Pág. 21: Alzheimer y AECC buscan voluntarios en la UGR gracias al patrón de enfermería
José Luis Navazo presenta en la UGR el libro «Marruecos ante las revueltas del 20F»
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Pág. 72: «Sea usted más humilde y resuelva los problemas de la Universidad»
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Sup. Extra Aula Págs. 2-3: Un nuevo escenario para la facultad
Sup. Extra Aula Pág. 6: Másteres, nuevos reinos de taifas
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Portada: Casi un 58% de los universitarios escogen la carrera por vocación
Pág. 3: El 57,9% de los universitarios eligen la carrera por vocación
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Portada: Sólo el 34% de los titulados por la UGR trabaja en la provincia
Pág. 3: Lapidario. EGRESADOS
Pág. 8: Sólo tres de cada diez universitarios consiguen trabajo enla provincia
Aumentar la inversión, un reto para no quedarse atrás
Arquitectura se trasladará al Campo del Príncipe antes de Semana Santa
Pág. 10: Los aspirantes a rector prometen dar batalla al Gobierno por la UGR
Pág. 19: Celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora
Pág. 20: Amparo Rubiales charla sobre ‘Mujer y Política’
Pág. 39: La Universidad se suma a los actos de homenaje
Pág. 40: Un libro de la UGR sobre Tebas, en el Museu Egipci de Barcelona
La cátedra García Lorca dedica una jornada a Rafael Guillén
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74961 Although we have an idea of how much dark matter exists in the Universe, we still don’t know exactly what it is.
However, scientists at the University of Granada recently made new strides in understanding dark matter and discovered new details about axions, possible components of dark matter.
Dark matter is all around us and makes up more than 80 percent of the Universe. However, we only know this thanks to its gravitational effects on visible matter. It’s impossible to see, having never been directly detected, which makes it one of the biggest mysteries in astrophysics.
However, many astrophysicists theorize that dark matter is actually made up of something called axions, and the Granada team, along with other scientists all over the world, believe they’ve discovered new information about those hypothetical particles.
These scientists used computer modeling instead of particle accelerators, though, with their virtual laboratories being stars. The heat inside a star converts photons into axions, which eventually escape into space, taking all their energy with them.
«This loss of energy can have consequences, whether they are observable or not, in some phases of stellar evolution,» says Adrián Ayala, member of Granada’s FQM Stellar Evolution and Nucleosynthesis research group. «In our research, we have conducted numerical simulations (by computer) of the evolution of a star, since its birth until it exhausts all the hydrogen first and then the helium in its interior, including the processes that produce axions.»
These computer simulations show that the escape of axioms speeds up the combustion of helium inside stars, which means that the star consumes helium faster. This is called the Horizontal Branch (HB) phase, which happens when nuclear combustion replaces the energy in the star after it loses the energy of the axions that escape.
«Using this influence over the timing that features in this sort of evolution we can determine the emission of axions, since a high emission rate means a quick HB phase, thus diminishing the possibility of watching stars in this phase,» says Ayala’s Ph.D. supervisor, Immaculada Domínguez.
Basically speaking, we can look for axions, and in turn, possible evidence of dark matter, by studying how fast stars use up their helium.
Of course, this work is still highly theoretical because there’s no current way of determining that the calculation of the original amount of helium in a star is correct. However, the simulation and resulting study does present a new branch of science, bringing together astrophysics and particle physics, «astroparticle physics.»
76374 Una investigación realizada por las universidades de Granada, Santiago de Compostela y Reading (Reino Unido) ha aportado nuevos datos sobre la alimentación del hombre durante la edad del Bronce, y la llegada de nuevos cultivos a la Península Ibérica durante este período.
Este trabajo, publicado en la revista Journal of Archaeological Science, ha estudiado los restos óseos humanos de la necrópolis de Cova do Santo, situada en el valle del Sil, en la provincia de Ourense. Se trata de una cueva donde se hallaron al menos 14 individuos de ambos sexos, incluyendo niños. Dada la inestabilidad de la cavidad, los investigadores solo pudieron permanecer unas pocas horas en su interior, por lo que recogieron los restos que había en la superficie. El análisis de isótopos estables en el colágeno óseo de los restos hallados revela que los individuos de Cova do Santo tenían una alimentación basada en vegetales con poca presencia de carne o pescado, a pesar de hallarse el yacimiento próximo al río Sil. «No existen diferencias notables entre los individuos en cuanto a la alimentación, por lo que el acceso a los recursos alimentarios pudo ser similar, independientemente del sexo o edad», explica la investigadora Olalla López Costas, autora principal de este trabajo. Los investigadores no han hallado en esta necrópolis signos de consumo de mijo o panizo, con lo cual no se puede confirmar la presencia de dichos cultivos en la dieta al menos en el Noroeste de la Península. «Hemos realizado una comparación con otros yacimientos publicados, y creemos que hay indicios suficientes para pensar que los cultivos de verano sí pudieran ser utilizados en el centro de la Península antes de lo que se creía», destaca López Costas. CULTIVOS DE VERANO Estos cultivos, llamados de verano o primavera, cuyo mejores representantes son el mijo y el panizo, «tienen un mayor rendimiento en poco tiempo, lo cual probablemente ayudó a la gente a ser más sedentaria y el exceso de producción pudo influir en la jerarquización de la sociedad». No obstante, no se sabe con certeza cuándo se introdujeron en la dieta peninsular. Hasta hace poco se consideraba que se produjo en el Bronce Final, pero recientes hallazgos de semillas en yacimientos arqueológicos parecen indicar que pudo suceder antes. Los enterramientos prehistóricos en cueva son algo relativamente frecuente en el Norte y Oeste de la Península aunque en pocos yacimientos se han realizado trabajos de antropología física como en este estudio. Este yacimiento parece ser el mayor de la prehistoria del Noroeste Peninsular en cuanto al número de enterramientos, y los restos han sido datados entre el 1800 y el 1600 a C.
76374 Una investigación realizada por las universidades de Granada y Santiago de Compostela, en España, y Reading (Reino Unido) ha aportado nuevos datos sobre la alimentación del hombre durante la edad del Bronce, y la llegada de nuevos cultivos a la Península Ibérica durante este período. Este trabajo, publicado en la revista Journal of Archaeological Science, ha estudiado los restos óseos humanos de la necrópolis de Cova do Santo, situada en el valle del Sil, en la provincia de Ourense.
Se trata de una cueva donde se hallaron al menos 14 individuos de ambos sexos, incluyendo niños. Dada la inestabilidad de la cavidad, los investigadores solo pudieron permanecer unas pocas horas en su interior, por lo que recogieron los restos que había en la superficie.
El análisis de isótopos estables en el colágeno óseo de los restos hallados revela que los individuos de Cova do Santo tenían una alimentación basada en vegetales con poca presencia de carne o pescado, a pesar de hallarse el yacimiento próximo al río Sil.
«No existen diferencias notables entre los individuos en cuanto a la alimentación, por lo que el acceso a los recursos alimentarios pudo ser similar, independientemente del sexo o edad», explica la investigadora Olalla López Costas, autora principal de este trabajo.
Los investigadores no han hallado en esta necrópolis signos de consumo de mijo o panizo, con lo cual no se puede confirmar la presencia de dichos cultivos en la dieta al menos en el Noroeste de la Península. «Hemos realizado una comparación con otros yacimientos publicados, y creemos que hay indicios suficientes para pensar que los cultivos de verano sí pudieran ser utilizados en el centro de la Península antes de lo que se creía», destaca López Costas.
Estos cultivos, llamados de verano o primavera, cuyo mejores representantes son el mijo y el panizo, «tienen un mayor rendimiento en poco tiempo, lo cual probablemente ayudó a la gente a ser más sedentaria y el exceso de producción pudo influir en la jerarquización de la sociedad».
No obstante, no se sabe con certeza cuándo se introdujeron en la dieta peninsular. Hasta hace poco se consideraba que se produjo en el Bronce Final, pero recientes hallazgos de semillas en yacimientos arqueológicos parecen indicar que pudo suceder antes.
Los enterramientos prehistóricos en cueva son algo relativamente frecuente en el Norte y Oeste de la Península aunque en pocos yacimientos se han realizado trabajos de antropología física como en este estudio. Este yacimiento parece ser el mayor de la prehistoria del Noroeste Peninsular en cuanto al número de enterramientos, y los restos han sido datados entre el 1800 y el 1600 a C.
76374 Una investigación de las universidades de Granada, Santiago de Compostela y Reading (Reino Unido) ha aportado nuevos datos sobre la alimentación del hombre durante la edad del Bronce y la llegada de nuevos cultivos a la Península Ibérica durante este período.
El trabajo ha estudiado los restos óseos humanos de la necrópolis de Cova do Santo, situada en el valle del Sil, en la provincia de Ourense, ha informado hoy la Universidad de Granada.
Se trata de una cueva donde se hallaron al menos catorce individuos de ambos sexos, incluyendo niños y, dada la inestabilidad de la cavidad, los investigadores solo pudieron permanecer unas pocas horas en su interior, por lo que recogieron los restos que había en la superficie.
El análisis de los denominados «isótopos estables» en el colágeno óseo de los restos hallados revela que los individuos de Cova do Santo tenían una alimentación basada en vegetales con poca presencia de carne o pescado, a pesar de hallarse el yacimiento próximo al río Sil.
«No existen diferencias notables entre los individuos en cuanto a la alimentación, por lo que el acceso a los recursos alimentarios pudo ser similar, independientemente del sexo o edad», ha explicado la investigadora Olalla López Costas, autora principal de este trabajo.
Los investigadores no han hallado en esta necrópolis signos de consumo de mijo o panizo, con lo cual no se puede confirmar la presencia de dichos cultivos en la dieta al menos en el noroeste peninsular.
«Hemos realizado una comparación con otros yacimientos publicados, y creemos que hay indicios suficientes para pensar que los cultivos de verano sí pudieran ser utilizados en el centro de la Península antes de lo que se creía», ha destacado López Costas.
Estos cultivos, llamados de verano o primavera, cuyo mejores representantes son el mijo y el panizo, tienen un mayor rendimiento en poco tiempo, lo cual probablemente ayudó a la gente a ser más sedentaria y el exceso de producción pudo influir en la jerarquización de la sociedad.
No obstante, no se sabe con certeza cuándo se introdujeron en la dieta peninsular y, hasta hace poco, se consideraba que se produjo en el Bronce Final, pero recientes hallazgos de semillas en yacimientos arqueológicos parecen indicar que pudo suceder antes.
Los enterramientos prehistóricos en cueva son algo relativamente frecuente en el norte y oeste de la Península aunque en pocos yacimientos se han realizado trabajos de antropología física como en este estudio.
El yacimiento parece ser el mayor de la prehistoria del Noroeste Peninsular en cuanto al número de enterramientos y los restos han sido datados entre el 1800 y el 1600 antes de Cristo.
76374 Una investigación realizada por las universidades de Granada, Santiago de Compostela y Reading (Reino Unido) ha aportado nuevos datos sobre la alimentación del hombre durante la edad del Bronce, y la llegada de nuevos cultivos a la Península Ibérica durante este período.
Este trabajo, publicado en la revista ‘Journal of Archaeological Science’, ha estudiado los restos óseos humanos de la necrópolis de Cova do Santo, situada en el valle del Sil, en la provincia de Ourense. Se trata de una cueva donde se hallaron al menos 14 individuos de ambos sexos, incluyendo niños.
Dada la inestabilidad de la cavidad, los investigadores solo pudieron permanecer unas pocas horas en su interior, por lo que recogieron los restos que había en la superficie.
El análisis de isótopos estables en el colágeno óseo de los restos hallados revela que los individuos de Cova do Santo tenían una alimentación basada en vegetales con poca presencia de carne o pescado, a pesar de hallarse el yacimiento próximo al río Sil.
«No existen diferencias notables entre los individuos en cuanto a la alimentación, por lo que el acceso a los recursos alimentarios pudo ser similar, independientemente del sexo o edad», explica la investigadora Olalla López Costas, autora principal de este trabajo.
Los investigadores no han hallado en esta necrópolis signos de consumo de mijo o panizo, con lo cual no se puede confirmar la presencia de dichos cultivos en la dieta al menos en el Noroeste de la Península, informa la Universidad de Granada en una nota.
«Hemos realizado una comparación con otros yacimientos publicados, y creemos que hay indicios suficientes para pensar que los cultivos de verano sí pudieran ser utilizados en el centro de la Península antes de lo que se creía», destaca López Costas.
CULTIVOS DE VERANO
Estos cultivos, llamados de verano o primavera, cuyo mejores representantes son el mijo y el panizo, «tienen un mayor rendimiento en poco tiempo, lo cual probablemente ayudó a la gente a ser más sedentaria y el exceso de producción pudo influir en la jerarquización de la sociedad».
No obstante, no se sabe con certeza cuándo se introdujeron en la dieta peninsular. Hasta hace poco se consideraba que se produjo en el Bronce Final, pero recientes hallazgos de semillas en yacimientos arqueológicos parecen indicar que pudo suceder antes.
Los enterramientos prehistóricos en cueva son algo relativamente frecuente en el Norte y Oeste de la Península aunque en pocos yacimientos se han realizado trabajos de antropología física como en este estudio.
Este yacimiento parece ser el mayor de la prehistoria del Noroeste Peninsular en cuanto al número de enterramientos, y los restos han sido datados entre el 1800 y el 1600 a.C.