El Gobierno se decide por Granada para otro centro nacional de investigación
A. V. GARCÍA
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granada. El Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud dispondrá de aquí a dos años, si se cumplen las previsiones, de un centro fundamental en el proceso de patente y fabricación de productos relacionados con la farmacología, la biomedicina o la biotecnología: la Factoría Española de Cristalización. El programa Consolider-Ingenio 2010 –la gran apuesta del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para promover la investigación entre grupos científicos españoles de prestigio consolidado– ha otorgado cinco millones de euros a la iniciativa planteada por el científico Juan Manuel García Ruiz, director del Laboratorio de Estudios Cristalográficos de Granada. También cuenta con el apoyo económico de la Junta de Andalucía y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Queremos contar con un centro de referencia que se surta de científicos de todo el mundo, señala García Ruiz. La factoría, en un periodo de cinco años, podría autofinanciarse y contar con cien personas, entre investigadores y estudiantes de todos los países.
Detrás del nombre más o menos misterioso de Factoría Española de Cristalización subyace un proyecto muy ambicioso con dos ramas bien definidas: la de la investigación y la de la aplicación práctica. Empresas punteras de cosmética, alimentación o nanotecnología necesitan constantemente el auxilio de los cristalógrafos para sacar adelante sus nuevos productos.
¿Cuál es la función de la fábrica? Tomemos como ejemplo un laboratorio farmacéutico. Sus investigadores acaban de descubrir una molécula con propiedades para curar una determinada enfermedad. Por ejemplo, un tipo de cáncer. El paso siguiente es cristalizar la molécula para que se convierta en un producto real, tangible, con determinadas características y, sobre todo, para que pueda ser patentado.
La cristalización es una disciplina muy complicada. Las empresas no suelen tener personal adecuado y deben recurrir a laboratorios externos. La demanda de servicios de calidad es creciente por parte de empresas y grupos de investigación de campos muy diversos.
En la alimentación, por ejemplo, se puede cristalizar el chocolate. La textura que tenga el producto resultante va a depender del tamaño de los cristales y del tipo de estructura. En cosmética, el color de un tipo de maquillaje estará relacionado con el tamaño de los nanocristales. Y en un fármaco, la solubilidad dependerá de las dimensiones del grano del cristal, explica García Ruiz.
Pero hay más. Si la empresa o los investigadores tienen el producto pero no su estructura cristalizada no sirve de nada, ya que no pueden patentarlo. En este sentido, la Factoría Española de Cristalización ofrecerá igualmente asesoramiento jurídico para la protección de los resultados mediante un gabinete de abogados especializado. Ahora, en el Laboratorio de Estudios Cristalográficos de Granada, tenemos un par de patentes pero no sabemos cómo defenderlas porque carecemos de abogados científicos, precisa Juan Manuel García Ruiz.
En cierta medida la actividad que desarrollará la factoría ya se lleva a efecto en el Laboratorio de Estudios Cristalográficos, aunque con carencias instrumentales y humanas. Por ejemplo, en los ensayos de cristalización se emplean procedimientos manuales. La factoría, en cambio, dispondría de robots para agilizar los procesos.
Nuestro empeño es que cualquier grupo español que aísle, sintetice o, por cualquier método, desarrolle una molécula o material potencialmente interesante pueda tener acceso, con el nivel de confidencialidad suficiente, a los conocimientos y a la tecnología necesarios para su cristalización, la adquisición de datos de difracción usando los mejores instrumentos españoles o líneas de disfracción de grandes resoluciones, o la resolución de su estructura tridimensional a cargo de los mejores especialistas, explican los científicos granadinos en al página web del Laboratorio de Estudios Cristalográficos.
García Ruiz destaca que todos los grupos de investigación cristalográficos españoles (ocho distribuidos en seis autonomías) han apoyado generosamente el proyecto para que la factoría esté en Granada y, en concreto, en el Campus de Ciencias de la Salud. Que esté allí es crucial si tenemos en cuenta que va a acoger a importantes laboratorios, dice García Ruiz.
Nosotros, al margen de los encargos, seguiremos haciendo investigación fundamental para que después cada proyecto tenga su aplicación práctica. El director del laboratorio de Cristalografía calcula que en dos años la factoría puede estar funcionando a pleno rendimiento y que en cinco sea autosuficiente económicamente. Pretendemos que todo el personal sea contratado. Calculo, dependiendo de cómo vaya todo, que podremos contar con un centenar de personas, incluyendo los estudiantes de todo el mundo que vengan a la factoría a hacer sus tesis.
Antes de poner en marcha todo esto hay que dar varios pasos inmediatos y necesarios. El primero, de índole administrativa, es constituir un consorcio público que permita firmar con el Ministerio de Ciencia y Educación el correspondiente convenio de ejecución. El órgano administrativo será una fundación. A mí me gustaría que la factoría fuera pública, precisa García Ruiz.
La meta siguiente es conseguir una sede central adecuada, ya que la financiación de partida sí está garantizada: proviene de los cinco millones de euros concedidos en la primera edición del programa Consolider, del millón que aportará el CSIC y de los dos millones comprometidos por la Junta de Andalucía.
García Ruiz no oculta su satisfacción por que el proyecto de creación de la factoría sea uno de los quince seleccionados por el Ministerio e Ciencia y Tecnología entre el centenar largo presentado sobre las disciplinas y especialidades más diversas. La proclamación de los proyectos seleccionados se celebrará el próximo martes en Madrid.
La idea de crear la factoría la llevo madurando desde hace algunos años. El pasado, la Junta creó los grupos de excelencia y entonces nos fijamos el objetivo de la factoría. El diez de enero pasado nos presentamos a la primera edición del programa Consolider y nos han seleccionado.
Juan Manuel García Ruiz creó el Laboratorio de Estudios cristalográficos hace ya seis años. El laboratorio depende del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra y, en un principio, iba a ir emplazado en el Carmen de los Mínimos, en pleno Albaicín, pero diferentes circunstancias dieron al traste con la idea.
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