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El Mundo

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Pág. 12: Científicos por un día en la VIII Semana de la Ciencia de la Universidad|Los pacientes con ansiedad tienen menos problemas de los que creen
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Pág. 23: Concierto de Madeleine Choir en San Juan de Dios
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Pág. 57: Una Cápsula del Tiempo para la VIII Semana de la Ciencia y la de 2033
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20 Minutos

Pág. 3: Cinco títulos y ninguno con los tráilers de antes
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La ansiedad agiganta la percepción de los síntomas, más leves en realidad según la UGR

La ansiedad agiganta la percepción de los síntomas, más leves en realidad según la UGR

Palpitaciones, sudoración, respiración irregular, temblor de manos y tensión muscular son algunos de los síntomas que los pacientes con trastornos de la ansiedad afirman sufrir, y que la aplicación de pruebas psicofisiológicas ha demostrado que son, en realidad, menos intensos de lo que ellos experimentan subjetivamente

Una tesis doctoral realizada en la Universidad de Granada ha demostrado que los pacientes que sufren una patología de ansiedad grave (trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social o ansiedad generalizada) creen tener más alteraciones fisiológicas (palpitaciones, sudoración, respiración irregular, temblor de manos, tensión muscular…) de las que realmente presentan. Dicho de otro modo, muchos pacientes con ansiedad, a pesar de informar verbalmente de síntomas fisiológicos de gran intensidad en entrevistas y cuestionarios, son hiporreactivos cuando se toman medidas reales de estos síntomas a través de pruebas psicofisiológicas.

Esta investigación ha sido realizada por la doctora Mª Isabel Viedma del Jesus y dirigida por los profesores Jaime Vila Castellar y Mª Carmen Fernández- Santaella, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Para llevarla a cabo, se trabajó con 83 pacientes diagnosticados de alguno de los siguientes trastornos de ansiedad: trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social, ansiedad generalizada y fobias específicas. Todos ellos fueron atendidos en el programa de “Evaluación y Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad” de la Unidad de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología.

Pacientes menos graves

Este trabajo ha revelado, asimismo, que los pacientes que sufren una patología de ansiedad menos grave, como son los diagnosticados de fobias específicas (temor excesivo e irracional a un objeto o a una situación en concreto, tales como ciertos animales, sangre o heridas abiertas, alturas, tormentas, espacios cerrados…) sí muestran una alta reactividad en las pruebas psicofisiológicas. Viedma destaca la existencia de una relación entre la capacidad para reaccionar fisiológicamente y el pronóstico del éxito terapéutico, ya que son precisamente los pacientes con fobias específicas los que más se benefician del tratamiento cognitivo-conductual llevado a cabo. Por lo tanto, puede decirse que la presencia de síntomas fisiológicos es un buen predictor de mejora en pacientes con trastornos de ansiedad.

Prevalencia en la sociedad

Como apunta la investigadora, los trastornos de ansiedad son el problema psicopatológico de mayor prevalencia en los países de nuestro entorno. Según estadísticas estadounidenses, la prevalencia de las fobias específicas oscila entre el 8,8 y el 12,5% de la población general. Aunque pocas personas que manifiestan temores específicos entran en la categoría de fóbicos, para casi el 11% de estas personas, sus temores son lo bastante graves como para afectar a sus vidas de una forma significativa.

La investigadora destaca que, a la luz de los resultados de su investigación, ha quedado demostrado que en la evaluación clínica de la ansiedad patológica no sólo deben realizarse pruebas cognitivo-verbales y conductuales (compuestas tradicionalmente por entrevistas y cuestionarios), sino también pruebas psicofisio-lógicas. “Nuestra investigación –destaca Mª Isabel Viedma- tiene importantes implicaciones clínicas en relación al diagnóstico y pronóstico del éxito terapéutico, así como en el diseño de estrategias de intervención más eficaces en el ámbito de los trastornos de ansiedad”.

Parte de las conclusiones de esta investigación han sido presentadas recientemente en congresos nacionales e internacionales como los organizados por la Sociedad Española de Psicofisiología (SEPF) y la Society for Psychophysiological Research (SPR), entre otros.
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Los pacientes con ansiedad amplifican los problemas fisiológicos que sufren

Los pacientes con ansiedad amplifican los problemas fisiológicos que sufren

Los pacientes con ansiedad creen tener más problemas fisiológicos de los que realmente tienen, de forma que aseguran sufrir palpitaciones, sudoración, respiración irregular, temblor de manos o tensión muscular que, sin embargo, no presentan realmente. Así se desprende de un estudio desarrollado en la Universidad de Granada, según el cual, muchas de las personas con ansiedad que dicen sufrir estos síntomas son hiporreactivos cuando se toman medidas reales contra estos problemas a través de pruebas psicofisiológicas.

El estudio se ha efectuado con 83 pacientes que sufren una patología de ansiedad grave -trastorno de pánico con y sin agorafobia, fobias específicas, ansiedad social o ansiedad generalizada- y que son atendidos en el programa de «Evaluación y Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad» de la Unidad de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología de la UGR.
El trabajo ha revelado que quienes sufren una patología de ansiedad menos grave, como son los diagnosticados de fobias específicas -temor excesivo e irracional a un objeto o a una situación en concreto, tales como ciertos animales, sangre o heridas abiertas, alturas, tormentas o espacios cerrados- sí muestran una alta reactividad en las pruebas psicofisiológicas.

La responsable de la investigación, la doctora María Isabel Viedma, ha establecido una relación entre la capacidad para reaccionar fisiológicamente y el pronóstico del éxito terapéutico, ya que «son precisamente los pacientes con fobias específicas los que más se benefician del tratamiento cognitivo-conductual desarrollado».

De esta forma, ha dicho Viedma en un comunicado, se deduce que la presencia de síntomas fisiológicos sirve para predecir mejoras en pacientes con trastornos de ansiedad.

Las consecuencias prácticas de este trabajo se centran en la evaluación clínica de la ansiedad patológica, en la que «no sólo deben realizarse pruebas cognitivo-verbales y conductuales, sino también psicofisio-lógicas» para conseguir «estrategias de intervención más eficaces» en este ámbito, ha expuesto la doctora.

La investigadora ha recordado que esta dolencia es el problema psicopatológico de mayor prevalencia en los países de nuestro entorno, ya que las fobias específicas afectan a entre el 8,8 y el 12,5 por ciento de la población general.
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Los pacientes con ansiedad creen tener más problemas fisiológicos de los que realmente padecen

Los pacientes con ansiedad creen tener más problemas fisiológicos de los que realmente padecen

Los pacientes que sufren una patología de ansiedad grave, como trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social o ansiedad generalizada, creen tener más alteraciones fisiológicas de las que realmente presentan, según se desprende de una tesis doctoral realizada por la doctora María Isabel Viedma, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada (UGR).

Según este trabajo, entre los principales síntomas que los pacientes con ansiedad afirman sufrir se encuentran palpitaciones, sudoración, respiración irregular, temblor de manos y tensión muscular.

No obstante, esta investigación, realizada sobre 83 pacientes con ansiedad atendidos en el programa de \’Evaluación y Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad\’ de la Facultad de Psicología, sostiene que la aplicación de pruebas psicofisiológicas sobre este grupo de personas ha demostrado que, en realidad, son menos intensos de lo que ellos experimentan subjetivamente.

Así, y a pesar de que muchos de estos pacientes manifiestan verbalmente síntomas fisiológicos de gran intensidad en entrevistas y cuestionarios, cuando se toman medidas reales de estos síntomas, a través de pruebas psicofisiológicas, resultan hiporreactivos.

Dicho trabajo también revela que los pacientes que sufren una patología de ansiedad menos grave, como puede ser un temor excesivo e irracional a un objeto, ciertos animales, espacios cerrados, a las alturas o a las tormentas, sí muestran una alta reactividad en las pruebas psicofisiológicas.

Sobre este punto, Viedma apunta en su tesis a la existencia de una relación entre la capacidad para reaccionar fisiológicamente y el pronóstico del éxito terapéutico, ya que son precisamente los pacientes con fobias específicas los que más se benefician del tratamiento cognitivo-conductual llevado a cabo.

Por ello, este trabajo afirma que la presencia de síntomas fisiológicos es un buen predictor de mejora en pacientes con trastornos de ansiedad.

PREVALENCIA

Según apunta esta investigadora, los trastornos de ansiedad representan el problema psicopatológico de mayor prevalencia entre los países industrializados. De hecho, la prevalencia de las fobias específicas oscila entre el 8,8 y el 12,5 por ciento de la población general, según estadísticas estadounidenses.

Aunque pocas personas que manifiestan temores específicos entran en la categoría de fóbicos, para casi el 11 por ciento de estas personas, sus temores son lo bastante graves como para afectar a sus vidas de una forma significativa.

La investigadora destaca que, a la luz de los resultados de su investigación, «queda demostrado» que en la evaluación clínica de la ansiedad patológica no sólo deben realizarse pruebas cognitivo-verbales y conductuales (compuestas tradicionalmente por entrevistas y cuestionarios), sino también pruebas psicofisio-lógicas.

«Nuestra investigación tiene importantes implicaciones clínicas en relación al diagnóstico y pronóstico del éxito terapéutico, así como en el diseño de estrategias de intervención más eficaces en el ámbito de los trastornos de ansiedad», señala esta experta en una nota.

Parte de las conclusiones de esta investigación han sido presentadas recientemente en congresos nacionales e internacionales como los organizados por la Sociedad Española de Psicofisiología (SEPF) y la Society for Psychophysiological Research (SPR), entre otros.

Esta investigación ha estado dirigida por los profesores Jaime Vila y María del Carmen Fernández-Santaella, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Para llevarla a cabo, se trabajó con 83 pacientes diagnosticados de alguno de los siguientes trastornos de ansiedad: trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social, ansiedad generalizada y fobias específicas.

Todos ellos fueron atendidos en el programa de \’Evaluación y Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad\’ de la Unidad de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología.
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Los pacientes con ansiedad creen tener más problemas fisiológicos de los que realmente padecen

Los pacientes con ansiedad creen tener más problemas fisiológicos de los que realmente padecen

Los pacientes que sufren una patología de ansiedad grave, como trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social o ansiedad generalizada, creen tener más alteraciones fisiológicas de las que realmente presentan, según se desprende de una tesis doctoral realizada por la doctora María Isabel Viedma, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada (UGR).

Según este trabajo, entre los principales síntomas que los pacientes con ansiedad afirman sufrir se encuentran palpitaciones, sudoración, respiración irregular, temblor de manos y tensión muscular.

No obstante, esta investigación, realizada sobre 83 pacientes con ansiedad atendidos en el programa de \’Evaluación y Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad\’ de la Facultad de Psicología, sostiene que la aplicación de pruebas psicofisiológicas sobre este grupo de personas ha demostrado que, en realidad, son menos intensos de lo que ellos experimentan subjetivamente.

Así, y a pesar de que muchos de estos pacientes manifiestan verbalmente síntomas fisiológicos de gran intensidad en entrevistas y cuestionarios, cuando se toman medidas reales de estos síntomas, a través de pruebas psicofisiológicas, resultan hiporreactivos.

Dicho trabajo también revela que los pacientes que sufren una patología de ansiedad menos grave, como puede ser un temor excesivo e irracional a un objeto, ciertos animales, espacios cerrados, a las alturas o a las tormentas, sí muestran una alta reactividad en las pruebas psicofisiológicas.

Sobre este punto, Viedma apunta en su tesis a la existencia de una relación entre la capacidad para reaccionar fisiológicamente y el pronóstico del éxito terapéutico, ya que son precisamente los pacientes con fobias específicas los que más se benefician del tratamiento cognitivo-conductual llevado a cabo.

Por ello, este trabajo afirma que la presencia de síntomas fisiológicos es un buen predictor de mejora en pacientes con trastornos de ansiedad.

PREVALENCIA

Según apunta esta investigadora, los trastornos de ansiedad representan el problema psicopatológico de mayor prevalencia entre los países industrializados. De hecho, la prevalencia de las fobias específicas oscila entre el 8,8 y el 12,5 por ciento de la población general, según estadísticas estadounidenses.

Aunque pocas personas que manifiestan temores específicos entran en la categoría de fóbicos, para casi el 11 por ciento de estas personas, sus temores son lo bastante graves como para afectar a sus vidas de una forma significativa.

La investigadora destaca que, a la luz de los resultados de su investigación, «queda demostrado» que en la evaluación clínica de la ansiedad patológica no sólo deben realizarse pruebas cognitivo-verbales y conductuales (compuestas tradicionalmente por entrevistas y cuestionarios), sino también pruebas psicofisio-lógicas.

«Nuestra investigación tiene importantes implicaciones clínicas en relación al diagnóstico y pronóstico del éxito terapéutico, así como en el diseño de estrategias de intervención más eficaces en el ámbito de los trastornos de ansiedad», señala esta experta en una nota.

Parte de las conclusiones de esta investigación han sido presentadas recientemente en congresos nacionales e internacionales como los organizados por la Sociedad Española de Psicofisiología (SEPF) y la Society for Psychophysiological Research (SPR), entre otros.

Esta investigación ha estado dirigida por los profesores Jaime Vila y María del Carmen Fernández-Santaella, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Para llevarla a cabo, se trabajó con 83 pacientes diagnosticados de alguno de los siguientes trastornos de ansiedad: trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social, ansiedad generalizada y fobias específicas.

Todos ellos fueron atendidos en el programa de \’Evaluación y Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad\’ de la Unidad de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología.
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El profesor de Bellas Artes Isidro López-Aparicio es su nuevo presidente

El profesor de Bellas Artes Isidro López-Aparicio es su nuevo presidente

La Universidad de Granada y en concreto la Facultad de Bellas Artes donde imparte su docencia el profesor López-Aparicio pasa de este modo a ser la máxima representante en este prestigioso foro europeo en el que participan las principales instituciones de enseñanza de las Bellas Artes.

En su intervención. Isidro López-Aparicio agradeció a la saliente presidenta del foro Tamiko O’Brien, de la University of Arts London, el trabajo realizado durante estos años y abordó los retos que se nos aproximan tanto en Europa como en el Mundo en el ámbito de las Bellas Artes, así como su deseo de que dicho foro se convierta en una incubadora de proyectos de alta calidad y su repercusión tanto en el sector específico como en la sociedad en general.

Máximo representante
Este grupo es el máximo representante en los foros internacionales en el ámbito de las Bellas Artes y está constituido por un consejo de dirección (en el que están representadas las más prestigiosas instituciones de toda Europa) y un panel de expertos dentro del mundo de las Bellas Artes del ámbito profesional: museos, galerías, artistas de prestigio, fundaciones artísticas, etc.

Como principales objetivos de esta asociación están el realizar y apoyar proyectos europeos, generar un foro de discusión, intercambio e interacción y actuar como plataforma para el desarrollo de la presencia de las Bellas Artes en la sociedad.

Esta red de instituciones tiene vinculaciones con otra más generalista: la Liga Europea de Instituciones Artísticas, que ha celebrado a final de este mes su décima Conferencia Bianual.
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Las hadas recicladas

Las hadas recicladas

ENTRE el \’Érase una vez…\’ y el \’Colorín, colorado…\’ cabe el mundo. Los cuentos infantiles son, posiblemente, tan antiguos como las palabras, y existen desde que existen los niños. Las fábulas se transmitieron de generación en generación hasta que Charles Perrault y los hermanos Grimm las pusieron en papel y, ya en el siglo XIX, se convirtieron en un género literario en sí mismo. Pero los tiempos cambian y la forma de contarlos, también. Los príncipes ya no son tan valientes y apuestos; las princesas son más decididas y menos inocentes. Y la revolución ha ocurrido en el bando de los malos: feo ya no es sinónimo de malvado, las brujas y los ogros tienen su corazoncito y, si los lobos comen niñas, no es por perversos, sino por carnívoros. La corrección política ha llegado a los libros infantiles.

Purificación Salmerón, profesora del departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad de Granada (UGR), recuerda que los cuentos infantiles han evolucionado porque nuestra cultura ha cambiado y el propio concepto de infancia varía en función del contexto y el momento histórico. Baste recordar a qué edad comenzaban a trabajar o a tener hijos las personas en las sociedades medievales.

«Hasta bien entrado el siglo XIX, se concebía al niño como un hombre en pequeño -apostilla la catedrática de la UGR Leonor Buendía-. Por eso cuando la etapa infantil empieza a ser considerada como una fase del desarrollo, con necesidades y problemas, aparece una literatura específica para niños, con fines pedagógicos, que es utilizada en las escuelas como material de lectura».

El valor educativo de estas narraciones, resalta Buendía, es «enorme»: «Los cuentos transmiten valores. Con ellos, los niños aprenden una forma de relacionarse en el mundo». Pero, lógicamente, transmiten los valores vigentes en la sociedad en la que aparecen. «Los cuentos clásicos nacen a partir de relatos familiares, anónimos, de contextos rurales. Ya avanzado el siglo XIX, pasan a editarse con fines didácticos; por eso el final siempre es moralizante y feliz -explica la especialista-. Transmitían valores como la solidaridad familiar, la honestidad, la fidelidad, la bondad Es evidente que no aparecían la igualdad de género, valores ambientales ni valores religiosos, dado que eran historias laicas y pedagógicas».

Menos violencia

En los cuentos actuales desaparece en gran medida la sociedad jerarquizada de antaño, plagada de reyes, príncipes y princesas, por un lado, y campesinos, molineros o criados, por otro.

También se suavizan las costumbres extremadamente violentas del medievo: en casi todos los textos se eliminan los terribles castigos que solían aplicarse a los malos de la historia, que casi siempre acababan encerrados de por vida en lóbregas celdas, escaldados, abrasados, tiroteados, ahogados o abiertos en canal. Hoy, en cambio, triunfan el pacifismo, la lección moral y el perdón.

Los modelos de familia que se reflejan en los nuevos cuentos son diversos, como en la realidad. Las mujeres adquieren una nueva dimensión: si antes se les reservaba el papel de vieja malvada, bruja y madrastra, o el de joven bella, bondadosa y pasiva, en muchas páginas modernas la chica es la heroína; no necesita ser rescatada de los peligros por nadie, ni considera que el matrimonio sea el objetivo de su existencia y el camino hacia la felicidad.

Además, aparecen valores nuevos que antes ni siquiera se apuntaban, como la conservación de la naturaleza, el respeto a las diferencias (físicas, raciales, culturales .) o la promoción de la salud. En este contexto tan diferente, ya no tiene sentido atribuir cualidades morales a determinadas especies animales; el lobo feroz, el astuto zorro, la perversa serpiente, no matan por placer, sino porque están biológicamente diseñados para ello. Tampoco es ya admisible relacionar la maldad con determinadas minusvalías físicas o mentales.

Hay que tener en cuenta que las narraciones para niños no sólo transmiten valores, sino también «antivalores». Si la historia habla de crueldad, falta de respeto a las personas, egoísmo, vanidad, envidia, etcétera el adulto que lee o acompaña -progenitor o docente- debe aprovecharlo para explicar lo inadecuado de esos comportamientos, qué consecuencias negativas conllevan y cómo evitarlos, recuerda Buendía.

Antivalores realistas

La profesora Salmerón considera que el papel del malo es imprescindible en estos cuentos: «Como en todas las historias, el conflicto es lo que hace al cuento digno de ser contado. Es la base del relato. Además, una de las mejores formas de educar en valores es a través de los antivalores. Por desgracia, es más realista. Entendemos mejor el por qué es necesaria la solidaridad, por ejemplo, cuando sufrimos la falta de ella», afirma.

Hoy en día, destaca, «los malos ya no son tan malos. Antes siempre acababan muertos; ahora se les ofrecen más oportunidades. Existe la posibilidad de una reconciliación, de una cooperación con el bueno, incluso de una amistad».

Sin embargo, en buena medida los cuentos tradicionales no han desaparecido; más bien se han reciclado a los nuevos tiempos. La profesora Buendía recuerda, por ejemplo, que en las primeras versiones de Hansel y Gretel los malvados padres echan a sus retoños de casa porque no tienen con qué alimentarles; más tarde ese comportamiento se considera impropio de unos padres, así que se culpa a una madrastra. ¿A quién, si no?

Purificación Salmerón, que en 2004 analizaba en su tesis doctoral una treintena de versiones distintas de cuentos tradicionales, recuerda varias actualizaciones distintas del clásico \’Caperucita Roja\’. En una de las versiones, la protagonista «es una chica fría y perversa que al final de la historia mata al lobo para hacerse un abrigo». En cambio, en otra, «la niña ayuda al lobo a ser mejor y él se hace vegetariano para poder ser amigo de los demás animales». En una tercera, Caperucita es una pequeña amante de las bromas pesadas que visita a su abuelita y expulsa de la cama sin miramientos al lobo enfermo al que la compasiva anciana había acogido en su hogar.

Princesas del siglo XXI

Por otro lado, hadas, príncipes, reyes y brujas han abandonado los papeles protagonistas. Leonor Buendía destaca que en \’Un viejete a la Luna\’ «aparece la figura del astronauta y se transmite la inquietud por aprender y la constancia» y en \’Los últimos dinosaurios\’ se habla de «los valores de adaptación, cambio y flexibilidad para aprender y aceptar estos cambios».

Para esta experta, los nuevos cuentos deben adaptarse al lenguaje y los valores actuales, pero no «dulcificar» la realidad. «La finalidad didáctica -señala- no puede quedarse en mostrar lo que la sociedad es, sino en educar para lo que debe ser. Desde luego la escuela actual, diversa y multicultural, es un espacio ideal para conseguirlo a través de los cuentos de las diferentes culturas que hoy conviven en los centros educativos».

No obstante, un cuento moderno no está necesariamente libre de prejuicios racistas, machistas o de otro tipo. Por ejemplo, Barbie es una princesa del siglo XXI: se ha actualizado su aspecto y su entorno, pero su discurso es tan frívolo y apegado al estereotipo femenino como en las historias de hace cien años. Sus textos distan mucho de transmitir la igualdad de géneros. En una de sus aventuras se puede ver a la jovencita con medidas anoréxicas al borde del colapso. «Acaba de ocurrir algo horrible -lamenta su amiga, a punto de llorar-: ¿He estropeado el bonito bañador de Barbie!…». El fin del mundo, vamos

Los enanos sólo ayudan

La profesora Salmerón cita otro ejemplo: en una versión actualizada del cuento clásico de Blancanieves, los enanitos quieren colaborar en las tareas del hogar. «Pero ¿quién lleva el delantal? ¿Quién está en la casa y quién viene desde fuera a ayudar? Se supone que es un texto actualizado, pero… Los estereotipos sexistas forman parte de nuestra cultura, de las personas, y también están en los cuentos», subraya.
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