Un plan previene conductas antisociales

– Un plan previene conductas antisociales

Un programa de intervención pionero desarrollado por investigadores de la Universidad de Granada permite prevenir conductas antisociales en niños recién escolarizados, que son dotados de unas competencias y habilidades básicas para desenvolverse ante posibles situaciones conflictivas. El instrumento principal de este estudio, en cuyo desarrollo han participado 105 alumnos de Educación Infantil pertenecientes a dos centros de Granada, pasa por reducir el comportamiento antisocial en menores de 3, 4 y 5 años, para lo cual se les aplicó el programa que denominan Aprender a Convivir. En este programa, que aspira a incorporar al currí­culum de Educación Infantil sus contenidos, se trabajó cuatro meses a través de cuatro bloques: normas y cumplimiento, sentimientos y emociones, habilidades de comunicación y ayuda y cooperación.
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Tenemos un cerebro que no está diseñado para alcanzar la felicidad

– Tenemos un cerebro que no está diseñado para alcanzar la felicidad

El cerebro humano, producto de 700 millones de años de evolución, no está diseñado para alcanzar la felicidad, según el profesor Francisco Mora, director del Departamento de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y participante del ciclo En tierra de nadie, organizado por la Fundación de Ciencias de la Salud y la Residencia de Estudiantes.

Según informó hoy en un comunicado la fundación, la principal causa de la infelicidad del ser humano estaría en el sistema límbico, o cerebro emocional, una estructura que gestiona respuestas emocionales ante estímulos sensoriales.

Es en el cerebro emocional donde toda la información que recibimos del mundo externo a través de los sentidos se impregna de matices emocionales, de placer o dolor, lo que realmente nos impide ser felices, explica el experto, para quien, en definitiva, el cerebro está diseñado para luchar por la supervivencia.

No obstante, a diferencia de los animales, el ser humano, cuyo cerebro pesa aproximadamente un kilo y medio y posee una complejísima organización funcional, ha atisbado la conciencia de si mismo.

Esta circunstancia que le lleva a plantearse dos vías para lograr felicidad, una de ellas consiste en mantener el equilibrio entre el placer y el dolor, pues ambos extremos producen infelicidad, y la otra, más drástica y quizás más auténtica, en aislarse del mundo, evitando interaccionar con él y que la información sensorial alcance el sistema emocional del cerebro.

AISLARSE DEL MUNDO PARA SER FELIZ

Esta segunda vía se alcanzaría por la idea de Dios y el rezo o la meditación. Quien en medio del placer no siente deseo (…) Quien ha abandonado todo impulso, temor o cólera (…) Quien ni odia ni se entristece (…) Ése está en plena posesión de la felicidad o la sabiduría, destacó el profesor Mora, con una cita del Mahabarata, un libro Indio sobre religión, filosofía y mitología.

Por su parte, el escritor Luis Muñoz, licenciado en Filología Española y en Filología Románica por la Universidad de Granada, destacó que, desde el punto de vista de la literatura, es más fácil escribir sobre la infelicidad porque este estado lleva aparejada la necesidad de aliviar el dolor que produce, algo que puede hacerse fácilmente a través del lenguaje poético. La felicidad no necesita de ningún tipo de escritura por su condición irreflexiva, acotó.

El lenguaje de la poesía expresa la infelicidad mejor que la felicidad, pues cuenta con más recursos verbales para la primera y atrae especialmente los momentos desgraciados, añadió. Esto explicaría, entre otras cosas, que este tema haya impregnado tantos poemas desde los orígenes del género, que no es más que el testimonio de una sensibilidad o de una inteligencia, concluyó.

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Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

– Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

Un programa de intervención pionero desarrollado por investigadores de la Universidad de Granada permite prevenir conductas antisociales en niños recién escolarizados, que son dotados de unas competencias y habilidades básicas para desenvolverse ante posibles situaciones conflictivas.

El instrumento principal de este estudio, en cuyo desarrollo han participado 105 alumnos de Educación Infantil pertenecientes a dos centros de Granada, pasa por reducir el comportamiento antisocial en menores de 3, 4 y 5 años, para lo cual se les aplicó el programa que denominan Aprender a Convivir.

En este programa, que aspira a incorporar al currículum de Educación Infantil sus contenidos y que se desarrolló a lo largo de varios meses, dos horas por semana, se trabajó a través de cuatro bloques: normas y cumplimiento, sentimientos y emociones, habilidades de comunicación y ayuda y cooperación.

El responsable de la investigación, Fernando Justicia, ha explicado a Efe que las actividades del programa se llevaron a cabo con el uso de una serie de marionetas, que hacían llegar de manera más cercana y eficaz a los menores los conocimientos que debían adquirir y las actitudes que habían de asimilar.

De esta forma, los niños, en los que se constataron cambios y mejoras de conducta, podían aprender a través de juegos, canciones o dibujos, en definitiva, divirtiéndose.

Para conseguir con mayor eficacia las metas establecidas fue necesario trabajar conjuntamente con los padres, que debían estar involucrados en la mayor medida posible en el programa y reforzar así en sus casas los comportamientos aprendidos en la escuela.

Antes de poner en práctica el programa de intervención Aprender a convivir se comprobó que entre el grupo experimental y el grupo control utilizados no existían diferencias significativas en ninguna de las variables analizadas, tanto de competencia social como de problemas de comportamiento.

A la luz de los resultados obtenidos tras analizar los datos de varios cuestionarios -usados como instrumentos de evaluación- se comprobó que los niños que participaron en el programa eran más cooperativos, sabían compartir, escuchaban y respetaban a los adultos.

A su vez, sabían pedir ayuda cuando la necesitaban, pedían perdón, reconocían cómo se sienten los demás, se adaptaban bien socialmente con sus compañeros de clase o eran más independientes en la realización de sus actividades, todo esto tras su participación.

En cambio, las puntuaciones de las variables que se referían a conductas antisociales disminuían significativamente tras la intervención.

Asimismo, eran más reflexivos antes de actuar, agredían en menor medida o nada a los demás, no necesitaban llamar la atención a menudo, no mentían tanto, ni eran tan caprichosos y, por otro, no tenían problemas a la hora de hacer amigos, no se aislaban y actuaban como niños de su edad.

Entre otros aspectos, los niños reaccionaban sin poner mala cara ante lo que no les gustaba, se quejaban menos, no se mostraban tensos, ni nerviosos, ansiosos o tristes sin justificación aparente, demostraban interés y afecto por los demás, sin tener miedo al ridículo y fueron capaces de estarse quietos si la situación lo exigía.

Todas estas mejoras en los niños tras haber participado en el programa justifican, según sus investigadores, la importancia del programa Aprender a Convivir, al estar centrado en el segundo ciclo de Educación Infantil, puesto que su objetivo principal es la prevención.

Se pretende así establecer las bases necesarias para que no tengan lugar comportamientos inadecuados en el futuro, dotando a los niños de un amplio repertorio de habilidades sociales para propiciar un adecuado ajuste social en su vida futura.
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El cerebro humano no está diseñado para alcanzar la felicidad, según un experto en Fisiología

– El cerebro humano no está diseñado para alcanzar la felicidad, según un experto en Fisiología

El cerebro humano, producto de 700 millones de años de evolución, no está diseñado para alcanzar la felicidad, según el profesor Francisco Mora, director del Departamento de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y participante del ciclo En tierra de nadie, organizado por la Fundación de Ciencias de la Salud y la Residencia de Estudiantes.

Según informó en un comunicado la fundación, la principal causa de la infelicidad del ser humano estaría en el sistema límbico, o cerebro emocional, una estructura que gestiona respuestas emocionales ante estímulos sensoriales.

Es en el cerebro emocional donde toda la información que recibimos del mundo externo a través de los sentidos se impregna de matices emocionales, de placer o dolor, lo que realmente nos impide ser felices, explica el experto, para quien, en definitiva, el cerebro está diseñado para luchar por la supervivencia.

No obstante, a diferencia de los animales, el ser humano, cuyo cerebro pesa aproximadamente un kilo y medio y posee una complejísima organización funcional, ha atisbado la conciencia de si mismo.

Esta circunstancia que le lleva a plantearse dos vías para lograr felicidad, una de ellas consiste en mantener el equilibrio entre el placer y el dolor, pues ambos extremos producen infelicidad, y la otra, más drástica y quizás más auténtica, en aislarse del mundo, evitando interaccionar con él y que la información sensorial alcance el sistema emocional del cerebro.

AISLARSE DEL MUNDO PARA SER FELIZ

Esta segunda vía se alcanzaría por la idea de Dios y el rezo o la meditación. Quien en medio del placer no siente deseo (…) Quien ha abandonado todo impulso, temor o cólera (…) Quien ni odia ni se entristece (…) Ése está en plena posesión de la felicidad o la sabiduría, destacó el profesor Mora, con una cita del Mahabarata, un libro Indio sobre religión, filosofía y mitología.

Por su parte, el escritor Luis Muñoz, licenciado en Filología Española y en Filología Románica por la Universidad de Granada, destacó que, desde el punto de vista de la literatura, es más fácil escribir sobre la infelicidad porque este estado lleva aparejada la necesidad de aliviar el dolor que produce, algo que puede hacerse fácilmente a través del lenguaje poético. La felicidad no necesita de ningún tipo de escritura por su condición irreflexiva, acotó.

El lenguaje de la poesía expresa la infelicidad mejor que la felicidad, pues cuenta con más recursos verbales para la primera y atrae especialmente los momentos desgraciados, añadió. Esto explicaría, entre otras cosas, que este tema haya impregnado tantos poemas desde los orígenes del género, que no es más que el testimonio de una sensibilidad o de una inteligencia, concluyó.
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Investigadores de la UGR desarrollan un programa para prevenir conductas antisociales en niños recién escolarizados

– Investigadores de la UGR desarrollan un programa para prevenir conductas antisociales en niños recién escolarizados

Un programa de intervención pionero desarrollado por investigadores de la Universidad de Granada permite prevenir conductas antisociales en niños recién escolarizados, que son dotados de unas competencias y habilidades básicas para desenvolverse ante posibles situaciones conflictivas.

El instrumento principal de este estudio, en cuyo desarrollo han participado 105 alumnos de Educación Infantil pertenecientes a dos centros de Granada, pasa por reducir el comportamiento antisocial en menores de 3, 4 y 5 años, para lo cual se les aplicó el programa que denominan Aprender a Convivir.

En este programa, que aspira a incorporar al currículum de Educación Infantil sus contenidos y que se desarrolló a lo largo de varios meses, dos horas por semana, se trabajó a través de cuatro bloques: normas y cumplimiento, sentimientos y emociones, habilidades de comunicación y ayuda y cooperación.

El responsable de la investigación, Fernando Justicia, ha explicado a Efe que las actividades del programa se llevaron a cabo con el uso de una serie de marionetas, que hacían llegar de manera más cercana y eficaz a los menores los conocimientos que debían adquirir y las actitudes que habían de asimilar.

De esta forma, los niños, en los que se constataron cambios y mejoras de conducta, podían aprender a través de juegos, canciones o dibujos, en definitiva, divirtiéndose.

Para conseguir con mayor eficacia las metas establecidas fue necesario trabajar conjuntamente con los padres, que debían estar involucrados en la mayor medida posible en el programa y reforzar así en sus casas los comportamientos aprendidos en la escuela.

Antes de poner en práctica el programa de intervención Aprender a convivir se comprobó que entre el grupo experimental y el grupo control utilizados no existían diferencias significativas en ninguna de las variables analizadas, tanto de competencia social como de problemas de comportamiento.

A la luz de los resultados obtenidos tras analizar los datos de varios cuestionarios -usados como instrumentos de evaluación- se comprobó que los niños que participaron en el programa eran más cooperativos, sabían compartir, escuchaban y respetaban a los adultos.

A su vez, sabían pedir ayuda cuando la necesitaban, pedían perdón, reconocían cómo se sienten los demás, se adaptaban bien socialmente con sus compañeros de clase o eran más independientes en la realización de sus actividades, todo esto tras su participación.

En cambio, las puntuaciones de las variables que se referían a conductas antisociales disminuían significativamente tras la intervención.

Asimismo, eran más reflexivos antes de actuar, agredían en menor medida o nada a los demás, no necesitaban llamar la atención a menudo, no mentían tanto, ni eran tan caprichosos y, por otro, no tenían problemas a la hora de hacer amigos, no se aislaban y actuaban como niños de su edad.

Entre otros aspectos, los niños reaccionaban sin poner mala cara ante lo que no les gustaba, se quejaban menos, no se mostraban tensos, ni nerviosos, ansiosos o tristes sin justificación aparente, demostraban interés y afecto por los demás, sin tener miedo al ridículo y fueron capaces de estarse quietos si la situación lo exigía.

Todas estas mejoras en los niños tras haber participado en el programa justifican, según sus investigadores, la importancia del programa Aprender a Convivir, al estar centrado en el segundo ciclo de Educación Infantil, puesto que su objetivo principal es la prevención.

Se pretende así establecer las bases necesarias para que no tengan lugar comportamientos inadecuados en el futuro, dotando a los niños de un amplio repertorio de habilidades sociales para propiciar un adecuado ajuste social en su vida futura.
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Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

– Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

Un programa de intervención pionero desarrollado por investigadores de la Universidad de Granada permite prevenir conductas antisociales en niños recién escolarizados, que son dotados de unas competencias y habilidades básicas para desenvolverse ante posibles situaciones conflictivas.
EFE El instrumento principal de este estudio, en cuyo desarrollo han participado 105 alumnos de Educación Infantil pertenecientes a dos centros de Granada, pasa por reducir el comportamiento antisocial en menores de 3, 4 y 5 años, para lo cual se les aplicó el programa que denominan Aprender a Convivir.

En este programa, que aspira a incorporar al currículum de Educación Infantil sus contenidos y que se desarrolló a lo largo de varios meses, dos horas por semana, se trabajó a través de cuatro bloques: normas y cumplimiento, sentimientos y emociones, habilidades de comunicación y ayuda y cooperación.

El responsable de la investigación, Fernando Justicia, ha explicado a Efe que las actividades del programa se llevaron a cabo con el uso de una serie de marionetas, que hacían llegar de manera más cercana y eficaz a los menores los conocimientos que debían adquirir y las actitudes que habían de asimilar.

De esta forma, los niños, en los que se constataron cambios y mejoras de conducta, podían aprender a través de juegos, canciones o dibujos, en definitiva, divirtiéndose.

Para conseguir con mayor eficacia las metas establecidas fue necesario trabajar conjuntamente con los padres, que debían estar involucrados en la mayor medida posible en el programa y reforzar así en sus casas los comportamientos aprendidos en la escuela.

Antes de poner en práctica el programa de intervención Aprender a convivir se comprobó que entre el grupo experimental y el grupo control utilizados no existían diferencias significativas en ninguna de las variables analizadas, tanto de competencia social como de problemas de comportamiento.

A la luz de los resultados obtenidos tras analizar los datos de varios cuestionarios -usados como instrumentos de evaluación- se comprobó que los niños que participaron en el programa eran más cooperativos, sabían compartir, escuchaban y respetaban a los adultos.

A su vez, sabían pedir ayuda cuando la necesitaban, pedían perdón, reconocían cómo se sienten los demás, se adaptaban bien socialmente con sus compañeros de clase o eran más independientes en la realización de sus actividades, todo esto tras su participación.

En cambio, las puntuaciones de las variables que se referían a conductas antisociales disminuían significativamente tras la intervención.

Asimismo, eran más reflexivos antes de actuar, agredían en menor medida o nada a los demás, no necesitaban llamar la atención a menudo, no mentían tanto, ni eran tan caprichosos y, por otro, no tenían problemas a la hora de hacer amigos, no se aislaban y actuaban como niños de su edad.

Entre otros aspectos, los niños reaccionaban sin poner mala cara ante lo que no les gustaba, se quejaban menos, no se mostraban tensos, ni nerviosos, ansiosos o tristes sin justificación aparente, demostraban interés y afecto por los demás, sin tener miedo al ridículo y fueron capaces de estarse quietos si la situación lo exigía.

Todas estas mejoras en los niños tras haber participado en el programa justifican, según sus investigadores, la importancia del programa Aprender a Convivir, al estar centrado en el segundo ciclo de Educación Infantil, puesto que su objetivo principal es la prevención.

Se pretende así establecer las bases necesarias para que no tengan lugar comportamientos inadecuados en el futuro, dotando a los niños de un amplio repertorio de habilidades sociales para propiciar un adecuado ajuste social en su vida futura.
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Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

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Un programa de intervención pionero desarrollado por investigadores de la Universidad de Granada permite prevenir conductas antisociales en niños recién escolarizados, que son dotados de unas competencias y habilidades básicas para desenvolverse ante posibles situaciones conflictivas.
EFE El instrumento principal de este estudio, en cuyo desarrollo han participado 105 alumnos de Educación Infantil pertenecientes a dos centros de Granada, pasa por reducir el comportamiento antisocial en menores de 3, 4 y 5 años, para lo cual se les aplicó el programa que denominan Aprender a Convivir.

En este programa, que aspira a incorporar al currículum de Educación Infantil sus contenidos y que se desarrolló a lo largo de varios meses, dos horas por semana, se trabajó a través de cuatro bloques: normas y cumplimiento, sentimientos y emociones, habilidades de comunicación y ayuda y cooperación.

El responsable de la investigación, Fernando Justicia, ha explicado a Efe que las actividades del programa se llevaron a cabo con el uso de una serie de marionetas, que hacían llegar de manera más cercana y eficaz a los menores los conocimientos que debían adquirir y las actitudes que habían de asimilar.

De esta forma, los niños, en los que se constataron cambios y mejoras de conducta, podían aprender a través de juegos, canciones o dibujos, en definitiva, divirtiéndose.

Para conseguir con mayor eficacia las metas establecidas fue necesario trabajar conjuntamente con los padres, que debían estar involucrados en la mayor medida posible en el programa y reforzar así en sus casas los comportamientos aprendidos en la escuela.

Antes de poner en práctica el programa de intervención Aprender a convivir se comprobó que entre el grupo experimental y el grupo control utilizados no existían diferencias significativas en ninguna de las variables analizadas, tanto de competencia social como de problemas de comportamiento.

A la luz de los resultados obtenidos tras analizar los datos de varios cuestionarios -usados como instrumentos de evaluación- se comprobó que los niños que participaron en el programa eran más cooperativos, sabían compartir, escuchaban y respetaban a los adultos.

A su vez, sabían pedir ayuda cuando la necesitaban, pedían perdón, reconocían cómo se sienten los demás, se adaptaban bien socialmente con sus compañeros de clase o eran más independientes en la realización de sus actividades, todo esto tras su participación.

En cambio, las puntuaciones de las variables que se referían a conductas antisociales disminuían significativamente tras la intervención.

Asimismo, eran más reflexivos antes de actuar, agredían en menor medida o nada a los demás, no necesitaban llamar la atención a menudo, no mentían tanto, ni eran tan caprichosos y, por otro, no tenían problemas a la hora de hacer amigos, no se aislaban y actuaban como niños de su edad.

Entre otros aspectos, los niños reaccionaban sin poner mala cara ante lo que no les gustaba, se quejaban menos, no se mostraban tensos, ni nerviosos, ansiosos o tristes sin justificación aparente, demostraban interés y afecto por los demás, sin tener miedo al ridículo y fueron capaces de estarse quietos si la situación lo exigía.

Todas estas mejoras en los niños tras haber participado en el programa justifican, según sus investigadores, la importancia del programa Aprender a Convivir, al estar centrado en el segundo ciclo de Educación Infantil, puesto que su objetivo principal es la prevención.

Se pretende así establecer las bases necesarias para que no tengan lugar comportamientos inadecuados en el futuro, dotando a los niños de un amplio repertorio de habilidades sociales para propiciar un adecuado ajuste social en su vida futura.
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Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

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Un programa de intervención pionero desarrollado por investigadores de la Universidad de Granada permite prevenir conductas antisociales en niños recién escolarizados, que son dotados de unas competencias y habilidades básicas para desenvolverse ante posibles situaciones conflictivas.
EFE El instrumento principal de este estudio, en cuyo desarrollo han participado 105 alumnos de Educación Infantil pertenecientes a dos centros de Granada, pasa por reducir el comportamiento antisocial en menores de 3, 4 y 5 años, para lo cual se les aplicó el programa que denominan Aprender a Convivir.

En este programa, que aspira a incorporar al currículum de Educación Infantil sus contenidos y que se desarrolló a lo largo de varios meses, dos horas por semana, se trabajó a través de cuatro bloques: normas y cumplimiento, sentimientos y emociones, habilidades de comunicación y ayuda y cooperación.

El responsable de la investigación, Fernando Justicia, ha explicado a Efe que las actividades del programa se llevaron a cabo con el uso de una serie de marionetas, que hacían llegar de manera más cercana y eficaz a los menores los conocimientos que debían adquirir y las actitudes que habían de asimilar.

De esta forma, los niños, en los que se constataron cambios y mejoras de conducta, podían aprender a través de juegos, canciones o dibujos, en definitiva, divirtiéndose.

Para conseguir con mayor eficacia las metas establecidas fue necesario trabajar conjuntamente con los padres, que debían estar involucrados en la mayor medida posible en el programa y reforzar así en sus casas los comportamientos aprendidos en la escuela.

Antes de poner en práctica el programa de intervención Aprender a convivir se comprobó que entre el grupo experimental y el grupo control utilizados no existían diferencias significativas en ninguna de las variables analizadas, tanto de competencia social como de problemas de comportamiento.

A la luz de los resultados obtenidos tras analizar los datos de varios cuestionarios -usados como instrumentos de evaluación- se comprobó que los niños que participaron en el programa eran más cooperativos, sabían compartir, escuchaban y respetaban a los adultos.

A su vez, sabían pedir ayuda cuando la necesitaban, pedían perdón, reconocían cómo se sienten los demás, se adaptaban bien socialmente con sus compañeros de clase o eran más independientes en la realización de sus actividades, todo esto tras su participación.

En cambio, las puntuaciones de las variables que se referían a conductas antisociales disminuían significativamente tras la intervención.

Asimismo, eran más reflexivos antes de actuar, agredían en menor medida o nada a los demás, no necesitaban llamar la atención a menudo, no mentían tanto, ni eran tan caprichosos y, por otro, no tenían problemas a la hora de hacer amigos, no se aislaban y actuaban como niños de su edad.

Entre otros aspectos, los niños reaccionaban sin poner mala cara ante lo que no les gustaba, se quejaban menos, no se mostraban tensos, ni nerviosos, ansiosos o tristes sin justificación aparente, demostraban interés y afecto por los demás, sin tener miedo al ridículo y fueron capaces de estarse quietos si la situación lo exigía.

Todas estas mejoras en los niños tras haber participado en el programa justifican, según sus investigadores, la importancia del programa Aprender a Convivir, al estar centrado en el segundo ciclo de Educación Infantil, puesto que su objetivo principal es la prevención.

Se pretende así establecer las bases necesarias para que no tengan lugar comportamientos inadecuados en el futuro, dotando a los niños de un amplio repertorio de habilidades sociales para propiciar un adecuado ajuste social en su vida futura.
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Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

– Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

Un programa de intervención pionero desarrollado por investigadores de la Universidad de Granada permite prevenir conductas antisociales en niños recién escolarizados, que son dotados de unas competencias y habilidades básicas para desenvolverse ante posibles situaciones conflictivas.
EFE El instrumento principal de este estudio, en cuyo desarrollo han participado 105 alumnos de Educación Infantil pertenecientes a dos centros de Granada, pasa por reducir el comportamiento antisocial en menores de 3, 4 y 5 años, para lo cual se les aplicó el programa que denominan Aprender a Convivir.

En este programa, que aspira a incorporar al currículum de Educación Infantil sus contenidos y que se desarrolló a lo largo de varios meses, dos horas por semana, se trabajó a través de cuatro bloques: normas y cumplimiento, sentimientos y emociones, habilidades de comunicación y ayuda y cooperación.

El responsable de la investigación, Fernando Justicia, ha explicado a Efe que las actividades del programa se llevaron a cabo con el uso de una serie de marionetas, que hacían llegar de manera más cercana y eficaz a los menores los conocimientos que debían adquirir y las actitudes que habían de asimilar.

De esta forma, los niños, en los que se constataron cambios y mejoras de conducta, podían aprender a través de juegos, canciones o dibujos, en definitiva, divirtiéndose.

Para conseguir con mayor eficacia las metas establecidas fue necesario trabajar conjuntamente con los padres, que debían estar involucrados en la mayor medida posible en el programa y reforzar así en sus casas los comportamientos aprendidos en la escuela.

Antes de poner en práctica el programa de intervención Aprender a convivir se comprobó que entre el grupo experimental y el grupo control utilizados no existían diferencias significativas en ninguna de las variables analizadas, tanto de competencia social como de problemas de comportamiento.

A la luz de los resultados obtenidos tras analizar los datos de varios cuestionarios -usados como instrumentos de evaluación- se comprobó que los niños que participaron en el programa eran más cooperativos, sabían compartir, escuchaban y respetaban a los adultos.

A su vez, sabían pedir ayuda cuando la necesitaban, pedían perdón, reconocían cómo se sienten los demás, se adaptaban bien socialmente con sus compañeros de clase o eran más independientes en la realización de sus actividades, todo esto tras su participación.

En cambio, las puntuaciones de las variables que se referían a conductas antisociales disminuían significativamente tras la intervención.

Asimismo, eran más reflexivos antes de actuar, agredían en menor medida o nada a los demás, no necesitaban llamar la atención a menudo, no mentían tanto, ni eran tan caprichosos y, por otro, no tenían problemas a la hora de hacer amigos, no se aislaban y actuaban como niños de su edad.

Entre otros aspectos, los niños reaccionaban sin poner mala cara ante lo que no les gustaba, se quejaban menos, no se mostraban tensos, ni nerviosos, ansiosos o tristes sin justificación aparente, demostraban interés y afecto por los demás, sin tener miedo al ridículo y fueron capaces de estarse quietos si la situación lo exigía.

Todas estas mejoras en los niños tras haber participado en el programa justifican, según sus investigadores, la importancia del programa Aprender a Convivir, al estar centrado en el segundo ciclo de Educación Infantil, puesto que su objetivo principal es la prevención.

Se pretende así establecer las bases necesarias para que no tengan lugar comportamientos inadecuados en el futuro, dotando a los niños de un amplio repertorio de habilidades sociales para propiciar un adecuado ajuste social en su vida futura.
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Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

– Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

Un programa de intervención pionero desarrollado por investigadores de la Universidad de Granada permite prevenir conductas antisociales en niños recién escolarizados, que son dotados de unas competencias y habilidades básicas para desenvolverse ante posibles situaciones conflictivas.
EFE El instrumento principal de este estudio, en cuyo desarrollo han participado 105 alumnos de Educación Infantil pertenecientes a dos centros de Granada, pasa por reducir el comportamiento antisocial en menores de 3, 4 y 5 años, para lo cual se les aplicó el programa que denominan Aprender a Convivir.

En este programa, que aspira a incorporar al currículum de Educación Infantil sus contenidos y que se desarrolló a lo largo de varios meses, dos horas por semana, se trabajó a través de cuatro bloques: normas y cumplimiento, sentimientos y emociones, habilidades de comunicación y ayuda y cooperación.

El responsable de la investigación, Fernando Justicia, ha explicado a Efe que las actividades del programa se llevaron a cabo con el uso de una serie de marionetas, que hacían llegar de manera más cercana y eficaz a los menores los conocimientos que debían adquirir y las actitudes que habían de asimilar.

De esta forma, los niños, en los que se constataron cambios y mejoras de conducta, podían aprender a través de juegos, canciones o dibujos, en definitiva, divirtiéndose.

Para conseguir con mayor eficacia las metas establecidas fue necesario trabajar conjuntamente con los padres, que debían estar involucrados en la mayor medida posible en el programa y reforzar así en sus casas los comportamientos aprendidos en la escuela.

Antes de poner en práctica el programa de intervención Aprender a convivir se comprobó que entre el grupo experimental y el grupo control utilizados no existían diferencias significativas en ninguna de las variables analizadas, tanto de competencia social como de problemas de comportamiento.

A la luz de los resultados obtenidos tras analizar los datos de varios cuestionarios -usados como instrumentos de evaluación- se comprobó que los niños que participaron en el programa eran más cooperativos, sabían compartir, escuchaban y respetaban a los adultos.

A su vez, sabían pedir ayuda cuando la necesitaban, pedían perdón, reconocían cómo se sienten los demás, se adaptaban bien socialmente con sus compañeros de clase o eran más independientes en la realización de sus actividades, todo esto tras su participación.

En cambio, las puntuaciones de las variables que se referían a conductas antisociales disminuían significativamente tras la intervención.

Asimismo, eran más reflexivos antes de actuar, agredían en menor medida o nada a los demás, no necesitaban llamar la atención a menudo, no mentían tanto, ni eran tan caprichosos y, por otro, no tenían problemas a la hora de hacer amigos, no se aislaban y actuaban como niños de su edad.

Entre otros aspectos, los niños reaccionaban sin poner mala cara ante lo que no les gustaba, se quejaban menos, no se mostraban tensos, ni nerviosos, ansiosos o tristes sin justificación aparente, demostraban interés y afecto por los demás, sin tener miedo al ridículo y fueron capaces de estarse quietos si la situación lo exigía.

Todas estas mejoras en los niños tras haber participado en el programa justifican, según sus investigadores, la importancia del programa Aprender a Convivir, al estar centrado en el segundo ciclo de Educación Infantil, puesto que su objetivo principal es la prevención.

Se pretende así establecer las bases necesarias para que no tengan lugar comportamientos inadecuados en el futuro, dotando a los niños de un amplio repertorio de habilidades sociales para propiciar un adecuado ajuste social en su vida futura.
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Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

– Un plan pionero previene conductas antisociales en niños recién escolarizados

Un programa de intervención pionero desarrollado por investigadores de la Universidad de Granada permite prevenir conductas antisociales en niños recién escolarizados, que son dotados de unas competencias y habilidades básicas para desenvolverse ante posibles situaciones conflictivas.

El instrumento principal de este estudio, en cuyo desarrollo han participado 105 alumnos de Educación Infantil pertenecientes a dos centros de Granada, pasa por reducir el comportamiento antisocial en menores de 3, 4 y 5 años, para lo cual se les aplicó el programa que denominan Aprender a Convivir.

En este programa, que aspira a incorporar al currículum de Educación Infantil sus contenidos y que se desarrolló a lo largo de varios meses, dos horas por semana, se trabajó a través de cuatro bloques: normas y cumplimiento, sentimientos y emociones, habilidades de comunicación y ayuda y cooperación.

El responsable de la investigación, Fernando Justicia, ha explicado a Efe que las actividades del programa se llevaron a cabo con el uso de una serie de marionetas, que hacían llegar de manera más cercana y eficaz a los menores los conocimientos que debían adquirir y las actitudes que habían de asimilar.

De esta forma, los niños, en los que se constataron cambios y mejoras de conducta, podían aprender a través de juegos, canciones o dibujos, en definitiva, divirtiéndose.

Para conseguir con mayor eficacia las metas establecidas fue necesario trabajar conjuntamente con los padres, que debían estar involucrados en la mayor medida posible en el programa y reforzar así en sus casas los comportamientos aprendidos en la escuela.

Antes de poner en práctica el programa de intervención Aprender a convivir se comprobó que entre el grupo experimental y el grupo control utilizados no existían diferencias significativas en ninguna de las variables analizadas, tanto de competencia social como de problemas de comportamiento.

A la luz de los resultados obtenidos tras analizar los datos de varios cuestionarios -usados como instrumentos de evaluación- se comprobó que los niños que participaron en el programa eran más cooperativos, sabían compartir, escuchaban y respetaban a los adultos.

A su vez, sabían pedir ayuda cuando la necesitaban, pedían perdón, reconocían cómo se sienten los demás, se adaptaban bien socialmente con sus compañeros de clase o eran más independientes en la realización de sus actividades, todo esto tras su participación.

En cambio, las puntuaciones de las variables que se referían a conductas antisociales disminuían significativamente tras la intervención.

Asimismo, eran más reflexivos antes de actuar, agredían en menor medida o nada a los demás, no necesitaban llamar la atención a menudo, no mentían tanto, ni eran tan caprichosos y, por otro, no tenían problemas a la hora de hacer amigos, no se aislaban y actuaban como niños de su edad.

Entre otros aspectos, los niños reaccionaban sin poner mala cara ante lo que no les gustaba, se quejaban menos, no se mostraban tensos, ni nerviosos, ansiosos o tristes sin justificación aparente, demostraban interés y afecto por los demás, sin tener miedo al ridículo y fueron capaces de estarse quietos si la situación lo exigía.

Todas estas mejoras en los niños tras haber participado en el programa justifican, según sus investigadores, la importancia del programa Aprender a Convivir, al estar centrado en el segundo ciclo de Educación Infantil, puesto que su objetivo principal es la prevención.

Se pretende así establecer las bases necesarias para que no tengan lugar comportamientos inadecuados en el futuro, dotando a los niños de un amplio repertorio de habilidades sociales para propiciar un adecuado ajuste social en su vida futura.
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Unicaja Arukasur quiere comprar el billete para la final en Granada

– Unicaja Arukasur quiere comprar el billete para la final en Granada

Juega en Fuentenueva frente al Universidad con la intención de casi sentenciar la eliminatoria El opuesto Renato Adornelas sufre una tendinitis que le ha impedido entrenar bien

Unicaja Arukasur Almería afronta hoy sábado el segundo partido de semifinales contra Universidad de Granada en el Pabellón Fuentenueva con la intención de aprender cómo llegar a la final de la Superliga, algo que podría cerrar mañana domingo.

Para afrontar los dos partidos, Áxel Mondi, entrenador de Unicaja Arukasur, contará con Kyohei Shibata, Gustavo Delgado, Renato Adornelas, Alexis Valido, Alfonso Flores, Giovanni Das Chagas, Carlos Luna, Juanjo Salvador, Vicente Ferrández, Fredy Cedeño, Santiago Darraidou, Antonio Moreno y Daniel Rocamora, los dos últimos, del equipo filial.

La victoria de la pasada semana sitúa a los almerienses en el camino de la final. Ya han dado el primer paso y, aún perdiendo los dos partidos en tierras granadinas, tendría la oportunidad de conquistar el billete para la final en casa, una semana después.

Un problema

Según el técnico del conjunto ahorrador, la única molestia que aún no se ha recuperado es la tendinitis de Adornelas en el hombro derecho. «Renato no pudo entrenar bien durante esta semana. Estuvimos resguardándolo y únicamente ha hecho acciones de bloqueo y defensa, ninguna de saque ni de ataque en los entrenamientos. El jueves le hicieron una resonancia y afortunadamente no tiene nada importante, sólo la tendinitis, que no le impedirá estar bien el fin de semana, como lo estuvo el sábado en el partido aquí en casa en el que jugó y muy bien», ha comentado.

El rival

Los almerienses tienen que pensar que el Universidad de Granada, que todavía no le ha ganado ninguno de los partidos disputados esta temporada, hoy lo va a dar todo por buscar la victoria. Es su única oportunidad. Basando su juego en un potente saque, en un pabellón de dimensiones pequeñas que aumenta la dificultad de recepción en el saque, los granadinos querrán darle importancia al partido de mañana, algo que pasa por ganar el choque de esta tarde.

Mondi ha manifestado que el encuentro de esta tarde en Fuentenueva será «sumamente importante. Creo que va a ser un gran partido y si logramos la victoria será un paso decisivo porque, en primer lugar, quizá tendríamos opción de definir la eliminatoria con un solo partido aquí en Almería, y, en segundo lugar, porque el domingo iríamos a por el gran objetivo de definir la eliminatoria lo antes posible de cara a una preparación más concienzuda de la final. Además, Universidad de Granada, por más que gane un partido, tendría que volver el siguiente fin de semana a Almería, y le resultará mucho más difícil». El entrenador blanquiverde ha asegurado que no afrontan los dos partidos de igual manera, ya que considera más importante el del sábado.

Según el hispano-argentino, las claves del partido serán similares a las del encuentro del pasado sábado aquí en Almería. «Aunque hay otras armas que vamos a emplear en Granada, creo que va ser un partido similar al que realizamos aquí».

Áxel Mondi ha comentado que esta ha sido una muy buena semana de entrenamientos. «Hemos cumplido los objetivos que nos habíamos planteado, tanto en técnica como en competición. Durante esta semana hemos entrenado con unos elásticos en el techo para simular la baja altura de Fuentenueva con el objetivo de que los jugadores condicionen su forma de juego en el saque, en los balones de defensa y en los colocados de contraataque a la altura de Fuentenueva».

Según el técnico, la plantilla de Unicaja Arukasur llega muy bien a los dos partidos. «Los jugadores están fuertes, concentrados, confiados y seguros de lo que tiene que hacer. Hemos hecho bien los deberes como para afrontar con confianza este partido». Unicaja Arukasur entrenó ayer en el Palacio de Deportes Mediterráneo y hoy por la mañana (de 9:30 a 10:30). A las once partirá en autobús a Granada, donde, tras almorzar, afrontará un partido que será dirigido por Susana Rodríguez, de Albacete, y José L. Arrarte, de Alicante.

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