Mujeres y hombres, roles diferentes desde pequeños
Igualdad no significa ser iguales. Aunque parezca un juego de palabras, lo cierto es que por lo que se lucha desde hace décadas en cuanto a políticas de género se refiere no es por conseguir que hombres y mujeres sean clones, sino por conseguir la equiparación de oportunidades en todos los ámbitos de la vida y una igualdad real ante la ley y en la sociedad, tanto en derechos como en deberes. Sin embargo, a pesar de estar inmersos en la era de la igualdad, las principales trabas para conseguirla las seguimos poniendo nosotros mismos desde las edades más tempranas. Convencionalismos sociales arraigados, prácticas familiares tomadas como “normales”, comportamientos aprendidos y aprehendidos en casa o en el colegio…
De ahí que, según las conclusiones aportadas por dos investigaciones realizadas por equipos de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), los estereotipos de género se manifiesten desde la adolescencia repercutiendo, por ejemplo, en el reparto de tareas en casa o en la elección del futuro profesional, dos asuntos en los que parece que aun no se ha alcanzado la equidad.
Los profesores de la UNED Antonio Bustillos y María del Prado Silván-Ferrero aseguran en las conclusiones de su estudio “Diferencias de género en la contribución de las tareas domésticas: un estudio desde la Teoría de la Justificación del Sistema y el Sexismo ambivalente” que el resultado más llamativo que han encontrado responde al hecho de que “a pesar de la mayor dedicación demostrada de la mujer a las tareas del hogar, los datos muestran el acuerdo existente en los miembros de la pareja en este reparto desigual de tareas”.
Así, quizá por la costumbre, quizá por la educación recibida, ambos investigadores parecen demostrar con su exposición que las propias mujeres son las que contribuyen a perpetuar un sistema anquilosado y desigual, pues ellas mismas aceptan, transmiten y ponen en práctica (en demasiados casos) un sexismo benevolente hacia los varones que no hacen sino mantener dicha estructura social.
¿Vocación o inducción?
Si unos demuestran que los roles que perpetúan la desigualdad por cuestiones de sexo germinan en las costumbres del propio hogar, otros aseguran que el “caldo de cultivo” para las mismas se cuece en el mundo académico. Así lo aseguran en su estudio “Diferencias en elecciones de modalidades de Bachillerato entre chicas y chicos. Factores que influyen en la segregación vocacional de mujeres y hombres” las investigadoras Mercedes López-Sáez, de la UNED; Susana Puertas, de la Universidad de Granada; y Milagros Sáinz, de la Universitat Oberta de Catalunya; para quienes “existen estereotipos específicos y concretos asociados a cada una de las especialidades que modulan la elección final de los estudiantes”.
Aunque aseguran que «en general no se observan actitudes prejuiciosas, tampoco se constata que [el sistema educativo] tome medidas específicas para paliar las desigualdades», lo cierto es que, por vocación o inducidos por grupos de presión como los padres, los amigos o los propios profesores; los adolescentes presentan un patrón muy marcado y homogéneo en sus conductas a la hora de elegir su futuro profesional.
Las niñas, “médicas”; los niños, ingenieros
Según datos objetivos de matriculación en cursos de bachillerato y de acceso a la Universidad, se demuestra que las chicas son mayoría en la rama de Humanidades y Ciencias Sociales, mientras que hay muchos más chicos que se decantan por la rama de Tecnología. Pero, ¿por qué?
En la investigación llevada a cabo por López-Sáez, Puertas y Sáinz, se recogen testimonios de varios docentes con un denominador común: la mayoría hacían una valoración social de las chicas muy superior a la de los chicos en el área de Letras, al tiempo que se ponía de manifiesto un déficit femenino en las actitudes hacia la informática y el ordenador (que las propias estudiantes asumían y corroboraban).
Pero, precisamente, la impresión de los alumnos ha sido la base de las conclusiones de este estudio presentado en la VII Semana de Investigación de Psicología de la UNED.
Para los jóvenes estudiantes preguntados, la rama de Humanidades y Ciencias Sociales aparece como masculina y femenina por igual; Tecnología aparece siempre como masculina mientras que, curiosamente y a pesar de ser una rama mixta, el prototipo de Ciencias de la Naturaleza y la Salud aparece siempre como propiamente femenina, “seguramente por la asociación que se ha establecido con las profesiones sanitarias, actualmente muy feminizadas”.
Incluso, a la hora de concebir la personalidad de sus propios compañeros, los adolescentes creen que “la chica más femenina es la de Ciencias Naturales y de la Salud, seguida de la de Humanidades y Ciencias Sociales, siendo la chica del bachillerato Tecnológico la considerada más viril». En cuanto a la masculinidad de los chicos, «la mayor puntuación la otorgan al chico del bachillerato Tecnológico, seguido del de Humanidades y Ciencias Sociales y, en último lugar, el de Ciencias Naturales y de la Salud».
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