La Diputación de Cádiz organiza un curso sobre drogadicción

en el saladillo

La Diputación de Cádiz organiza un curso sobre drogadicción

REDACCIÓN
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algeciras. El Servicio Provincial de Drogodependencias (SPD) de la Diputación de Cádiz ha organizado un curso sobre Evaluación Neuropsicológica en Drogodependencias. Trastornos adictivos y emocionales, que se desarrollará el viernes día 17 de marzo, en horario de 10.00 a 14.00 horas, en el Centro de Atención Ambulatoria de Algeciras, ubicado en la calle Miguel Hernández 17, en la barriada de El Saladillo.
Los ponentes serán Francisco Aguilar de Arcos, médico y psicólogo, director del Centro de Rehabilitación de Drogodependientes Cortijo Buenos Aires; y Miguel Pérez García, doctor en Psicología y profesor titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada; presidente de la Sociedad Andaluza de Neuropsicología.

El curso se dirige a médicos, psicólogos, educadores, trabajadores sociales, y técnicos relacionados profesionalmente con las drogodependencias y adicciones.

En el supuesto de disponibilidad de plazas, podrán acceder estudiantes de los últimos cursos de las carreras universitarias citadas.

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Más de mitad de las maltratadas se apiadan de su agresor

La mitad de las maltratadas siente compasión por su agresor, según un estudio del Instituto de Criminología
EFE – Granada
EL PAÍS – 06-03-2006
Más de la mitad de las mujeres maltratadas en el ámbito de la pareja siente compasión por su agresor, aunque la mayoría también tiene miedo, entre otros sentimientos, según un estudio en el que se señala que, como castigo, las víctimas prefieren el tratamiento o una reprimenda del juez. Así se desprende del estudio realizado por penalistas, criminólogos y estadísticos del Instituto de Criminología de la Universidad de Granada, en el que participaron 338 mujeres que acudieron a alguno de los ocho Servicios de Apoyo a las Víctimas de Andalucía (SAVA) y rellenaron un extenso cuestionario.

El coordinador del proyecto, Lorenzo Morillas, explicó que los objetivos del estudio eran ver sobre qué mujeres afecta el maltrato, conocer la naturaleza y forma del mismo o cómo ven ellas a su agresor, entre otros.

Según los cuestionarios, la mayoría de las mujeres tenía entre 30 y 39 años, estaba separada legalmente (31,4%) y de hecho (12,9%) o casada (32,3%) y tenía estudios secundarios o primarios (55%), aunque un 10% era licenciada o diplomada.

El 53,3% de las mujeres trabajaba en casa y el 46,7% fuera, en la mayoría de los casos sin contrato (42,9%) o con contrato temporal (26,7%), mientras que los agresores presentaban menos estudios, aunque tenían trabajos más cualificados y estables, lo que significa que el paro no es relevante para explicar su conducta, mientras que sí puede afectar la dependencia económica de la víctima.

En la mayoría de los casos, en la familia de origen de la víctima no existieron malos tratos (71%), mientras que en la del agresor los hubo en el 75% de los casos de media, proporción que pone de manifiesto la relación existente entre la experiencia vivida por el hombre y su tendencia a maltratar.

Preguntadas por si su pareja sufría alteraciones o enfermedades mentales, el 20% dijo que sí, sobre todo por alcoholismo (38%), mientras que el 74% contestó que no, lo que parece indicar que los maltratadores son personas normales, siempre dicho entre comillas, subrayó Morillas.

En todos los casos, las mujeres sufrieron malos tratos psíquicos, principalmente insultos, quitarles la razón, gritos, amenazas y humillaciones; y en el 92% físicos, sobre todo empujones, puñetazos, bofetadas y agresiones sexuales, situación que por término medio soportaron durante 12 o 13 años.

Tras sufrir un maltrato, sólo el 7% de las víctimas interpuso una denuncia inmediatamente, mientras que la mayoría sufrió bloqueo (57%), pidió explicaciones (55%), dijo que iba a dejar la relación (52%) o huyó de lugar (46%), mientras que pasado un tiempo, el 80,7% de las encuestadas denunció a su agresor.

Preguntadas por lo que sentían hacia su maltratador cuando eran maltratadas, las mujeres dijeron: miedo (81%), dependencia por los hijos (60%), compasión (57%), odio (52%), venganza (38%), afecto (36%), amor (32%) o indiferencia (60%).

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La mitad de las mujeres maltratadassiente compasión por su agresor

La mitad de las maltratadas siente compasión por su agresor, según un estudio del Instituto de Criminología
EFE – Granada
EL PAÍS – 06-03-2006
Más de la mitad de las mujeres maltratadas en el ámbito de la pareja siente compasión por su agresor, aunque la mayoría también tiene miedo, entre otros sentimientos, según un estudio en el que se señala que, como castigo, las víctimas prefieren el tratamiento o una reprimenda del juez. Así se desprende del estudio realizado por penalistas, criminólogos y estadísticos del Instituto de Criminología de la Universidad de Granada, en el que participaron 338 mujeres que acudieron a alguno de los ocho Servicios de Apoyo a las Víctimas de Andalucía (SAVA) y rellenaron un extenso cuestionario.

El coordinador del proyecto, Lorenzo Morillas, explicó que los objetivos del estudio eran ver sobre qué mujeres afecta el maltrato, conocer la naturaleza y forma del mismo o cómo ven ellas a su agresor, entre otros.

Según los cuestionarios, la mayoría de las mujeres tenía entre 30 y 39 años, estaba separada legalmente (31,4%) y de hecho (12,9%) o casada (32,3%) y tenía estudios secundarios o primarios (55%), aunque un 10% era licenciada o diplomada.

El 53,3% de las mujeres trabajaba en casa y el 46,7% fuera, en la mayoría de los casos sin contrato (42,9%) o con contrato temporal (26,7%), mientras que los agresores presentaban menos estudios, aunque tenían trabajos más cualificados y estables, lo que significa que el paro no es relevante para explicar su conducta, mientras que sí puede afectar la dependencia económica de la víctima.

En la mayoría de los casos, en la familia de origen de la víctima no existieron malos tratos (71%), mientras que en la del agresor los hubo en el 75% de los casos de media, proporción que pone de manifiesto la relación existente entre la experiencia vivida por el hombre y su tendencia a maltratar.

Preguntadas por si su pareja sufría alteraciones o enfermedades mentales, el 20% dijo que sí, sobre todo por alcoholismo (38%), mientras que el 74% contestó que no, lo que parece indicar que los maltratadores son personas normales, siempre dicho entre comillas, subrayó Morillas.

En todos los casos, las mujeres sufrieron malos tratos psíquicos, principalmente insultos, quitarles la razón, gritos, amenazas y humillaciones; y en el 92% físicos, sobre todo empujones, puñetazos, bofetadas y agresiones sexuales, situación que por término medio soportaron durante 12 o 13 años.

Tras sufrir un maltrato, sólo el 7% de las víctimas interpuso una denuncia inmediatamente, mientras que la mayoría sufrió bloqueo (57%), pidió explicaciones (55%), dijo que iba a dejar la relación (52%) o huyó de lugar (46%), mientras que pasado un tiempo, el 80,7% de las encuestadas denunció a su agresor.

Preguntadas por lo que sentían hacia su maltratador cuando eran maltratadas, las mujeres dijeron: miedo (81%), dependencia por los hijos (60%), compasión (57%), odio (52%), venganza (38%), afecto (36%), amor (32%) o indiferencia (60%).

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La mitad de las mujeres maltratadas siente compasión por su agresor

La mitad de las maltratadas siente compasión por su agresor, según un estudio del Instituto de Criminología
EFE – Granada
EL PAÍS – 06-03-2006
Más de la mitad de las mujeres maltratadas en el ámbito de la pareja siente compasión por su agresor, aunque la mayoría también tiene miedo, entre otros sentimientos, según un estudio en el que se señala que, como castigo, las víctimas prefieren el tratamiento o una reprimenda del juez. Así se desprende del estudio realizado por penalistas, criminólogos y estadísticos del Instituto de Criminología de la Universidad de Granada, en el que participaron 338 mujeres que acudieron a alguno de los ocho Servicios de Apoyo a las Víctimas de Andalucía (SAVA) y rellenaron un extenso cuestionario.

El coordinador del proyecto, Lorenzo Morillas, explicó que los objetivos del estudio eran ver sobre qué mujeres afecta el maltrato, conocer la naturaleza y forma del mismo o cómo ven ellas a su agresor, entre otros.

Según los cuestionarios, la mayoría de las mujeres tenía entre 30 y 39 años, estaba separada legalmente (31,4%) y de hecho (12,9%) o casada (32,3%) y tenía estudios secundarios o primarios (55%), aunque un 10% era licenciada o diplomada.

El 53,3% de las mujeres trabajaba en casa y el 46,7% fuera, en la mayoría de los casos sin contrato (42,9%) o con contrato temporal (26,7%), mientras que los agresores presentaban menos estudios, aunque tenían trabajos más cualificados y estables, lo que significa que el paro no es relevante para explicar su conducta, mientras que sí puede afectar la dependencia económica de la víctima.

En la mayoría de los casos, en la familia de origen de la víctima no existieron malos tratos (71%), mientras que en la del agresor los hubo en el 75% de los casos de media, proporción que pone de manifiesto la relación existente entre la experiencia vivida por el hombre y su tendencia a maltratar.

Preguntadas por si su pareja sufría alteraciones o enfermedades mentales, el 20% dijo que sí, sobre todo por alcoholismo (38%), mientras que el 74% contestó que no, lo que parece indicar que los maltratadores son personas normales, siempre dicho entre comillas, subrayó Morillas.

En todos los casos, las mujeres sufrieron malos tratos psíquicos, principalmente insultos, quitarles la razón, gritos, amenazas y humillaciones; y en el 92% físicos, sobre todo empujones, puñetazos, bofetadas y agresiones sexuales, situación que por término medio soportaron durante 12 o 13 años.

Tras sufrir un maltrato, sólo el 7% de las víctimas interpuso una denuncia inmediatamente, mientras que la mayoría sufrió bloqueo (57%), pidió explicaciones (55%), dijo que iba a dejar la relación (52%) o huyó de lugar (46%), mientras que pasado un tiempo, el 80,7% de las encuestadas denunció a su agresor.

Preguntadas por lo que sentían hacia su maltratador cuando eran maltratadas, las mujeres dijeron: miedo (81%), dependencia por los hijos (60%), compasión (57%), odio (52%), venganza (38%), afecto (36%), amor (32%) o indiferencia (60%).

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Bajo la óptica onírica de Manuel Falces

Bajo la óptica onírica de Manuel Falces

g. h.
otras obras. Exposición de Manuel Falces.

REDACCIÓN
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granada. Maestro de fotógrafos de reconocido prestigio, Manuel Falces ha desarrollado una larga trayectoria como profesor, crítico y creador del Centro Andaluz de Fotografía de Almería. A esta labor de campo suma su propia tarea creativa, marcada por el interés en temas como la arquitectura, el fotomontaje y el entorno humano y paisajístico. El centro cultural de CajaGranada en San Antón refleja fielmente la filosofía del autor con fotografías de tono onírico cargadas de sugerencias. La exposición puede visitarse hasta el próximo 26 de marzo en la sala A del centro cultural.
Manuel Falces nació en Almería en 1952. Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada, comenzó a interesarse por la fotografía en 1970.

Seis años después, publicó Introducción a la Fotografía Española, por el que obtuvo el premio de ensayo Ángel Ganivet de la Universidad. Desde entonces, alterna su labor fotográfica con la tarea crítica (muy conocido por su labor en el diario El País) y con la docencia. Desde 1989, el autor trabaja en digitalización de imágenes e interacción de la fotografía con otros medios. Manuel Falces es actualmente

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Dimensión versátil

arte hoy

Dimensión versátil

diáfano y versátil. Interior.

REBECA ROMERO
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granada. El Carmen de la Victoria alberga uno de los espacios expositivos más sorprendentes de la ciudad. En medio de sus jardines históricos, este enclave a las puertas del Sacromonte contiene una sala sólo apta para propuestas alejadas de lo convencional, con sello joven y conectadas con las probabilidades de las nuevas tecnologías. Convertido en la primera posibilidad para algunos artistas noveles, el interior de este lugar romántico actúa de plataforma para las iniciativas más arriesgadas de los alumnos de la Universidad de Granada.
La historia de la sala de exposiciones del Carmen de la Victoria puede recrearse mentalmente como una sucesión de imágenes a cámara rápida. Recuerda Antonio Martínez Villa, director de exposiciones de la Universidad, que la propuesta de dotar a una especie de cajón de sastre de contenido artístico partió hace algo más de cuatro años del propio director de la residencia, José Tito Rojo: Era un almacén inmundo y lo hemos transformado en una sala abierta a las intervenciones y con posibilidades de reforma tras cada experiencia.

Sus 50 metros cuadrados acogen once exposiciones anuales desde hace casi un lustro; durante este periodo, señala Martínez Villa, ha habido tiempo para consolidar un espacio único en Granada que ha logrado aglutinar en torno a sus propuestas a un público capaz de hacerse a sí mismo: Al principio venía poca gente, pero el público se ha ido creando solo. Martín Villa explica que el esfuerzo invertido en poner en marcha el Carmen de la Victoria –en referencia sólo al espacio para el arte– se compensa con una clientela fija amante de la sorpresa de la creación novel.

La sala se puso en marcha para servir de impulso a artistas formados en la universidad que intentan dar su primer paso profesional. Sin cortar las alas a nadie y con total libertad en cuanto a formatos y temáticas, sí hay un requisito –más bien una prioridad– que guía la selección de las obras: Buscamos promocionar formas de creación radiantemente jóvenes que interactúen con el espacio y en las que, de algún modo, intervengan las nuevas tecnologías. La videocreación, las proyecciones o las piezas con procesos creativos conectados con lo tecnológico son el tipo de proyectos que encajan en la filosofía de programación del Carmen de la Victoria.

En apariencia, el espacio diáfano limitado por la arquitectura ofrece como única combinación sus cuatro paredes. Sin embargo, es tan versátil que puede incluso dividir la sala si así lo requiere el discurso expositivo; y aún más, hasta los muros pueden atravesarse si así lo pide la exposición.

Pequeña y llena de detalles, la sala está integrada en uno de los jardines históricos mejor conservados de Granada y mejor adaptados a los cambios que ha ido sufriendo este conjunto arquitectónico del siglo XVIII. Especialista en jardines, según afirma Martínez Villa, el director del centro, también ha querido dar al paisaje natural un papel artístico: Una de las exposiciones del año se centra en la temática de los jardines, dice el director de exposiciones de la Universidad. La propuesta creativa sobre este tema podrá verse el próximo mes.

Estudio para desastre es el título de la instalación de Marisa Mancilla que puede verse estos días en el Carmen de la Victoria. Basada en su reciente estancia en Portugal, conjuga varios lenguajes expresivos como el dibujo semiabstracto y lineal, la fotografía sobre estuco y la cerámica. Ésta última disciplina enlaza con la temática del jardín que rodea el sitio: La instalación incluye jardines en miniatura hechos de cerámica en algunos de los cuales crece musgo, desvela Martínez Villa.

Somos Universidad y estamos formando a la gente. En opinión del director de exposiciones, forma parte de las obligaciones de la institución constituir plataformas en las que los alumnos y recién licenciados puedan seguir desarrollando su creatividad y presentando en público sus proyectos artísticos.

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La mitad de las mujeres maltratadas siente compasión por su agresor

La mitad de las maltratadas siente compasión por su agresor, según un estudio del Instituto de Criminología
EFE – Granada
EL PAÍS – 06-03-2006
Más de la mitad de las mujeres maltratadas en el ámbito de la pareja siente compasión por su agresor, aunque la mayoría también tiene miedo, entre otros sentimientos, según un estudio en el que se señala que, como castigo, las víctimas prefieren el tratamiento o una reprimenda del juez. Así se desprende del estudio realizado por penalistas, criminólogos y estadísticos del Instituto de Criminología de la Universidad de Granada, en el que participaron 338 mujeres que acudieron a alguno de los ocho Servicios de Apoyo a las Víctimas de Andalucía (SAVA) y rellenaron un extenso cuestionario.

El coordinador del proyecto, Lorenzo Morillas, explicó que los objetivos del estudio eran ver sobre qué mujeres afecta el maltrato, conocer la naturaleza y forma del mismo o cómo ven ellas a su agresor, entre otros.

Según los cuestionarios, la mayoría de las mujeres tenía entre 30 y 39 años, estaba separada legalmente (31,4%) y de hecho (12,9%) o casada (32,3%) y tenía estudios secundarios o primarios (55%), aunque un 10% era licenciada o diplomada.

El 53,3% de las mujeres trabajaba en casa y el 46,7% fuera, en la mayoría de los casos sin contrato (42,9%) o con contrato temporal (26,7%), mientras que los agresores presentaban menos estudios, aunque tenían trabajos más cualificados y estables, lo que significa que el paro no es relevante para explicar su conducta, mientras que sí puede afectar la dependencia económica de la víctima.

En la mayoría de los casos, en la familia de origen de la víctima no existieron malos tratos (71%), mientras que en la del agresor los hubo en el 75% de los casos de media, proporción que pone de manifiesto la relación existente entre la experiencia vivida por el hombre y su tendencia a maltratar.

Preguntadas por si su pareja sufría alteraciones o enfermedades mentales, el 20% dijo que sí, sobre todo por alcoholismo (38%), mientras que el 74% contestó que no, lo que parece indicar que los maltratadores son personas normales, siempre dicho entre comillas, subrayó Morillas.

En todos los casos, las mujeres sufrieron malos tratos psíquicos, principalmente insultos, quitarles la razón, gritos, amenazas y humillaciones; y en el 92% físicos, sobre todo empujones, puñetazos, bofetadas y agresiones sexuales, situación que por término medio soportaron durante 12 o 13 años.

Tras sufrir un maltrato, sólo el 7% de las víctimas interpuso una denuncia inmediatamente, mientras que la mayoría sufrió bloqueo (57%), pidió explicaciones (55%), dijo que iba a dejar la relación (52%) o huyó de lugar (46%), mientras que pasado un tiempo, el 80,7% de las encuestadas denunció a su agresor.

Preguntadas por lo que sentían hacia su maltratador cuando eran maltratadas, las mujeres dijeron: miedo (81%), dependencia por los hijos (60%), compasión (57%), odio (52%), venganza (38%), afecto (36%), amor (32%) o indiferencia (60%).

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El ‘síndrome de Estocolmo’ en casa

La mitad de las maltratadas siente compasión por su agresor, según un estudio del Instituto de Criminología
EFE – Granada
EL PAÍS – 06-03-2006
Más de la mitad de las mujeres maltratadas en el ámbito de la pareja siente compasión por su agresor, aunque la mayoría también tiene miedo, entre otros sentimientos, según un estudio en el que se señala que, como castigo, las víctimas prefieren el tratamiento o una reprimenda del juez. Así se desprende del estudio realizado por penalistas, criminólogos y estadísticos del Instituto de Criminología de la Universidad de Granada, en el que participaron 338 mujeres que acudieron a alguno de los ocho Servicios de Apoyo a las Víctimas de Andalucía (SAVA) y rellenaron un extenso cuestionario.

El coordinador del proyecto, Lorenzo Morillas, explicó que los objetivos del estudio eran ver sobre qué mujeres afecta el maltrato, conocer la naturaleza y forma del mismo o cómo ven ellas a su agresor, entre otros.

Según los cuestionarios, la mayoría de las mujeres tenía entre 30 y 39 años, estaba separada legalmente (31,4%) y de hecho (12,9%) o casada (32,3%) y tenía estudios secundarios o primarios (55%), aunque un 10% era licenciada o diplomada.

El 53,3% de las mujeres trabajaba en casa y el 46,7% fuera, en la mayoría de los casos sin contrato (42,9%) o con contrato temporal (26,7%), mientras que los agresores presentaban menos estudios, aunque tenían trabajos más cualificados y estables, lo que significa que el paro no es relevante para explicar su conducta, mientras que sí puede afectar la dependencia económica de la víctima.

En la mayoría de los casos, en la familia de origen de la víctima no existieron malos tratos (71%), mientras que en la del agresor los hubo en el 75% de los casos de media, proporción que pone de manifiesto la relación existente entre la experiencia vivida por el hombre y su tendencia a maltratar.

Preguntadas por si su pareja sufría alteraciones o enfermedades mentales, el 20% dijo que sí, sobre todo por alcoholismo (38%), mientras que el 74% contestó que no, lo que parece indicar que los maltratadores son personas normales, siempre dicho entre comillas, subrayó Morillas.

En todos los casos, las mujeres sufrieron malos tratos psíquicos, principalmente insultos, quitarles la razón, gritos, amenazas y humillaciones; y en el 92% físicos, sobre todo empujones, puñetazos, bofetadas y agresiones sexuales, situación que por término medio soportaron durante 12 o 13 años.

Tras sufrir un maltrato, sólo el 7% de las víctimas interpuso una denuncia inmediatamente, mientras que la mayoría sufrió bloqueo (57%), pidió explicaciones (55%), dijo que iba a dejar la relación (52%) o huyó de lugar (46%), mientras que pasado un tiempo, el 80,7% de las encuestadas denunció a su agresor.

Preguntadas por lo que sentían hacia su maltratador cuando eran maltratadas, las mujeres dijeron: miedo (81%), dependencia por los hijos (60%), compasión (57%), odio (52%), venganza (38%), afecto (36%), amor (32%) o indiferencia (60%).

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La mitad de las maltratadas siente compasión por su agresor, según un estudio

La mitad de las maltratadas siente compasión por su agresor, según un estudio del Instituto de Criminología
EFE – Granada
EL PAÍS – 06-03-2006
Más de la mitad de las mujeres maltratadas en el ámbito de la pareja siente compasión por su agresor, aunque la mayoría también tiene miedo, entre otros sentimientos, según un estudio en el que se señala que, como castigo, las víctimas prefieren el tratamiento o una reprimenda del juez. Así se desprende del estudio realizado por penalistas, criminólogos y estadísticos del Instituto de Criminología de la Universidad de Granada, en el que participaron 338 mujeres que acudieron a alguno de los ocho Servicios de Apoyo a las Víctimas de Andalucía (SAVA) y rellenaron un extenso cuestionario.

El coordinador del proyecto, Lorenzo Morillas, explicó que los objetivos del estudio eran ver sobre qué mujeres afecta el maltrato, conocer la naturaleza y forma del mismo o cómo ven ellas a su agresor, entre otros.

Según los cuestionarios, la mayoría de las mujeres tenía entre 30 y 39 años, estaba separada legalmente (31,4%) y de hecho (12,9%) o casada (32,3%) y tenía estudios secundarios o primarios (55%), aunque un 10% era licenciada o diplomada.

El 53,3% de las mujeres trabajaba en casa y el 46,7% fuera, en la mayoría de los casos sin contrato (42,9%) o con contrato temporal (26,7%), mientras que los agresores presentaban menos estudios, aunque tenían trabajos más cualificados y estables, lo que significa que el paro no es relevante para explicar su conducta, mientras que sí puede afectar la dependencia económica de la víctima.

En la mayoría de los casos, en la familia de origen de la víctima no existieron malos tratos (71%), mientras que en la del agresor los hubo en el 75% de los casos de media, proporción que pone de manifiesto la relación existente entre la experiencia vivida por el hombre y su tendencia a maltratar.

Preguntadas por si su pareja sufría alteraciones o enfermedades mentales, el 20% dijo que sí, sobre todo por alcoholismo (38%), mientras que el 74% contestó que no, lo que parece indicar que los maltratadores son personas normales, siempre dicho entre comillas, subrayó Morillas.

En todos los casos, las mujeres sufrieron malos tratos psíquicos, principalmente insultos, quitarles la razón, gritos, amenazas y humillaciones; y en el 92% físicos, sobre todo empujones, puñetazos, bofetadas y agresiones sexuales, situación que por término medio soportaron durante 12 o 13 años.

Tras sufrir un maltrato, sólo el 7% de las víctimas interpuso una denuncia inmediatamente, mientras que la mayoría sufrió bloqueo (57%), pidió explicaciones (55%), dijo que iba a dejar la relación (52%) o huyó de lugar (46%), mientras que pasado un tiempo, el 80,7% de las encuestadas denunció a su agresor.

Preguntadas por lo que sentían hacia su maltratador cuando eran maltratadas, las mujeres dijeron: miedo (81%), dependencia por los hijos (60%), compasión (57%), odio (52%), venganza (38%), afecto (36%), amor (32%) o indiferencia (60%).

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La violencia de género, triste herencia del agresor

La violencia de género, triste herencia del agresor

Redacción

El estudio realizado por el Instituto de Criminología de la Universidad de Granada sobre la violencia de género viene a corroborar las tesis de muchos expertos de que los agresores repiten los patrones de conducta que vieron en su infancia, ya que según dicho estudio, el 72% de los maltratadores vivió esa situación en su familia de origen.

Una situación que contrasta con la de las víctimas, ya que en el 71% de los casos no existieron episodios de violencia de género en su infancia.

Entre los múltiples datos de este estudio, cabe también destacar que la mitad de las víctimas de los malos tratos dice sentir compasión por su agresor, y sólo el siete por ciento presenta una denuncia tras un episodio de violencia de género.

Algo sobre lo que sin duda es necesario insistir ya que, mientras no hay denuncia, difícilmente se puede ofrecer protección.

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Un estudio revela que más de la mitad de las mujeres maltratadas siente «compasión» por su agresor

La mitad de las maltratadas siente compasión por su agresor, según un estudio del Instituto de Criminología
EFE – Granada
EL PAÍS – 06-03-2006
Más de la mitad de las mujeres maltratadas en el ámbito de la pareja siente compasión por su agresor, aunque la mayoría también tiene miedo, entre otros sentimientos, según un estudio en el que se señala que, como castigo, las víctimas prefieren el tratamiento o una reprimenda del juez. Así se desprende del estudio realizado por penalistas, criminólogos y estadísticos del Instituto de Criminología de la Universidad de Granada, en el que participaron 338 mujeres que acudieron a alguno de los ocho Servicios de Apoyo a las Víctimas de Andalucía (SAVA) y rellenaron un extenso cuestionario.

El coordinador del proyecto, Lorenzo Morillas, explicó que los objetivos del estudio eran ver sobre qué mujeres afecta el maltrato, conocer la naturaleza y forma del mismo o cómo ven ellas a su agresor, entre otros.

Según los cuestionarios, la mayoría de las mujeres tenía entre 30 y 39 años, estaba separada legalmente (31,4%) y de hecho (12,9%) o casada (32,3%) y tenía estudios secundarios o primarios (55%), aunque un 10% era licenciada o diplomada.

El 53,3% de las mujeres trabajaba en casa y el 46,7% fuera, en la mayoría de los casos sin contrato (42,9%) o con contrato temporal (26,7%), mientras que los agresores presentaban menos estudios, aunque tenían trabajos más cualificados y estables, lo que significa que el paro no es relevante para explicar su conducta, mientras que sí puede afectar la dependencia económica de la víctima.

En la mayoría de los casos, en la familia de origen de la víctima no existieron malos tratos (71%), mientras que en la del agresor los hubo en el 75% de los casos de media, proporción que pone de manifiesto la relación existente entre la experiencia vivida por el hombre y su tendencia a maltratar.

Preguntadas por si su pareja sufría alteraciones o enfermedades mentales, el 20% dijo que sí, sobre todo por alcoholismo (38%), mientras que el 74% contestó que no, lo que parece indicar que los maltratadores son personas normales, siempre dicho entre comillas, subrayó Morillas.

En todos los casos, las mujeres sufrieron malos tratos psíquicos, principalmente insultos, quitarles la razón, gritos, amenazas y humillaciones; y en el 92% físicos, sobre todo empujones, puñetazos, bofetadas y agresiones sexuales, situación que por término medio soportaron durante 12 o 13 años.

Tras sufrir un maltrato, sólo el 7% de las víctimas interpuso una denuncia inmediatamente, mientras que la mayoría sufrió bloqueo (57%), pidió explicaciones (55%), dijo que iba a dejar la relación (52%) o huyó de lugar (46%), mientras que pasado un tiempo, el 80,7% de las encuestadas denunció a su agresor.

Preguntadas por lo que sentían hacia su maltratador cuando eran maltratadas, las mujeres dijeron: miedo (81%), dependencia por los hijos (60%), compasión (57%), odio (52%), venganza (38%), afecto (36%), amor (32%) o indiferencia (60%).

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Más de la mitad de las maltratadas siente compasión por su agresor

La mitad de las maltratadas siente compasión por su agresor, según un estudio del Instituto de Criminología
EFE – Granada
EL PAÍS – 06-03-2006
Más de la mitad de las mujeres maltratadas en el ámbito de la pareja siente compasión por su agresor, aunque la mayoría también tiene miedo, entre otros sentimientos, según un estudio en el que se señala que, como castigo, las víctimas prefieren el tratamiento o una reprimenda del juez. Así se desprende del estudio realizado por penalistas, criminólogos y estadísticos del Instituto de Criminología de la Universidad de Granada, en el que participaron 338 mujeres que acudieron a alguno de los ocho Servicios de Apoyo a las Víctimas de Andalucía (SAVA) y rellenaron un extenso cuestionario.

El coordinador del proyecto, Lorenzo Morillas, explicó que los objetivos del estudio eran ver sobre qué mujeres afecta el maltrato, conocer la naturaleza y forma del mismo o cómo ven ellas a su agresor, entre otros.

Según los cuestionarios, la mayoría de las mujeres tenía entre 30 y 39 años, estaba separada legalmente (31,4%) y de hecho (12,9%) o casada (32,3%) y tenía estudios secundarios o primarios (55%), aunque un 10% era licenciada o diplomada.

El 53,3% de las mujeres trabajaba en casa y el 46,7% fuera, en la mayoría de los casos sin contrato (42,9%) o con contrato temporal (26,7%), mientras que los agresores presentaban menos estudios, aunque tenían trabajos más cualificados y estables, lo que significa que el paro no es relevante para explicar su conducta, mientras que sí puede afectar la dependencia económica de la víctima.

En la mayoría de los casos, en la familia de origen de la víctima no existieron malos tratos (71%), mientras que en la del agresor los hubo en el 75% de los casos de media, proporción que pone de manifiesto la relación existente entre la experiencia vivida por el hombre y su tendencia a maltratar.

Preguntadas por si su pareja sufría alteraciones o enfermedades mentales, el 20% dijo que sí, sobre todo por alcoholismo (38%), mientras que el 74% contestó que no, lo que parece indicar que los maltratadores son personas normales, siempre dicho entre comillas, subrayó Morillas.

En todos los casos, las mujeres sufrieron malos tratos psíquicos, principalmente insultos, quitarles la razón, gritos, amenazas y humillaciones; y en el 92% físicos, sobre todo empujones, puñetazos, bofetadas y agresiones sexuales, situación que por término medio soportaron durante 12 o 13 años.

Tras sufrir un maltrato, sólo el 7% de las víctimas interpuso una denuncia inmediatamente, mientras que la mayoría sufrió bloqueo (57%), pidió explicaciones (55%), dijo que iba a dejar la relación (52%) o huyó de lugar (46%), mientras que pasado un tiempo, el 80,7% de las encuestadas denunció a su agresor.

Preguntadas por lo que sentían hacia su maltratador cuando eran maltratadas, las mujeres dijeron: miedo (81%), dependencia por los hijos (60%), compasión (57%), odio (52%), venganza (38%), afecto (36%), amor (32%) o indiferencia (60%).

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