las gabias
Elogio del ‘cabezón´
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Los vecinos de Las Gabias asisten a la inauguración de la escultura de ´El Cabezón´. Charo Valenzuela
MULTIMEDIA
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El municipio rinde homenaje a Manuel Baena, el vecino que dio fama a los habitantes del municipio por las grandes dimensiones de su cabeza.
ROCÍO S. NOGUERAS. Los tópicos y las generalizaciones son simplificaciones de la realidad que, aunque distorsionados, suelen guardar una base de verdad más o menos identificable. Las leyendas y los mitos tienen su origen, a menudo, en anécdotas y casos singulares que, de boca en boca, circularon por los pueblos cercanos al lugar donde nació la historia. Así ocurrió en el municipio de Las Gabias, cuyos vecinos asumen en la actualidad el apodo de ‘cabezones´ a causa de las dimensiones del cráneo de uno de sus antecesores.
Manuel Baena García nació en julio de 1868 y sufrió una enfermedad congénita conocida como hidrocefalia que provocó un crecimiento desmedido de su cabeza. Pese a la complejidad de su enfermedad, que en aquella época no otorgaba más de un año de vida a quien la padecía, Baena vivió hasta los 48 años y hoy, casi un siglo después de su muerte, su recuerdo perdura entre los gabirros y más allá de las fronteras del municipio.
“Él nos dio el apodo y nosotros lo hemos dotado de contenido a lo largo del tiempo”. De este modo resume la herencia del ‘cabezón de Gabia´ Vanesa Polo Gil, la edil del Cultura del Ayuntamiento de este municipio, que rinde homenaje al también conocido como ‘El niño de Gabia´ con un busto de bronce que ahora luce en la Plaza de las Cabras. “Nuestra intención es mantener la tradición popular y recordar a uno de los personajes más importantes del municipio”, asegura la concejal, que admite sentirse orgullosa del apelativo del que, como vecina de la localidad, también es portadora.
Y es que, más allá del volumen craneal, existe, según Polo Gil, cierta obstinación y testarudez en el carácter de los gabirros, por lo que el legado de su antecesor adquiere, de algún modo, un fundamento real que aún permanece. En agradecimiento al apelativo, el pueblo ha decidido inmortalizar el recuerdo de este singular personaje que llevó el nombre de Las Gabias allá por las tierras que visitó como vendedor de lotería. Un busto esculpido en bronce da fe, desde su inauguración el pasado domingo, de parte de la historia y del presente de los habitantes de este pueblo del área metropolitana granadina.
La escultura, realizada por Javier Casares Jiménez, toma como referencia el cráneo real, que se encuentra en el Museo Anatómico de la Facultad de Medicina. La Universidad ofreció a Manuel Baena una pequeña asignación económica a cambio de que donara su cráneo para usos científicos cuando falleciera, lo que, junto con la venta de boletos, permitió a este vecino vivir humildemente y proporcionó a la investigación científica una herramienta de trabajo.
En la representación realizada por Casares, “el busto es más grande que el original”, según explica el artista. “El proceso de creación –añade– empezó con la documentación, a lo que siguieron la modelación y la reproducción en cera, para concluir con el trabajo en bronce”. Las mediciones del cráneo real fueron el punto de partida, si bien el artista contó, además, con un modelado en barro cocido que realizó el escultor anatómico de la Facultad de Medicina, Antonio Marín, cuando Manuel Baena contaba con 20 años de edad, así como con un retrato del personaje, obra del pintor Ruiz Morales.
El Ayuntamiento de Las Gabias ha esperado a que concluyeran los trabajos de remodelación de la Plaza de las Cabras para incorporar en ella la escultura, una ubicación que, según la edil de Cultura, “es la más adecuada por hallarse en pleno centro histórico del municipio y cerca de la casa en que vivió Manuel Baena”. Los vecinos que asistieron a la presentación del nuevo monumento aplaudieron el acto en memoria del ‘cabezón´ e insistieron en el parecido de la escultura con el retrato del personaje.
Entre los asistentes se encontraban algunos familiares lejanos del homenajeado, como Manuel González Baena, sobrino-nieto del personaje, que aseguró sentirse orgulloso de su antecesor y agradeció el acto de reconocimiento del Ayuntamiento que fue también, como señaló el alcalde de Las Gabias, Francisco Javier Aragón, “un homenaje a sus familiares”. Aunque los naturales de la localidad llevan con orgullo el apodo y la fama de ‘cabezones´ que su ilustre antecesor dejó para la posteridad, lo cierto es que la hidrocefalia es una enfermedad muy grave.
Como explica el director del Laboratorio de Antropología de la Facultad de Medicina de la UGR, Miguel Botella, “la hidrocefalia es una enfermedad congénita que se produce en el interior del sistema nervioso por la obstrucción de las válvulas que eliminan el líquido cefalorraquídeo”. El organismo de una persona sana produce y elimina constantemente, por el sistema linfático, este líquido pero, cuando un individuo padece hidrocefalia, la obstrucción de las válvulas impide que el proceso se desarrolle con normalidad.
La cara amarga. Antiguamente, si la enfermedad era muy aguda, el bebé moría al poco tiempo de nacer. Hay casos excepcionales en los que la obstrucción de las válvulas es parcial y el niño sobrevive, como le ocurrió a Manuel Baena. En un enfermo con hidrocefalia crónica, el drenaje es menor de lo habitual, por lo que el aumento de la cantidad del líquido “comprime el cráneo y esa presión impide la expansión normal del cerebro y provoca, al mismo tiempo, un crecimiento progresivo de los huesos de la cabeza”.
La enfermedad afecta, según explica Botella, “a la corteza cerebral y al sistema nervioso, por lo que provoca un déficit intelectual que, en función del caso, será más o menos agudo”. El ‘cabezón de Gabia´ logró, a pesar de sus limitaciones, vivir con autosuficiencia, y la donación de su cráneo a la ciencia permitió que hoy día “se mueran muchísimos menos niños a causa de esta enfermedad”.
El cráneo de Manuel Baena mide “2.760 centímetros cúbicos”, según señala el director del Laboratorio de Antropología, “y es quince centímetros más pequeño que el cráneo más grande que se conserva”, mientras que la media en las personas que no padecen esta enfermedad “es de 1.400 centímetros cúbicos”. Francisco Javier Aragón quiso recordar “cariñosamente” la historia de este personaje, de la que, según señaló, “todos nos hemos reído y nos hemos sentido orgullosos en algún momento de nuestra existencia”. La presentación de la escultura y la lectura de un poema en nombre de ‘El niño de Gabia´, escrito por Manuel Izquierdo, marcaron el acto en memoria del padre del apodo local.
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