Ciudadanos de Granada: Economía del medio ambiente
Investigadores de la UGR estudian la rentabilidad del factor verde en las empresas turísticas. “La satisfacción del cliente y el gasto que realiza es mayor cuando las condiciones del entorno son buenas”, dicen.
Vincular la gestión empresarial con el respeto al medio ambiente no es una opción voluntaria en los tiempos que vivimos. Al menos, en el sector turístico. “Un entorno cuidado y en buen estado repercute directamente en el grado de satisfacción del cliente. Esto tiene consecuencias claras. Su nivel de gasto también se incrementa”.
El catedrático Alberto Aragón-Correa, del departamento de Organización de Empresas, no alberga ninguna duda acerca de los beneficios de esta relación. Hace tres lustros que comenzó a enfocar su labor académica en la Universidad de Granada (UGR) hacia la unión de dos campos que a duras penas resistían una relación que no interesaba mucho. Hoy por hoy, con el auge de la cultura verde, el asunto no ofrece discusión alguna.
“Entonces, era una disciplina nueva y con poca gente que quisiera hacer carrera en ella”, apunta Aragón-Correa. Quince años después, comanda uno de los grupos de investigación más punteros y especiales de la UGR –Innovación, Sostenibilidad y Desarrollo Empresarial (ISDE)–. Una veintena de doctores se emplean en el análisis y estudio de la principal ‘industria’ de la región, el turismo.
Doctores y docentes de distinto nivel ultiman desde la facultad de Ciencias Económicas un proyecto, mancomunado con otra universidad canadiense, que analiza la situación de dos centenares de estaciones de esquí de todo el planeta. Han recogido datos en más de 20 países, entre ellos Estados Unidos y naciones de la Unión Europea.
No existe ninguna otra estructura de ocio más relacionada con el entorno natural, más implicada con su medio ambiente, que la de estas instalaciones de altura. Aunque aún es pronto para anunciar resultados, el catedrático señala que una de las principales y sorprendentes conclusiones obtenidas apunta que “en todos aquellos lugares en los que se da una colaboración explícita con colectivos de protección de la naturaleza, la rentabilidad crece de forma notable”.
Al hablar de la situación de la provincia, opta por empezar por lo bueno, por los puntos fuertes, “por lo positivo”: “En principio, las condiciones de partida son excepcionales. Contamos con unas condiciones climatológicas y ambientales muy buenas, recursos como el repetido de la playa y la montaña, así como patrimonios únicos y de un potencial extraordinario, como la Alhambra.
En este sentido, se podría decir que somos unos superdotados. La oferta hotelera también ha crecido y presenta una óptima calidad”. Ahora viene el turno de las debilidades. Alberto destaca un factor por encima de los demás. Resulta bastante curioso en la que se consideraba hasta hace poco como capital internacional del botellón: “La oferta de ocio nocturno es muy deficiente”.
Gasto extra. Dicho así, no parece gran cosa, pero el investigador insiste en su importancia: “Esto precisamente justifica que un turista que acude a alguna ciudad vecina como Málaga se decida a pasar una noche en Granada, que no venga solamente a ver la Alhambra y se marche”. Entre los ejemplos posibles, señala actuaciones de calidad, obras teatrales, espectáculos de distinto tipo –uno de luces en el Generalife podría estar bien, propone–, “pero que se lleven a cabo de forma sistemática durante días fijos de la semana y que se anuncien debidamente”.
La clave, a su juicio, consiste en “coordinar una agenda cultural única. Falta ese plus que anime a un señor a quedarse, al menos, durante una velada”. El asunto no es baladí: “El gasto de estas personas pasaría, prácticamente, a duplicarse”. “Se echa en falta cierta oferta integrada. Algo así como golf con Alhambra, un paquete Granada-Guadix-zona Norte, etc. Contamos con muchos recursos, pero hay que trabajar mucho en el terreno de la cooperación, que es prioritaria”, continúa explicando el experto, quien no oculta que resulta bastante sorprendente que en Sierra Nevada no se haya establecido un punto oficial de información turística sobre capital y provincia.
Aragón-Correa insiste en el valor de los recursos paisajísticos, en lo que aportan a la actividad económica, en sus efectos sobre la cuenta de resultados del negocio: “La gente aprecia tanto el aspecto medioambiental que están dispuestos a pagar por ello. De ahí el sentido de los sellos que se otorgan para destacar este aspecto. Tampoco faltan los touroperadores especializados que tan sólo admiten paquetes con hoteles de este tipo”.
Tanto es así, que en estudios realizados para apoyar sus investigaciones, los encuestados se mostraban dispuestos a abonar cantidades en dinero si esa fuera la condición para acceder a espacios protegidos. Una correcta gestión medioambiental produce beneficios, como ha dejado claro el catedrático, pero también ahorra costes. Son aquellos relacionados con el uso de energías renovables que optimizan la actividad productiva.
Por todas estas circunstancias, el profesor insiste en la necesidad de evitar la degradación del entorno, de protegerlo contra ataques como el urbanístico, uno de los más conocidos, aunque no el único. “La suciedad, la contaminación acústica, o la presión del tráfico son otros de los factores que pueden degradar el ecosistema y que suelen influir en la toma de decisiones del viajero a la hora de decantarse por un destino”, puntualiza Correa, quien señala que la cosa es tan clara de visualizar como que a nadie le agrada sufrir atascos en su lugar de veraneo.
Su visión con respecto a los vuelos de bajo coste resulta igual de interesante. Habla de la polémica que se desató en la ciudad sobre la conveniencia o no de apoyar su financiación. En este sentido, tiene claro que “no cabe duda de que sirven para traer visitantes a la ciudad, lo que nadie puede negar que es positivo”. En su opinión, lo determinante en este tema es saber cubrir las necesidades que requiere este perfil de turista, que es diferente: “Es ahí donde se falla, porque sus preferencias y necesidades no son como las del viajero que llega por otras vías”.
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