Un cerebro sin género
«Cada cerebro es único, hay tantos cerebros como personas en el mundo», explica María José Barral, especialista de la Universidad de Zaragoza que esta tarde ofrece una conferencia para analizar, desde una perspectiva constructiva, los distintos discursos científicos que hay sobre las diferencias sexuales acerca del que puede ser el órgano más importante del ser humano.
Esta cita tendrá lugar a las 18.30 horas en el salón de actos del Centro de Documentación Científica de la Universidad de Granada UGR). La experta destaca que son tres los factores principales del desarrollo cerebral, «la genética, las hormonas y el ambiente sociocultural», y añade que «estos pueden combinarse de tal forma que cada cerebro sea diferente al resto».
En base a estos factores, la investigadora sostiene que hay algunos rasgos comunes entre los cerebros de hombres y mujeres, respectivamente, que se deducen de sus diferencias hormonales y de la educación que reciben. «Aunque el cerebro de una mujer seguramente tendrá más semejanzas con el de un hombre que vive en un ambiente sociocultural parecido, que con el de otra mujer de un entorno muy diferente, de África por ejemplo», añade.
Igualmente, la experta subraya que el cerebro es modificable, de manera que desde que nacemos éste se desarrolla cambiando en función de lo que aprendemos. «El ser humano es el animal que nace con el cerebro más inmaduro, otras especies al nacer son capaces de andar, mientras que las personas necesitamos más tiempo. Los cuatro primeros años son esenciales para este desarrollo», asegura.
Otra de las particularidades del cerebro humano es la capacidad de sus neuronas para asociarse unas con otras y formar redes en base a los estímulos externos. Esta plasticidad neuronal ante las experiencias externas es la que hace que en el cerebro no sólo prime la naturaleza hormonal y genética, sino el entorno cultural que rodea al sujeto en cuestión.
Discursos
La meta principal de esta charla, según explica Barral, es desmentir algunos discursos científicos que, aunque falsos, se siguen dando para mantener las diferencias entre hombre y mujer, como por ejemplo el que dicta que el comportamiento sexual femenino es pasivo y receptivo, y el masculino activo. O que la agresividad se da con más frecuencia en hombres que en mujeres, etcétera.
La investigadora señala que muchos de estos discursos se han levantado en base a estudios con animales de laboratorio. «La mayoría de las investigaciones sobre desarrollo cerebral que se hace con animales no tiene en cuenta el sexo de éstos, salvo cuando se aspira a hallar diferencias entre cerebros femeninos y masculinos», afirma.
Esta conferencia ha sido organizada por el Departamento de Historia de la Ciencia de la UGR, el Instituto de Estudios de la Mujer y el Instituto de la Paz y los Conflictos de la UGR. El objetivo es que los asistentes comprendan que el cerebro no sólo obedece a su comportamiento hormonal y genético, sino que está en constante cambio, y que en él interviene el ambiente en el que se cría,
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