La UAL gana la apuesta por la investigación

La UAL gana la apuesta por la investigación

LA posición de privilegio en la que se encuentra nuestra Universidad en investigación ha sido para la comunidad universitaria almeriense una noticia muy grata esta semana. Especialmente, por cuanto ha venido a refrendar el trabajo que realizan los ochenta grupos de investigación que hay activos en la UAL y que son los auténticos responsables de ese resultado. Que en materia de investigación, la Universidad de Almería esté bastante por encima de Universidades como las de Granada, Málaga, Sevilla, Salamanca o la Complutense de Madrid, señala que la política que pusimos en marcha hace dos años está siendo la adecuada, que sabemos lo que hay que hacer y cómo hacerlo.

Pero también es cierto que esos datos reflejan el espíritu de esta provincia, un espíritu que es innovador y competitivo. Es evidente que nuestra Universidad, como institución al servicio público y reflejo de la sociedad de la que forma parte, no podía ser distinta y que esas ansias de progreso son un magnífico caldo de cultivo que facilita la concreción posterior de los proyectos que se ponen en marcha. Habernos situado en investigación entre las 15 primeras de las 69 Universidades españolas presenciales, demuestra que no existen las pócimas mágicas, ni los milagros, sólo el trabajo y la creencia de que la Universidad tiene que estar al lado de la I+D+i y de innovación y de que existe una filosofía muy clara por nuestra parte que, como institución, la Universidad de Almería debe ser competitiva en ambas cosas.

Quisiera también reflexionar sobre los resultados que arroja ese ranking en cuanto a la docencia. Es evidente que para nosotros, que somos aún una Universidad muy joven (hemos cumplido los 16 años de vida) y de tamaño mediano, es difícil competir con instituciones que triplican nuestro número de alumnos o que tienen tras de sí una historia de siglos, como la Universidad de Granada, fundada por el Emperador Carlos V en el año 1531. Por ello, creo que es necesario explicar que no es lo mismo evaluar el número de ordenadores o de libros que hay en una biblioteca que la calidad de la enseñanza. Las 24.000 encuestas anónimas que realizamos cada curso académico entre los alumnos para conocer su opinión sobre los docentes de la UAL ofrecen datos que nos hacen también estar muy seguros de que, en esta materia, también vamos por el buen camino: nuestro profesorado saca un 8 de nota media, muy por encima de la media de las Universidades andaluzas. Sin ánimo de caer en la complacencia, creo que estos datos nos permiten, pues, estar de enhorabuena y nos animan a seguir trabajando para lograr que nuestra Universidad se sitúe en los máximos niveles de calidad y de excelencia, algo que debe ser nuestro objetivo prioritario.
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Mohamed Zitoune y Guadalupe Ingelmo, premios Paso del Estrecho

Mohamed Zitoune y Guadalupe Ingelmo, premios Paso del Estrecho

La segunda edición de los premios de relato corto Paso del Estrecho premian las obras del escritor marroquí Mohamed Zitoune, L\’hrig, y la madrileña Guadalupe Ingelmo, Bajo el signo del naufragio, en las modalidades de árabe y español, respectivamente.

La directora del Patronato de la Alhambra y Generalife, María del Mar Villafranca, presidió ayer en el Salón de Actos del Palacio de Carlos V, la II edición de los premios literarios Paso del Estrecho. Durante el acto, se presentó el libro que recoge los relatos cortos escrito por los galardonados de la Primera edición del certamen, celebrada en 2008. La jornada concluyó con la actuación musical de la Coral Ciudad de Granada.

En la modalidad de árabe, el primer premio recayó en Mohamed Zitoune por L\’hrig; mientras que los finalistas han sido Zineb Benyaya (de Almería) por \’la at-Tariq, y Hassan Bakkali, de Marruecos, por \’ubur. Por lo que respecta a los autores que han escrito los relatos cortos en español, el mejor texto ha sido el de Guadalupe Ingelmo, de Madrid, por Bajo el signo del naufragio; y los finalistas han sido José M. Motos Galera por Nuestro Valle y Juan Ángel Brage Vizoso por La otra orilla. Ambos finalistas son de Granada.

Cerca de 200 relatos han concurrido al II Premio de Relato Corto Paso del Estrecho, único del mundo que admite simultáneamente relatos en español y en árabe. Al certamen, convocado por la Fundación Cultura y Sociedad, han llegado textos procedentes de escritores de 24 países de cuatro continentes.

Entre los participantes en el concurso se encuentran hombres y mujeres en semejante porcentaje; jóvenes y mayores, -desde una granadina con 12 años hasta un colombiano de 80-, e hispanoparlantes y arabófonos. En esta segunda edición ha aumentado igualmente el número de textos en árabe, que suponen un tercio del total de los presentados.

El jurado, coordinado por el doctor en Filología Antonio Barnés, está integrado por Mouna Aboussi, lectora de Árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga; José Julio Cabanillas, escritor y profesor de Literatura en Sevilla; Jesús Cotta, escritor y profesor de Filosofía en Sevilla; Miguel d\’Ors, poeta, Premio de la Crítica y profesor de Literatura de la Universidad de Granada; Ángel Esteban, escritor y profesor de Literatura de la Universidad de Granada; Pilar González, profesora de Árabe en el Instituto San Justino de Madrid; y Aram Hamparzoumian, profesor de Árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga.

El Premio Paso del Estrecho, organizado para estrechar lazos entre la cultura occidental y la árabe, está convocado por la Fundación Cultura y Sociedad, con la colaboración de la Asociación UNESCO para la Promoción de la Ética en los Medios de Comunicación.
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Agua oculta que ríe

Agua oculta que ríe

NO se ofendan los defensores a ultranza de Manuel Machado; sólo se trata de lo que se llama una alusión intertextual, o sea, aludir a otro texto dentro de un texto. Incluso puede, y debe, considerarse como un pequeño homenaje a otro poeta genial y universal, el de Fuente Vaquero, gracias a la cercanía de cuyo Centro por fin se verá desterrado el Aguador de la Romanilla. Desde aquí expreso mi solidaridad con su próximo destino -se habla del Camino de los Neveros; total, la nieve derretida es agua- con la esperanza de que otro artista provoque su traslado.

Hablando de artistas, en el blog de Juan Vida -a quien me unen lazos caninos entrañables (él sabe a qué me refiero)- del 8 de mayo, explica con toda claridad que, al contrario de lo que muchos han pensado, el mal gusto de la escultura del Aguador se debe a la condición humana, y no a la «condición granadina», poniendo así en pie de igualdad a los granadinos con la raza humana. Esto es progreso y, a medida que se vayan viendo los enormes beneficios que nos aportará tener el Puerto de Motril a tiro, más se irán alejando futuros aguadores aún más feos.

En esto también acierta Juan cuando dice: «Lo que hace que Granada sea diferente no es en sí la escala con que se mide, sino la frecuencia con que se producen los desafueros». Es hasta paradójico porque para hacer algo con «frecuencia» ha menester cierta dosis de energía, y siempre se ha acusado a esta ciudad de inmovilismo a casi todos los niveles. Pues resulta que no; al menos para producir desafueros, en opinión de nuestro artista de marras.

Sin embargo, la concesión de la Universiada a Granada, la designación de Granada como una de las sedes del Mundobasket de 2014, y, ya puestos, la obtención de la Universidad de Granada del séptimo lugar en el «ranking» de las universidades españolas -gracias sobre todo a la docencia- son otras opciones para reírnos de alegría en vez de llorar sin fundamento.

Hay quien dice que las universidades españolas son de pacotilla porque ninguna está entre las cien «mejores del mundo», lo cual es ridículo porque el famoso ranking se basa en los exalumnos premio Nobel, y los profesores premio Nobel. Es decir, el ranking se compra. La docencia ni entra en las consideraciones del ranking de Shanghai.

La única agua oculta que no quiero ver ni llorando ni riendo en Granada es la agüita amarilla de los insoportables botelloneros maleducados. (¿Los hay bien educados? Creo que sí pero ésos sí que son ocultos.) ¿Por qué no llevan el Aguador al botellódromo?

Poco a poco estamos haciendo que el agua oculta de Granada se ría en vez de llorar.
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La UGR retrasa un año la implantación de nuevos títulos adaptados al Plan Bolonia

La UGR retrasa un año la implantación de nuevos títulos adaptados al Plan Bolonia

Absolutamente imposible. Esas son las dos palabras que ha utilizado la vicerrectora de Enseñanzas de Grado y Posgrado de la Universidad de Granada (UGR), Lola Ferre, para referirse a la puesta en marcha de los primeros títulos de grado adaptados al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Los once planes de estudio que se aprobaron en febrero en el Consejo de Gobierno no se ofertarán el próximo curso según las exigencias del Plan Bolonia.

La institución universitaria granadina se queda atrás. ¿Si o no?. El rector Francisco González Lodeiro ya lo ha comunicado oficialmente en el Consejo de Universidades: La UGR no ofrecerá grados -así es como se denominarán las licenciaturas y diplomaturas- en el curso 2009/2010. Es la primera de Andalucía que ha dicho no oficialmente y según la vicerrectora Lola Ferre existe una «gran preocupación» en el resto de la comunidad autónoma por el proceso. La responsable universitaria advierte de que esto «no es una carrera», pero admite que la Universidad granadina tampoco quiere quedarse la última. Esta reflexión la hace al preguntarle cómo puede perjudicar que la UGR el próximo curso no oferte ningún estudio adaptado al Espacio Europeo y el resto de universidades sí los pongan en marcha. «Tampoco es nada dramático», concluye.
La Universidad granadina aprobó en Consejo de Gobierno los primeros grados el día 26 de febrero. En la rama de Ciencias de la Salud se dio luz verde a los nuevos planes de estudio de Enfermería, Fisioterapia y Terapia Ocupacional, todas las carreras de la Escuela de Ciencias de la Salud y pasarán de diplomaturas a grados, o lo que es lo mismo, de tres años a cuatro de estudio.
Los grados
En la rama de Ciencias Sociales se aprobó el grado de Relaciones Laborales y Recursos Humanos; en Ingeniería y Arquitectura se dio el visto bueno al grado de Ingeniería de Edificación, así es como se llamará lo que se ha conocido hasta ahora como Arquitectura Técnica. En la rama de Artes y Humanidades está estudiándose en la Agencia Andaluza de Evaluación (AGAE) los grados de Traducción e Interpretación, Historia, Historia del Arte, Estudios Ingleses, Filología Hispánica y también Filosofía. Los títulos se enviaron con prisa y el día 27 de febrero para que pudieran ofertarse el próximo curso, pero al final «ha sido imposible hacerlo en tiempo». A esto añade la vicerrectora que a las fechas que «estamos y no hemos recibido aún el visto bueno de la Administración. Es imposible».
Ferre va un poco más allá. Dice que el rector ya se lo ha advertido también a los decanos de las facultades y escuelas que estaban involucradas en esta iniciativa. No quieren aventurarse y que no se cumplan las garantías jurídicas necesarias. No quieren que se empiece a ofrecer un título que no esté aprobado y publicado en el boletín como es debido.
Cuando se aprobaron en el órgano universitario estos primeros títulos se dijo que se ofrecerían en octubre. Ese ha sido el discurso hasta ahora. Con este giro la Universidad granadina deberá enfrentarse a poner en marcha más de sesenta títulos adaptados al Espacio Europeo de Educación Superior en el curso 2010/2011. Esa es, por otra parte, la fecha fijada por la Administración. En otras universidades españolas ya se han ofertado en algunas universidades grados, en Andalucía no. Ferre anuncia también que analizarán alternativas para cambiarse de planes de estudio.
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Salomé Guadalupe Ingelmo gana el Paso del Estrecho con un relato de naufragios

Salomé Guadalupe Ingelmo gana el Paso del Estrecho con un relato de naufragios

El 17 de junio de 1816, una flota formada por cuatro navíos, partió de Francia para tomar posesión del puerto senegalés de Saint Louis, devuelto por los británicos como muestra de apoyo a la restauración borbónica. Pero la fragata Medusa, que se había alejado de los otros barcos, encalló el 2 de julio, en las aguas del banco de Arguin, a 160 kilómetros de la costa africana. El capitán, Hugues Duroy de Chaumereys, dispuso que los 400 pasajeros del navío se repartieran de la siguiente manera: los aristócratas y políticos -entre ellos el nuevo gobernador y su familia-, subirían a bordo de los seis botes salvavidas. El resto, aproximadamente 150 personas entre marineros y soldados, serían remolcados por los botes en una balsa que medía 20 por 7 metros. Diecisiete personas decidieron quedarse a bordo del navío.
Como la balsa lastraba la marcha de los botes, y el descontento de sus ocupantes hizo pensar que podían abordarlos en cualquier momento, el capitán decidió cortar las cuerdas que los unían con la balsa, y abandonarla a su suerte. Las embarcaciones salvavidas llegaron sin contratiempo a distintos puntos de la costa.
A bordo de la balsa, rescatada trece días después de que se hubieran cortado las cuerdas, sólo quedaron quince personas con vida. Cinco fallecieron poco tiempo después. Dos de los diez supervivientes, el médico Henri Savigny y el armador Alexander Corréard, difundieron el desastre en un panfleto que se convirtió en un superventas al describir lo que ocurrió en aquella travesía: suicidios, asesinatos, canibalismo.
A partir de esta tragedia, que alcanzó renombre internacional a través del lienzo que le dedicó Théodore Géricault, surge el cuento \’Bajo el signo del naufragio\’, de Salomé Guadalupe Ingelmo, ganadora de la segunda edición del Premio Paso del Estrecho. La autora reflexiona sobre la naturaleza humana en este relato que establece un paralelismo entre el horror que se vivió en la balsa de la Medusa y el que sufren, día a día en pleno siglo XXI, aquellos que se deciden a cruzar a nuestras costas desde el otro lado del Estrecho.
Poderosos y plebe
«En la tragedia de la Medusa sólo se salvan los poderosos, los \’ilustres\’, mientras que a las personas de a pie las meten a todas en una balsa a la que luego cortan las cuerdas porque impide a los botes de los poderosos avanzar suficientemente», explica Salomé Guadalupe. «En la actualidad me horroriza -añade- que un grupo de gente gane tanto dinero a partir de personas desgraciadas que buscan una vida mejor, el egoísmo del que somos capaces las personas es tremendo».
A pesar de la crudeza de su relato, la autora madrileña, que se presenta por primera vez a este certamen, que considera muy positivo «al promover la comprensión al otro», deja la puerta abierta a la esperanza y a la confianza de que algo pueda cambiar. Por su parte, la marroquí Zineb Ben Yaya, finalista con su relato \’En el camino\’, se centra en la historia de un marroquí que cruza a España, y después de muchos años e incluso de legalizar su situación, ve cómo no ha visto satisfechas sus ilusiones, ni cumplidos sus sueños, ya que llegó con la esperanza de doctorarse en su especialidad universitaria, y lo máximo que consigue es trabajar en un invernadero. «Mi relato tiene un punto negativo, decepcionado y desesperado, y está escrito a partir de mi propia experiencia -Zineb es traductora y vive en Almería- y la de muchas personas que conozco o me cuentan lo que les ha ocurrido a ellos. Incluso, lo que leo o veo en televisión».
Ceremonia
La entrega de premios tuvo lugar en el Palacio de Carlos V, con la actuación de la Coral Ciudad de Granada y la presentación del libro de la primera edición del certamen.
El jurado, coordinado por el doctor en Filología Antonio Barnés, está integrado por Mouna Aboussi, lectora de Árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga; José Julio Cabanillas, escritor y profesor de Literatura en Sevilla; Jesús Cotta, escritor y profesor de Filosofía en Sevilla; Miguel d\’Ors, poeta, premio de la Crítica y profesor de Literatura de la Universidad de Granada; Ángel Esteban, escritor y profesor de Literatura de la Universidad de Granada; Pilar González, profesora de Árabe en el Instituto San Justino de Madrid; y Aram Hamparzoumian, profesor de Árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga.
El Premio Paso del Estrecho está convocado por la Fundación Cultura y Sociedad, con la colaboración de la Asociación UNESCO para la Promoción de la Ética en los Medios de Comunicación.
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Vida tras la ‘Malaya’

Vida tras la \’Malaya\’

El juez Miguel Ángel Torres tiene la concentración de un ajedrecista soviético metido a controlador aéreo. En un juicio de dos horas y media contra un promotor acusado de desobedecer una orden de paralización de obra, el juez Torres, de 38 años, sólo abre la boca para hacer preguntas concisas a los testigos y cortar las digresiones de los peritos. La vista es un peñazo infumable, como lo fue la anterior, un juicio por un delito contra la seguridad del tráfico, y como probablemente lo serán muchas del resto de los días: robos de poca monta, casos de malos tratos y demás miserias del Código Penal, pero Torres no muestra aburrimiento, cansancio o fastidio. Es una esfinge con toga.

El juez sufrió una gran presión de abogados y de policías que querían interferir en la instrucción marbellí

Hubo una manifestación de letrados cuando dijo que algunos formaban parte de la «industria auxiliar de la corrupción»

Cuesta creer que el hierático Miguel Ángel Torres, que ahora dirige juicios rutinarios y sin asomo de glamour en un juzgado penal de Granada, sea el mismo magistrado que en marzo de 2006 puso patas arriba a Marbella (Málaga) con el caso Malaya, la mayor trama de corrupción destapada hasta ahora en España, tanto por número de imputados -se acumulan 107- como por sus repercusiones políticas: supuso la primera disolución de un Consistorio por corrupción en la historia de España. O el que por primera vez se atrevió a investigar un despacho de abogados y ordenar la detención de tres notarios por un caso de blanqueo de capitales, la Operación Ballena Blanca. Visto desde fuera, da la impresión de que ahora es un juez desaprovechado.

Fue Malaya la causa que le lanzó, muy a su pesar, a la fama: las tres oleadas de detenciones de los gobernantes del extinto Grupo Independiente Liberal (GIL) abrieron todos los informativos. Sólo el arresto de la cantante Isabel Pantoja, pieza absolutamente menor en el caso, logró eclipsar al mismísimo cerebro de la trama, Juan Antonio Roca, que amasó ilegalmente una fortuna de 2.400 millones de euros, según los cálculos policiales, gracias a su control omnímodo del urbanismo marbellí durante 15 años.

En julio de 2007, tras agotar dos prórrogas de seis meses, Torres dejó voluntariamente el Juzgado de Instrucción número 5 de Marbella, donde todavía colea el caso Malaya, un sumario con 110 tomos y más de 80.000 folios que su sucesor, Óscar Pérez, trata de gobernar. Torres se hizo cargo del Juzgado de lo Penal número 5 de Granada, una plaza que el Consejo General del Poder Judicial le había concedido desde septiembre de 2005, tres meses antes de que se iniciaran las investigaciones que condujeron a la Operación Malaya y cuyo estallido le llevó a aplazar su incorporación al más tranquilo juzgado granadino.

En su ciudad natal, el juez ha demostrado la misma capacidad de trabajo que le hizo legendario en la Costa del Sol. En 2008 redactó 550 sentencias, cuando la media de los seis juzgados penales de Granada es de 496 fallos, según datos del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). Sólo dos sentencias han merecido la atención informativa. En la primera, de diciembre de 2007, el magistrado multó con 3.750 euros al arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, por un delito de coacciones y una falta de injurias a un cura en torno a la publicación de un libro sobre la catedral de Granada. En abril de 2008, la Audiencia Provincial absolvió al prelado de las coacciones y consideró que las injurias fueron un delito, no una falta, y que habían prescrito. A Torres, siendo granadino, no le sorprendió la absolución del primer arzobispo que se sentó en el banquillo en la historia de España.

En su segunda sentencia destacada atacó a otra institución granadina, aunque esta vez progresista. En noviembre pasado condenó al poeta Luis García Montero a una multa de 1.800 euros y una indemnización de 3.000 por calificar, en un artículo publicado en EL PAÍS, a su compañero de departamento en la Universidad de Granada José Antonio Fortes de «tonto indecente» y «perturbado, con un vocabulario marxista de cuarta fila, muy cercano al delirium tremens». En sus clases, Fortes había calificado de «fascistas» a los escritores Federico García Lorca y Francisco Ayala. García Montero abandonó la Universidad y recibió muestras de solidaridad de intelectuales de toda España, pero no recurrió la sentencia.

El resto del trabajo de Torres queda fuera de los focos. Tres días a la semana dirige juicios en sala y dedica el resto del tiempo a redactar las sentencias. El trato con otros jueces y fiscales es más impersonal que el que mantenía con los de Marbella o en su primer destino en Santa Fe (Granada). A pesar de la fama de duro que se labró en Marbella, Torres no es como aquellos magistrados franquistas que empezaban los juicios diciendo «que pase el condenado». Con una sentencia absolutoria por cada 2,7 condenatorias, se muestra como el segundo más benévolo de los seis jueces penales de la capital granadina, de acuerdo con las estadísticas del TSJA. Las infracciones que más quebraderos de cabeza le dan ahora son los delitos contra la Hacienda Pública, según fuentes próximas al magistrado.

Sobre las aficiones de Torres, casado y con un hijo, poco se sabe, excepto que es hincha del Athletic de Bilbao desde que los leones ganaron las dos ligas consecutivas entre 1982 y 1984, y que le gustan las novelas policiacas y de misterio -no ha sido capaz de terminar todavía Los pilares de la tierra, de Ken Follett- y la música pop española. Durante sus primeros años en el juzgado de Santa Fe, pasó varias noches enganchado a un videojuego llamado Imperium, sobre las grandes batallas de Roma.

Aunque su oficina ya no es un fortín inexpugnable para los periodistas como lo era la de Marbella, Torres rechaza de plano las entrevistas y sólo atiende a los reporteros por imperativo protocolario, en los momentos previos a las conferencias que imparte por toda Andalucía. Sobre él han circulado numerosas leyendas. Una de ellas dice que en el caso Ballena Blanca imputó a los tres notarios como venganza por haber suspendido las oposiciones a ese cuerpo. Las únicas oposiciones a las que ha concurrido fueron las de judicatura, que aprobó en 2000 a la primera, tras dos años de estudio. Otro mito, también desmentido, cuenta que tras su paso por Marbella ha sido tentado discretamente por varios partidos para sumarse a sus filas. El juez, infiel en política, según sus amigos, mantiene su independencia hasta el punto de no estar afiliado a ninguna asociación profesional. Eso sí, el pasado 18 de febrero secundó la huelga de magistrados.

Aunque le llena su nueva faceta de juzgador, Torres no oculta a los suyos cierta nostalgia de su etapa en Marbella y de las emociones fuertes de la instrucción. Unos de esos momentos estimulantes eran las tomas de declaración a Juan Antonio Roca. Interrogar al ex asesor urbanístico marbellí tenía bastante de reto intelectual. El juez era consciente de estar frente a una persona de inteligencia privilegiada, un gran estratega que maneja mucha más información sensible de la que se ha podido obtener en tres años y medio de instrucción. Además, Roca mantenía una entereza tremenda.

Desde un punto de vista personal, el juez Torres no le recomendaría a un amigo suyo embarcarse en una instrucción como el caso Malaya, que, además de una inmensa carga de trabajo tanto judicial como de oficina, le obligó a vivir durante muchos meses con escolta. El macrosumario marbellí le hizo vivir momentos muy duros. Una noche de agosto de 2006 regresaba a su domicilio, un piso de alquiler en la avenida principal de la ciudad, cuando vio desde la calle que las luces estaban encendidas. Sus escoltas avisaron a la policía. Cuando los agentes entraron, en la casa no había nadie, pero algunos objetos cambiados de sitio evidenciaban que alguien había querido darle un aviso. Otras fuentes aseguran que la advertencia mafiosa fue «algo peor» que encontrarse unas cuantas cosas desordenadas.

Otro pasaje crudo sucedió en junio de 2007, poco antes de incorporarse al juzgado de Granada. Entre los papeles de la oficina desde la que Roca controlaba Marbella se encontró la escritura de propiedad de la casa de su compañero y amigo Francisco de Urquía, titular entonces del Juzgado de Instrucción número 2 de Marbella. El hallazgo del documento, cruzado con unos apuntes de la contabilidad de Roca y con varias escuchas telefónicas, permitió demostrar que Urquía recibió 73.800 euros a cambio de paralizar la emisión de un programa de televisión sobre la inmensa fortuna del ex asesor urbanístico. El magistrado fue condenado por el TSJA a dos años de prisión, siete de inhabilitación y multa de 73.800 euros por prevaricación y cohecho. El Tribunal Supremo le absolvió el pasado abril del delito de prevaricación y rebajó la condena a 21 meses de suspensión del cargo de magistrado y multa.

Sólo su sentido del deber ciudadano, el mismo que le hizo bajar al barro del caso Malaya, hizo llevadero el trago de tener que informar al TSJA sobre el cohecho de su amigo. La relación entre ambos era tan cercana que compartieron piso en 2003, cuando Torres fue destinado durante tres meses a un juzgado de Vélez-Málaga antes de incorporarse a su plaza de Marbella. No era extraño verlos juntos, o acompañados del fiscal anticorrupción Juan Carlos López Caballero, tomando una copa en un pub de Marbella. Según sus amigos, Torres considera que la confesión de Roca de que sobornó a Urquía forma parte de una estrategia, como una especie de aviso a navegantes de que si es capaz de lograr la condena de un juez, puede llevarse por delante a gente muy poderosa que ahora vive tranquila.

El juez, que sólo ha vuelto una vez a Marbella tras su marcha a Granada, ha llegado a olvidar la enorme presión a la que fue sometido, especialmente por un grupo de abogados y por altos mandos policiales de Madrid deseosos de interferir en una investigación cuyo contenido completo conocían no más de seis personas. En contra de lo que se piensa, Torres mantenía una buena relación con el 90% de los letrados personados en el caso Malaya. Algunos llegaron incluso a darle ánimos en su despacho por una instrucción que, entre otras virtudes, devolvió la dignidad a la ciudad de Marbella, aunque después, en la calle, se quejaran de cada coma de sus resoluciones.

También se ha sacudido la presión mediática. Torres tiene una fuerte alergia a la prensa, aunque leía cuanto se publicaba del caso Malaya como forma de adelantarse a las posibles estrategias de los letrados defensores. El magistrado sigue interesándose en la distancia por las investigaciones y conserva una buena amistad con el fiscal López Caballero y con el inspector del Cuerpo Nacional de Policía especializado en blanqueo José Manuel Rando, que llevaron el peso de las pesquisas. En una conferencia de los tres en el Ateneo de Málaga el pasado noviembre, Torres afirmó compartir «una filosofía de vida» con sus compañeros de investigación.

Quizá para aliviar el síndrome de abstinencia del instructor, Torres acude a cuanto foro jurídico o académico le invita a dar conferencias sobre urbanismo y corrupción. Estas charlas -tan contundentes como los autos que redactaba, muchas veces de madrugada, sobre Juan Antonio Roca y sus 106 compinches- son un caladero de titulares: «El caso Malaya me ha cambiado absolutamente la vida, las actividades rutinarias y e incluso las relaciones personales» (Ronda, agosto de 2007). «Es más interesante la incautación de los bienes de los narcotraficantes que las penas que se impongan» (Marbella, agosto de 2008). «El miedo social hace que algunos jueces prefieran dedicarse a perseguir sólo delitos de perfil más bajo. Eso genera una forma de corrupción» (Málaga, noviembre de 2008). «Existe una industria auxiliar de la corrupción formada por abogados, gestores y asesores fiscales» (Granada, abril de 2009). Estas últimas manifestaciones retumbaron en Marbella hasta el punto de provocar una manifestación de letrados.

La última conferencia fue el 13 de mayo. Tras celebrar los dos aburridos juicios en Granada y despachar otros asuntos del juzgado, Miguel Ángel Torres se monta en su coche y se marcha a Almería. Pese a conducir 161 kilómetros y almorzar un bocadillo -«bastante malo, por cierto»- en un área de servicio, el juez mantiene la guardia alta y demuestra que no sólo sabe hacer frases redondas para la prensa. Ante un centenar de personas y con el mismo gesto concentrado de la mañana, desmenuza los artículos 319 y 320 del Código Penal -sobre construcciones en suelo rústico y prevaricación urbanística- con precisión quirúrgica. La charla es puramente técnica, tal vez para evitar un motín del colegio de abogados, pero el juez-esfinge no puede evitar lanzar al aire sus reflexiones: «¿Para qué sirve la pena del 319 si no se derriba la vivienda ilegal?» o «El artículo 320 no me gusta si impide ir más allá y descubrir el motivo, generalmente económico o de interés personal, que está detrás de la concesión de la licencia ilegal».

En el turno de preguntas, Torres responde al público con la misma concisión que exigía a los testigos en los juicios de la mañana. Con los aplausos finales, se le relaja el gesto y le vuelve la sonrisa. Todavía llega a tiempo de ver en Granada la segunda parte del Athletic-Barça de la Copa del Rey.
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Un teólogo afirma en Tenerife que ‘morir dignamente no es sinónimo de eutanasia’ y plantea otras 4 vías de fallecer

Un teólogo afirma en Tenerife que \’morir dignamente no es sinónimo de eutanasia\’ y plantea otras 4 vías de fallecer

\’La posibilidad de morir dignamente no es equiparable a la aplicación de la eutanasia, puesto que existen otras cuatro posibilidades para acceder a una muerte digna sobre las que, además, hay un consenso social que no existe para el caso de la eutanasia\’. Esta idea es la conclusión de la conferencia \’Cuestiones bioéticas vinculadas al final de la vida humana\’ con la que se clausuró el curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Tenerife \’La bioética: ciencia y conciencia en la sociedad plural\’, organizado en colaboración con el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC).

La conferencia estuvo a cargo del teólogo Francisco José Alarcos Martínez, director de la Cátedra Andaluza de Bioética y del Máster de Bioética de la Universidad de Granada. El ponente aseguró que existen otras cuatro fórmulas que permiten a los enfermos terminales contar con una muerte digna: el suicidio médicamente asistido, el rechazo de tratamiento, la limitación del esfuerzo terapéutico y la sedación terminal o paliativa. \’Desde el punto de vista moral, tanto con enfoque civil o religioso, no hay problema en aceptar los cuatro últimos casos de muerte digna\’, aseguró Alarcos.

El teólogo, según informó la UIMP en un comunicado, indicó que existe una confusión con el término eutanasia producto de su aplicación a circunstancias distintas y propuso un concepto de eutanasia que se da en el caso de que concurran las circunstancias de que se produzca la muerte de los pacientes mediante una relación causa-efecto \’única e inmediata\’ entre la actuación médica y dicha muerte; que se realice a petición expresa del enfermo y que esta petición sea reiterada en el tiempo, que se dé en un contexto de sufrimiento entendido como \’dolor total\’ no mitigado por otros medios –de forma que la eutanasia sería consecuencia de un comportamiento compasivo– y que sea aplicada por profesionales sanitarios que mantienen con los pacientes una relación clínica significativa.

Entendiendo la eutanasia de esta manera, muchos sectores sociales rechazan su aplicación y obtienen con ello a su vez la reacción contraria de los colectivos que defienden el derecho a morir dignamente. Sin embargo, el teólogo defendió que la única forma de muerte digna no es la eutanasia y que existen otras posibilidades para ello que tienen mayor aceptación social. SUPUESTOS

El caso del suicidio médicamente asistido, en el que el equipo sanitario facilita al paciente las posibilidades de suicidio, no cuenta con suficiente acuerdo socialmente, pero sí la limitación del esfuerzo terapéutico, caso en el que el equipo médico es el que toma la decisión de detener el tratamiento cuando éste no conduce a una solución de la situación del paciente y su persistencia significaría llegar al \’encarnizamiento terapéutico\’.

El rechazo del tratamiento tiene el mismo sentido que el anterior, pero en él quien toma la decisión es el paciente o de sus representantes, una vez que la voluntad del enfermo haya quedado expresada por escrito en un testamento vital. \’Es ético y moral rechazarlo, incluso aunque sólo sea por motivos económicos, además de que el paciente observe que el tratamiento sea fútil para su vida\’. La sedación terminal o paliativa consiste en la administración de calmantes a pacientes terminales para evitar el dolor. Aunque la sedación acelera el proceso de la muerte, está aceptada moralmente, incluso por la Iglesia, que admite su empleo desde el Papado de Pío XII.
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Un teólogo afirma en Tenerife que «morir dignamente no es sinónimo de eutanasia» y plantea otras 4 vías de fallecer

Un teólogo afirma en Tenerife que «morir dignamente no es sinónimo de eutanasia» y plantea otras 4 vías de fallecer

«La posibilidad de morir dignamente no es equiparable a la aplicación de la eutanasia, puesto que existen otras cuatro posibilidades para acceder a una muerte digna sobre las que, además, hay un consenso social que no existe para el caso de la eutanasia». Esta idea es la conclusión de la conferencia \’Cuestiones bioéticas vinculadas al final de la vida humana\’ con la que se clausuró el curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Tenerife \’La bioética: ciencia y conciencia en la sociedad plural\’, organizado en colaboración con el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC).

La conferencia estuvo a cargo del teólogo Francisco José Alarcos Martínez, director de la Cátedra Andaluza de Bioética y del Máster de Bioética de la Universidad de Granada. El ponente aseguró que existen otras cuatro fórmulas que permiten a los enfermos terminales contar con una muerte digna: el suicidio médicamente asistido, el rechazo de tratamiento, la limitación del esfuerzo terapéutico y la sedación terminal o paliativa. «Desde el punto de vista moral, tanto con enfoque civil o religioso, no hay problema en aceptar los cuatro últimos casos de muerte digna», aseguró Alarcos.

El teólogo, según informó la UIMP en un comunicado, indicó que existe una confusión con el término eutanasia producto de su aplicación a circunstancias distintas y propuso un concepto de eutanasia que se da en el caso de que concurran las circunstancias de que se produzca la muerte de los pacientes mediante una relación causa-efecto «única e inmediata» entre la actuación médica y dicha muerte; que se realice a petición expresa del enfermo y que esta petición sea reiterada en el tiempo, que se dé en un contexto de sufrimiento entendido como «dolor total» no mitigado por otros medios –de forma que la eutanasia sería consecuencia de un comportamiento compasivo– y que sea aplicada por profesionales sanitarios que mantienen con los pacientes una relación clínica significativa.

Entendiendo la eutanasia de esta manera, muchos sectores sociales rechazan su aplicación y obtienen con ello a su vez la reacción contraria de los colectivos que defienden el derecho a morir dignamente. Sin embargo, el teólogo defendió que la única forma de muerte digna no es la eutanasia y que existen otras posibilidades para ello que tienen mayor aceptación social.

SUPUESTOS

El caso del suicidio médicamente asistido, en el que el equipo sanitario facilita al paciente las posibilidades de suicidio, no cuenta con suficiente acuerdo socialmente, pero sí la limitación del esfuerzo terapéutico, caso en el que el equipo médico es el que toma la decisión de detener el tratamiento cuando éste no conduce a una solución de la situación del paciente y su persistencia significaría llegar al «encarnizamiento terapéutico».

El rechazo del tratamiento tiene el mismo sentido que el anterior, pero en él quien toma la decisión es el paciente o de sus representantes, una vez que la voluntad del enfermo haya quedado expresada por escrito en un testamento vital. «Es ético y moral rechazarlo, incluso aunque sólo sea por motivos económicos, además de que el paciente observe que el tratamiento sea fútil para su vida». La sedación terminal o paliativa consiste en la administración de calmantes a pacientes terminales para evitar el dolor. Aunque la sedación acelera el proceso de la muerte, está aceptada moralmente, incluso por la Iglesia, que admite su empleo desde el Papado de Pío XII.
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La Junta concede 90.000 euros a la UGR para el servicio de préstamos de bicicletas, que comenzará en septiembre

La Junta concede 90.000 euros a la UGR para el servicio de préstamos de bicicletas, que comenzará en septiembre

La Junta de Andalucía ha concedido una subvención de 90.000 euros a la Universidad de Granada (UGR) para la implantación del servicio de préstamos de bicicletas para el desplazamiento \’intercampus\’ entre los miembros de la comunidad universitaria, lo que se pondrá en marcha de forma definitiva a partir del próximo curso.

La citada subvención ha sido publicada en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) conforme a una resolución del 19 de mayo de la Dirección General de la Agencia Andaluza de la Energía, con la que la UGR firmó un convenio hace unos meses para poner en marcha el proyecto.

El profesor de la UGR e impulsor de la iniciativa, Juan Manuel Santiago Zaragoza, explicó a Europa Press que a partir del próximo septiembre se implantará una primera fase con un total de 50 bicicletas y varios puntos de préstamo repartidos por el Campus de Fuentenueva y de Aynadamar, así como en las instalaciones deportivas de Cartuja y el Complejo Administrativo Triunfo.

Posteriormente se iniciará una segunda fase con unas 150 bicicletas y la ampliación de los puntos de préstamo al Campus de la Salud y las facultades de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Traducción e Interpretación, Psicología y Centro de Lenguas Modernas.

La idea inicial era poner en marcha este servicio durante el presente curso, aunque «ha habido una serie de retrasos por parte de la empresa», que ofreció a la universidad bicicletas sin marchas, «lo que no es muy operativo para una ciudad como Granada», explicó Zaragoza.

La empresa valenciana enviará las primeras 50 bicicletas en los próximos días, aunque después de las fiestas del Corpus la finalización del curso «ya estará encima», motivo por el que la universidad ha preferido aprovechar estas semanas para dar la máxima difusión al servicio e implantarlo en septiembre.

Los usuarios de este servicio deberán ser en principio miembros de la comunidad universitaria –aunque no se descarta el acceso a otros colectivos en función de la demanda– y deberán pagar unos diez euros anuales en concepto de seguro de accidentes.

La idea es que los estudiantes puedan acceder al servicio mandando un mensaje de móvil, tras lo que recibirán una clave que deberán introducir en los puntos de préstamos electrónicos a fin de poder desconectar la bicicleta de su soporte

El profesor de la UGR calificó de muy positiva esta medida, que favorecerá el uso de un modo de transporte más sostenible entre la comunidad universitario, aunque consideró que sería más fácil implantarlo si hubiera más carriles bici en la ciudad.

La bicicleta es un medio de transporte muy rápido y eficaz, aseguró Zaragoza, que manifestó su deseo de que este servicio de préstamo tenga éxito y anime a las instituciones a crear más carriles específicos para promover su uso.
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Junta concede 90.000 euros a la UGR para el servicio de préstamos de bicicletas, que comenzará en septiembre

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La Junta de Andalucía ha concedido una subvención de 90.000 euros a la Universidad de Granada (UGR) para la implantación del servicio de préstamos de bicicletas para el desplazamiento \’intercampus\’ entre los miembros de la comunidad universitaria, lo que se pondrá en marcha de forma definitiva a partir del próximo curso.

La citada subvención ha sido publicada en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) conforme a una resolución del 19 de mayo de la Dirección General de la Agencia Andaluza de la Energía, con la que la UGR firmó un convenio hace unos meses para poner en marcha el proyecto.

El profesor de la UGR e impulsor de la iniciativa, Juan Manuel Santiago Zaragoza, explicó a Europa Press que a partir del próximo septiembre se implantará una primera fase con un total de 50 bicicletas y varios puntos de préstamo repartidos por el Campus de Fuentenueva y de Aynadamar, así como en las instalaciones deportivas de Cartuja y el Complejo Administrativo Triunfo.

Posteriormente se iniciará una segunda fase con unas 150 bicicletas y la ampliación de los puntos de préstamo al Campus de la Salud y las facultades de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Traducción e Interpretación, Psicología y Centro de Lenguas Modernas.

La idea inicial era poner en marcha este servicio durante el presente curso, aunque «ha habido una serie de retrasos por parte de la empresa», que ofreció a la universidad bicicletas sin marchas, «lo que no es muy operativo para una ciudad como Granada», explicó Zaragoza.

La empresa valenciana enviará las primeras 50 bicicletas en los próximos días, aunque después de las fiestas del Corpus la finalización del curso «ya estará encima», motivo por el que la universidad ha preferido aprovechar estas semanas para dar la máxima difusión al servicio e implantarlo en septiembre.

Los usuarios de este servicio deberán ser en principio miembros de la comunidad universitaria –aunque no se descarta el acceso a otros colectivos en función de la demanda– y deberán pagar unos diez euros anuales en concepto de seguro de accidentes.

La idea es que los estudiantes puedan acceder al servicio mandando un mensaje de móvil, tras lo que recibirán una clave que deberán introducir en los puntos de préstamos electrónicos a fin de poder desconectar la bicicleta de su soporte

El profesor de la UGR calificó de muy positiva esta medida, que favorecerá el uso de un modo de transporte más sostenible entre la comunidad universitario, aunque consideró que sería más fácil implantarlo si hubiera más carriles bici en la ciudad.

La bicicleta es un medio de transporte muy rápido y eficaz, aseguró Zaragoza, que manifestó su deseo de que este servicio de préstamo tenga éxito y anime a las instituciones a crear más carriles específicos para promover su uso.
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Junta concede 90.000 euros a la UGR para el servicio de préstamos de bicicletas, que comenzará en septiembre

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La citada subvención ha sido publicada en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) conforme a una resolución del 19 de mayo de la Dirección General de la Agencia Andaluza de la Energía, con la que la UGR firmó un convenio hace unos meses para poner en marcha el proyecto.

El profesor de la UGR e impulsor de la iniciativa, Juan Manuel Santiago Zaragoza, explicó a Europa Press que a partir del próximo septiembre se implantará una primera fase con un total de 50 bicicletas y varios puntos de préstamo repartidos por el Campus de Fuentenueva y de Aynadamar, así como en las instalaciones deportivas de Cartuja y el Complejo Administrativo Triunfo.

Posteriormente se iniciará una segunda fase con unas 150 bicicletas y la ampliación de los puntos de préstamo al Campus de la Salud y las facultades de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Traducción e Interpretación, Psicología y Centro de Lenguas Modernas.

La idea inicial era poner en marcha este servicio durante el presente curso, aunque «ha habido una serie de retrasos por parte de la empresa», que ofreció a la universidad bicicletas sin marchas, «lo que no es muy operativo para una ciudad como Granada», explicó Zaragoza.

La empresa valenciana enviará las primeras 50 bicicletas en los próximos días, aunque después de las fiestas del Corpus la finalización del curso «ya estará encima», motivo por el que la universidad ha preferido aprovechar estas semanas para dar la máxima difusión al servicio e implantarlo en septiembre.

Los usuarios de este servicio deberán ser en principio miembros de la comunidad universitaria –aunque no se descarta el acceso a otros colectivos en función de la demanda– y deberán pagar unos diez euros anuales en concepto de seguro de accidentes.

La idea es que los estudiantes puedan acceder al servicio mandando un mensaje de móvil, tras lo que recibirán una clave que deberán introducir en los puntos de préstamos electrónicos a fin de poder desconectar la bicicleta de su soporte

El profesor de la UGR calificó de muy positiva esta medida, que favorecerá el uso de un modo de transporte más sostenible entre la comunidad universitario, aunque consideró que sería más fácil implantarlo si hubiera más carriles bici en la ciudad.

La bicicleta es un medio de transporte muy rápido y eficaz, aseguró Zaragoza, que manifestó su deseo de que este servicio de préstamo tenga éxito y anime a las instituciones a crear más carriles específicos para promover su uso.
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La Junta de Andalucía ha concedido una subvención de 90.000 euros a la Universidad de Granada (UGR) para la implantación del servicio de préstamos de bicicletas para el desplazamiento \’intercampus\’ entre los miembros de la comunidad universitaria, lo que se pondrá en marcha de forma definitiva a partir del próximo curso.

La citada subvención ha sido publicada en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) conforme a una resolución del 19 de mayo de la Dirección General de la Agencia Andaluza de la Energía, con la que la UGR firmó un convenio hace unos meses para poner en marcha el proyecto.

El profesor de la UGR e impulsor de la iniciativa, Juan Manuel Santiago Zaragoza, explicó a Europa Press que a partir del próximo septiembre se implantará una primera fase con un total de 50 bicicletas y varios puntos de préstamo repartidos por el Campus de Fuentenueva y de Aynadamar, así como en las instalaciones deportivas de Cartuja y el Complejo Administrativo Triunfo.

Posteriormente se iniciará una segunda fase con unas 150 bicicletas y la ampliación de los puntos de préstamo al Campus de la Salud y las facultades de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Traducción e Interpretación, Psicología y Centro de Lenguas Modernas.

La idea inicial era poner en marcha este servicio durante el presente curso, aunque \’ha habido una serie de retrasos por parte de la empresa\’, que ofreció a la universidad bicicletas sin marchas, \’lo que no es muy operativo para una ciudad como Granada\’, explicó Zaragoza.

La empresa valenciana enviará las primeras 50 bicicletas en los próximos días, aunque después de las fiestas del Corpus la finalización del curso \’ya estará encima\’, motivo por el que la universidad ha preferido aprovechar estas semanas para dar la máxima difusión al servicio e implantarlo en septiembre.

Los usuarios de este servicio deberán ser en principio miembros de la comunidad universitaria –aunque no se descarta el acceso a otros colectivos en función de la demanda– y deberán pagar unos diez euros anuales en concepto de seguro de accidentes.

La idea es que los estudiantes puedan acceder al servicio mandando un mensaje de móvil, tras lo que recibirán una clave que deberán introducir en los puntos de préstamos electrónicos a fin de poder desconectar la bicicleta de su soporte

El profesor de la UGR calificó de muy positiva esta medida, que favorecerá el uso de un modo de transporte más sostenible entre la comunidad universitario, aunque consideró que sería más fácil implantarlo si hubiera más carriles bici en la ciudad.

La bicicleta es un medio de transporte muy rápido y eficaz, aseguró Zaragoza, que manifestó su deseo de que este servicio de préstamo tenga éxito y anime a las instituciones a crear más carriles específicos para promover su uso.
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