Badajoz
Palabra de intérprete
La capital pacense cuenta con tres intérpretes jurados especializados en inglés; su principal función actuar como intermediario lingüístico en litigios y con traducciones de documentos y contratos
GUADALUPE DÍAZ/BADAJOZ
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Función de los intérpretes jurados
La ciudad de Badajoz tan sólo cuenta con tres intérpretes jurados y todos son del mismo idioma, inglés. Apenas superan los veinticinco años de edad. Pablo Morales, Guadalupe Reveriego y Guadalupe Méndez son las tres personas que, a modo de freelance, hacen traducciones en litigios para la Delegación de Gobierno en Badajoz y para todos aquellos ciudadanos que necesiten traducciones de documentos, contratos y certificados.
Ser intérprete jurado
Los intérpretes jurados de la ciudad son licenciados en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada, en la cual cursaron una serie de asignaturas pertinentes mediante las cuales el Ministerio de Asuntos Exteriores les reconoce como Intérpretes Jurados.
En España, tan sólo la Universidad de Granada y la Pompeu Fabra de Barcelona dan opción a ser intérprete jurado sin necesidad de oposiciones. «En universidades como la de Salamanca no te preparan para ello», comenta Pablo Morales.
Los que no tienen esta suerte pueden realizar las oposiciones que el Ministerio de Asuntos Exteriores convoca periódicamente.
Los trabajos desempeñados por este tipo de intérpretes sólo puede ser realizado por ellos.
Los demás traductores no están homologados como tales por la administración, por lo que sus textos no son oficiales.
«Ser intérprete jurado significa que no sólo eres traductor, sino que el Gobierno avala tus traducciones, que eres intérprete jurado, tienes tu sello y todo. Un intérprete jurado es el único que puede hacer la traducción de un documento para que sea válido», comenta Pablo Morales.
Sólo de inglés
El problema surge cuando en ciudades de la importancia de Badajoz sólo se pueden encontrar traductores de inglés. Para acceder a la traducción de otros idiomas hay que acudir a otras localidades extremeñas, como Mérida, Cáceres o Navalmoral de la Mata.
Además, no tienen mucho trabajo, y más siendo los tres del mismo idioma. Por lo que tienen muy repartido el mercado.
La mayoría de personas que acuden a la capital son portugueses y árabes, idiomas de los que la ciudad carece de intérpretes jurados. «Los intérpretes de lenguas como el árabe y el ruso, por ejemplo, tienen mucho trabajo, pero con el inglés no es igual. La mayoría de las traducciones que hacemos son las comerciales, no las juradas», dice Guadalupe Reveriego.
Tanto Pablo como Guadalupe afirman que no merece la pena traducir esporádicamente porque tienen que pagar seguridad social, y no sale rentable. Por cada traducción que hagan se tienen que dar de alta en la Seguridad Social y, por supuesto, pagar impuestos.
Esto, unido a la falta de trabajo y a que la subdelegación no les ha dado ningún trabajo en los últimos años, ha provocado que los dos intérpretes jurados se estén preparando las oposiciones de secundaria.
Otro de los problemas de estos licenciados es que quienes requieren de sus servicios suelen ver caro el trámite.
«Si es inversa, de español a inglés, se cobran entre 5 y 9 céntimos por cada palabra. Estas son las más asiduas. Si es directa, de inglés a español, se cobra algo menos. Pero el mínimo que se cobra son 40 euros por cada documento» comentan Pablo y Guadalupe.
Además, «otro problema en las traducciones juradas que se hacen para la Subdelegación de Gobierno es que las comisiones económicas no te las dicen hasta una vez hecho el trabajo», dice Morales.
Anécdotas
Según los intérpretes jurados, el trabajo no es muy divertido por lo que las anécdotas no abundan. Además, ambos son jóvenes y todavía no han realizado los suficientes trabajos como para contar batallitas.
«En este mundo las anécdotas no abundan, pero una vez me pidieron que arreglase una traducción que no les gustaba. La traducción era mía», ríe Morales.
Puede parecer que los intérpretes tienen su principal función en la inmigración masiva que se está produciendo en el país en general y en Badajoz en concreto. Pero la realidad es que al menos en esta ciudad no suelen trabajar con ellos.
En la oficina de inmigración de la capital no tienen ningún traductor, y mucho menos intérpretes jurados, y los profesionales tienen hechos sus propios diccionarios para poder entenderse con los inmigrantes. La mayoría de las personas que emigran a la capital pacense son marroquíes, por lo que los trabajadores de inmigración tienen un diccionario de saharaui realizado por ellos mismos con las principales palabras que se necesitan.
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