JUAN VILLORO ESCRITOR
«Mirar a los ojos a una alumna es considerado acoso sexual en EE UU»
El profesor y ensayista mexicano disertó en la Facultad de Letras sobre la adaptación de Kubrick de la novela Lolita, de Nabokov
JUAN LUIS TAPIA/GRANADA
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F Juan Villoro es novelista, escritor de varios libros de cuentos y viajes publicados en Alfaguara. Ha dirigido en México el suplemento La jornada semanal y ha sido profesor en el Instituto Nacional de Bellas Artes y en la Universidad Nacional Autónoma de México. En la actualidad es profesor invitado del departamento de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra y colaborador de El País.
El escritor mexicano Juan Villoro (México D. F., 1956) ha participado en el curso Literatura y cine, que organiza la facultad de Letras de Granada, con una conferencia sobre la adaptación de Kubrick de la novela de Nabokov Lolita. El articulista y especialista en comunicación considera que la mejor adaptación consiste en crear dos obras diferentes, que «la película sea independiente de la novela». Eso lo logró Kubrick con el mito de la joven adolescente, con Lolita.
-¿Qué supuso Lolita de Nabokov para la moralidad estadounidense?
-Lo que caracteriza a la sociedad norteamericana es su doble moral. He sido profesor en Yale y como profesores teníamos prohibido mirar a los ojos de una alumna porque eso se llama contacto visual y eso es considerado el primer paso del acoso sexual, y para hablar con las alumnas tenía que mirar al techo. Al mismo tiempo, Estados Unidos es el país que produce la mayor pornografía del mundo, de ahí que se dé una situación absurda. Lolita enfrentó esta circunstancia de la doble moral. A Nabokov se le consideró un autor maldito hasta que se valoró su novela, pero tanto la obra literaria como la película de Kubrick estuvieron envueltas en el escándalo.
-¿La literatura llevada al cine corre el peligro de que la fuerza de la imagen anule a la palabra?
-Hacer cine es narrar en imágenes, de ahí que el peso de las imágenes sea muy grande, pero el cine no puede renunciar a las palabras y la cultura en general tampoco. Se dice que una fotografía expresa más que mil palabras, pero no hay ninguna fotografía que pueda decir esa frase que escribe el escritor. Se necesita un diálogo entre imagen y palabra, y el guión establece la posibilidad de que las palabras vayan articulando una historia que se cuenta en imágenes, pero donde los diálogos son determinantes.
-¿Qué tipo de obras se adaptan mejor al cine?
-El compromiso entre palabra e imagen es difícil de lograr en las adaptaciones de novelas, porque ya hay una idea preconcebida de cómo debe ser la novela y normalmente es muy decepcionante la adaptación y se pierde mucho. Hay que atreverse a traicionar la novela y buscar una solución creativa diferente a la del novelista.
-¿El escritor debe participar en el guión y rodaje de las versiones cinematográficas de sus obras?
-El escritor es el peor juez de la película, de la misma manera que el guionista es el peor juez del resultado de la película, y lo digo con la amargura de ser guionista. Tanto el guionista como el novelista están muertos a efectos de la película. Una vez que está el film, el escritor carece de importancia.
-¿Hay escritores cuyas obras son muy cinematográficas?
-Creo que la literatura es un arte de la visibilidad. A algunas personas les sorprendió que Italo Calvino destacara la visibilidad como una de las características fundamentales de la literatura contemporánea. Sin embargo, cuando uno lee buena literatura está viendo imágenes. Hay autores como Graham Green cuyas obras piden a gritos ser llevadas al cine, al igual que las obras de Juan Marsé.
-¿Las novelas de Pérez Reverte encajan en ese perfil cinematográfico?
-Tiene mucho sentido de la trama. En algunas novelas se tiene la sensación de que el autor está pensando demasiado en la versión cinematográfica. Lo mejor es que la película pueda existir al margen de la novela, como el caso de Lolita y Nabokov.
-Como articulista, ¿qué debe aportar la literatura a los periódicos?
-No podemos renunciar a la información. Los acontecimientos sucedidos entre el 11-M y el 14-M revelan el peso que puede tener el manejo de la verdad, la manipulación de la verdad y también la enorme importancia de los medios. En España se puso de manifiesto la necesidad moral de tener una prensa abierta y crítica. Hay un papel ético importante de los medios, pero también los medios deben tener una zona de confluencia con otras formas de la cultura. Un periódico necesita datos duros, pero eso puede convivir con la nota de color que recrean las vivencias y situaciones, y ahí hay un gran papel para los escritores.
-¿En qué situación se encuentra el relato breve en el panorama literario?
-Quienes hemos escrito en distintos géneros hemos comprobado en la práctica que el cuento es enormemente exigente, la necesidad de economía de recursos y los desafíos que te plantea suelen ser más estrictos que los de una novela. Estuve en el taller de cuentos de Augusto Monterroso, y cada vez que alguien le decía que estaba escribiendo una novela de 300 páginas, le contestaba que se estaba entrenando para escribir un cuento. Entre los escritores hay un enorme aprecio al género pero tiene pocas posibilidades editoriales, y se venden más las novelas.
-¿Qué debe tener un buen cuento?
-Me gusta lograr en los cuentos lo que uno no dice, lo que sugiere. Está la imagen que decía Hemingway del iceberg, que en un cuento sólo se ve la superficie del iceberg y lo más fuerte está escondido. Ahí está la dificultad del cuento, en cómo contar lo que no decimos.
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