del recurso presentada por algunas universidades en relación con la ordenación de las enseñanzas artísticas superiores establecida por el Real Decreto 1614/2009, declarando nulos algunos artículos del mismo, supone, en la práctica, la privación a los centros superiores de enseñanzas artísticas de la denominación de grado o graduado y la posibilidad de que las universidades dupliquen las especialidades ofertadas en ellos.

 

Por otra parte, la sentencia viene a confirmar la plena integración de las enseñanzas artísticas superiores en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), con la posibilidad de definir e impartir títulos de máster en Enseñanzas Artísticas. Y al respecto es bueno notar dos cosas:

a) Se habla de Espacio Europeo de Educación Superior, no de Espacio Europeo de Educación Universitaria.

b) El máster es un posgrado. ¿Cómo es posible que exista la posibilidad de impartir un posgrado y no la haya de impartir un grado?

El título de grado no puede ser exclusivo de la Unversidad
La imposibilidad de que los títulos superiores de enseñanzas artísticas se denominen «grado» es, en apariencia, una simple cuestión de nomenclatura, porque los títulos tienen el mismo valor y así lo confirma la sentencia; pero no es así realmente, porque «grado» no es solo un vocablo, es un concepto que encierra el significado de «estudios superiores». Solo en ese sentido cabe interpretar que, en Europa, la educación superior se organice en dos ciclos: grado y posgrado. Sería de difícil entendimiento que una sentencia imposibilitase la utilización de una palabra y menos entendible es cuando en ella se encierra un concepto a cuya obtención se llega a través de unas unidades de medida, los ECTS, compartidos por toda la educación superior, tanto universitaria como no universitaria. Entendemos, en consecuencia, que la denominación de grado –posiblemente con «apellido»- no puede ser exclusiva de la Universidad porque con ello tal vez se conculcarían los parámetros el Espacio Europeo de Educación Superior. Ello al margen de que una lectura reposada y seria de los artículos 54 al 57 de la Ley Orgánica de Educación (LOE) nos ofrece una interpretación ambivalente en sentido filológico, como, en su día, manifestó la RAE ante la consulta realizada al efecto y que vino a decir que o falta una coma para que el título sea grado o hay que cambiar una letra para que sea equivalente.

Al margen de que ni académica ni profesionalmente quede, con la sentencia, cuestionada la validez de nuestras enseñanzas ni de sus títulos, muy al contrario; se ha roto la consecución del «Título de grado» como título único para todas las enseñanzas del EEES, como sería lógico. Esta situación no se produce en ningún otro país europeo, independientemente de que los estudios se cursen en una universidad, un conservatorio o una academia, pero es bueno recordar que, en nuestro país, cada avance normativo para las enseñanza artísticas superiores ha venido acompañado de un sinfín de torpezas y errores que lo han devaluado. Al margen de ello, decimos, este problema de denominación puede tener repercusiones reales de percepción social magnificadas por quienes pretenden desmerecer los títulos de nuestros centros manifestando ignorar que la excelencia pedagógica, la dedicación, la osmosis entre práctica y pedagogía así como la vocación son las pautas de actuación en los centros de enseñanzas artísticas superiores.

Este problema de denominación puede tener repercusiones reales de percepción social
En cuanto a la anulación de la disposición adicional 7ª , la sentencia lo hace en base a que se refiere al grado, pero el Tribunal Supremo no entra en el fondo de la cuestión. Veamos que, con relación a ello, se dice «con independencia de que coincidamos o no con el planteamiento que realiza la de mandante o con las apreciaciones de la defensa del Estado…» Y surge la pregunta: ¿qué hubiera pasado si no se hablase de grado?

En otro orden de cosas, sería bueno recordar el apartado tercero del artículo 58 de la LOE: «Los estudios superiores de música y de danza, se cursarán en los conservatorios o escuelas superiores de música y danza y los de arte dramático se cursarán en las escuelas de arte dramático: los de conservación de bienes culturales en las escuelas superiores de conservación y restauración de bienes culturales; los estudios superiores de artes plásticas en las escuelas superiores de la especialidad correspondiente y los estudios superiores de diseño en las escuelas superiores de diseño». Y la LOE, que sepamos, no ha sido recurrida.

La propia Ley Orgánica de Universidades (LOU) tenía previsto que existiesen otros centros en los que se impartiese la educación superior. De ahí la disposición adicional sexta:

«De otros centros docentes de educación superior. Los centros docentes de educación superior que, por la naturaleza de las enseñanzas que impartan o los títulos o diplomas que estén autorizados a expedir, no se integren o no proceda su integración o adscripción a una Universidad, conforme a los términos de la presente Ley, se regirán por las disposiciones específicas que les sean aplicables».

El espacio de la enseñanza de las artes debe ser superior pero autónomo de la Universidad
Querríamos, finalmente, afirmar que nunca los centros superiores de enseñanzas artísticas han albergado sentimiento alguno de animadversión hacía las universidades y, como no podría ser de otra manera, las relaciones con los campus de su entorno son óptimas, siendo todos los docentes titulados universitarios y un gran volumen de ellos doctores. Ello no obstante, entendemos que el espacio de la enseñanza de las artes debe ser superior pero autónomo de la Universidad, en un ecosistema propio que garantice las condiciones imprescindibles para la vida y el desarrollo de las artes, lo que comporta unas pruebas de acceso específicas donde se valoren no solo los conocimientos sino también las aptitudes, unas ratios profesor/alumno tan reducidas como exigen algunas materias, etcétera.

Es urgente dotar a estas enseñanzas y los centros que las imparten de un marco jurídico garante de autonomías académica, económica y de gestión y de un espacio propio equivalente –ahora sí- al universitario. En coherencia con los títulos que imparten que todos deseamos, que cuanto antes, puedan ser verificados y evaluados por una agencia de calidad, conscientes de las mejoras que necesitamos pero también de la excelencia que ofertamos.

Entendemos que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte debe dar una respuesta integral a la problemática suscitada, lo que exige considerar todas las variables, y entre ellas son especialmente importantes las que afectan a un alumnado inquieto, molesto y desasosegado con la sentencia que, sistemáticamente, a lo largo de los últimos años vio sensiblemente reducidos sus derechos en relación con los que tienen otros estudiantes del equivalente nivel.

Juan Ángel Serrano es presidente de la Asociación Española de Centros Superiores de Enseñanzas Artísticas (ACESEA)

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Sentido común y títulos universitarios

Hace un par de semanas el Tribunal Supremo dictó sentencia sobre un tema que, a quien lea este texto, podría parecerle más de sentido común que de justicia. Básicamente, el Tribunal Supremo anuló -parcialmente- un real decreto que permitía otorgar los mismos títulos que imparte la Universidad a instituciones no universitarias. En concreto, se trataba de los títulos de las Escuelas Superiores de Artes Plásticas, de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, de Diseño, de Música; de Danza y de Arte Dramático. Y, por si no fuera suficiente, esa misma norma contenía la posibilidad de impedir que las universidades pudieran ofrecer títulos coincidentes en esos ámbitos, sin tener en cuenta que algunos de estos ya venían haciéndolo en las facultades de Bellas Artes desde que estas se incorporaron a la Universidad, hace más de 30 años.

En apenas dos párrafos de un Boletín Oficial del Estado, se había conseguido identificar a las escuelas con las universidades y cercenar las competencias que a estas les asigna la Constitución. Y se preguntarán cómo… Pues no a través de un sistema de acreditación de sus títulos, ni de centros y profesores; ni tampoco por un proceso de adscripción de cada escuela a una universidad. No con las mismas exigencias de calidad que tienen todos los estudios universitarios, sino mucho más fácil: por decreto. Los títulos que se habrían otorgado de este modo irregular, tal y como ha entendido el Tribunal Supremo al impedirlo, habrían sido de grado en Artes Plásticas, en Diseño, en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, en Música, en Teatro y en Danza. Afortunadamente, el Tribunal Supremo ha devuelto el sentido común a este asunto.

Se había conseguido identificar a las escuelas artísticas superiores con las universidades por decreto
En el amplio recorrido que tenemos las facultades de Bellas Artes, hemos comprobado, sin ninguna duda, que la Universidad es el espacio más propicio para el desarrollo interdisciplinar del Arte y de su Conservación y Restauración; que esta ubicación nos permite estar en relación permanente con otros ámbitos del conocimiento humanístico, científico y tecnológico, y alcanzar así el máximo nivel. Al mismo tiempo, las enseñanzas artísticas, por su carácter transversal y su potencial de innovación resultan decididamente enriquecedoras para la Universidad.

Puesto que hasta el año 1978 ocupábamos el mismo ámbito académico que las escuelas superiores, ya que nuestros orígenes fueron los mismos, conocemos muy bien el cambio que supone haber entrado en la Universidad. Las facultades de Bellas Artes acreditamos la calidad de nuestras enseñanzas mediante los mismos procedimientos que lo hacen el resto de facultades y centros universitarios: sometemos nuestras titulaciones a la exhaustiva revisión de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad (ANECA), tal como se exige para el resto de los títulos españoles del Espacio Europeo de Educación Superior. Además, la Universidad ofrece a sus estudiantes la posibilidad de realizar un recorrido completo y coherente desde el grado al doctorado, en una misma línea de especialización progresiva y con un reconocimiento asociado al prestigio de la institución.

Afortunadamente, el Tribunal Supremo ha devuelto el sentido común a este asunto
No se trata por tanto de una cuestión meramente semántica, relacionada exclusivamente con la denominación de los títulos. No habría sido justo ni comprensible que, por una vía paralela, se hubiera permitido a otras instituciones que siguen otras reglas diferentes otorgar títulos con la misma denominación que tienen los títulos universitarios.

Por ello, con el fin de evitar la confusión y defender su autonomía, presentaron recursos las Universidades de Granada, de Málaga, de Sevilla, Politécnica de Valencia y Complutense de Madrid­, gracias a lo cual el Tribunal Supremo se ha pronunciado dictando una sentencia que clarifica el mapa educativo de las enseñanzas artísticas, reservando la denominación de grado para los títulos universitarios.

Ante la noticia de la sentencia, ha sido necesario informar que no afecta a los Grados Universitarios de ninguna de las facultades de Bellas Artes pues, naturalmente, la denominación de grado en relación a las enseñanzas artísticas se asocia directamente con nuestras enseñanzas, lo que demuestra el componente de confusión que contenía el real decreto.

Nos parece lógico que se cuestione si tiene sentido mantener dos estructuras paralelas
No obstante, algunas escuelas han entendido que la sentencia, más que un problema, supone una oportunidad para pedir su adscripción a la Universidad, y abre definitivamente la vía para que también los estudios de danza, arte dramático y música entren en la Universidad y se produzca la normalización plena de las enseñanzas artísticas superiores. Nos parece lógico que se cuestione si tiene sentido mantener dos estructuras paralelas que, además de conducir a paradójicas, confusas y conflictivas situaciones, como la ahora vivida, conllevan un coste económico de difícil justificación.

En todo caso, reconocemos la labor que realizan las escuelas superiores de enseñanzas artísticas y entendemos que esta sentencia no niega su función, sencillamente afirma lo evidente: que no son centros universitarios y que en eso estriban notables diferencias. A partir de ahí, sigamos caminando, encontrándonos cuantas veces sea necesario y ayudándonos a crecer, si llegara el caso.

Firman este artículo los decanos de las facultades de Bellas Artes de las universidades de Granada (Víctor Medina), Sevilla (María Teresa Carrasco), Málaga (Salvador Haro), Politécnica de Valencia (José Luis Cueto), Barcelona (Salvador García), País Vasco (Josu Rekalde), Miguel Hernández (José Vicente Martín), La Laguna (Alfonso Ruiz), Murcia (Juan Romera), Vigo (Juan Carlos Meana), Zaragoza (Luisa Esteban) y Salamanca (José Manuel Prada)

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