No eran extras de un anuncio publicitario ni tampoco de una película infantil, los doscientos Peter Pan y Campanillas que deambulaban ayer por el centro de Granada comandados por el Capitán Garfio eran estudiantes de cuarto de Medicina que se disponían a celebrar, como cada año, la festividad de su patrón San Lucas.
Ni llamamientos al orden ni peticiones de ayuda al Ayuntamiento. Las novatadas de San Lucas no las frena nadie y, superando incluso la convocatoria del curso anterior, se volvieron a concentrar más de 600 jóvenes en la Plaza de la Universidad durante un par de horas para asistir al tradicional espectáculo: embadurnar a los novatos de primer curso con potingues culinarios y recoger en el aire a Lucas cuando se tira desde la estatua de Carlos V.
«Bienvenidos al país de nunca jamás… donde nunca terminarás», pregonaba el Capitán Garfio desde las alturas a una masa de ‘borregos’ que lo vitoreaban con litronas de cerveza y calimocho en la mano. Junto a ellos cientos de alumnos de segundo y tercero de Medicina con batas blancas y otro tanto de quinto y sexto con pijamas verdes blandiendo armas de destrucción masiva. Ketchup, mostaza, vinagre, fideos, alpiste, caldo de pescado, comida de perro, colorante alimentario, chocolate, tinta de calamares, huevos, harina… la capa de pringue que llevan los novatos (de casi un dedo de espesor) es cada año mayor y también más hedionda.
Pero «todos son voluntarios», se apresuraba a matizar una campanilla que parecía haber salido de la versión Disney del relato de Matthew Barrie, «se lo están pasando bien», insistía. Clara e Irene, dos principiantes foráneas ensuciadas, revelaron que habían visto varios vídeos colgados en YouTube de las veteranas de Medicina con las grabaciones de la fiesta de años atrás. «En la red social también hemos encontrado consejos sobre lo que debemos hacer y cómo tenemos que venir vestidas», decía una de ellas.
La convocatoria, que cada año se realiza en torno al 18 de octubre, se hizo a través del boca a boca entre los estudiantes de Medicina y por medio de las redes sociales (Tuenti y Facebook) a toda la Universidad de Granada, aunque este festejo se lleva fraguando desde principios de curso.
Tras pasar por borrego el primer año, los estudiantes esperan con afán a que llegue cuarto curso para poder organizar las novatadas y tener en sus manos el protagonismo que borre la humillación de cuando eran principiantes. Por eso es tan difícil acabar con esta tradición, porque en todos los cursos de esta titulación hay más defensores que detractores.
El que hace de Lucas es elegido por votación entre todos los alumnos de cuarto a principios de curso. «No me ha hecho falta ni campaña ni promoción, han votado al que han querido», decía el escogido esquivando su identidad, «hoy no tengo otro nombre que el de Capitán Garfio». Una vez seleccionado, los alumnos dieron paso a decidir la temática, que este curso se arbitró entre el cuento de Peter Pan y el juego de Mario Bros (Lucas iba a ser la princesa). Al final ganó Peter Pan y dicho y hecho. Una marea verde tiñó el 14-O las calles del centro desde la Facultad de Medicina a las puertas de Derecho, donde originariamente se formaban los médicos granadinos.
El templo de las leyes mantuvo el portalón cerrado, con un guardia que custodiaba la entrada individual para no dejar pasar a los que fueran disfrazados o señalados con las huellas del desenfreno. «Que vergüenza me dan, que lástima», murmuraba un alumno de Derecho que intentaba abrirse paso entre la multitud eufórica.
Los medios de comunicación (cámaras de televisión, emisoras de radio y prensa) no paraban de recoger testimonios de la escena y alguno incluso buscó el mejor encuadre desde el balcón de un vecino. Entre los espectadores, decenas de móviles en alto para inmortalizar la hazaña en internet.
Los establecimientos de la zona dejaron sus puertas abiertas, aunque la mayoría de los responsables estaban en alerta ante cualquier incidente. Entre las 10:00 y las 11:00 de la mañana ni un solo agente se asomó por la Plaza de la Universidad. Ni de seguridad ni de emergencias. Más de 600 personas se concentraron durante casi dos horas bebiendo alcohol y ensuciándose unos a otros dejando restos en el pavimento, en las aceras y en la estatua de Carlos V, sin que ningún agente estuviera presente para velar por la Ordenanza de la Convivencia. Y eso que el Decanato había pedido ayuda hace una semana al Consistorio y a la Subdelegación para que evitara las novatadas. Pero si la propia Universidad no ha podido llevar a buen término los expedientes que amenazó con abrir el año pasado contra los estudiantes implicados, ¿qué organismo va a poder meterle mano a esto?
A las 11:15 se presentó un furgón de la Policía local en la calle San Jerónimo para cortar el tráfico de vehículos. «Para nosotros lo prioritario es el tráfico», advertían fuentes de la Policía Local, «el orden público es competencia de la Policía Nacional». Las fuerzas de seguridad informaron a este diario que habían puesto en marcha un dispositivo discreto, con una Unidad de Prevención y Reacción que controlaría todo el recorrido del grupo. Pues la fiesta no acabó aquí.
Después del espectáculo frente a Derecho, los estudiantes de Medicina se marcharon (pidiendo abrazos por la calle a los transeúntes) a casa a ducharse y cambiarse de ropa para continuar la fiesta en el botellódromo oficial de la capital.
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