El estudio, que se basa en ensayos que desde hace años realiza el investigador Li-Chen Ou, de la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología de Taiwan, muestra como punto de partida que el 90 por ciento de los encuestados asocian el rojo con un calor cálido, mientras que el porcentaje se reduce al 60 por ciento cuando se les pregunta por el amarillo. Para profundizar sobre este asunto, un equipo de investigadores coordinados por Ou se ha juntado para conocer las emociones que sienten las personas ante los colores. El experimento se ha hecho en España, Francia, Alemania, Reino Unido, Suecia, Irán, Taiwán y Argentina, y parte de los resultados se publican este mes de febrero en la revista Color Research and Application. De momento se han publicado los resultados de la segunda sesión sobre combinación dos colores, pero los datos ya revelan resultados interesantes, según explica Rafael Huertas, profesor de la Universidad de Granada y responsable del experimento en España, al servicio de información y noticias científicas SINC. Así, por el momento, según este investigador, se sabe que las mujeres prefieren los colores más claros y con menor croma, «término equivalente a saturación o pureza: lo verde que es un verde, o azul un azul». «También parece que las personas mayores prefieren la combinación de colores claros, aunque en este caso con croma alto, respecto a los jóvenes», añade. Del mismo modo, se observan diferencias en personas de distintas edades, aunque esto, señala, puede ser debido a que «con los años se va perdiendo intensidad en la percepción de los colores, por lo que es lógico que se prefieran colores más intensos en croma y claridad». Por otra parte, las personas con alguna experiencia en diseño prefieren los colores menos saturados, es decir, los tonos pastel, así como los pares con un tono parecido, buscando un equilibro cromático. Desde Argentina, otro de los autores del estudio, el profesor José Luis Caivano, de la Universidad de Buenos Aires, informa a SINC que los observadores de aquel país se han diferenciado del resto al optar por los colores ‘pasivos’ en la escala me gusta-desagrada. «Los colores pasivos son los cercanos al gris, sobre todo colores fríos, de tonalidad azulada o verde-azulada, pero de baja saturación, agrisados», explica Caivano, que también señala la coincidencia de los grupos argentino y español en la preferencia por las combinaciones de colores fríos. Los participantes de los otros países eligieron colores más cálidos. Según los investigadores conocer la emoción ante los colores puede ayudar a relacionar colores con conceptos. «Por ejemplo, una aspiradora se asocia a ‘limpieza’, ‘eficiencia’ y ‘practicidad’. Si supiéramos que colores representan estas características, tendríamos una herramienta más que utilizar», dice Caivano. Además, se observa una gran utilidad comercial, ya que «saber qué combinaciones de color prefiere o no un tipo de clientes puede ayudar a venderles mejor el producto». Frío-cálido o moderno-anticuado Teniendo en cuenta que la respuesta a las variables cálido-frío, pesado-ligero y activo-pasivo fue similar en todos los grupos, el estudio desarrolla un modelo en el que estos tres pares de sensaciones se clasifican dentro de un nivel denominado ‘reactivo’, es decir, emociones por las que todo el mundo siente lo mismo, como el frío y el calor. Por el contrario, explica SINC, el par me gusta-disgusta formaría parte de un nivel ‘reflexivo’, propio de cada observador, como el hecho de sentir pena o alegría ante un mismo hecho. Este tipo de emociones es el que está más relacionado con la cultura, como la diferente interpretación del color rojo. Las pruebas consistieron en plantear ante un monitor, particularmente calibrado y en iguales condiciones en todos los países, tres ejercicios diferentes a grupos de observadores de distinta edad, sexo y ocupación. En la primera sesión se presentaban unos 70 colores individuales, en la segunda 190 combinaciones de dos colores -ambas sobre fondo gris-, y en la tercera colecciones de dos colores dispuestos en la vestimenta de una mujer mediante fotos con ropa de primavera, verano, otoño e invierno. Debajo de cada combinación aparecía una escala numérica para que los observadores valoraran sus sensaciones mediante adjetivos opuestos, como frío-cálido, moderno-anticuado, armonioso-disonante o me gusta-desagrada.
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