– Los grados de cuatro años fomentarán el mileurismo.
Algunos de los expertos que coordinaron los libros blancos para el diseño de las nuevas titulaciones reconocen que el postgrado dará la verdadera educación superior. Experiencias previas muestran que en torno al 70% cursa un máster.
Las futuras carreras de cuatro años que se empezarán a impartir en España en el curso académico 2008-2009 como parte de la integración en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) acercarán la formación universitaria a las demandas y los perfiles requeridos por la empresa, lo que facilitará la inserción laboral de los titulados y acabará con el fenómeno de la sobrecualificación.
Sin embargo, la menor preparación con que los graduados dejarán atrás el sistema universitario podría condenarlos a los puestos intermedios de las compañías y convertirlos en pasto del mileurismo. Éstas son las dos caras de una moneda a la que la comunidad universitaria española viene dándole vueltas desde que se puso en marcha el Proceso de Bolonia (1999).
Los últimos documentos presentados por el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC), incluida la reforma de la Ley Orgánica de Universidades (LOU), recientemente aprobada por el Congreso, aportan una idea muy clara sobre cómo serán las nuevas carreras y algunas respuestas a ese debate.
Durarán cuatro años y estarán basadas más en el aprendizaje de las competencias, habilidades y destrezas requeridas por el mercado laboral que en el de conocimientos. De esos cuatro años (120 créditos), 60 deberán estar dedicados a una serie de materias básicas cuyo objetivo es paliar la escasa formación con la que llegan muchos alumnos desde el Bachillerato. Los planes de estudios también podrán consagrar hasta 60 créditos más a prácticas en empresas y entre seis y 30 a un proyecto de fin de carrera. A los estudiantes se les podrá convalidar, además, un máximo de seis créditos por actividades culturales, deportivas, de representación… pero las directrices presentadas por el Gobierno no aclaran si esos créditos se descontarían del porcentaje reservado a optativas (entre el 30 y el 60%) o de las materias específicas de la carrera.
«La regulación fragmentada de los tipos de actividades formativas como el trabajo fin de máster o las prácticas externas puede suponer una excesiva restricción de los contenidos fundamentales de los títulos y sería más recomendable establecer un límite global para el conjunto de esas actividades y prescindir de regulaciones innecesarias como la de la optatividad», denunció la Conferencia de Rectores en su Asamblea General del lunes.
«Comprimir las licenciaturas de cinco años en grados de cuatro es muy difícil, así que los futuros graduados van a tener un nivel inferior al actual», alerta Fernando Cornet, profesor de Física Teórica de la Universidad de Granada y coordinador del Libro Blanco para la adaptación de los estudios de Física a Europa, «aunque eso no significa que pierdan capacidad en el mercado laboral».
Según cifras de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), el 20,7% de los titulados de ciclo largo tenían en 2004 un salario dos veces mayor que la media nacional, frente al 7,1% de los de ciclo corto, lo que demuestra que cada escalón formativo repercute en la nómina.
Aun así, en los últimos años las carreras de tres años han generado un creciente interés entre los nuevos alumnos. El número de matriculados pasó de 515.115 a 565.769 entre los cursos 1995-1996 y 2006-2007, cuando las de cinco años experimentaban una auténtica caída al vacío (de 993.727 a 857.627).
SOBRECUALIFICACIÓN. Esta tendencia viene a dar la razón a quienes apuestan por ofrecer un primer nivel universitario más corto y orientado hacia las salidas profesionales.
«Hoy en día sobran contenidos en todas las licenciaturas», apunta José Sánchez Carralero, que coordinó el libro blanco de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) para adaptar la titulación de Biología al Espacio Europeo, coincidente en este punto con su homólogo de la carrera de Físicas, Fernando Cornet.
«No se pueden ampliar demasiado los conocimientos, porque intentar abarcarlo todo a un nivel de calidad mínimo no tiene sentido», añade el primero. En opinión de este profesor titular de Fisiología Animal, «el grado tiene que servir para insertarse en el mercado general y los conocimientos que se adquieran en él tienen que ser generales y sin demasiada especificidad». En cambio, quienes quieran especialización, profundidad y, consiguientemente, sueldos más elevados, tendrán que cursar un máster.
Según Cornet, «uno de los problemas que hay en España es que se está entendiendo por carrera una cosa distinta de lo que se entiende en el resto de Europa». La experiencia de otros países en los que ya está implantado el esquema bachelor/máster anuncia que en torno a un 60 ó 70% de los graduados se matricularán en el segundo nivel para completar su preparación.
Es más, como recuerda Lázaro Rodríguez, que coordinó el libro blanco de Económicas, hay otro matiz a la hora de calcular los muchos o pocos conocimientos que se conseguirán tras los primeros cuatro años. «La filosofía del Proceso de Bolonia es que la formación no se acaba tras la carrera, sino que hay que ir añadiendo ladrillos a lo largo de la vida para completar el edificio del conocimiento».
COMPETENCIAS. Desde el punto de vista de Rodríguez, «la nueva estructura no va a ser tan novedosa, porque ya había muchos alumnos que cursaban la diplomatura de Económicas y luego se pasaban al segundo ciclo de la licenciatura».
El ex decano de esa última titulación en Granada reconoce que «probablemente, muchos de los que se queden en el grado acabarán siendo mileuristas», aunque puntualiza que «eso ya está ocurriendo hoy día».
No obstante, el de la cantidad de formación no es el único debate que se está produciendo en la comunidad universitaria al hilo de las nuevas carreras. Miles de profesores firmaron el manifiesto de la plataforma Profesores por el Conocimiento, crítica con el Proceso de Bolonia, para denunciar los peligros de reducir el sistema universitario español a un listado de competencias.
Las directrices para la elaboración de títulos de grad0 y máster aprobadas el lunes por el Consejo de Coordinación Universitaria (CCU) las define como «una combinación de conocimientos, habilidades (intelectuales, manuales, sociales…), actitudes y valores que capacitarán a un titulado para afrontar con garantías la resolución de problemas o la intervención en un asunto (…)».
Por ejemplo, se considera que un biólogo debe saber obtener, manejar, conservar y observar especímenes; un psicólogo debe comprender y ser capaz de elaborar informes orales y escritos ; y un filósofo debe manejar con soltura, eficacia y tino las diversas fuentes de información, especialmente bibliotecas y recursos electrónicos. Los sectores críticos consideran (ver entrevista) que esta filosofía desvirtúa la educación superior, la deja a expensas de las demandas del mundo laboral y reduce la capacidad innovadora de un país. Otros, en cambio, creen que la adquisición de competencias aumenta el atractivo de los titulados de cara al mundo laboral. Tanto es así, que las carreras de Humanidades no han dudado en subirse al carro.
«No me gustaría que se pensase que las titulaciones de letras no forman en competencias», advierte José Fernández, decano de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla y miembro activo de las comisiones que desarrollaron los libros blancos de Historia e Historia del Arte.
«Yo siempre les digo a mis alumnos que un 90% de ellos no va a trabajar en algo directamente relacionado con la carrera que han estudiado, pero que podrán aplicar lo que han aprendido en cualquier actividad que desarrollen».
# CONTRA EL PARO, MÁSTER
Según afirma la Fundación CYD en su estudio de 2006, progresar en el sistema educativo reduce significativamente la tasa de paro universitario. Si entre la población con estudios superiores, en general, esa cifra alcanzó en 2005 el 6,8%, entre los posgraduados se reduce hasta el 4,4%. Del mismo modo, entre quienes dejaron de estudiar en secundaria la tasa de paro crece hasta el 10,5%.
# SOBRECUALIFICACIÓN
Uno de los motivos que, según los partidarios de la convergencia, justifican que se acorten las carreras es el de la sobrecualificación. Es decir, que se obligue a los alumnos a recibir más formación de la que se les va a exigir en el mundo laboral. Según el último informe de la Fundación CYD, sólo el 30% de los ocupados con estudios superiores tiene un empleo propio de ese nivel.
LA CRUE MUESTRA SU PREOCUPACIÓN
La Asamblea General de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), reunida el pasado lunes en Madrid, expresó ayer en un comunicado su «preocupación» por que el documento de directrices presentado por el Ministerio, del que pidieron una «versión revisada», «no clarifica suficientemente» aspectos fundamentales de las nuevas carreras.
Entre ellos, la elaboración de títulos conducentes al ejercicio de profesiones reguladas; la articulación de las propuestas de ramas de conocimiento y de materias básicas y el respeto a la autonomía universitaria en la aprobación de titulaciones por parte de las comunidades autónomas. Sin embargo, el Consejo de Coordinación, del que forman parte los rectores, le acabó dando carta blanca por unanimidad al Gobierno para que decida cuáles de las propuestas se incluyen en el documento definitivo, que se presentará a finales de mayo para aprobarse después como real decreto.
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