La Antártida. Uno de los últimos territorios para evocar la aventura y despertar la imaginación. Un continente blanco «sin ruido» en el que Andalucía pondrá pie gracias la expedición Antártida 2010-2011 impulsada por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
No es la primera vez. En esta ocasión, los expertos andaluces desarrollarán cuatro proyectos científicos -tres universitarios y otro de un centro del CSIC- en la base Gabriel de Castilla entre diciembre y marzo, según informa ‘Andalucía Investiga’.
«Hay más profesionalidad, se ha perdido un poco de punto aventurero, pero los resultados son mejores»
La malagueña Rosa Martín y el granadino Enrique Carmona, ambos del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada, ya navegan rumbo a la isla volcánica de Decepción en el buque militar ‘Las Palmas’. Son parte del grupo de trabajo que coordina Inmaculada Serrano y son responsables de fijar el nivel de lo que llaman «semáforo de alerta volcánica», es decir, «determinamos si la actividad sísmica de la isla es peligrosa», explica la profesora Serrano, que lleva ya tres campañas.
Es, pues, una misión, entre otros aspectos, de protección civil de la base, ya que «velamos por la seguridad de los investigadores en la zona y de los turistas que se acercan a Decepción en crucero», subraya. Al margen de esta tarea, su objetivo es «puramente científico». Bajo el título Seguimiento de la actividad sismovolcánica en isla Decepción, llevan desde 1994 midiendo la actividad sísmica del volcán, y los terremotos de largo periodo, los producidos por las explosiones en cavidades internas del volcán, para buscar el patrón de comportamiento de este volcán concreto y cotejarlo con otros activos.
Instalando un panel solar.
Instalando un panel solar.
Estudiando seísmos bajo el hielo
Del Instituto Andaluz de Geofísica de Granada es también el proyecto titulado Mantenimiento de estaciones sísmicas de banda ancha para el análisis de la estructura cortical en el área de las Shetland del Sur, coordinado por Javier Almendros, que, como indica su título, cuida de estas estaciones para medir el comportamiento de la corteza ante la actividad sísmica.
Estos expertos, según las citadas fuentes, han decidido en esta ocasión experimentar con un sismómetro electroquímico que no lleva masa, como la mayoría, sino un fluido que, con las vibraciones, produce una corriente eléctrica. «No necesita ser nivelado a cada tanto y ha resistido bien los embates del invierno antártico», aclara Almendros.
Además, se trata de un sistema de bajo impacto ambiental y de poco consumo en el que, en esta expedición, trabajarán José Benito Martín Martínez y José Morales Soto. «A mí no me toca esta vez», se lamenta Almendros, antes de asegurar que «todo lo que sabemos sobre vulcanología lo hemos aprendido en Decepción»
«Gracias al almirante Catalán, del Real Instituto y Observatorio de la Armada de San Fernando, uno de los polos la campaña antártica se estableció en Andalucía»
Una década de memoria antártica
La tarea del equipo de Manuel Berrocoso, de la Universidad de Cádiz, es complementar la labor del Instituto Andaluz de Geofísica en lo relativo a medidas de seguridad ante riesgo sísmico. Pero su labor científica se centra en la medición de las alteraciones en superficie que genera la actividad volcánica a partir de modelos matemáticos.
Berrocoso, que lleva participando en estas campañas desde la campaña 1988-1989, ejerce de memoria de la aventura antártica. «Gracias al almirante Catalán, del Real Instituto y Observatorio de la Armada de San Fernando, uno de los polos de desarrollo de la campaña antártica se estableció en Andalucía, junto al otro polo original, ubicado en el centro de Ciencias Marinas del CSIC en Barcelona. Esta experiencia antártica ha ayudado, sin duda, al desarrollo de la geodésica y la sísmica volcánica».
Él lleva ya 10 expediciones y cree que «se ha ganado en profesionalidad, rigurosidad, en medios y tecnología. Algo sencillo: en las primeras campañas los forros polares eran un exotismo, un material muy especializado que traíamos de Escocia, y mira hoy. Lo que se ha perdido un poco es ese punto aventurero, pero no hay duda de que los resultados son mejores», anota.
Sobre este tema, Almendros asegura que «no es tan fácil encontrar a gente dispuesta. Es una tarea muy exigente, de varios meses, sin domingos… Es mucho trabajo, y eso que ahora las base Gabriel de Castilla, cada vez tiene más comodidades». En cualquier caso, Berrocoso sí ha encontrado a cinco investigadores dispuestos a viajar a la Antártida y les reserva un enigma: «El año pasado instalamos por primera vez dos mareógrafos para que hicieran mediciones en invierno y no sabemos si seguirán allí. Sería increíble la información que nos podría proporcionar».
«La sensación térmica, debido al viento, es de 20 ó 30 grados bajo cero»
Desde la árida Almería tras su olfato
Para Luisa Amo, investigadora de la Estación Experimental de Zonas Áridas de Almería, éste es su primer viaje a la Antártida. Forma parte del equipo de Andrés Barbosa. Su labor se aleja de la vulcanología y la sísmica y se adentra en territorio animal. Viajará allí para estudiar «el sentido del olfato en los pingüinos».
«Se sabe muy poco del papel de la comunicación química en las aves. En este sentido, los pingüinos antárticos ofrecen una excelente oportunidad para estudiar la importancia de las señales químicas en las relaciones de las aves tanto con otros individuos de su especie como con el medio que les rodea. Por un lado, los pingüinos crían en densas colonias donde el reconocimiento entre individuos es fundamental».
Para estudiar el papel del olfato en las relaciones sociales de los pingüinos, así como en la búsqueda del krill del que se alimentan, se estudiará el comportamiento de los pingüinos mediante experimentos con recipientes que liberen DMS al aire, y otros controles, que no emitan olor, para estudiar si los pingüinos son capaces de detectar este compuesto químico».
Al final de la campaña, esta vez habrán pasado por la isla Decepción un total de 15 científicos relacionados con los cuatro proyectos de investigación con sello andaluz. De momento, los participantes ya han superado el reconocimiento médico de rigor, han mandado sus ‘bultos’ en ‘Las Palmas’ y han firmado los documentos en los que se comprometen a no acercarse a los animales, no dejar desecho alguno y no tocar las plantas.
Descargar