La primera versión de “El mirar de la maja” de Ysidro de las Cagigas apareció en el Boletín del Centro Artístico granadino con el título “La maja. Recuerdos de Antaño”. Luego sería, en 1910, la editorial de Paulino Ventura la encargada de su edición. Y ahora es la Editorial de la UGR, la responsable de esta edición faccísmil que, con estudio preliminar de los profesores José Antonio González Alcantud y Alberto González Troyano, se edita en la colección “Archivum”.
En la obra de Gagigas se produce, a decir de González Alcantud y González Troyano, una lectura particular: “la maja al convertirse en un instrumento patriótico de venganza, si bien retoma los mitos bíblicos de las Judits, Herodías y Salomés, recurre sobre todo a la idea de raza, tan en boga entonces, como palabra y como precepto. La maja será ante todo racial. En el finale maestoso con fuoco dice tajantemente Cagigas: Este es el secreto de su raza. La raza española, o acaso hasta la raza andaluza, se imponen en el horizonte, como motor de la venganza.”
Por otra parte, si Ysidro de las Cagigas buscaba un personaje que pudiera darle credibilidad literaria a una leyenda como la recogida en “El mirar de la maja”, su intuición se mostró certera, ya que en el tipo de la maja coincidían todos los valores que la tradición exigía para encarnar con verosimilitud los heroicos pasos femeninos de los que tenía que dar cuenta la narración.
Según los autores del estudio preliminar “el propósito, expuesto por Cagigas en las páginas iniciales, era el de reconstruir literariamente el relato que le contaron, en un ambiente granadino –“el propio Albayzín”– propicio a la evocación nostálgica del pasado. Había sucedido un siglo antes, pero al tratarse de “una página que recogí del pueblo”, las raíces podían ser aún más lejanas, aunque, posiblemente, la Guerra de la Independencia le prestó nueva actualidad, al permitir una reutilización patriótica de su trama”.
Afirman, por otra parte, González Alcantud y González Troyano que el joven Isidro, autor de este relato, no podía quedar insensible a la figura esencial de su tiempo –Ysidro de las Cagigas nació en Carmona en 1891–, cuyo espectro recorría toda la Europa finisecular y simbolista: la femme fatale. “Desde luego –aseguran los autores del estudio preliminar– la mayor parte de los literatos que habían abordado previamente el asunto femenino en relación con Andalucía lo habían hecho bajo el prisma exotista. Recuérdense los ejemplos recurrentes de Carmen de Merimée, o de la Conchita de La femme et le pantin de Pierre Louys, donde mujeres andaluzas agitanadas ocupan el espacio exotizante de la mujer autóctona portadora de misterios que conciernen no sólo a su sexo sino por extensión a toda la cultura local”.
Contacto:
Profesor José Antonio González Alcantud. Departamento de Antropología y Trabajo Social. Universidad de Granada. Tlf: 958 244131. Correo electrónico: jgonzal@ugr.es