– «La familia Lorca no puede ser la dominadora de los restos de otros»
Nadie como él conoce los entresijos de la lucha por la dignificación de los muertos olvidados de la Guerra Civil en la provincia.
La asociación que preside trabaja para que no se olvide el periodo más desgraciado de la historia reciente de España. El mes de octubre está señalado en rojo en su agenda, ya que en dicha fecha se realizará la primera exhumación, la de dos maquis de Moraleda de Zafayona. Se hará con la colaboración técnica de la Universidad de Granada. Francisco González Arroyo no puede evitar que le brillen los ojos cuando habla de las distintas historias anónimas que asolaron a muchas familias granadinas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista.
¿Cómo llegó a interesarse por el tema?
p Todo arranca cuando no tenía aún cinco años cumplidos. Empecé a observar una situación familiar: Un primo hermano fue asesinado durante la Guerra Civil y en la familia se hablaba con una veneración inusitada sobre esta persona.
¿Eso despertó en aquel niño una inquietud política?
p En mi sentido de las cosas, no era una inquietud política sino por tantas personas como oía que habían desaparecido. ´Murió cuando la guerra´ era un sonsonete que me estaba martilleando. Hasta que un día, pasando por el campo de las Pepinas, mi padre me señaló unas piedras y me dijo esta frase que se me ha quedado grabadita: ´Debajo de esas piedras enterraban a los hombres que mataban cuando la guerra´.
La represión fue especialmente virulenta en la zona de El Fargue, ¿no?
p Nací, crecí y he vuelto a vivir en El Fargue. Allí fue especialmente cruel la represión. De trabajadores de la fábrica, no menos de 300 fueron vilmente asesinados. Viviendo en la barriada, más de 50 de una población que entonces no llegaría a los 2.000 habitantes. No había familias, excepto algunas que se significaron precisamente por lo contrario, en las que no hubiera una víctima.
¿Cuándo quiso ser historiador?
p Mi pasión por la historia tiene un camino muy diferente. Arranca de aquellos años de la niñez pero sobre todo porque en casa de un hermano de mi abuelo se celebraba una tertulia de cuatro personas en la que se hablaba muchísimo de la historia de la alquería (El Fargue) desde la Guerra de la Independencia, con episodios también curiosos y dignos de recogerse.
Es decir, la vocación por saber qué pasó con las víctimas es anterior a su vocación como historiador.
p Surgen casi paralelas pero sí, es anterior. Mi trabajo por las víctimas empieza cuando ya he cumplido los 18 años. Es entonces cuando comienzo a conocer relatos que no estaban censurados por el terror de la larga posguerra.
Hasta llegar a la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, ¿Cómo organizaron su trabajo de concienciación?
p Empiezas a buscar testimonios directos. Ya no hablas con ellos como testigos sino como familiares. A medida que vas conociendo la tragedia con la que han vivido siempre, te vas haciendo cómplice de su dolor. Quieres por un lado hacer tu investigación histórica, pero te das cuenta de que esas personas, que en ese momento son colaboradores tuyos, necesitan que alguien les apoye.
En este punto se funda la asociación.
p Al principio hacemos un trabajo sin asociarnos. Son mediados de los noventa y coincidimos en los mismos espacios -Víznar, el cementerio de Granada y la cañada del Colmenar- un grupo de personas que tenemos el mismo propósito: La dignificación de las víctimas.
En ese momento, ¿Estaban en contacto con otras entidades similares?
p Sí, en 2002, con nuestros estatutos redactados, somos conscientes del movimiento del periodista Emilio Silva y otros historiadores por la recuperación de la memoria histórica. Como perseguíamos los mismos propósitos, nos pareció lógico acogernos a esa nomenclatura de la memoria histórica. El 14 de abril de 2003 registramos la asociación.
Son ustedes, independientemente de su ideología, republicanos.
p Sí, esencialmente republicanos y respetuosos del orden legalmente establecido derivado de la Constitución.
¿Existen muchas peticiones de exhumación?
p Muchísimas, unas 60 o 70. Realizables, muy pocas, quizás ocho. De las 12.500 víctimas causadas por el bando sublevado que hubo en la provincia, el 75% está en fosas supermayoritarias. Unas 2.500 están en el cementerio de Granada, entre 2.500 quinientas y 3.000, en el barranco de Víznar y el complejo de Alfacar, y unas 5.000 en el barranco del Carrizal, en el término de Órgiva.
¿Y aparte de ésas?
p Nos encontramos con fosas que no llegaron a serlo en las que los cuerpos de las víctimas fueron pasto de las alimañas. Me refiero al barranco de Tablate.
¿Y las víctimas de la dictadura?
p En los años de la dictadura, casi todas las víctimas se enterraban en determinados cementerios o fosas y se les abría a posteriori una causa judicial para justificar el asesinato. En las descripciones, los asesinos son muy minuciosos.
La exhumación de octubre es la primera que se celebra en Granada.
p Sí, por fin.
¿La Granada conservadora ha puesto muchas chinas en el camino?
p De una manera directa no. Pero sí manipulando a la opinión pública e intentando que se sume a esa máxima de ´dejemos que los muertos descansen en paz´. Curiosamente, siempre que se dice esto último es porque los suyos ya descansan en paz desde el primer día.
Siempre se dice que víctimas hubo en los dos bandos.
p ¡Hay que ver el rendimiento tan enorme que les ha dado Paracuellos del Jarama! Se ha convertido en el gran símbolo. Siempre se saca este referente cuando hablamos de una víctima de Granada a la que se la quiere dignificar. Nos parece una falacia escandalosa. En la provincia reconocidos, cuantificados, dignificados, enaltecidos y homenajeados por el franquismo, hubo aproximadamente 770 víctimas. En el otro bando, hubo más de 12.500 víctimas. Las primeras merecen absolutamente todo el respeto nuestro y de la sociedad. Pero pretender comparar esas víctimas que fueron incluso recompensadas de distinta forma, me parece indigno porque las otras víctimas son desconocidas y están en lugares profanados en la mayoría de los casos.
Para la recuperación de los restos, ¿La familia tiene la última palabra?
p Siempre. La primera y la última desde que se dirige a la asociación o a las administraciones.
También en el caso de Lorca.
p Desde luego, sólo con una pequeña objeción: Tal vez el resto de la humanidad tenga algo que decir. Si las administraciones declinan ese supuesto derecho a opinar, nos queda sólo la familia de Lorca, que sólo puede, debe y tiene que opinar sobre Federico García Lorca y no sobre ninguna otra víctima.
No pueden decidir sobre toda la fosa común.
p Con todo el respeto que me merece la familia en su conjunto, algunos de cuyos miembros son especialmente venerados por mí, la familia Lorca no puede erigirse en dominadora de los restos de otros. Incluso la propia Ley de la Memoria Histórica pone un cierto coto en ese punto cuando dice que los jueces tendrán en cuenta la existencia de familiares de la víctima que se pudieran oponer a la recuperación de los restos. Que nosotros sepamos la familia de García Lorca no son familiares de ninguno de los tres que le acompañaron.
¿Cree que existe alguna razón oculta para no exhumar los restos de Lorca?
p No, no pienso que la familia tenga ninguna razón oculta si no que, simplemente, cada uno tenemos nuestra forma de concebir y cerrar un duelo.
¿Cuáles son los principales fallos de la Ley de la Memoria Histórica?
p Para mí tiene un fallo garrafal, y es que no prevé recursos para cumplir con un deber del Estado como es facilitar la recuperación de los restos a los familiares y sufragar esos gastos. Fue el Estado quien mató y es él quien tiene que reparar, y no las familias.Éstas no pueden ser dos veces víctimas. Otro fallo importante desde nuestro punto de vista es que no reconoce lo que se frustró. El hijo del maestro Dióscoro Galindo era estudiante de Medicina en el momento del asesinato de su padre. Ese doctor se frustró para siempre. De una manera simbólica, la democracia tendría que otorgarle a título póstumo el título de doctor.
En Alemania se produjo una verdadera catarsis colectiva tras el nazismo. ¿Por qué aquí no ha sido posible?
p El dichoso consenso… Mientras que en Alemania todas las fuerzas democráticas decidieron la condena del nazismo, en España algunos, que deberían ser los primeros en poner diferencias con el régimen de Franco, se empeñan en no condenarlo.
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