Se caracterizan por tener en torno a la misma edad, sobre los treinta, reivindicar lo figurativo y abogar por la visión personal y sensible alrededor del mundo que gira sobre ellos. Pertenecen a una especie de generación surgida de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada y reclaman su propio espacio. Eso es lo que les ha concedido la galería Ceferino Navarro, que desde el pasado 26 de febrero y hasta el 18 de marzo muestra la exposición Siete, una colectiva de siete autores con muchas cosas que decir.
«Es una muestra en la que los participantes tenemos bastantes cosas en común», dice Eugenio Ocaña, uno de los integrantes de la exposición junto a Alejandro Carpintero, Bernardino Sánchez Bayo, David Calderón, Francisco Carrillo Rodríguez, Juan Antonio Baños y Leonor Solans. «Todos nacimos entre 1978 y 1982, todos, salvo en algunos casos, procedemos de la Facultad de Bellas Artes de Granada y todos reivindicamos en cierto modo el arte figurativo. La exposición lo es, desde luego».
Las obras, por alguna extraña razón, tienen en común cierto halo de oscuridad y resultan en algunos casos inquietantes. Una chica, en la obra titulada Self, de Alejandro Carpintero, el único autor presente en la muestra que no había tenido contacto previo con los demás pintores, presenta a una chica con los ojos cerrados que pareciese muerta.
«Uno de mis cuadros, titulado El pasillo, muestra a una mujer desnuda caminando por el pasillo de mi casa para entrar a una habituación. Es inquietante también», dice Eugenio Ocaña, autor de otro cuadro de gran belleza, El baño, que presenta a una chica desnuda lavándose la cara ante el espejo.
Bernardino Sánchez Bayo, por su parte, exhibe en su cuadro Sin título a un hombre desnudo, con barba, como dormido o asesinado. Leonor Solans, por su lado, muestra a un adolescente tapándose con la cabeza de un burro en su cuadro Piel de asno.
«Creo que existen bastantes afinidades entre nosotros a nivel pictórico», señala Ocaña. «Por ejemplo, Juan Antonio Baños y Alejandro Carpintero son bastante afines entre sí y nosotros, los demás, no sentimos muy interesados por sus obras».
Siete presenta un total de 28 cuadros, cuatro obras por cada artista, que dan cumplida cuenta de por dónde van los tiros en la pintura entre los jóvenes creadores. «Yo creo que hoy en día hay una vuelta a la figuración», explica Ocaña. «Esta exposición creo que va a ser muy importante, especialmente para nosotros, porque marca una tendencia. Además de coincidir en la Facultad de Bellas Artes y en las exposiciones, siempre nos solemos mover por las mismas zonas de la ciudad y en nuestros encuentros analizamos lo que estamos haciendo o nos vamos influyendo unos a otros. Eso nos hace reflexionar sobre nuestra propia pintura y nuestra propia carrera».
Para Ocaña, el paso de este grupo de creadores por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada fue una «muy buena experiencia». «En Bellas Artes nos iniciamos sobre las ideas en las que ya estábamos trabajando previamente. También fue una época en la que nos surgían muchas buenas ideas».
Respecto al nivel actual de la pintura en España, Eugenio Ocaña no se inclina por ninguna definición. «Es que hay de todo, hay muchísima variedad, y puede haber gente que te interesa y gente que no te interesa», dice. «Yo, en un nivel general, procuro fijarme en los artistas que puedan aportarme algo para mi propio desarrollo».
Entretanto, en Ceferino Navarro puede verse una buena colección de lo que va a ser la pintura del siglo XX, una pintura que parece querer alejarse de la improvisación o la provocación, que reivindica ciertos puntos en común respecto a lo que es arte y rehuye el snobismo. Ya hay un grupo de nuevos creadores dispuestos a volver a los sentidos, volver a lo real y mostrar lo que cada uno puede hacer cuando tiene algo que decir.
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