Granada, la ciudad de los legados
a polémica suscitada a propósito del Centro Guerrero y las piezas del pintor granadino que fue uno de los máximos exponentes de la Escuela de Nueva York en los años 50 y 60, reabre la caja de los truenos. Pero la problemática que plantea es, a su vez, una oportunidad ante la que se enfrenta una ciudad con una ratio de artistas por metro cuadrado seguramente muy superior a la media.
Granada es cuna, por nacimiento o adopción, de grandes escritores, músicos, pintores, artistas en el más amplio sentido de la palabra. Muchos de ellos o sus familias han decidido que sus legados queden para la ciudad mediante distintas fórmulas, desde fundaciones hasta cesiones.
Son varios los grandes legados que ya tienen su sitio en la ciudad como el de Manuel de Falla, la Fundación Ayala o el del propio Lorca, no sólo en el centro que se construye en la Romanilla sino en sus casa museo, pero en los últimos años la ciudad ha podido ser testigo de cómo otros se marchaban envueltos en diversas polémicas.
Pero también están los que se han perdido por unas razones o por otras. Uno de los que más se habló en su día es el de la poeta Elena Martín Vivaldi, que actualmente se encuentra en los archivos de la Fundación Jorge Guillén, en Valladolid. La familia de la escritora granadina denunció el «desinterés» de las instituciones para albergar la colección de manuscritos, cartas, libros y otros documentos y así justificó que los papeles de la poeta de los tilos y los amarillos descansen en una ciudad a priori tan poco vivaldiana como Valladolid.
Entonces se habló de la posibilidad de crear una fundación pero según la sobrina de la escritora, María Elena Martín Vivaldi, los sucesivos cambios en los puestos de responsabilidad en las distintas administraciones derivaron en una situación que les hizo llevarse los documentos a Valladolid.
También entre los archivos que se fueron, que se llevaron de la ciudad, está el del poeta Javier Egea, aunque en este caso el valor documental de lo ´perdido´ se puso en cuestión. No obstante, se vivió una situación bastante lamentable cuando algunos de sus libros dedicados aparecieron en un chamarilero y en librerías de segunda mano. El destino de los papeles de Egea también originó pesquisas policiales en torno a la heredera del poeta que, finalmente, cedió los libros que conservaba a una institución alejada unos cuantos kilómetros del Zaidín, el barrio de Egea: la Fundación Rafael Alberti del Puerto de Santa María.
Varios encontronazos no del todo claros entre familiares-herederos y las administraciones políticas han provocado también que otros legados no se queden en la ciudad o estén a punto de salir, como es el caso de la Fundación Mario Maya, que finalmente no se ubicará en la Chumbera, o la crisis abierta en el Centro Guerrero, que, de momento, ha terminado con la prevista marcha de las obras del expresionista abstracto hacia Madrid.
Pero son más las fundaciones ya constituidas o que están en proceso de serlo. Así, la Fundación Martín Recuerda ya ha echado a andar con la Diputación y la Universidad de Granada entre sus patronos y con sede en la Casa Roja de Salobreña, donde se albergan manuscritos, libretos, material gráfico o correspondencia del dramaturgo
La pregunta que rápidamente se plantea es la de si hay sitio para todos. ¿Pueden las instituciones públicas asumir la gestión de todos legados que se ofrecen a la ciudad? Evidentemente las diversas administraciones tienen unos presupuestos limitados, por lo que cada una de las nuevas propuestas que se van incorporando suponen una nueva dificultad.
Hay algo en lo que coinciden los representantes en materia cultural de las tres instituciones públicas a las que normalmente se acude cuando se plantea la creación de una fundación -Junta, Ayuntamiento y Diputación- y es que no todas las donaciones o legados son iguales y que, lógicamente, no todos deben ser tratados de igual forma.
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