Los jóvenes infravaloran los riesgos cuando van al volante
Un estudio de un profesor de la Facultad de Psicología de la UGR, en colaboración con el MADOC, ha relacionado la percepción que poseen los usuarios de los vehículos sobre los riesgos y sobre sus habilidades
pepe marín
riesgos. Cuanto mejor es el vehículo que se conduce, más se infravalora el peligro en la conducción.
D.B.F./F.T.
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granada. Las personas jóvenes creen tener más habilidades de las que realmente poseen al encontrarse ante una situación de riesgo mientras conducen. Esto se produce porque, mientras que los adultos (de 30 a 50 años) y los mayores (de 50 años en adelante) son buenos calibradores del riesgo, los jóvenes conductores infravaloran el peligro en la carretera.
Ésta es una de las conclusiones del estudio elaborado por el profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada Humberto Trujillo en colaboración con el Mando de Adiestramiento y Doctrina, MADOC, sobre las Diferencias individuales en la percepción del riesgo en situaciones de conducción de vehículos: influencia del estrés. En palabras del autor del estudio, los jóvenes analizan el peligro y entienden que tienen más habilidades que las que realmente tienen, lo que provoca que en las estadísticas de accidentalidad en España, la población comprendida entre los 18 y los 30 años encabece la triste clasificación de implicados en accidentes de tráfico.
El estudio aporta datos también sobre las habilidades en la conducción de otros colectivos, como pueden ser los miembros de las Fuerzas Armadas y las personas que trabajan en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado (CFSE), como Policía Nacional, Guardia Civil o Policía Local. Según el estudio, los profesionales calibran mejor el riesgo que el personal civil, lo que supone, en palabras de Trujillo, hacer un análisis del peligro más acertado, al mismo tiempo que no sobrestiman sus habilidades al volante. El autor del estudio señala a este respecto que estas personas están acostumbrados a situaciones críticas de conducción, al tiempo que conocen las vicisitudes del tráfico por participar, en muchas ocasiones, en su regulación, como en el caso de la Policía Local o de la Guardia Civil. Pero, sin duda, lo más importante para la buena estimación que estas personas realizan de los riesgos al volante viene de su adiestramiento, con el que no ha contado el personal civil. Además, estos conductores son muy conservadores al volante.
Por otra parte, en lo referente a las diferencias de sexo, los hombres sobrestiman más sus habilidades a la hora de conducir que las mujeres. Sin embargo, Humberto Trujillo señala que este dato no significa que las féminas conduzcan mejor, sino que, simplemente, el hombre realiza una calibración del peligro inferior a la que realiza la mujer. Esto puede tener implicaciones positivas y negativas, ya que, en el caso de que una conductora se encontrase con una situación de riesgo que tuviera que afrontar, puede bloquearse y provocar un accidente.
Esta diferencia entre sexos, a falta de un estudio más profundo, podría derivar de los cánones educativos. La hipótesis de Trujillo se basa en que al hombre se le educa casi en lo temerario y, quizás por ello, tiende a percibir de forma distorsionada los riesgos a la hora de afrontarlos y sus capacidades para ello.
Otras de las conclusiones que se extraen del estudio realizado por Trujillo es que las personas estresadas también tienden a calibrar peor el riesgo real en la conducción. Por estrés debe entenderse, en este caso, el desbordamiento comportamental como consecuencia de pensar que no se tienen suficientes habilidades de afrontamiento para atender a las demandas que vienen del entorno, explica Trujillo. Así, la conducta del conductor se hace menos operativa, ya que surgen distracciones y el sujeto presenta una superexcitación a nivel orgánico.
Las personas que sufren algún tipo de trastorno de la personalidad también reúnen el peligroso cóctel de infraestimar el peligro y, al mismo tiempo, sobrestimar sus habilidades, lo que da como resultado conductas temerarias al volante.
Trujillo afirma que la formación es la clave para arreglar estas distorsiones perceptivas en todos los casos. Algunos colectivos, como los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, consiguen una buena percepción del riesgo y de sus habilidades mediante esa formación específica. En palabras de este experto, campañas promocionales agresivas como las de la Dirección General de Tráfico ayudan en algo, pero al ser una información que se transmite con reglas, a través de conductas semánticos que son desagradables, pueden hacer que la población aprenda, pero hay otros procedimientos.
Desde la óptica que conducir no es lo mismo que circular, Trujillo hace hincapié en que la buena calibración del riesgo pasa por una buena formación que, a día de hoy, no se ofrece en las autoescuelas, sino que deriva de la experiencia. Así, con la formación adecuada, se conseguiría calibrar adecuadamente el riesgo, para que las personas reaccionen bien en el momento conductor, señaló Trujillo.
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