Jornadas de recepción y peticiones

Un grupo de trabajadores de la UGR reciben al rector con protestas contra los recortes · Colegas pide la incorporación de otras voces al Seminario de Henry Newman, según ellos de contenido homófobo

La Universidad de Granada inauguró ayer las Jornadas de Recepción de Estudiantes en un ambiente cargado de sensaciones. En el interior de las cuatro carpas instaladas en los Paseíllos Universitarios cientos de estudiantes se acercaron por los diferentes stands de las facultades y asociaciones granadinas para recabar información, y pillar algún boli o agenda. El rector de la Universidad, Francisco González Lodeiro, junto con la vicerrectora, Rosa María Fernández, también visitaron ayer todas las carpas.

Francisco González Lodeiro transitó a lo largo de las instalaciones saludando a los diferentes voluntarios que promocionaban asociaciones, organismos o facultades. A lo largo de su trayecto no eran pocos los que querían manifestarle algo o simplemente saludarle. Así, mientras la tuna de Aparejadores ataviados le dedicaban cánticos, un grupo de personas integradas en la Plataforma por la Universidad Pública y de Calidad le dedicó frases de protesta, pues le reclamaron a viva voz que se ponga fin a los recortes. Lodeiro también habló con los miembros de la asociación Colegas, en defensa de los derechos de gays y lesbianas. El coordinador provincial de la asociación Rafael Varón, le solicitó la desaparición del Seminario de Estudios Jonh Henri Newman, que según declaró tiene claros tintes homófobos. Asimismo, este colectivo pidió al rector que se incluyan ponentes más acordes con sus ideales al debate para que se aporten diferentes opiniones. Por su parte, el rector de la Universidad granadina escuchó la petición y les dijo que por él no había problema.

Los estudiantes que asistieron a estas jornadas, que también se pueden visitar hoy, se mostraron muy contentos con el desarrollo de las mismas. Laura Pleguezuelos, que estudia cuarto curso de Traducción e Interpretación, relató que era el segundo año que asistía, pues «la verdad es que te enteras de muchas cosas y además te dan regalos». Para ella, la información más relevante era la referente a idiomas, pero también la promoción de acciones solidarias. Antonio Prados, que estudia segundo de Grado en Estudios Ingleses, también relató que estaba encantado con las jornadas: «Dan muchas cosas como agendas y material que nos puede servir. Además es una buena oportunidad de informarte de cosas», como de «la celebración de la Universiada», algo que este joven desconocía, pese a las recientes polémicas.

Francisco Sin, que trabaja en el vicerrectorado de la UGR gracias a una beca relató que este era el tercer año que participaba en la organización. Sin, que se encontraba repartiendo agendas declaró que los estudiantes recogen con agrado los regalos que les entregan, aunque hay que «reconocer que la crisis también se ha notado, pues el año pasado dábamos bolsas con más cosillas».

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La UGR recurrirá si el Ministerio impugna la convocatoria de plazas

Francisco González Lodeiro indica que no tiene conocimiento de que finalmente se vayan a refutar las vacantes del profesores y catedráticos · De ser así, explica: «Nos veremos en los tribunales»

El rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, declaró ayer que si el Ministerio de Hacienda y Administración termina por impugnar las plazas del profesorado no tendrá ningún inconveniente en defender su posición en los tribunales. Según el rector, esta convocatoria de plazas se hizo antes de la publicación del decreto que establecía un límite de la tasa de reposición del 10%, con lo que a su juicio todo se encuentra en regla.

El pasado 13 de agosto, la Universidad de Granada publicó en el BOE una resolución con los nombres de los profesores titulares y catedráticos superando con creces el límite impuesto que prohibía ampliar la plantilla en más del 10%. En concreto la UGR superó este límite a lo largo de 2012 en un 1,163%, pues la Universidad de Granada sacó 93 plazas más de lo establecido por el Ministerio de Hacienda.

En concreto, las plazas que siembran el conflicto son 59, una referente a la resolución del pasado 24 de abril de 2012, conjunta con el Servicio Andaluz de Salud, y otras 58 convocadas el pasado 3 de mayo de 2012, con las que la Universidad habría aumentado su plantilla en los últimos meses en 30 catedráticos y 71 profesores titulares (101 en total), en 2012.

El pasado 23 de octubre fuentes del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas informaron de que el Gobierno había cumplido con su amenza y había pedido a la Abogacía del Estado que impugne las plazas de la UGR junto con las de otras 14 universidades españolas.

Lodeiro explicó ayer en las Jornadas de Recepción de Estudiantes que la Universidad de Granada no ha recibido hasta la fecha notificación alguna por parte del Gobierno central en este sentido y adelantó que, de recibirla, no tendrá ningún inconveniente en defender la convocatoria de estas 59 vacantes en los tribunales. De hecho, y según remarcó, estas plazas fueron convocadas con anterioridad a la publicación del decreto, lo que dice, utilizará en su defensa en caso de llegar a los tribunales, aunque «no voy a dar pistas al contrario».

No obstante, Lodeiro recalcó que, por el momento, nadie se ha puesto en contacto con ellos, ni ha llegado ninguna notificación al respecto, sino que quienes comentan este hecho son «algunas personas del Ministerio de Educación que no tienen competencia», en la materia. Y, si se recurren, «iremos al contencioso administrativo y nos veremos en los tribunales», a lo que añadió: «No me rebelo, sencillamente hago uso de mis derechos, como ciudadano, y como rector de recurrir las decisiones del Gobierno».

La Universidad de Granada no es la única que ha seguido adelante con la convocatoria de plazas. Otras catorce habrían hecho lo mismo, motivo por el cual el pasado nueve de julio, el Ministerio de Hacienda y Administración Pública envió a los organismos involucrados una diligencia preliminar en la que les advertía de que en caso de no hacer nada al respecto en el plazo de un mes, el órgano directivo solicitaría a la Abogacía del Estado la interposición del correspondiente recurso ante la jurisdicción contencioso-administrativa. Algo que tal y como explicó Lodeiro, de momento desconoce que haya pasado.

Por otra parte, según informó Efe la Conferencia de Rectores (CRUE), denunció que los límites de reposición de funcionarios de las universidades públicas son «tapones», que se están poniendo al sistema de acreditación para el acceso a la condición de catedrático y profesor titular. La presidenta de la CRUE, Adelaida de la Calle, rectora de la Universidad de Málaga manifestó su preocupación ante la posibilidad de que se recurran en los tribunales estas plazas, pues la CRUE «defiende los concursos siempre que no supongan incrementar el número de efectivos anterior (aunque superen ese 10%), siempre que no aumente la masa salarial. Asimismo, de la Calle indicó que «no estaba claro», el límite de la convocatoria de plazas del Decreto Ley de medidas de control de déficit del 30 de diciembre».

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La UGR recurrirá si el Ministerio impugna la convocatoria de plazas

Francisco González Lodeiro indica que no tiene conocimiento de que finalmente se vayan a refutar las vacantes del profesores y catedráticos · De ser así, explica: «Nos veremos en los tribunales»

El rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, declaró ayer que si el Ministerio de Hacienda y Administración termina por impugnar las plazas del profesorado no tendrá ningún inconveniente en defender su posición en los tribunales. Según el rector, esta convocatoria de plazas se hizo antes de la publicación del decreto que establecía un límite de la tasa de reposición del 10%, con lo que a su juicio todo se encuentra en regla.

El pasado 13 de agosto, la Universidad de Granada publicó en el BOE una resolución con los nombres de los profesores titulares y catedráticos superando con creces el límite impuesto que prohibía ampliar la plantilla en más del 10%. En concreto la UGR superó este límite a lo largo de 2012 en un 1,163%, pues la Universidad de Granada sacó 93 plazas más de lo establecido por el Ministerio de Hacienda.

En concreto, las plazas que siembran el conflicto son 59, una referente a la resolución del pasado 24 de abril de 2012, conjunta con el Servicio Andaluz de Salud, y otras 58 convocadas el pasado 3 de mayo de 2012, con las que la Universidad habría aumentado su plantilla en los últimos meses en 30 catedráticos y 71 profesores titulares (101 en total), en 2012.

El pasado 23 de octubre fuentes del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas informaron de que el Gobierno había cumplido con su amenza y había pedido a la Abogacía del Estado que impugne las plazas de la UGR junto con las de otras 14 universidades españolas.

Lodeiro explicó ayer en las Jornadas de Recepción de Estudiantes que la Universidad de Granada no ha recibido hasta la fecha notificación alguna por parte del Gobierno central en este sentido y adelantó que, de recibirla, no tendrá ningún inconveniente en defender la convocatoria de estas 59 vacantes en los tribunales. De hecho, y según remarcó, estas plazas fueron convocadas con anterioridad a la publicación del decreto, lo que dice, utilizará en su defensa en caso de llegar a los tribunales, aunque «no voy a dar pistas al contrario».

No obstante, Lodeiro recalcó que, por el momento, nadie se ha puesto en contacto con ellos, ni ha llegado ninguna notificación al respecto, sino que quienes comentan este hecho son «algunas personas del Ministerio de Educación que no tienen competencia», en la materia. Y, si se recurren, «iremos al contencioso administrativo y nos veremos en los tribunales», a lo que añadió: «No me rebelo, sencillamente hago uso de mis derechos, como ciudadano, y como rector de recurrir las decisiones del Gobierno».

La Universidad de Granada no es la única que ha seguido adelante con la convocatoria de plazas. Otras catorce habrían hecho lo mismo, motivo por el cual el pasado nueve de julio, el Ministerio de Hacienda y Administración Pública envió a los organismos involucrados una diligencia preliminar en la que les advertía de que en caso de no hacer nada al respecto en el plazo de un mes, el órgano directivo solicitaría a la Abogacía del Estado la interposición del correspondiente recurso ante la jurisdicción contencioso-administrativa. Algo que tal y como explicó Lodeiro, de momento desconoce que haya pasado.

Por otra parte, según informó Efe la Conferencia de Rectores (CRUE), denunció que los límites de reposición de funcionarios de las universidades públicas son «tapones», que se están poniendo al sistema de acreditación para el acceso a la condición de catedrático y profesor titular. La presidenta de la CRUE, Adelaida de la Calle, rectora de la Universidad de Málaga manifestó su preocupación ante la posibilidad de que se recurran en los tribunales estas plazas, pues la CRUE «defiende los concursos siempre que no supongan incrementar el número de efectivos anterior (aunque superen ese 10%), siempre que no aumente la masa salarial. Asimismo, de la Calle indicó que «no estaba claro», el límite de la convocatoria de plazas del Decreto Ley de medidas de control de déficit del 30 de diciembre».

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La UGR recurrirá si el Ministerio impugna la convocatoria de plazas

Francisco González Lodeiro indica que no tiene conocimiento de que finalmente se vayan a refutar las vacantes del profesores y catedráticos · De ser así, explica: «Nos veremos en los tribunales»

El rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, declaró ayer que si el Ministerio de Hacienda y Administración termina por impugnar las plazas del profesorado no tendrá ningún inconveniente en defender su posición en los tribunales. Según el rector, esta convocatoria de plazas se hizo antes de la publicación del decreto que establecía un límite de la tasa de reposición del 10%, con lo que a su juicio todo se encuentra en regla.

El pasado 13 de agosto, la Universidad de Granada publicó en el BOE una resolución con los nombres de los profesores titulares y catedráticos superando con creces el límite impuesto que prohibía ampliar la plantilla en más del 10%. En concreto la UGR superó este límite a lo largo de 2012 en un 1,163%, pues la Universidad de Granada sacó 93 plazas más de lo establecido por el Ministerio de Hacienda.

En concreto, las plazas que siembran el conflicto son 59, una referente a la resolución del pasado 24 de abril de 2012, conjunta con el Servicio Andaluz de Salud, y otras 58 convocadas el pasado 3 de mayo de 2012, con las que la Universidad habría aumentado su plantilla en los últimos meses en 30 catedráticos y 71 profesores titulares (101 en total), en 2012.

El pasado 23 de octubre fuentes del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas informaron de que el Gobierno había cumplido con su amenza y había pedido a la Abogacía del Estado que impugne las plazas de la UGR junto con las de otras 14 universidades españolas.

Lodeiro explicó ayer en las Jornadas de Recepción de Estudiantes que la Universidad de Granada no ha recibido hasta la fecha notificación alguna por parte del Gobierno central en este sentido y adelantó que, de recibirla, no tendrá ningún inconveniente en defender la convocatoria de estas 59 vacantes en los tribunales. De hecho, y según remarcó, estas plazas fueron convocadas con anterioridad a la publicación del decreto, lo que dice, utilizará en su defensa en caso de llegar a los tribunales, aunque «no voy a dar pistas al contrario».

No obstante, Lodeiro recalcó que, por el momento, nadie se ha puesto en contacto con ellos, ni ha llegado ninguna notificación al respecto, sino que quienes comentan este hecho son «algunas personas del Ministerio de Educación que no tienen competencia», en la materia. Y, si se recurren, «iremos al contencioso administrativo y nos veremos en los tribunales», a lo que añadió: «No me rebelo, sencillamente hago uso de mis derechos, como ciudadano, y como rector de recurrir las decisiones del Gobierno».

La Universidad de Granada no es la única que ha seguido adelante con la convocatoria de plazas. Otras catorce habrían hecho lo mismo, motivo por el cual el pasado nueve de julio, el Ministerio de Hacienda y Administración Pública envió a los organismos involucrados una diligencia preliminar en la que les advertía de que en caso de no hacer nada al respecto en el plazo de un mes, el órgano directivo solicitaría a la Abogacía del Estado la interposición del correspondiente recurso ante la jurisdicción contencioso-administrativa. Algo que tal y como explicó Lodeiro, de momento desconoce que haya pasado.

Por otra parte, según informó Efe la Conferencia de Rectores (CRUE), denunció que los límites de reposición de funcionarios de las universidades públicas son «tapones», que se están poniendo al sistema de acreditación para el acceso a la condición de catedrático y profesor titular. La presidenta de la CRUE, Adelaida de la Calle, rectora de la Universidad de Málaga manifestó su preocupación ante la posibilidad de que se recurran en los tribunales estas plazas, pues la CRUE «defiende los concursos siempre que no supongan incrementar el número de efectivos anterior (aunque superen ese 10%), siempre que no aumente la masa salarial. Asimismo, de la Calle indicó que «no estaba claro», el límite de la convocatoria de plazas del Decreto Ley de medidas de control de déficit del 30 de diciembre».

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La cara al viento

ERA sólo una canción, bocanada de luz en el oscuro túnel indigno de ese régimen, el franquista, que militarizó el orden público y transitó del estado de guerra al estado de excepción permanente. Unos versos para la libertad, una vacuna contra el miedo que miles de corazones acompasaron cada vez que la entonaba la voz firme y valiente de Raimon. Un poema que simbolizó la lucha antifranquista y, por ello, hemos elegido ese título para el libro La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981).

El objetivo de esta investigación no sólo ha sido el conocimiento y la reconstrucción de un pasado reciente muy poco conocido -que también-, sino hacer justicia a quienes -como dijera Reyes Mate- lucharon o ansiaron la dicha «y se quedaron en la cuneta de la historia». Porque la historia es una mirada de poder y sus silencios y sus olvidos son reveladores de la manipulación de las clases dominantes. Recuperar la historia y apoderarse de la memoria colectiva es un instrumento para valorar la aportación del movimiento obrero y el movimiento estudiantil -espinas dorsales de la resistencia antifranquista- para la conquista de las libertades democráticas en España. Ésas que la derecha recorta cada día porque sus herederos no han condenado todavía aquel régimen de oprobio aunque, sepulcros blanqueados, desfilen con lágrimas de cocodrilo, caterva de aduladores -postizos, tiralevitas y jonjaberos-, ante el féretro de Santiago Carrillo y, al mismo tiempo, sueñen con que algún día sindicatos como CCOO -al que tanto debe la democracia española, como al propio Partido Comunista de España-, pasen al sueño de los justos. Sí, que desaparezcan, literalmente.

El objetivo del libro es, por tanto, combatir la amnesia de la posmodernidad porque el riesgo del olvido puede llevar a otras historias, a otros recuerdos que nos condenen al silencio de aquello que no interesa. La Universidad se convirtió en una escuela democrática de ciudadanía organizando todo tipo de actividades culturales alternativas (conferencias, recitales musicales, teatro, cine-clubes o exposiciones) donde confrontaron no sólo con el régimen, sino también con las propias autoridades académicas. Por ello, los estudiantes sufrieron una doble represión: la gubernativa y la académica. La primera deteniendo, encarcelando y/o juzgando a los activistas universitarios; la segunda, prohibiendo asambleas o reuniones en el interior de los recintos universitarios, cerrando facultades o denegando actos culturales. Fruto de la represión a lo largo de esas dos décadas algunos centenares de universitarios del distrito de Granada sufrieron sus consecuencias: vejaciones o malos tratos en manifestaciones, concentraciones, sentadas o asambleas dentro y fuera de los recintos universitarios, torturas físicas y psicológicas, años de cárcel cuando fueron condenados por el Tribunal de Orden Público, confinados a otros lugares de España, se les impuso cuantiosas multas, algún expulsado del país o la denegación de prórroga del servicio militar. Y junto a ello, a partir de la transición, la agresión de las bandas fascistas. Por dar un solo dato: los activistas del movimiento estudiantil de la Universidad de Granada (y de entre ellos muchos malagueños) tuvieron que cumplir 29 años, 5 meses y 8 días de prisión por el execrable delito de exigir una sociedad democrática y una universidad pública y gratuita.

Por eso este libro tiene también una rabiosa actualidad, ahora que por el ataque a la enseñanza pública y a los estudiantes, mediante los recortes que se están aplicando y la subida de las tasas universitarias. También por el cuestionamiento de derechos como el de manifestación o de huelga, que con tanto esfuerzo habíamos conquistado, para debilitarlos y así conseguir que no se escuche la voz del pueblo. Todo un ataque sin precedentes, en fin, no sólo a lo público y al estado democrático y social de derecho, sino a la propia dignidad del pensamiento, con la demagogia propia de quienes hacen del populismo su pensamiento bastardo y que, ojalá, no nos lleve pasado mañana a volver a tan gloriosos como indeseables ejercicios de heroicidad. Y es un libro de actualidad porque ahora vuelve a ser necesario argumentar las evidencias: que las sirenas del pesimismo y la resignación sólo nos conducen a la derrota. Por ello, es un reconocimiento expreso a todas aquellas personas que, a costa de su comodidad, expusieron su libertad para crear una cultura cívica que nos vacunase contra la dictadura -contra todas las dictaduras- y para mostrar que no todos fueron espectadores pasivos durante el franquismo y que fueron ellas y ellos quienes, desde su inconformismo y a veces desde un heroísmo no buscado, abrieron las ventanas para que el corazón, las manos y los ojos se inundaran del viento de la dignidad, de la libertad y de la justicia social.

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La cara al viento

ERA sólo una canción, bocanada de luz en el oscuro túnel indigno de ese régimen, el franquista, que militarizó el orden público y transitó del estado de guerra al estado de excepción permanente. Unos versos para la libertad, una vacuna contra el miedo que miles de corazones acompasaron cada vez que la entonaba la voz firme y valiente de Raimon. Un poema que simbolizó la lucha antifranquista y, por ello, hemos elegido ese título para el libro La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981).

El objetivo de esta investigación no sólo ha sido el conocimiento y la reconstrucción de un pasado reciente muy poco conocido -que también-, sino hacer justicia a quienes -como dijera Reyes Mate- lucharon o ansiaron la dicha «y se quedaron en la cuneta de la historia». Porque la historia es una mirada de poder y sus silencios y sus olvidos son reveladores de la manipulación de las clases dominantes. Recuperar la historia y apoderarse de la memoria colectiva es un instrumento para valorar la aportación del movimiento obrero y el movimiento estudiantil -espinas dorsales de la resistencia antifranquista- para la conquista de las libertades democráticas en España. Ésas que la derecha recorta cada día porque sus herederos no han condenado todavía aquel régimen de oprobio aunque, sepulcros blanqueados, desfilen con lágrimas de cocodrilo, caterva de aduladores -postizos, tiralevitas y jonjaberos-, ante el féretro de Santiago Carrillo y, al mismo tiempo, sueñen con que algún día sindicatos como CCOO -al que tanto debe la democracia española, como al propio Partido Comunista de España-, pasen al sueño de los justos. Sí, que desaparezcan, literalmente.

El objetivo del libro es, por tanto, combatir la amnesia de la posmodernidad porque el riesgo del olvido puede llevar a otras historias, a otros recuerdos que nos condenen al silencio de aquello que no interesa. La Universidad se convirtió en una escuela democrática de ciudadanía organizando todo tipo de actividades culturales alternativas (conferencias, recitales musicales, teatro, cine-clubes o exposiciones) donde confrontaron no sólo con el régimen, sino también con las propias autoridades académicas. Por ello, los estudiantes sufrieron una doble represión: la gubernativa y la académica. La primera deteniendo, encarcelando y/o juzgando a los activistas universitarios; la segunda, prohibiendo asambleas o reuniones en el interior de los recintos universitarios, cerrando facultades o denegando actos culturales. Fruto de la represión a lo largo de esas dos décadas algunos centenares de universitarios del distrito de Granada sufrieron sus consecuencias: vejaciones o malos tratos en manifestaciones, concentraciones, sentadas o asambleas dentro y fuera de los recintos universitarios, torturas físicas y psicológicas, años de cárcel cuando fueron condenados por el Tribunal de Orden Público, confinados a otros lugares de España, se les impuso cuantiosas multas, algún expulsado del país o la denegación de prórroga del servicio militar. Y junto a ello, a partir de la transición, la agresión de las bandas fascistas. Por dar un solo dato: los activistas del movimiento estudiantil de la Universidad de Granada (y de entre ellos muchos malagueños) tuvieron que cumplir 29 años, 5 meses y 8 días de prisión por el execrable delito de exigir una sociedad democrática y una universidad pública y gratuita.

Por eso este libro tiene también una rabiosa actualidad, ahora que por el ataque a la enseñanza pública y a los estudiantes, mediante los recortes que se están aplicando y la subida de las tasas universitarias. También por el cuestionamiento de derechos como el de manifestación o de huelga, que con tanto esfuerzo habíamos conquistado, para debilitarlos y así conseguir que no se escuche la voz del pueblo. Todo un ataque sin precedentes, en fin, no sólo a lo público y al estado democrático y social de derecho, sino a la propia dignidad del pensamiento, con la demagogia propia de quienes hacen del populismo su pensamiento bastardo y que, ojalá, no nos lleve pasado mañana a volver a tan gloriosos como indeseables ejercicios de heroicidad. Y es un libro de actualidad porque ahora vuelve a ser necesario argumentar las evidencias: que las sirenas del pesimismo y la resignación sólo nos conducen a la derrota. Por ello, es un reconocimiento expreso a todas aquellas personas que, a costa de su comodidad, expusieron su libertad para crear una cultura cívica que nos vacunase contra la dictadura -contra todas las dictaduras- y para mostrar que no todos fueron espectadores pasivos durante el franquismo y que fueron ellas y ellos quienes, desde su inconformismo y a veces desde un heroísmo no buscado, abrieron las ventanas para que el corazón, las manos y los ojos se inundaran del viento de la dignidad, de la libertad y de la justicia social.

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ERA sólo una canción, bocanada de luz en el oscuro túnel indigno de ese régimen, el franquista, que militarizó el orden público y transitó del estado de guerra al estado de excepción permanente. Unos versos para la libertad, una vacuna contra el miedo que miles de corazones acompasaron cada vez que la entonaba la voz firme y valiente de Raimon. Un poema que simbolizó la lucha antifranquista y, por ello, hemos elegido ese título para el libro La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981).

El objetivo de esta investigación no sólo ha sido el conocimiento y la reconstrucción de un pasado reciente muy poco conocido -que también-, sino hacer justicia a quienes -como dijera Reyes Mate- lucharon o ansiaron la dicha «y se quedaron en la cuneta de la historia». Porque la historia es una mirada de poder y sus silencios y sus olvidos son reveladores de la manipulación de las clases dominantes. Recuperar la historia y apoderarse de la memoria colectiva es un instrumento para valorar la aportación del movimiento obrero y el movimiento estudiantil -espinas dorsales de la resistencia antifranquista- para la conquista de las libertades democráticas en España. Ésas que la derecha recorta cada día porque sus herederos no han condenado todavía aquel régimen de oprobio aunque, sepulcros blanqueados, desfilen con lágrimas de cocodrilo, caterva de aduladores -postizos, tiralevitas y jonjaberos-, ante el féretro de Santiago Carrillo y, al mismo tiempo, sueñen con que algún día sindicatos como CCOO -al que tanto debe la democracia española, como al propio Partido Comunista de España-, pasen al sueño de los justos. Sí, que desaparezcan, literalmente.

El objetivo del libro es, por tanto, combatir la amnesia de la posmodernidad porque el riesgo del olvido puede llevar a otras historias, a otros recuerdos que nos condenen al silencio de aquello que no interesa. La Universidad se convirtió en una escuela democrática de ciudadanía organizando todo tipo de actividades culturales alternativas (conferencias, recitales musicales, teatro, cine-clubes o exposiciones) donde confrontaron no sólo con el régimen, sino también con las propias autoridades académicas. Por ello, los estudiantes sufrieron una doble represión: la gubernativa y la académica. La primera deteniendo, encarcelando y/o juzgando a los activistas universitarios; la segunda, prohibiendo asambleas o reuniones en el interior de los recintos universitarios, cerrando facultades o denegando actos culturales. Fruto de la represión a lo largo de esas dos décadas algunos centenares de universitarios del distrito de Granada sufrieron sus consecuencias: vejaciones o malos tratos en manifestaciones, concentraciones, sentadas o asambleas dentro y fuera de los recintos universitarios, torturas físicas y psicológicas, años de cárcel cuando fueron condenados por el Tribunal de Orden Público, confinados a otros lugares de España, se les impuso cuantiosas multas, algún expulsado del país o la denegación de prórroga del servicio militar. Y junto a ello, a partir de la transición, la agresión de las bandas fascistas. Por dar un solo dato: los activistas del movimiento estudiantil de la Universidad de Granada (y de entre ellos muchos malagueños) tuvieron que cumplir 29 años, 5 meses y 8 días de prisión por el execrable delito de exigir una sociedad democrática y una universidad pública y gratuita.

Por eso este libro tiene también una rabiosa actualidad, ahora que por el ataque a la enseñanza pública y a los estudiantes, mediante los recortes que se están aplicando y la subida de las tasas universitarias. También por el cuestionamiento de derechos como el de manifestación o de huelga, que con tanto esfuerzo habíamos conquistado, para debilitarlos y así conseguir que no se escuche la voz del pueblo. Todo un ataque sin precedentes, en fin, no sólo a lo público y al estado democrático y social de derecho, sino a la propia dignidad del pensamiento, con la demagogia propia de quienes hacen del populismo su pensamiento bastardo y que, ojalá, no nos lleve pasado mañana a volver a tan gloriosos como indeseables ejercicios de heroicidad. Y es un libro de actualidad porque ahora vuelve a ser necesario argumentar las evidencias: que las sirenas del pesimismo y la resignación sólo nos conducen a la derrota. Por ello, es un reconocimiento expreso a todas aquellas personas que, a costa de su comodidad, expusieron su libertad para crear una cultura cívica que nos vacunase contra la dictadura -contra todas las dictaduras- y para mostrar que no todos fueron espectadores pasivos durante el franquismo y que fueron ellas y ellos quienes, desde su inconformismo y a veces desde un heroísmo no buscado, abrieron las ventanas para que el corazón, las manos y los ojos se inundaran del viento de la dignidad, de la libertad y de la justicia social.

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El Faro de Melilla

Pág. 18: La UGR reúne sus proyectos de innovación docente en un libro

Hoy abre el plazo para matricularse en Recursos de la Información

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El Faro de Ceuta

Pág. 20: La UGR busca un becario de formación interna en Ceuta

Charla sobre las becas Erasmus, que se podrán pedir desde el 12-N

El Foro opinará sobre la nueva ley educativa

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