Un estudio en el yacimiento de Orce revela que las hienas de hace 1,5 millones de años eran sólo carroñeras

Un estudio desarrollado en el yacimiento arqueológico de Venta Micena, en la localidad granadina de Orce, ha revelado que las hienas de hace 1,5 millones de años tenían un tamaño corporal que, con un peso de 110 kilos, duplica al de las hienas actuales y desarrollaban un comportamiento exclusivamente carroñero.

De hecho, sus dientes y su mandíbula eran mucho más fuertes, y tenían una capacidad de fracturación mucho más elevada que la que realizan las hienas de ahora, según ha informado en una nota la Universidad de Granada (UGR).

Así lo ha demostrado un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Quaternary International y que ha sido liderado por profesores de la Universidad de Málaga e investigadores del Institut Català de Paleoecologia Humana y Evolució Social y de la UGR.

Estos científicos han analizado, durante el transcurso de los últimos años, las modificaciones realizadas por estas hienas sobre los restos óseos de grandes mamíferos conservados en el importante yacimiento paleontológico de Venta Micena que interpretan como un paleocubil de estos carnívoros.

TRANSPORTE DE RESTOS

Los análisis tafonómicos realizados (la tafonomía es la disciplina paleontológica que se ocupa de los procesos de fosilización) muestran que las hienas carroñeaban los cadáveres de las presas abatidas por los depredadores dominantes en estos ecosistemas de inicios del Cuaternario, transportando selectivamente los restos de estos herbívoros a sus cubiles de cría y fracturando allí los huesos de las extremidades para acceder a la médula ósea de su interior.

Los nuevos estudios biomecánicos, desarrollados en paralelo a estas investigaciones tafonómicas, muestran que la mandíbula y la dentición de esta hiena fósil estaban muy bien capacitadas para desarrollar una dieta carroñera y durófaga, permitiendo ejercer una fuerza de fracturación mucho más elevada que la que realizan las hienas actuales.

Por ello, la imagen que emerge de estos estudios es la de una hiena sin análogos entre las especies modernas, de tamaño formidable y con una adaptación al carroñeo sumamente especializada.

En función de todo ello, tales carnívoros debieron representar un serio competidor para las primeras poblaciones humanas que se asientan en el subcontinente europeo, documentadas en la región de Orce (yacimientos de Fuente Nueva y Barranco León) por importantes asociaciones de útiles líticos de talla primitiva y, algo después en el tiempo, en los yacimientos de la sierra burgalesa de Atapuerca, como Gran Dolina y Sima del Elefante, donde las herramientas líticas aparecen asociadas a fósiles humanos (Homo antecessor).

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La Universidad de Granada publica ‘Los Soberanos Carolingios y al-Andalus’, del prestigioso medievalista Philippe Sénac

«Los Soberanos Carolingios y al-Andalus (siglos VIII-IX)» es el título del libro escrito por el prestigioso medievalista francés Philippe Sénac, y publicado por la editorial de la Universidad de Granada (eug), en que el autor reagrupa e interpreta las menciones dispersas, y a menudo mal conocidas, relativas a los soberanos francos y los musulmanes de al-Andalus durante los siglos VIII y IX, durante los cuales se establecieron relaciones entre los musulmanes de al-Andalus y los soberanos francos, que sin embargo son aún poco o mal conocidas debido a que solo pueden ser captadas haciendo intervenir otros elementos como el papado, el califato abasí, el imperio bizantino o los pequeños principados del Magreb y de Ifrîqiya, y debido igualmente a la tradición historiográfica que suele negar entidad diplomática a los contactos establecidos por el imperio carolingio.

Tras la batalla de Poitiers (732), la derrota de Zaragoza (778) o la toma de Barcelona (801), la España musulmana fue una preocupación permanente para los soberanos francos que se tradujo en una larga serie de acercamientos entre cristianos y musulmanes de uno y otro lado de los Pirineos. Basándose en un estilo narrativo y en un orden cronológico, Philippe Sénac reagrupa e interpreta las menciones dispersas en las fuentes latinas y árabes que dejan huella del alcance y significación de los contactos entre ambas partes.

El libro, dividido en tres grandes apartados y una últimoa parte dedicada a la conclusión general, trata de: “Las ofensivas musulmanas y la réplica franca (714-768)”;  “La época de Carlomagno (268-814)”; y “En busca de un statu quo (814-877)”.

Catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Toulouse-Le Mirail II, Francia, Philippe Sénac es uno de los mejores especialistas en los estudios sobre Al-Andalus y las zonas de contacto entre musulmanes y cristianos de la antigua Hispania de los siglos VIII al XIV. Es autor de un vasto número de publicaciones, en particular sobre la historia de la arqueología del occidente musulmán.

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Gibert presiona a Cultura con un nuevo proyecto para excavar en Venta Micena

El pasado mes de octubre, el consejero de Cultura de la Junta, Paulino Plata, afirmó que no veía «inconvenientes» en que se excavara de nuevo en el yacimiento de Venta Micena, donde el desaparecido José Gibert halló en los 80 restos que, según sus investigaciones, serían del supuesto primer homínido de Europa y que todavía mantienen dividida a la comunidad científica. Un grupo de investigadores, liderado por Luis Gibert -hijo del paleoantropólogo-, le ha tomado la palabra al consejero y ayer mismo registró en la Delegación de Cultura un proyecto multidisciplinar e internacional para continuar con las excavaciones e intentar encontrar restos que avalen la polémica teoría de José Gibert.

No es la primera vez que se presenta un proyecto para investigar en la zona -y que han sido denegadas por Cultura una tras otra-, pero sí «supera con mucho a las anteriores», expuso Luis Gibert. La iniciativa prevé trabajar en las zonas de Venta Micena, Fuentenueva 1 y Solana del Zamborino desde el próximo verano hasta 2016 y la financiación de la investigación está prácticamente cerrada. Sólo falta la autorización de la Junta para excavar y que ésta conceda una primera inversión de 29.000 euros para comenzar los trabajos.

Para convencer a los responsables de Cultura, el proyecto cuenta con los avales de científicos del prestigio de Emiliano Aguirre, premio Príncipe de Asturias y padre de las excavaciones de Atapuerca; o Yves Coppens, conocido por sus descubrimientos en África, entre los que destacan los restos del homínido Lucy.

Además, el proyecto cuenta con la implicación de once instituciones internacionales y ocho nacionales -entre las que está la propia Universidad de Granada-, y la dirección corresponderá a la arqueóloga y profesora de la Universidad de Oxford Sarah Milliken, que ayer resaltó la importancia de que se investigue en la zona ya que «se daría respuesta a importantes dudas sobre las primeras ocupaciones» en Europa.

El objetivo es sacar a la luz evidencias que expliquen las primeras migraciones de homínidos de África a Europa, pero también el posible retorno al continente africano. «Por la estratigrafía, se trata de un lugar muy importante para la investigación», apuntó otro de los miembros del equipo, Ottmar Kullmer, del Museo de Ciencias Naturales de Frankfurt.

Más contundente con las trabas administrativas se mostró el investigador de la Universidad de Granada Enrique García-Olivares, que incidió en que «ha quedado patente la solvencia científica» del equipo que pretende trabajar en las excavaciones y se mostró preocupado por la falta de «claridad» en la toma de decisiones sobre este tema.

El alcalde de Orce, José Ramón Martínez (IU), por su parte, indicó que la comarca quiere «jugar en la Champion» de la paleontología y que sólo hay dos resquicios por los que se puede colar la negativa de la Junta: el económico o el Plan Director «después de dos años nunca se presenta».

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Venta Micena y la hiena gigante de cara corta

La extinta ‘Pachycrocuta brevirostris’ poblaba Eurasia entre hace 2,0 y 0,8 millones de años, era carroñera y pesaba unos 110 kilos, como una leona

El gran paleontólogo norteamericano George Gaylord Simpson, que fue uno de los principales promotores de la Teoría Sintética de la Evolución a mediados del siglo XX, definió la Paleontología como la ciencia que se ocupa del estudio de los fósiles bajo todos los puntos de vista y, a través de ellos, de la reconstrucción de la vida en el pasado geológico de la Tierra. En su opinión, nuestra disciplina es realmente fascinante, pues la «caza del fósil» conlleva la incertidumbre y la emoción de resucitar a criaturas jamás vistas antes por los ojos humanos.

Conviene aclarar que las ciencias paleontológicas han avanzado mucho durante las últimas décadas y las nuevas técnicas disponibles permiten no sólo exhumar los restos de especies ya extinguidas mediante la excavación sistemática de los yacimientos, sino también caracterizar su género de vida y los ambientes en los que transcurrió su existencia. De hecho, este último aspecto suministra las sorpresas intelectuales más gratas, sobre todo en los casos donde se constata que la especie fósil que se trata de resucitar presentaba detalles insólitos en su anatomía, fisiología y comportamiento, no evidenciados en las especies actuales próximas.

Sobre este último particular, los extraordinarios yacimientos paleontológicos de la región de Orce, situados en el borde nororiental de la cuenca intrabética de Guadix-Baza, proporcionan abundantes ejemplos sobre tales inferencias, como las relativas a la dispersión de fauna africana hacia Eurasia a comienzos del Cuaternario, en la que se enmarcaría la primera población humana que coloniza nuestro continente, las interacciones entre los carnívoros depredadores y sus presas en estos ecosistemas fósiles o, en el caso que nos ocupa aquí, el comportamiento estrictamente carroñero deducido para la hiena gigante de cara corta, Pachycrocuta brevirostris, especie no comparable a ninguno de los carnívoros actuales.

Estas investigaciones permiten pasar de la idea más o menos inmediata de que los fósiles son objetos patrimoniales que conviene conservar para el disfrute cultural de las generaciones venideras a la noción de patrimonio inmaterial, en la que son los propios conocimientos paleontológicos, generados a través de su estudio, lo que verdaderamente confiere un valor intrínseco a este patrimonio natural, pues las explicaciones pueden llegar a ser más interesantes en sí mismas que la belleza o el interés que despierte un fósil.

El yacimiento paleontológico de Venta Micena, de una edad próxima a 1,5-1,6 millones de años, se emplaza en las proximidades de Orce, singular por su extraordinaria densidad de niveles fosilíferos, sin parangón en la ribera norte del Mediterráneo. Venta Micena se generó en un entorno de charcas efímeras en las inmediaciones de un lago salobre y poco profundo, que cubría una gran extensión de la cuenca de Baza durante buena parte del Cuaternario. Esta localidad, así como la ingente acumulación de fósiles de mamíferos que conserva, han sido objeto de un intenso estudio durante las últimas décadas, convirtiéndose en el marco de referencia ideal para el conocimiento de las comunidades que habitaban en el sur de la Península Ibérica. Los trabajos realizados hasta la fecha, de índole multidisciplinar, comprenden desde la estratigrafía, la sedimentología y la tafonomía (disciplina paleontológica que se ocupa de los procesos de fosilización), por un lado, a la paleontología sistemática y la paleoecología, por otro, lo que ha permitido ofrecer una perspectiva única e integradora sobre esta localidad.

Así, concretamente, se ha podido establecer que la mayoría de los restos conservados en el yacimiento proceden de los cadáveres de las presas cazadas por los depredadores dominantes en estos ecosistemas, tigres con dientes de sable, jaguares y licaones, lo que nos transporta en un viaje mágico a las escenas cinegéticas con las que el genial naturalista Félix Rodríguez de la Fuente ilustraba lo que dio en llamar como «el juego de la vida y la muerte», aunque en este caso la acción se desarrolla en la España pretérita. Por otro lado, tales estudios indican que los cadáveres fueron carroñeados a continuación por las hienas, que seguramente seguían en sus desplazamientos a estos depredadores, descuartizándolos y transportándolos por partes hasta un entorno próximo a sus cubiles, donde fracturaban los cráneos para acceder al cerebro y los huesos de las extremidades para consumir la médula de su interior. Con ello se generó un basurero ingente de restos esqueléticos, que pudo fosilizar al enterrarse muy rápidamente en un entorno geológico tan propicio para su conservación.

El interés que despiertan estas investigaciones a escala internacional ha quedado evidenciado en un reportaje emitido recientemente por la prestigiosa cadena británica BBC, en su sección divulgativa Earth News, que se encuentra accesible en la web (http://news.bbc.co.uk/earth/hi/earth_news/newsid_9412000/9412549.stm). En él se describen los principales resultados de un trabajo de nuestro equipo, accesible online en la revista Quaternary International. En dicho estudio se abordan las características paleobiológicas de la hiena gigante Pachycrocuta brevirostris, desde múltiples perspectivas. Este supercarroñero es el carnívoro responsable de generar la acumulación de huesos conservada en Venta Micena, atendiendo tanto a los aspectos tafonómicos, que permiten modelar su comportamiento, como a los análisis biomecánicos de la mandíbula y de los miembros de esta hiena, que posibilitan estimar sus dimensiones corporales y modo de locomoción, así como evaluar sus adaptaciones potenciales para fracturar elementos óseos.

Se ha calculado que la masa de este hiénido rondaba los 110 kilogramos, aunque algunos individuos podrían ser aún mayores, en contraste con la de las hienas manchadas actuales, que oscilan entre 45 y 70 kg, por lo que su tamaño la asemejaba más al de una leona. Igualmente, el estudio de su esqueleto ha revelado que los huesos de sus antebrazos y manos eran comparativamente cortos, lo que sugiere que sacrificaban la velocidad en aras de conseguir más fuerza para desmembrar los cadáveres de las presas que carroñeaban y transportarlos largas distancias hasta sus comederos y cubiles de cría.

Por otra parte, se ha podido constatar que la presión que podían ejercer con sus mandíbulas a la hora de fracturar huesos con los dientes premolares era muy superior a la realizada por sus congéneres modernos, lo que les permitía explotar eficientemente recursos alimenticios que no son accesibles a las hienas actuales, como los huesos de megaherbívoros (elefantes, hipopótamos y rinocerontes). Además, los análisis de la mandíbula muestran determinados aspectos en los que la selección natural trabajó para conseguir estas habilidades, como el reforzamiento del mentón y del hueso mandibular bajo los premolares.

Hay que resaltar que este estudio sólo ha sido posible gracias a la excepcional colección de restos óseos procedente de Venta Micena, única en Europa. Así, el análisis estadístico de las frecuencias de los distintos huesos conservados completos o en porciones aisladas, ha permitido desentrañar las secuencias de consumo para los diferentes restos allí acumulados, ligadas tanto a su rentabilidad en cantidad de tuétano como a su resistencia a la fractura, todo lo cual abre la posibilidad de estudiar aspectos relativos al comportamiento de una especie extinta, inéditos hasta ahora en la paleontología del Cuaternario.

La relevancia de estas investigaciones se acrecienta, además, si se tiene en cuenta el intervalo temporal en el que se sitúa esta fauna de grandes mamíferos fósiles, que representa el contexto ecológico en el que se produce la primera dispersión humana desde África, que ha sido documentada a las puertas de Europa en el yacimiento caucásico de Dmanisi, datado en 1,77 millones de años.

Así, la imagen que emerge del estudio es la de una hiena sin análogos entre las especies modernas, de un tamaño formidable y con adaptaciones para el carroñeo sumamente especializadas. En función de ello, tales carnívoros debieron ser grandes competidores para las primeras poblaciones humanas que se asentaron en nuestro continente, cuya presencia se registra en dos yacimientos arqueopaleontológicos de la región de Orce, Fuente Nueva y Barranco León, de una edad próxima a 1,3-1,4 millones de años, en los que se han exhumado importantes asociaciones de piedras talladas muy rudimentarias, que eran utilizadas por nuestros antepasados para cortar la carne y fracturar los huesos.

De hecho, la frontera del conocimiento en estos aspectos se puede situar en la localidad de Fuente Nueva, donde se ha documentado la competencia entre las hienas y los homínidos en torno al cadáver de un elefante, que aparece parcialmente rodeado de lascas de sílex y excrementos fosilizados de estos carnívoros, como ha sido investigado por dos de nuestros jóvenes colaboradores, María Patrocinio Espigares y Sergio Ros-Montoya, ambos granadinos, que han presentado sus tesis doctorales recientemente en la Universidad de Granada.

Es en estos yacimientos, y contando con la colaboración de estas nuevas generaciones de paleontólogos, donde en un futuro próximo se podrán dilucidar aspectos relativos a la paleobiología de cada una de las especies de grandes mamíferos allí representadas (mamuts, hipopótamos, rinocerontes, caballos, ciervos, búfalos, tigres de dientes de sable, licaones, etc.) y a cómo afectaba «el juego de la vida y la muerte» a nuestros antepasados más remotos.

Muchos son los trabajos que se han realizado en Venta Micena y en los otros yacimientos de Orce, pero pese a llevar ya tres décadas trabajando allí, son muchas más las sorpresas que estas localidades paleontológicas librarán en los próximos años.

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Las mandíbulas que dominaron Europa

Fósiles granadinos permiten reconstruir la vida de la extinta hiena gigante. Pesaba 110 kilos y poseía las fauces más potentes que ha tenido nunca un mamífero. Los expertos debaten sobre si era sólo carroñera o también cazaba

La hiena gigante de Orce llevaba en la boca uno de los mejores inventos de la evolución y sabía cómo usarlo. Las mandíbulas de este animal, del tamaño de una leona actual, eran las más potentes que ha tenido nunca un mamífero carnívoro, según indica un nuevo estudio basado en fósiles desenterrados en Granada. Con ellas era capaz de robarle la presa a un tigre dientes de sable y matar de hambre a los homínidos, con los que competía por carroña y, sobre todo, por el nutritivo tuétano del interior de los huesos.

Aquellas mandíbulas «tenían diez veces más fuerza que las de las hienas actuales y podían reventar los huesos de un elefante de 10 toneladas», explica Paul Palmqvist, catedrático de paleontología de la Universidad de Málaga y coautor de un nuevo estudio sobre este carnívoro sin par al que los expertos conocen como Pachycrocuta brevirostris.

Su mordisco era diez veces mayor que la de los especímenes actuales

Los nuevos datos provienen de Venta Micena, parte de los yacimientos granadinos de Orce. La zona es una mina de fósiles única en Europa donde se han desenterrado cráneos, mandíbulas y otros huesos de hasta 14 hienas gigantes. Aunque se trata de una de las colecciones más ricas de Europa, son sólo migajas comparado con los 17.000 fósiles de grandes mamíferos que han salido de los barrancos de Orce. Muchos de estos huesos son testimonio de los festines de la reina de la carroña.

«Lo que encontramos son los basureros que dejaron en sus antiguos comederos», explica Bienvenido Martínez-Navarro, investigador del Instituto de Paleontología IPHES y coautor del nuevo estudio, publicado en la versión digital de Quaternary International.

Aquellos osarios de hace 1,5 millones de años han servido para reconstruir al detalle la anatomía de la hiena gigante y llegar a la conclusión de que estos animales eran exclusivamente carroñeros y estaban construidos físicamente para ello, algo que aún no convence a todos los expertos.

Era capaz de robarle la presa a un tigre dientes de sable

La hiena gigante habitó una Granada muy diferente a la actual. Los barrancos pelados de Orce eran entonces una zona de charcas cercanas al lago de Baza, de unos 50 kilómetros de largo. «Lo más parecido que existe actualmente son las Tablas de Daimiel», explica Martínez-Navarro.

Allí se vivía como en un documental sobre África. Había enormes hipopótamos paticortos, elefantes, rinocerontes, búfalos y bisontes. Escondidos entre la maleza acechaban los antecesores del jaguar, dos especies de dientes de sable, además de los ancestros del amenazado oso pardo. Vigilando cerca de los abrevaderos, también estaba la hiena granadina esperando su oportunidad.

El estudio, «el más completo que se ha realizado hasta la fecha sobre la hiena gigante», según Martínez-Navarro, estima que el animal pesaba 110 kilos. Pero, a pesar de su potencia, no había nacido para cazar, según el trabajo. «Era paticorta, con extremidades muy robustas que eran útiles para descuartizar, pero no para correr», señala Martínez-Navarro. Por eso la brevirostris era «la supercarroñera», como la denomina el experto.

Pesaba 110 kilos, tenía el tamaño de una leona y vivía en grupos

Durante décadas, los expertos han debatido sobre el comportamiento de esta hiena, cuyo predio se extendía desde China hasta España. Muchos trabajos mantienen que el negocio de este animal era exclusivamente la carroña. Otros apuntan que un cuerpo tan poderoso y temible debía servir también para cazar, como hacen hoy las hienas manchadas de África, que aún tienen el mordisco más potente de la sabana pero pesan 45 kilos.

Cuando alguno de los grandes carnívoros que acechaban las manadas abatía una presa, la hiena se ponía en movimiento. En ocasiones devoraba lo que dejaban los licaones o los tigres, que no podían masticar huesos. En otras había pelea. «Con su tamaño eran capaces de arrebatar las presas a cualquier depredador, incluso un dientes de sable de 200 kilos», señala Martínez-Navarro. Al contrario que los felinos, se piensa que las hienas gigantes actuaban en grupo, lo que aumentaba su efectividad.

«Era el competidor directo de los homínidos; si accedían a un cadáver dejaban muy poco para los demás», explica Juan Manuel Jiménez-Arenas, arqueólogo de la Universidad de Granada y coautor del estudio. Ambos perseguían el gran aporte nutritivo del tuétano y los sesos.

Las marcas en los restos de las presas muestran que las hienas se llevaban los huesos largos de las patas a sus cubiles para allí reventarlos a placer. Por otro lado, la excepcional potencia de sus mandíbulas, sin igual entre felinos y cánidos, hace pensar a los autores que este animal se había especializado por completo en consumir carroña.

«Su cuerpo sí estaba hecho para cazar y nosotros pensamos que este animal era algo más cazador de lo que señala el estudio», explica el científico de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) Alan Turner, adalid, junto al paleoartista y paleontólogo español Mauricio Antón, de que la hiena brevirostris también era cazadora. «El hecho de que demuestren cómo carroñeaba no quiere decir que no abatiese las presas por sí misma», incide Antón, que ya prepara un estudio para desdecir al equipo de Orce.
Muerta por ladrona

Hace 800.000 años, el clima y el oportunismo acabaron con la hiena gigante. Las temperaturas se hicieron tan frías que la mayoría de los grandes mamíferos se extinguieron. Entre ellos estaban las dos especies de dientes de sable de las que la hiena solía robar gran parte de su dieta, lo que le llevó a la desaparición, según el estudio de Orce. En su lugar llegarían las crocutas, las hienas actuales, que eran «generalistas» capaces de cazar y carroñear, lo que les granjeó la supervivencia. En Europa se quedaron «hasta hace cuatro días», como lo expresa Martínez-Navarro. «Habitaron en nuestro continente hasta hace unos 8.000 años», señala. «Fue entonces cuando el hombre comenzó a cultivar la tierra y a echar a cualquier carnívoro que le entorpeciera», concluye el experto.

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Pág. 18: El paraíso de las viñetas

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Pág. 32 y 33: Las mandíbulas que dominaron europa

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Las mandíbulas que dominaron Europa

Fósiles granadinos permiten reconstruir la vida de la extinta hiena gigante. Pesaba 110 kilos y poseía las fauces más potentes que ha tenido nunca un mamífero. Los expertos debaten sobre si era sólo carroñera o también cazaba

La hiena gigante de Orce llevaba en la boca uno de los mejores inventos de la evolución y sabía cómo usarlo. Las mandíbulas de este animal, del tamaño de una leona actual, eran las más potentes que ha tenido nunca un mamífero carnívoro, según indica un nuevo estudio basado en fósiles desenterrados en Granada. Con ellas era capaz de robarle la presa a un tigre dientes de sable y matar de hambre a los homínidos, con los que competía por carroña y, sobre todo, por el nutritivo tuétano del interior de los huesos.

Aquellas mandíbulas «tenían diez veces más fuerza que las de las hienas actuales y podían reventar los huesos de un elefante de 10 toneladas», explica Paul Palmqvist, catedrático de paleontología de la Universidad de Málaga y coautor de un nuevo estudio sobre este carnívoro sin par al que los expertos conocen como Pachycrocuta brevirostris.

Su mordisco era diez veces mayor que la de los especímenes actuales

Los nuevos datos provienen de Venta Micena, parte de los yacimientos granadinos de Orce. La zona es una mina de fósiles única en Europa donde se han desenterrado cráneos, mandíbulas y otros huesos de hasta 14 hienas gigantes. Aunque se trata de una de las colecciones más ricas de Europa, son sólo migajas comparado con los 17.000 fósiles de grandes mamíferos que han salido de los barrancos de Orce. Muchos de estos huesos son testimonio de los festines de la reina de la carroña.

«Lo que encontramos son los basureros que dejaron en sus antiguos comederos», explica Bienvenido Martínez-Navarro, investigador del Instituto de Paleontología IPHES y coautor del nuevo estudio, publicado en la versión digital de Quaternary International.

Aquellos osarios de hace 1,5 millones de años han servido para reconstruir al detalle la anatomía de la hiena gigante y llegar a la conclusión de que estos animales eran exclusivamente carroñeros y estaban construidos físicamente para ello, algo que aún no convence a todos los expertos.

Era capaz de robarle la presa a un tigre dientes de sable

La hiena gigante habitó una Granada muy diferente a la actual. Los barrancos pelados de Orce eran entonces una zona de charcas cercanas al lago de Baza, de unos 50 kilómetros de largo. «Lo más parecido que existe actualmente son las Tablas de Daimiel», explica Martínez-Navarro.

Allí se vivía como en un documental sobre África. Había enormes hipopótamos paticortos, elefantes, rinocerontes, búfalos y bisontes. Escondidos entre la maleza acechaban los antecesores del jaguar, dos especies de dientes de sable, además de los ancestros del amenazado oso pardo. Vigilando cerca de los abrevaderos, también estaba la hiena granadina esperando su oportunidad.

El estudio, «el más completo que se ha realizado hasta la fecha sobre la hiena gigante», según Martínez-Navarro, estima que el animal pesaba 110 kilos. Pero, a pesar de su potencia, no había nacido para cazar, según el trabajo. «Era paticorta, con extremidades muy robustas que eran útiles para descuartizar, pero no para correr», señala Martínez-Navarro. Por eso la brevirostris era «la supercarroñera», como la denomina el experto.

Pesaba 110 kilos, tenía el tamaño de una leona y vivía en grupos

Durante décadas, los expertos han debatido sobre el comportamiento de esta hiena, cuyo predio se extendía desde China hasta España. Muchos trabajos mantienen que el negocio de este animal era exclusivamente la carroña. Otros apuntan que un cuerpo tan poderoso y temible debía servir también para cazar, como hacen hoy las hienas manchadas de África, que aún tienen el mordisco más potente de la sabana pero pesan 45 kilos.

Cuando alguno de los grandes carnívoros que acechaban las manadas abatía una presa, la hiena se ponía en movimiento. En ocasiones devoraba lo que dejaban los licaones o los tigres, que no podían masticar huesos. En otras había pelea. «Con su tamaño eran capaces de arrebatar las presas a cualquier depredador, incluso un dientes de sable de 200 kilos», señala Martínez-Navarro. Al contrario que los felinos, se piensa que las hienas gigantes actuaban en grupo, lo que aumentaba su efectividad.

«Era el competidor directo de los homínidos; si accedían a un cadáver dejaban muy poco para los demás», explica Juan Manuel Jiménez-Arenas, arqueólogo de la Universidad de Granada y coautor del estudio. Ambos perseguían el gran aporte nutritivo del tuétano y los sesos.

Las marcas en los restos de las presas muestran que las hienas se llevaban los huesos largos de las patas a sus cubiles para allí reventarlos a placer. Por otro lado, la excepcional potencia de sus mandíbulas, sin igual entre felinos y cánidos, hace pensar a los autores que este animal se había especializado por completo en consumir carroña.

«Su cuerpo sí estaba hecho para cazar y nosotros pensamos que este animal era algo más cazador de lo que señala el estudio», explica el científico de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) Alan Turner, adalid, junto al paleoartista y paleontólogo español Mauricio Antón, de que la hiena brevirostris también era cazadora. «El hecho de que demuestren cómo carroñeaba no quiere decir que no abatiese las presas por sí misma», incide Antón, que ya prepara un estudio para desdecir al equipo de Orce.
Muerta por ladrona

Hace 800.000 años, el clima y el oportunismo acabaron con la hiena gigante. Las temperaturas se hicieron tan frías que la mayoría de los grandes mamíferos se extinguieron. Entre ellos estaban las dos especies de dientes de sable de las que la hiena solía robar gran parte de su dieta, lo que le llevó a la desaparición, según el estudio de Orce. En su lugar llegarían las crocutas, las hienas actuales, que eran «generalistas» capaces de cazar y carroñear, lo que les granjeó la supervivencia. En Europa se quedaron «hasta hace cuatro días», como lo expresa Martínez-Navarro. «Habitaron en nuestro continente hasta hace unos 8.000 años», señala. «Fue entonces cuando el hombre comenzó a cultivar la tierra y a echar a cualquier carnívoro que le entorpeciera», concluye el experto.
El masticador de Granada

«Una fuerza brutal»

Las fauces de la hiena gigante eran la antítesis de las de un dientes de sable. Los autores han reconstruido la mecánica de su mordisco en función de su dentición y las dimensiones de sus mandíbulas. Esto permite estimar la potencia de sus músculos temporales y maseteros. Los resultados muestran que la hiena ejercía poca fuerza con la mandíbula totalmente abierta, pero cuando la cerraba con un hueso entre las fauces ejercía «una fuerza brutal» con los molares, según Paul Palmqvist, coautor del trabajo.

Los cazadores

-Dientes de sable

Los mayores depredadores de Orce eran los dientes de sable como el ‘H. latidens’, muy voluminoso y que cazaba en campo abierto, y el ‘Megantereon’, más pequeño y cazador de espesura.

-Licaón

Los cánidos también eran efectivos cazadores de Orce. Entre ellos había especies parecidas al licaón, así como ancestros de los osos pardos y los osos de las cavernas.

Las presas

-Équidos

Orce era el hogar de una rica fauna de grandes herbívoros similar a la que hoy habita en la sabana de África. Entre ellos había ancestros de las cebras actuales, así como hipopótamos y elefantes.

-Cérvidos

Los osarios de hienas de Orce contienen restos animales similares al bisonte actual, así como grandes cérvidos con cornamentas proyectadas hacia delante.

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Study examines what makes a video game popular

Researchers at the University of Granada have tried to establish the characteristics that a video game must have to be entertaining.

They have created a video game that will serve as a model to assess all aspects related to video games; it has also established a conceptual framework that will allow experts to assess players’ experiences.

The researchers based their study on their own experiences in previous projects where they developed educational resources and video games aimed at educational environments

According to Jose Luis Gonzalez Sanchez , playability is an abstract concept difficult to define “as it features both the inherent functional and the non-functional aspects of the experience undergone by a player, when playing with a video game”.

Thus, playability is “the set of properties describing a player’s experience when playing –be it alone or with other players– with a specific game that is intended to be both entertaining and credible”.

Their own experience in previous projects where they developed video games aimed at an educational environment “helped us in knowing what children expect from video games, and in understanding what they consider to be entertaining” –main author points out.

Thus, if surveys and trends are true “video games will be used both by children and by the elder in the future. For this reason, we should understand the standards that video games should meet to ensure that this comes true”.

The team concluded that “video games have their own evaluation and formalization rules. We think that this study represents a step forward in standarizing and defining what people exepct from electronic entertainment interactive systems”.

The study appears in the journal Advances in Engineering Software.

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El País

Pág. 37 – Opinión: Ciencia contra la resignación

http://canal.ugr.es/medios-impresos/item/download/39619

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Playability- what a video game must feature to be successful

Researchers at the University of Granada have created a video game that will serve as a model to assess all aspects related to video games; it has also established a conceptual framework that will allow experts to assess players’ experiences. The researchers based their study on their own experiences in previous projects where they developed educational resources and video games aimed at educational environments

What are the characteristics that a video game must have to be entertaining? Why do players prefer some video games to others? What is the difference between a game and an educational multiplayer video game? All these questions were answered by a research carried out by José Luís González Sánchez and conducted by professor Francisco Luís Gutiérrez Vela, at the Department of Languages and Computering of the University of Granada.

As González Sánchez explains, playability is an abstract concept difficult to define “as it features both the inherent functional and the non-functional aspects of the experience undergone by a player, when playing with a video game”. Thus, playability is “the set of properties describing a player’s experience when playing –be it alone or with other players– with a specific game that is intended to be both entertaining and credible”.
Educational Resources

The authors based their research on their own experience in previous projects where they developed educational resources and video games aimed at an educational environment. “This helped us in knowing what children expect from video games, and in understanding what they consider to be entertaining” –main author points out.

Thus, if surveys and trends are true “video games will be used both by children and by the elder in the future. For this reason, we should understand the standards that video games should meet to ensure that this comes true”.

In the light of the results obtained in this research, their authors conclude that “video games have their own evaluation and formalization rules. We think that this study represents a step forward in standarizing and defining what people exepct from electronic entertainment interactive systems”.

The study conducted at the University of Granada started from the bottom: what is a video game? What is it composed of? How do its components interact? In short “we achieved to create a theory model that will serve to study any aspect related to video games”.

The video game industry is the strongest in entertainment: in 2009 it had a turnover of 1,200 million euros, and in 2008 it earned 1,500 million euros, which means that its revenue totalled 500 million euros more than music or cinema industries (see full report in http://www.adese.es/). Zea, N.; González Sánchez, J.L.; Gutiérrez, F.L.; Cabrera, M.; Paderewski, P.: Design of Educational Multiplayer Video games. A Vision from Collaborative Learning. In Journal: Advances in Engineering Software. Ed. A.K. Noor, R.A. Adey, B.H.V. Topping. Elsevier. ISSN: 0965-9978. 2009. Doi:10.1016/j.advensoft.2009.01.023

References:

Journals:

Padilla

Book Chapters:

González Sánchez, J.L.; Padilla Zea, N.; Gutiérrez, F.L.: Playability: How to Identify the Player Experience in a Video Game” T. Gross et al (Eds.): Human Computer Interaction (INTERACT-2009). Lecture Notes in Computer Science, LNCS 5726. Springer-Verlag. ISBN: 978-3-642-03654-5. pp. 356-359. 2009. (Indexado en Scopus, Calificado A por Core, calificación de repercusión máxima).

González Sánchez, J.L.; Padilla Zea, N.; Gutiérrez, F.L.: From Usability to Playability: Introduction to the Player-Centred Video Games Development Process. M. Kuroso (Ed.): Human Centred Design (HCII-2009). Lecture Notes in Computer Science, LNCS 4739. Springer-Verlag. ISBN: 978-3-64202805-2. pp. 65-74. 2009.

Contact: José Luis González Sánchez. Department of Languages and Computering of the University of Granada . Phone:+34 626 578 988. E-mail Address: joseluisgs@ugr.es

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Playability: What a Video Game Needs to Be Successful

Researchers at the University of Granada have created a video game that will serve as a model to assess all aspects related to video games; it has also established a conceptual framework that will allow experts to assess players’ experiences. The researchers based their study on their own experiences in previous projects where they developed educational resources and video games aimed at educational environments.

What are the characteristics that a video game must have to be entertaining? Why do players prefer some video games to others? What is the difference between a game and an educational multiplayer video game? All these questions were answered by a research carried out by José Luís González Sánchez and conducted by professor Francisco Luís Gutiérrez Vela, at the Department of Languages and Computering of the University of Granada.

As González Sánchez explains, playability is an abstract concept difficult to define «as it features both the inherent functional and the non-functional aspects of the experience undergone by a player, when playing with a video game.» Thus, playability is «the set of properties describing a player’s experience when playing -be it alone or with other players- with a specific game that is intended to be both entertaining and credible.»

Educational Resources

The authors based their research on their own experience in previous projects where they developed educational resources and video games aimed at an educational environment. «This helped us in knowing what children expect from video games, and in understanding what they consider to be entertaining» -main author points out.

Thus, if surveys and trends are true «video games will be used both by children and by the elder in the future. For this reason, we should understand the standards that video games should meet to ensure that this comes true.»

In the light of the results obtained in this research, their authors conclude that «video games have their own evaluation and formalization rules. We think that this study represents a step forward in standarizing and defining what people exepct from electronic entertainment interactive systems.»

The study conducted at the University of Granada started from the bottom: what is a video game? What is it composed of? How do its components interact? In short «we achieved to create a theory model that will serve to study any aspect related to video games.»

The video game industry is the strongest in entertainment: in 2009 it had a turnover of 1,200 million euros, and in 2008 it earned 1,500 million euros, which means that its revenue totalled 500 million euros more than music or cinema industries (see full report in http://www.adese.es/).

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