MARTES 14
MARZO 2006
Edición digital n. 853
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Ciclo de conferencias en la Universidad
Thomas Mermall retrata a Francisco Ayala a través de su autobiografía
Ayala rehúye el andalucismo fácil
El profesor Thomas Mermall, con el paisaje de la Alhambra de fondo.
El profesor estadounidense inaugura un ciclo de conferencias organizado por la Universidad de Granada en homenaje al autor centenario
LUIS ARRONTE YGARTUA
El profesor Thomas Mermall, Catedrático emérito de Literatura Española en EE UU, conoció personalmente a Francisco Ayala en 1975 en la City University of New York, donde el autor granadino dio clases. Es, además, uno de los mayores especialistas que existen en el mundo sobre la obra del escritor y sociólogo, y tiene fundamentos de sobra como para ofrecer una disquisición sobre las memorias autobiográficas de Ayala, tituladas ´Recuerdos y olvidos´, como la que ofreció ayer en el Paraninfo de la facultad de Derecho. En estos días se hospeda en el privilegiado Carmen de la Victoria, invitado por la Universidad de Granada, desde la que ofrece una amabilidad sin límites para todo aquél que pregunté por él. Como buen hispanista, y a pesar de que se disculpa por adelantado por si cometiera algún error, su castellano es envidiable.
En las memorias de Ayala, el escritor habla sobre la gente y los hechos que conoció a lo largo de su vida. ¿Pero cómo se ve Ayala a sí mismo en su autobiografía?
Mi ponencia está orientada hacia la forma en la que él retrata a la gente que ha conocido, y a través de esos retratos cómo se retrata a sí mismo. Sale un Ayala con varias tendencias, sus predilecciones y sus aversiones, sus particularidades personales. Por ejemplo, él se sentía un poco retraído ante ciertos ambientes sociales, incómodo si tenía que llevar alguna máscara social, asumir alguna pose, estar entre celebridades. Por otra parte, que es la más importante, es un ser sumamente sociable, asequible, de fácil trato. Lo que pasa es que también es una persona circunspecta. No insociable, sólo circunspecto y retraído. En persona, con un trato directo, es muy agradable. A veces intimida a la gente con su mirada, porque es fija y penetrante. Algunos piensan: Este señor me está leyendo el alma, no me atrevo a acercarme.
Es que de alguna forma es capaz de hacerlo. Distingue al primer golpe de vista a los inteligentes de los torpes.
Claro. Pero una vez que una persona se acerca a él francamente y se nota cierta inteligencia es de lo más asequible. Si se le acerca algún tonto lo percibe enseguida. De ahí viene su fama de difícil, pero no lo es. Es una imagen falsa.
Y en cuanto a los sitios, ¿qué lugar ocupa Granada en la memoria de Ayala?
Granada es muy importante. Francisco Ayala no suele ser una persona muy patriótica, pero en sus memorias se subraya que ha tenido experiencias muy profundas, y él reacciona a sus experiencias. Él no piensa que por haber nacido en Granada tenga que tener un amor profundo a lo andaluz. Ayala no entra en el andalucismo fácil, reacciona a unas experiencias granadinas que fueron de las más profundas de su vida. Como él mismo dice, aquí es donde vio la luz por primera vez, aquí es donde se formó y aquí es donde adquirió su amor a la literatura. Además, cuando volvió a Granada después de tantos años de exilio volvió a visitar los lugares santos de su vida, que le provocaron una impresión profundísima. La primera parte de ´Recuerdos y olvidos´ habla de ese mundo granadino que le ha nutrido en los primeros años de su vida y que nunca ha olvidado. Pero, de hecho, la obra termina con una visita a Granada, que es el momento más emocionante de esas memorias, cuando se reincorpora al ambiente que conoció de joven.
Conoció personalmente al autor centenario en la City University of New York. ¿Qué huella ha dejado Ayala en ese centro?
La huella la dejó sobre todo en los alumnos que él ha inspirado. Debo subrayar a los alumnos que hicieron la tesis doctoral con él. A ellos y a los que mostraban cierto interés y vocación por la literatura se entregó totalmente. Pero como ya se sabe, en el mundo universitario hay gente que se matricula sencillamente para obtener el diploma. A esos les enseñó lo mejor que pudo, pero a los que realmente se entregó fue a los que estaban ahí porque querían aprender literatura. Fue un maestro que ha inspirado a varios de los críticos que ahora escriben sobre literatura española.
Ahora que se ha redescubierto la faceta de ensayista y sociólogo de Ayala, ¿cree que sus razonamientos podrían aplicarse al mundo de hoy?
Creo que se pueden aplicar varios. Podría destacar dos. Fue uno de los primeros, después de Ortega, en señalar la plaga del nacionalismo, un fenómeno que se tendría que haber finiquitado a finales del siglo XIX pero que sigue con nosotros. Ayala fue uno de los primeros en recoger esa idea orteguiana de una Europa unida, de establecer unas formas de convivencia que superaran los nacionalismos. Eso sigue muy vivo. Por otra parte fue el continuador de ´La rebelión de las masas´. Cuando Ortega y Gasset escribió esa obra no existían los medios audiovisuales que tenemos hoy. Ayala ha puesto ´La rebelión…´ al día, incorporando las nuevas formas de presión que ejercen las masas sobre la cultura actual. Y cuando digo masas entiendo, igual que Ortega y Ayala, que no es una clase social. La masa es cualquier clase que ejerce una presión irreflexiva sobre la sociedad.
Como conocedor profundo de la literatura española y de la obra de Ayala, ¿que sensación le provoca a usted venir a ofrecer esta conferencia a Granada?
Yo soy hispanista por formación. Cuando vine a España por primera vez en 1977, y después de pasar un año en Madrid, hice mi primera excursión a Granada. Nunca olvidaré la acogida generosa y amable que tuve aquí, la gente que conocí, los sitios que visité. Para mí es una alegría redescubrir esos ambientes hoy.