Demuestran que la capa que envuelve al huevo actúa contra la salmonelosis

78583 Investigadores de la Universidad de Granada han determinado que la composición química de la cutícula del huevo de gallina es un factor «determinante» contra la contaminación de este alimento por salmonella, una bacteria que contamina los alimentos y produce trastornos intestinales.

 

En concreto, una mayor proporción de proteínas aumenta la protección del huevo frente a la infección bacteriana, según ha informado hoy la Fundación Descubre.

Además, la madurez de la cutícula, capa formada por proteínas, lípidos y otros componentes que rodea la cáscara, la edad de las gallinas o la fecha de la puesta de huevos son otros aspectos que influyen en el proceso infeccioso.

Según los expertos del departamento de Mineralogía y Petrología, los resultados de este estudio, que aporta información detallada sobre las características de esta cubierta y las funciones de sus componentes, pueden tener aplicaciones relevantes en la industria avícola para empresas relacionadas con la producción de huevos o la selección de gallinas ponedoras.

La cutícula, invisible al ojo humano, actúa como una pantalla protectora para el huevo.

La cáscara es una estructura permeable, con poros, a través de los cuales pueden pasar no sólo el agua y el oxígeno que el embrión necesita para crecer sino también bacterias como la salmonella.

Evitar el acceso de estos microorganismos es la función principal de la membrana analiza, encargada de sellar la entrada de los poros y de impedir el paso bacteriano.

Los investigadores han demostrado que la eficacia de esta protección está determinada por la composición de la cutícula, rica en polisacáridos (azúcares), lípidos y proteínas, que desempeñan un papel fundamental.

El investigador Alejandro Rodríguez ha explicado que estas proteínas se encargan de regular la permeabilidad de la cutícula, es decir, el paso del agua, de modo que a mayor proporción menos pasa a través de la cáscara del huevo y, por tanto, menos riesgo de que las bacterias puedan contaminar el interior del alimento.

Por el contrario, una menor cantidad de proteínas significa que la cutícula es más permeable y el agua y las bacterias pueden entrar con más facilidad.

Uno de los factores que influyen en la composición de la cutícula es la edad de las gallinas y los científicos han comprobado que los huevos de las más jóvenes -25 semanas- tienen una cutícula de mejor calidad, es decir con mayor presencia de proteínas, que las más mayores, cuya edad está entre las 35 y las 52 semanas.

La madurez de la envoltura orgánica también influye en su composición química, una propiedad relacionada directamente con el tiempo transcurrido desde que la gallina pone los huevos.

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Demuestran que la capa que envuelve al huevo actúa contra la salmonelosis

78583 Investigadores de la Universidad de Granada han determinado que la composición química de la cutícula del huevo de gallina es un factor «determinante» contra la contaminación de este alimento por salmonella, una bacteria que contamina los alimentos y produce trastornos intestinales.

 

En concreto, una mayor proporción de proteínas aumenta la protección del huevo frente a la infección bacteriana, según ha informado hoy la Fundación Descubre.

Además, la madurez de la cutícula, capa formada por proteínas, lípidos y otros componentes que rodea la cáscara, la edad de las gallinas o la fecha de la puesta de huevos son otros aspectos que influyen en el proceso infeccioso.

Según los expertos del departamento de Mineralogía y Petrología, los resultados de este estudio, que aporta información detallada sobre las características de esta cubierta y las funciones de sus componentes, pueden tener aplicaciones relevantes en la industria avícola para empresas relacionadas con la producción de huevos o la selección de gallinas ponedoras.

La cutícula, invisible al ojo humano, actúa como una pantalla protectora para el huevo.

La cáscara es una estructura permeable, con poros, a través de los cuales pueden pasar no sólo el agua y el oxígeno que el embrión necesita para crecer sino también bacterias como la salmonella.

Evitar el acceso de estos microorganismos es la función principal de la membrana analiza, encargada de sellar la entrada de los poros y de impedir el paso bacteriano.

Los investigadores han demostrado que la eficacia de esta protección está determinada por la composición de la cutícula, rica en polisacáridos (azúcares), lípidos y proteínas, que desempeñan un papel fundamental.

El investigador Alejandro Rodríguez ha explicado que estas proteínas se encargan de regular la permeabilidad de la cutícula, es decir, el paso del agua, de modo que a mayor proporción menos pasa a través de la cáscara del huevo y, por tanto, menos riesgo de que las bacterias puedan contaminar el interior del alimento.

Por el contrario, una menor cantidad de proteínas significa que la cutícula es más permeable y el agua y las bacterias pueden entrar con más facilidad.

Uno de los factores que influyen en la composición de la cutícula es la edad de las gallinas y los científicos han comprobado que los huevos de las más jóvenes -25 semanas- tienen una cutícula de mejor calidad, es decir con mayor presencia de proteínas, que las más mayores, cuya edad está entre las 35 y las 52 semanas.

La madurez de la envoltura orgánica también influye en su composición química, una propiedad relacionada directamente con el tiempo transcurrido desde que la gallina pone los huevos.

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Demuestran que la capa que envuelve al huevo actúa contra la salmonelosis

78583 Investigadores de la Universidad de Granada han determinado que la composición química de la cutícula del huevo de gallina es un factor «determinante» contra la contaminación de este alimento por salmonella, una bacteria que contamina los alimentos y produce trastornos intestinales.

 

En concreto, una mayor proporción de proteínas aumenta la protección del huevo frente a la infección bacteriana, según ha informado la Fundación Descubre.

Además, la madurez de la cutícula, capa formada por proteínas, lípidos y otros componentes que rodea la cáscara, la edad de las gallinas o la fecha de la puesta de huevos son otros aspectos que influyen en el proceso infeccioso.

Según los expertos del Departamento de Mineralogía y Petrología, los resultados de este estudio, que aporta información detallada sobre las características de esta cubierta y las funciones de sus componentes, pueden tener aplicaciones relevantes en la industria avícola para empresas relacionadas con la producción de huevos o la selección de gallinas ponedoras.

La cutícula, invisible al ojo humano, actúa como una pantalla protectora para el huevo.

La cáscara es una estructura permeable, con poros, a través de los cuales pueden pasar no sólo el agua y el oxígeno que el embrión necesita para crecer sino también bacterias como la salmonella.

Evitar el acceso de estos microorganismos es la función principal de la membrana analizada, encargada de sellar la entrada de los poros y de impedir el paso bacteriano.

Los investigadores han demostrado que la eficacia de esta protección está determinada por la composición de la cutícula, rica en polisacáridos (azúcares), lípidos y proteínas, que desempeñan un papel fundamental.

El investigador Alejandro Rodríguez ha explicado que estas proteínas se encargan de regular la permeabilidad de la cutícula, es decir, el paso del agua, de modo que a mayor proporción menos pasa a través de la cáscara del huevo y, por tanto, menos riesgo de que las bacterias puedan contaminar el interior del alimento.

Por el contrario, una menor cantidad de proteínas significa que la cutícula es más permeable y el agua y las bacterias pueden entrar con más facilidad.

Uno de los factores que influyen en la composición de la cutícula es la edad de las gallinas y los científicos han comprobado que los huevos de las más jóvenes -25 semanas- tienen una cutícula de mejor calidad, es decir con mayor presencia de proteínas, que las más mayores, cuya edad está entre las 35 y las 52 semanas.

«La capacidad de la capa protectora para frenar la acción de los microbios disminuye con la edad de la gallina ya que, en general, las que llegan a la etapa adulta tienen menor cantidad de cutícula y de peor calidad», ha indicado el autor del estudio.

La madurez de la envoltura orgánica también influye en su composición química, una propiedad relacionada directamente con el tiempo transcurrido desde que la gallina pone los huevos.

Para esta investigación han sido utilizadas técnicas analíticas avanzadas como espectroscopia de infrarrojos o electrónica de barrido de las que se ha obtenido información detallada sobre las propiedades de la cutícula.

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Demuestran que la capa que envuelve al huevo actúa contra la salmonelosis

78583 Investigadores de la Universidad de Granada han determinado que la composición química de la cutícula del huevo de gallina es un factor «determinante» contra la contaminación de este alimento por salmonella, una bacteria que contamina los alimentos y produce trastornos intestinales.En concreto, una mayor proporción de proteínas aumenta la protección del huevo frente a la infección bacteriana, según ha informado hoy la Fundación Descubre.Además, la madurez de la cutícula, capa formada por proteínas, lípidos y otros componentes que rodea la cáscara, la edad de las gallinas o la fecha de la puesta de huevos son otros aspectos que influyen en el proceso infeccioso.Según los expertos del departamento de Mineralogía y Petrología, los resultados de este estudio, que aporta información detallada sobre las características de esta cubierta y las funciones de sus componentes, pueden tener aplicaciones relevantes en la industria avícola para empresas relacionadas con la producción de huevos o la selección de gallinas ponedoras.La cutícula, invisible al ojo humano, actúa como una pantalla protectora para el huevo.La cáscara es una estructura permeable, con poros, a través de los cuales pueden pasar no sólo el agua y el oxígeno que el embrión necesita para crecer sino también bacterias como la salmonella.Evitar el acceso de estos microorganismos es la función principal de la membrana analiza, encargada de sellar la entrada de los poros y de impedir el paso bacteriano.Los investigadores han demostrado que la eficacia de esta protección está determinada por la composición de la cutícula, rica en polisacáridos (azúcares), lípidos y proteínas, que desempeñan un papel fundamental.El investigador Alejandro Rodríguez ha explicado que estas proteínas se encargan de regular la permeabilidad de la cutícula, es decir, el paso del agua, de modo que a mayor proporción menos pasa a través de la cáscara del huevo y, por tanto, menos riesgo de que las bacterias puedan contaminar el interior del alimento.Por el contrario, una menor cantidad de proteínas significa que la cutícula es más permeable y el agua y las bacterias pueden entrar con más facilidad.Uno de los factores que influyen en la composición de la cutícula es la edad de las gallinas y los científicos han comprobado que los huevos de las más jóvenes -25 semanas- tienen una cutícula de mejor calidad, es decir con mayor presencia de proteínas, que las más mayores, cuya edad está entre las 35 y las 52 semanas.La madurez de la envoltura orgánica también influye en su composición química, una propiedad relacionada directamente con el tiempo transcurrido desde que la gallina pone los huevos. EFE
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Demuestran que la capa que envuelve al huevo actúa contra la salmonelosis

78583 Investigadores de la Universidad de Granada han determinado que la composición química de la cutícula del huevo de gallina es un factor «determinante» contra la contaminación de este alimento por salmonella, una bacteria que contamina los alimentos y produce trastornos intestinales.

 

En concreto, una mayor proporción de proteínas aumenta la protección del huevo frente a la infección bacteriana, según ha informado hoy la Fundación Descubre.

Además, la madurez de la cutícula, capa formada por proteínas, lípidos y otros componentes que rodea la cáscara, la edad de las gallinas o la fecha de la puesta de huevos son otros aspectos que influyen en el proceso infeccioso.

Según los expertos del departamento de Mineralogía y Petrología, los resultados de este estudio, que aporta información detallada sobre las características de esta cubierta y las funciones de sus componentes, pueden tener aplicaciones relevantes en la industria avícola para empresas relacionadas con la producción de huevos o la selección de gallinas ponedoras.

La cutícula, invisible al ojo humano, actúa como una pantalla protectora para el huevo.

La cáscara es una estructura permeable, con poros, a través de los cuales pueden pasar no sólo el agua y el oxígeno que el embrión necesita para crecer sino también bacterias como la salmonella.

Evitar el acceso de estos microorganismos es la función principal de la membrana analiza, encargada de sellar la entrada de los poros y de impedir el paso bacteriano.

Los investigadores han demostrado que la eficacia de esta protección está determinada por la composición de la cutícula, rica en polisacáridos (azúcares), lípidos y proteínas, que desempeñan un papel fundamental.

El investigador Alejandro Rodríguez ha explicado que estas proteínas se encargan de regular la permeabilidad de la cutícula, es decir, el paso del agua, de modo que a mayor proporción menos pasa a través de la cáscara del huevo y, por tanto, menos riesgo de que las bacterias puedan contaminar el interior del alimento.

Por el contrario, una menor cantidad de proteínas significa que la cutícula es más permeable y el agua y las bacterias pueden entrar con más facilidad.

Uno de los factores que influyen en la composición de la cutícula es la edad de las gallinas y los científicos han comprobado que los huevos de las más jóvenes -25 semanas- tienen una cutícula de mejor calidad, es decir con mayor presencia de proteínas, que las más mayores, cuya edad está entre las 35 y las 52 semanas.

La madurez de la envoltura orgánica también influye en su composición química, una propiedad relacionada directamente con el tiempo transcurrido desde que la gallina pone los huevos.

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La capa que envuelve al huevo, fundamental contra la salmonelosis

78583 De momento sigue sin encontrarse respuesta a la pregunta básica en cuanto a quebraderos de cabeza: ¿qué fue antes, el huevo o la gallina?. Sin embargo, otros estudios siguen aportando nueva información relacionada con el exquisito manjar que nos proporcionan estas aves. Investigadores de la Universidad de Granada han determinado que la composición química de la cutícula del huevo de gallina es un factor «determinante» contra la contaminación de este alimento por salmonela, una bacteria que contamina los alimentos y produce trastornos intestinales.
Así, una mayor proporción de proteínas aumenta la protección del huevo frente a la infección bacteriana, según ha informado este jueves la Fundación Descubre. Además, la madurez de la cutícula, capa formada por proteínas, lípidos y otros componentes que rodea la cáscara, la edad de las gallinas o la fecha de la puesta de huevos son otros aspectos que influyen en el proceso infeccioso.
Huevos con la cáscara de tres tipos diferente
Huevos con la cáscara de tres tipos diferente
Según los expertos del departamento de Mineralogía y Petrología, los resultados de este estudio –que aporta información detallada sobre las características de esta cubierta y las funciones de sus componentes– pueden tener aplicaciones relevantes en la industria avícola para empresas relacionadas con la producción de huevos o la selección de gallinas ponedoras.

 

La cutícula, invisible al ojo humano, actúa como una pantalla protectora para el huevo
La cáscara es una estructura permeable, con poros, a través de los cuales pueden pasar no sólo el agua y el oxígeno que el embrión necesita para crecer sino también bacterias como la salmonela. Evitar el acceso de estos microorganismos es la función principal de la membrana analiza, encargada de sellar la entrada de los poros y de impedir el paso bacteriano.
Los investigadores han demostrado que la eficacia de esta protección está determinada por la composición de la cutícula, rica en polisacáridos (azúcares), lípidos y proteínas, que desempeñan un papel fundamental. El investigador Alejandro Rodríguez ha explicado que estas proteínas se encargan de regular la permeabilidad de la cutícula, es decir, el paso del agua, de modo que a mayor proporción menos pasa a través de la cáscara del huevo y, por tanto, menos riesgo de que las bacterias puedan contaminar el interior del alimento. Por el contrario, una menor cantidad de proteínas significa que la cutícula es más permeable y el agua y las bacterias pueden entrar con más facilidad.
La edad de las gallinas, determinante
Uno de los factores que influyen en la composición de la cutícula es la edad de las gallinas y los científicos han comprobado que los huevos de las más jóvenes –25 semanas– tienen una cutícula de mejor calidad, es decir con mayor presencia de proteínas, que las más mayores, cuya edad está entre las 35 y las 52 semanas.
La madurez de la envoltura orgánica también influye en su composición química, una propiedad relacionada directamente con el tiempo transcurrido desde que la gallina pone los huevos.

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La capa que envuelve al huevo, fundamental contra la salmonelosis

78583 En concreto, una mayor proporción de proteínas aumenta la protección del huevo frente a la infección bacteriana, según ha informado la Fundación Descubre.

 

Además, la madurez de la cutícula, capa formada por proteínas, lípidos y otros componentes que rodea la cáscara, la edad de las gallinas o la fecha de la puesta de huevos son otros aspectos que influyen en el proceso infeccioso.

Según los expertos del Departamento de Mineralogía y Petrología, los resultados de este estudio, que aporta información detallada sobre las características de esta cubierta y las funciones de sus componentes, pueden tener aplicaciones relevantes en la industria avícola para empresas relacionadas con la producción de huevos o la selección de gallinas ponedoras.

La cutícula, invisible al ojo humano, actúa como una pantalla protectora para el huevo.

La cáscara es una estructura permeable, con poros, a través de los cuales pueden pasar no sólo el agua y el oxígeno que el embrión necesita para crecer sino también bacterias como la salmonella.

Evitar el acceso de estos microorganismos es la función principal de la membrana analiza, encargada de sellar la entrada de los poros y de impedir el paso bacteriano.

Composición de la cutícula

Los investigadores han demostrado que la eficacia de esta protección está determinada por la composición de la cutícula, rica en polisacáridos (azúcares), lípidos y proteínas, que desempeñan un papel fundamental.

El investigador Alejandro Rodríguez ha explicado que estas proteínas se encargan de regular la permeabilidad de la cutícula, es decir, el paso del agua, de modo que a mayor proporción menos pasa a través de la cáscara del huevo y, por tanto, menos riesgo de que las bacterias puedan contaminar el interior del alimento.

Por el contrario, una menor cantidad de proteínas significa que la cutícula es más permeable y el agua y las bacterias pueden entrar con más facilidad.

Uno de los factores que influyen en la composición de la cutícula es la edad de las gallinas y los científicos han comprobado que los huevos de las más jóvenes -25 semanas- tienen una cutícula de mejor calidad, es decir con mayor presencia de proteínas, que las más mayores, cuya edad está entre las 35 y las 52 semanas.

«La capacidad de la capa protectora para frenar la acción de los microbios disminuye con la edad de la gallina ya que, en general, las que llegan a la etapa adulta tienen menor cantidad de cutícula y de peor calidad», ha indicado el autor del estudio.

La madurez de la envoltura orgánica también influye en su composición química, una propiedad relacionada directamente con el tiempo transcurrido desde que la gallina pone los huevos.

Para esta investigación han sido utilizadas técnicas analíticas avanzadas como espectroscopia de infrarrojos o electrónica de barrido de las que se ha obtenido información detallada sobre las propiedades de la cutícula. EFEFUTURO

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Determinan Que La Composición Química De La Capa Que Envuelve A La Cáscara De Huevo Influye En La Contaminación Por Salmonella

78583 Investigadores del departamento de Mineralogía y Petrología de la Universidad de Granada han determinado que la composición química de la cutícula del huevo –una capa formada por proteínas, lípidos y otros componentes que rodea la cáscara- es un factor determinante contra la contaminación de este alimento por Salmonella, una bacteria que contamina los alimentos y produce trastornos intestinales. En concreto, una mayor proporción de proteínas aumenta la protección del huevo frente a la infección bacteriana. Además, la madurez de la cutícula, la edad de las gallinas o la fecha de la puesta de huevos son otros aspectos que van a influir en el proceso infeccioso.

 

Según los expertos, los resultados de este estudio, que aporta información detallada sobre las características de esta cubierta y las funciones de sus componentes, pueden tener aplicaciones relevantes en la industria avícola para empresas relacionada con la producción de huevos o la selección de gallinas ponedoras.

La cutícula, invisible al ojo humano, actúa como una pantalla protectora para el huevo. La cáscara es una estructura permeable, con poros, a través de los cuales pueden pasar no sólo el agua y el oxígeno que el embrión necesita para crecer sino también bacterias como la Salmonella. Evitar el acceso de estos microorganismos es la función principal de esta membrana, encargada de sellar la entrada de los poros y de impedir el paso bacteriano.

Los investigadores han demostrado que la eficacia de esta protección está determinada por la composición de la cutícula. Rica en polisacáridos (azúcares), lípidos y proteínas, son estas últimas las que juegan un papel fundamental.

«Las proteínas se encargan de regular la permeabilidad de la cutícula, es decir, el paso del agua. A mayor proporción, menos pasa a través de la cáscara del huevo y, por tanto, menos riesgo de que las bacterias puedan contaminar el interior del alimento. Por el contrario, una menor cantidad de proteínas significa que la cutícula es más permeable y el agua y las bacterias pueden entrar con más facilidad», explica a la Fundación Descubre el investigador principal de este proyecto, Alejandro Rodríguez Navarro.

La edad sí es importante

Uno de los factores que van a influir en la composición de la cutícula es la edad de las gallinas. En este sentido, los expertos han comprobado que los huevos de las más jóvenes -25 semanas- tienen una cutícula de mejor calidad, es decir, mayor presencia de proteínas, que las más mayores, cuya edad está entre las 35 y las 52 semanas. «La capacidad de la capa protectora para frenar la acción de los microbios disminuye con la edad de la gallina ya que, en general, las que llegan a la etapa adulta tienen menor cantidad de cutícula y de peor calidad», indica el autor del estudio.

Por otro lado, la madurez de la envoltura orgánica también influye en su composición química. Esta propiedad está relacionada directamente con el tiempo transcurrido desde que la gallina pone los huevos. Así, por ejemplo, a las tres horas de la oviposición, la cutícula es aún inmadura e incapaz de resistir la penetración de bacterias.

Por el contrario, los huevos con seis horas ‘de vida’ tienen una cutícula más madura y resistente y, por lo tanto, son menos susceptibles de ser contaminados. «En este caso, la cantidad de proteínas es mayor y la capa menos permeable, dificultando la entrada de la Salmonella en el huevo. Consolidada la cutícula, ésta es una barrera eficaz», aclara el investigador.

Metodología avanzada

Para alcanzar estas conclusiones, recogidas en un artículo publicado en la revista Food Control, los expertos han utilizado técnicas analíticas avanzadas –espectroscopia de infrarrojos, electrónica de barrido y otras- de las que han obtenido información detallada sobre las propiedades de la cutícula. «Hasta ahora no se conocían de forma tan exhaustiva ni los componentes de la capa que envuelve al huevo, ni el papel que desempeñan en los procesos de contaminación por Salmonella», continúa Rodríguez Navarro.

Las pruebas se realizaron con huevos procedentes de una granja avícola de la provincia de Granada donde fueron seleccionados según el rango de edad de las gallinas. Además, un porcentaje de las muestras fue inoculado con la bacteria de la Salmonella. Las diferencias mostradas por ambos tipos de huevos –infectados y sanos- al aplicar la metodología, permitieron a los investigadores extraer conclusiones en cuanto a la composición, grosor o madurez de la cutícula.

Siguiendo esta línea de investigación, la próxima etapa de este proyecto, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, se centra en aplicar la misma metodología a otra de las bacterias clave en el área de la seguridad alimentaria, la Escherichiacoli, conocida como E. coli.

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Demuestran que la capa que envuelve al huevo actúa contra la salmonelosis

78583 Investigadores de la Universidad de Granada han determinado que la composición química de la cutícula del huevo de gallina es un factor «determinante» contra la contaminación de este alimento por salmonella, una bacteria que contamina los alimentos y produce trastornos intestinales.

 

En concreto, una mayor proporción de proteínas aumenta la protección del huevo frente a la infección bacteriana, según ha informado hoy la Fundación Descubre.

Además, la madurez de la cutícula, capa formada por proteínas, lípidos y otros componentes que rodea la cáscara, la edad de las gallinas o la fecha de la puesta de huevos son otros aspectos que influyen en el proceso infeccioso.

Según los expertos del departamento de Mineralogía y Petrología, los resultados de este estudio, que aporta información detallada sobre las características de esta cubierta y las funciones de sus componentes, pueden tener aplicaciones relevantes en la industria avícola para empresas relacionadas con la producción de huevos o la selección de gallinas ponedoras.

La cutícula, invisible al ojo humano, actúa como una pantalla protectora para el huevo.

La cáscara es una estructura permeable, con poros, a través de los cuales pueden pasar no sólo el agua y el oxígeno que el embrión necesita para crecer sino también bacterias como la salmonella.

Evitar el acceso de estos microorganismos es la función principal de la membrana analiza, encargada de sellar la entrada de los poros y de impedir el paso bacteriano.

Los investigadores han demostrado que la eficacia de esta protección está determinada por la composición de la cutícula, rica en polisacáridos (azúcares), lípidos y proteínas, que desempeñan un papel fundamental.

El investigador Alejandro Rodríguez ha explicado que estas proteínas se encargan de regular la permeabilidad de la cutícula, es decir, el paso del agua, de modo que a mayor proporción menos pasa a través de la cáscara del huevo y, por tanto, menos riesgo de que las bacterias puedan contaminar el interior del alimento.

Por el contrario, una menor cantidad de proteínas significa que la cutícula es más permeable y el agua y las bacterias pueden entrar con más facilidad.

Uno de los factores que influyen en la composición de la cutícula es la edad de las gallinas y los científicos han comprobado que los huevos de las más jóvenes -25 semanas- tienen una cutícula de mejor calidad, es decir con mayor presencia de proteínas, que las más mayores, cuya edad está entre las 35 y las 52 semanas.

La madurez de la envoltura orgánica también influye en su composición química, una propiedad relacionada directamente con el tiempo transcurrido desde que la gallina pone los huevos.

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Demuestran que la capa que envuelve al huevo es la que actúa contra la salmonelosis

78583 Investigadores de la Universidad de Granada han determinado que la composición química de la cutícula del huevo de gallina es un factor «determinante» contra la contaminación de este alimento por salmonella, una bacteria que contamina los alimentos y produce trastornos intestinales. En concreto, una mayor proporción de proteínas aumenta la protección del huevo frente a la infección bacteriana, según ha informado la Fundación Descubre. Además, la madurez de la cutícula, capa formada por proteínas, lípidos y otros componentes que rodea la cáscara, la edad de las gallinas o la fecha de la puesta de huevos son otros aspectos que influyen en el proceso infeccioso.
Según los expertos del Departamento de Mineralogía y Petrología, los resultados de este estudio, que aporta información detallada sobre las características de esta cubierta y las funciones de sus componentes, pueden tener aplicaciones relevantes en la industria avícola para empresas relacionadas con la producción de huevos o la selección de gallinas ponedoras.
La cutícula, invisible al ojo humano, actúa como una pantalla protectora para el huevo. La cáscara es una estructura permeable, con poros, a través de los cuales pueden pasar no sólo el agua y el oxígeno que el embrión necesita para crecer sino también bacterias como la salmonella.
Evitar el acceso de estos microorganismos es la función principal de la membrana analiza, encargada de sellar la entrada de los poros y de impedir el paso bacteriano.
Los investigadores han demostrado que la eficacia de esta protección está determinada por la composición de la cutícula, rica en polisacáridos (azúcares), lípidos y proteínas, que desempeñan un papel fundamental.
El investigador Alejandro Rodríguez ha explicado que estas proteínas se encargan de regular la permeabilidad de la cutícula, es decir, el paso del agua, de modo que a mayor proporción menos pasa a través de la cáscara del huevo y, por tanto, menos riesgo de que las bacterias puedan contaminar el interior del alimento. Por el contrario, una menor cantidad de proteínas significa que la cutícula es más permeable y el agua y las bacterias pueden entrar con más facilidad.
La edad de las gallinas influye directamente en la calidad de la cutícola

 

Uno de los factores que influyen en la composición de la cutícula es la edad de las gallinas y los científicos han comprobado que los huevos de las más jóvenes -25 semanas- tienen una cutícula de mejor calidad, es decir con mayor presencia de proteínas, que las más mayores, cuya edad está entre las 35 y las 52 semanas.
«La capacidad de la capa protectora para frenar la acción de los microbios disminuye con la edad de la gallina ya que, en general, las que llegan a la etapa adulta tienen menor cantidad de cutícula y de peor calidad», ha indicado el autor del estudio.
La madurez de la envoltura orgánica también influye en su composición química, una propiedad relacionada directamente con el tiempo transcurrido desde que la gallina pone los huevos.
Para esta investigación han sido utilizadas técnicas analíticas avanzadas como espectroscopia de infrarrojos o electrónica de barrido de las que se ha obtenido información detallada sobre las propiedades de la cutícula.

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La composición de la cáscara de huevo influyen en la contaminación por salmonela

78583 Investigadores del Departamento de Mineralogía y Petrología de la Universidad de Granada ha determinado que la composición química de la cutícula del huevo –una capa formada por proteínas, lípidos y otros componentes que rodea la cáscara- es un factor determinante contra la contaminación de este alimento por Salmonella, una bacteria que contamina los alimentos y produce trastornos intestinales. En concreto, una mayor proporción de proteínas aumenta la protección del huevo frente a la infección bacteriana. Además, la madurez de la cutícula, la edad de las gallinas o la fecha de la puesta de huevos son otros aspectos que van a influir en el proceso infeccioso.

 

Según los expertos, los resultados de este estudio, que aporta información detallada sobre las características de esta cubierta y las funciones de sus componentes, pueden tener aplicaciones relevantes en la industria avícola para empresas relacionada con la producción de huevos o la selección de gallinas ponedoras.

La cutícula, invisible al ojo humano, actúa como una pantalla protectora para el huevo. La cáscara es una estructura permeable, con poros, a través de los cuales pueden pasar no sólo el agua y el oxígeno que el embrión necesita para crecer sino también bacterias como la Salmonella. Evitar el acceso de estos microorganismos es la función principal de esta membrana, encargada de sellar la entrada de los poros y de impedir el paso bacteriano.

Los investigadores han demostrado que la eficacia de esta protección está determinada por la composición de la cutícula. Rica en polisacáridos (azúcares), lípidos y proteínas, son estas últimas las que juegan un papel fundamental. «Las proteínas se encargan de regular la permeabilidad de la cutícula, es decir, el paso del agua. A mayor proporción, menos pasa a través de la cáscara del huevo y, por tanto, menos riesgo de que las bacterias puedan contaminar el interior del alimento. Por el contrario, una menor cantidad de proteínas significa que la cutícula es más permeable y el agua y las bacterias pueden entrar con más facilidad», explica a la Fundación Descubre el investigador principal de este proyecto, Alejandro Rodríguez Navarro, de la Universidad de Granada.

Grupo de investigacion Universidad Granada cascara huevo

La edad sí es importante

Uno de los factores que van a influir en la composición de la cutícula es la edad de las gallinas. En este sentido, los expertos han comprobado que los huevos de las más jóvenes -25 semanas- tienen una cutícula de mejor calidad, es decir, mayor presencia de proteínas, que las más mayores, cuya edad está entre las 35 y las 52 semanas. «La capacidad de la capa protectora para frenar la acción de los microbios disminuye con la edad de la gallina ya que, en general, las que llegan a la etapa adulta tienen menor cantidad de cutícula y de peor calidad», indica el autor del estudio.

Por otro lado, la madurez de la envoltura orgánica también influye en su composición química. Esta propiedad está relacionada directamente con el tiempo transcurrido desde que la gallina pone los huevos. Así, por ejemplo, a las tres horas de la oviposición, la cutícula es aún inmadura e incapaz de resistir la penetración de bacterias.

Por el contrario, los huevos con seis horas ‘de vida’ tienen una cutícula más madura y resistente y, por lo tanto, son menos susceptibles de ser contaminados. «En este caso, la cantidad de proteínas es mayor y la capa menos permeable, dificultando la entrada de la Salmonella en el huevo. Consolidada la cutícula, ésta es una barrera eficaz», aclara el investigador.

Metodología avanzada

Para alcanzar estas conclusiones, recogidas en el artículo ‘Importance of eggshellcuticlecomposition and maturityforavoidingtrans-shellSalmonellacontamination in chickeneggs’, publicado en la revista Food Control, los expertos han utilizado técnicas analíticas avanzadas –espectroscopia de infrarrojos, electrónica de barrido y otras- de las que han obtenido información detallada sobre las propiedades de la cutícula. «Hasta ahora no se conocían de forma tan exhaustiva ni los componentes de la capa que envuelve al huevo, ni el papel que desempeñan en los procesos de contaminación por Salmonella», continúa Rodríguez Navarro.

Las pruebas se realizaron con huevos procedentes de una granja avícola de la provincia de Granada donde fueron seleccionados según el rango de edad de las gallinas. Además, un porcentaje de las muestras fue inoculado con la bacteria de la Salmonella. Las diferencias mostradas por ambos tipos de huevos –infectados y sanos- al aplicar la metodología, permitieron a los investigadores extraer conclusiones en cuanto a la composición, grosor o madurez de la cutícula.

Siguiendo esta línea de investigación, la próxima etapa de este proyecto, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, se centra en aplicar la misma metodología a otra de las bacterias clave en el área de la seguridad alimentaria, la Escherichiacoli, conocida como E. coli.

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Las verduras, ¿fritas o cocidas?

78478 Científicos de la Universidad de Granada afirman que la fritura en Aceite de Oliva Virgen Extra es la técnica que produce mayores incrementos asociados de los fenoles, unos antioxidantes cuyo consumo previene patologías crónico degenerativas como cáncer, diabetes o degeneración macular

 

El objetivo de este estudio, publicado en la revista Food Chemistry, era comprobar qué técnica culinaria mejora la capacidad antioxidante y el contenido de compuestos fenólicos en las hortalizas incluidas en la dieta Mediterránea (patata, calabaza, tomate y berenjena).

Investigadores de la Universidad de Granada han demostrado que la fritura en Aceite de Oliva Virgen Extra (AOVE) es la técnica culinaria que más aumenta la fracción fenólica de las hortalizas frescas incluidas en la dieta Mediterránea (patata, calabaza, tomate y berenjena), lo que supone una mejora de estos alimentos en el proceso de cocinado.

En un artículo publicado en la revista Food Chemistry, los científicos han comprobado que las verduras fritas con AOVE mejoraron su capacidad antioxidante y el contenido de compuestos fenólicos, que previenen patologías crónico degenerativas como cáncer, diabetes o degeneración macular.

El objetivo de este estudio era determinar el efecto de la aplicación de diversas técnicas culinarias sobre la capacidad antioxidante y el contenido de compuestos fenólicos totales e individuales en las hortalizas consumidas de la dieta Mediterránea.

La dieta Mediterránea en la población española se caracteriza por un alto consumo de hortalizas y AOVE; ambos son una fuente importante de fenoles dietarios, cuyo consumo se ha asociado a la prevención de patologías crónico degenerativas. Este tipo de antioxidantes pueden verse modificados durante el procedimiento doméstico de los alimentos, ya sea por la pérdida o el incremento en sus concentraciones.

Con esta finalidad, los investigadores diseñaron un experimento en el que cocinaron porciones de 120 gramos de cubos de patata (Solanumtuberosum), calabaza (Cucurbitamoschata), tomate (Licopersicumesculentum) y berenjena (Solanummelongena) sin semillas ni piel.

Fritas, hervidas o con mezcla de agua y AOVE

Las hortalizas fueron fritas y salteadas en AOVE, así como hervidas en agua o en una mezcla de agua y AOVE. Los experimentos fueron controlados para garantizar todas las condiciones de procesamiento, y se mantuvo constante la proporción entre el vegetal y el medio de cocción, según las recetas tradicionales españolas.

Las verduras procesadas se mantuvieron en condiciones adecuadas para la determinación de humedad, grasa, materia seca y fenoles totales, así como la medida de la capacidad antioxidante por diferentes métodos. Paralelamente se completó el estudio con la determinación por Cromatografía Líquida de Alta Eficacia (HPLC, por sus siglas en inglés) del contenido de compuestos fenólicos individuales característicos de las hortalizas.

Los resultados demostraron que el uso de AOVE durante la fritura de las hortalizas incrementa su contenido de grasa y reduce su humedad, mientras que en el resto de técnicas este efecto no se observa.

«Al comparar el contenido de fenoles totales con respecto a las hortalizas frescas encontramos tanto incrementos como reducciones según la técnica aplicada. El aceite como medio de transferencia de calor incrementa el contenido en compuestos fenólicos en las verduras, frente a otras técnicas culinarias como el hervido donde la transferencia de calor se produce a través del agua», explica una de las autoras de este trabajo, la profesora de la UGR Cristina Samaniego Sánchez.

El AOVE transfiere fenoles a los vegetales

Esto se debe a que se produce una transferencia de fenoles desde el AOVE hacia los vegetales, enriqueciéndose éstos con compuestos fenólicos exclusivos del aceite que no se encuentran presentes de forma natural en las hortalizas frescas.

«Por tanto, podemos afirmar que la fritura es la técnica que produce mayores incrementos asociados en la fracción fenólica, lo que supone una mejora en el proceso de cocinado, aunque incremente la densidad calórica de los alimentos a causa de la cantidad de aceite absorbido», destaca Samaniego.

Todas las técnicas culinarias incrementaron la capacidad antioxidante de los cuatro vegetales; solo hubo reducción o ausencia de cambios significativos después de la cocción en agua en casos específicos.

La investigadora de la UGR destaca que cada vegetal cocinado desarrolló un perfil de fenoles, contenido de humedad, grasa, materia seca y actividad antioxidante determinada por las características originales de los vegetales frescos y por la técnica de cocción aplicada.

«Cuando el contenido de fenoles de la hortaliza cruda es alto, el contenido de fenoles totales se incrementa aún más si se incluye AOVE durante el procesamiento y la aplicación de tratamientos de hervido no afecta las concentraciones finales. Debemos de resaltar, por tanto, que la fritura y el salteado conservan y enriquecen la composición fenólica. El tratamiento culinario que incluye agua, puede ser recomendable cuando los alimentos son consumidos junto con el medio de cocción, y la adición de AOVE mejora el perfil fenólico y compensa las deficiencias de los alimentos crudos», señala la investigadora.

Los resultados de este artículo forman parte de la tesis doctoral de Jessica del Pilar Ramírez Anaya, realizada bajo la dirección de las profesoras de la UGRCristina Samaniego Sánchez, Marina Villalón Mir y Herminia López-García de la Serrana, en el departamento de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia en la Universidad de Granada y con el apoyo del programa PROMEP/SEP, México UDG-598.

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