Mario Vargas Llosa: “Las democracias mediocres inspiran tan poco entusiasmo porque gozamos de unos privilegios que ignoramos”
“¿Cuáles son los límites entre la democracia y la dictadura?” le ha preguntado un espectador venezolano a Mario Vargas Llosa.
“Por muy pobre y mediocre que nos parezca la democracia, es un privilegio extraordinario que hay que defender y desde luego hacer todo lo posible por corregir y mejorar.” Es la conclusión a la que ha llegado el escritor peruano tras una larga, contundente, argumentada, brillante y bonita respuesta, la última de unas conversaciones con el profesor especialista en Literatura Hispanoamericana Ángel Esteban, en el ciclo \’El intelectual y su memoria\’, celebradas en el salón de plenos del Complejo Administrativo del Triunfo de la Universidad de Granada. Estaba lleno.
“Quien vive en una dictadura no necesita ninguna teoría para entenderla, sabe perfectamente lo que es: no hay libertad de prensa, sino que ésta no es más que un vocero del gobierno, con las verdades que le interesan; no hay partidos políticos; las elecciones son una farsa; no hay libertad para salir, viajar, pedir pasaporte”, ha comenzado Vargas Llosa, nominado al premio Nobel de Literatura, para resolver la cuestión planteada.
“Es curioso -ha reflexionado- porque debería ser lo mismo para la democracia. Quienes tenemos la suerte de vivir en democracia debe ser consciente del privilegio que tenemos, y sin embargo no ocurre necesariamente así”.
“Otra gran paradoja es que en las democracias, cuando una inmensa mayoría no es consciente del enorme privilegio que supone vivir en ellas, lleva a que haya ese absentismo electoral tan extraordinario y que tanto caracteriza a la democracia, incluso a la más avanzada”, ha añadido.
Esto hace que, en su opinión, la política se considere algo “sucio, inmoral, del que uno se ve alejado”. “Es la tendencia, una realidad de nuestro tiempo. Y la razón por la que las democracias son tan mediocres, inspiran tan poco entusiasmo, es porque gozamos de unos privilegios que ignoramos”, argumenta.
Y sin embargo, advierte de que “cualquiera que viva en una dictadura, en Cuba, Corea del Norte, o incluso en una pseudodemocracia como Venezuela, soñarían con vivir en esas mediocres democracias que tanto desprecio nos inspira a los que vivimos en ellas”.
De hecho, y para contestar a la pregunta, considera que “estamos a mucha distancia entre lo que tenemos y vivir en un país donde no sabes si mañana vas a dormir en tu casa o en una cárcel”.
Instó a “luchar contra las dictaduras”, lo que “no significa cruzarse de brazos cuando uno tiene el privilegio de vivir en una democracia, para no dejar que se pudra y se corrompa como está ocurriendo, en gran parte por la falta de participación”.
Por ello, advirtió de que “hay que hacer ver a los jóvenes que la política no tiene por qué ser algo sucio, sino que puede ser algo tremendamente idealista, que evoca, que puede transformar a mejor algo que anda mediocre”.
En su opinión, los jóvenes españoles están “desencantados” con la política, y “deberían” compararse con sus iguales de hace 30 o 40 años. Relata que cuando llegó a España en 1958, se encontró con un país “del tercer mundo”, que “se parecía mucho a los latinoamericanos: había una dictadura, se vivía en un mundo de fantasmas, de fantasía, etc., toda la vida estaba organizada en función de un sistema”, describe.
La transformación ha sido “extraordinaria”, al adaptarse tan “rápidamente” a una democracia moderna, integrarse en Europa y progresar económicamente.
Defendió que la democracia es “el único sistema que crea realmente unas relaciones humanas entre la gente, lo único que es perceptible, la dictaduras no lo son. Tiene una elasticidad y una porosidad que permiten ver cuando algo va mal, es lo que hace que la vida sea vivible. Sin inseguridad, frustración…”
Consideró que “no hay nada que corrompa más al ser humano que una dictadura”, porque “acostumbra a las mentiras”, algo que, al final, es “un lastre que tarda muchísimo en corregirse”.
Como ejemplo, el escritor peruano destacó la “tragedia” de Latinoamérica, por haber vivido siempre en largas dictaduras y luego en democracias “tan frágiles y precarias, que se desploman fácilmente”, porque la primeras “las tienen infectadas, y a la vida política y a los gobiernos, corrompidos”.
De esta forma, las experiencias sociales traumáticas que vive una sociedad se convierte en un “estímulo” para la creación literaria “una vez que pasan a ser memoria o historia”, pero mientras se viven, están cercanas, “no es estimulante”.
Vargas Llosa recordó los acontecimientos de los años 80 en su país cuando la organización Sendero luminoso declaró una guerra terrorista, cuyo resultado fue “atroz”: cerca de 60.000 asesinatos en 10 años, destrucción de infraestructuras como carreteras, centrales eléctricas, empresas, etc., resumió. “Perú retrocedió económicamente 20 años, además de lo que significó de sufrimiento humano sobre todo en las regiones más desvalidas, en las poblaciones que vivían cerca de la montaña… desaparecieron aldeas por la migración de campesinos a la ciudad para huir del terror”.
Un conflicto que ha dejado un “trauma muy presente” en la vida peruana: “ Aquí la literatura empieza a producir su propia visión, destacando determinados aspectos, y por eso hay una narrativa muy importante que tiene el fenómeno del terror como eje.”
Preguntado por su experiencia personal como escritor, Vargas Llosa reconoce que nunca pensó que tendría un editor, sino que “tendría que pagar la publicación de mis libros y regalarlos a mi familia y amigos”. Por eso “aún hoy me parece un sueño: poder dedicar mi vida a algo que me gusta. No pensé que esto podría ocurrir y ocurrió”.
Circunstancia que considera de haber tenido “mucha suerte”, ya que esto “no ocurre a todos los escritores, porque algunos no son descubiertos”. Lo que no quiere decir, opina, que la vocación debe convertirse en un “premio» para quien ama la literatura, «no para tener éxito sino para vivir de acuerdo con lo es que su anhelo más personal y profundo. Cuando esto ocurre, rinde mejor, todo el talento se vuelva en la literatura”.
El autor de \’La fiesta del Chivo\’ será investido mañana Honoris Causa por la UGR.
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