COSTA
Jordi Sevilla: «La Constitución no debe sacralizarse como arma arrojadiza»
El ministro de Administraciones públicas inaugura en Almuñécar las jornadas sobre la reforma territorial organizadas por el Consejo Consultivo y la UGR
J. M. DE HARO/ALMUÑÉCAR
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La deuda histórica
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El ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, manifestó ayer que la Constitución Española «no debe utilizarse ni sacralizarse como arma arrojadiza en el debate territorial, que debería contar con menos catastrofismo y descalificativos y más sentido común». Estas declaraciones estuvieron enmarcadas en el discurso inaugural de las Jornadas sobre la reforma territorial de la Constitución, que el Consejo Consultivo de Andalucía y la Universidad de Granada organizan en el Centro Mediterráneo de Almuñécar.
Según el ministro, la Constitución de 1978 «fue el resultado de un pacto que en su día generó numerosas discrepancias, similar al que se da en el actual debate político, pese a que hoy exista una tendencia a idealizar el proceso de entonces, que estuvo preñado de debate», dijo. Al mismo tiempo manifestó que la Carta Magna «no puede cambiar cada cuarto de hora, sobre todo teniendo en cuenta la realidad de España, pero tampoco se puede considerar el texto como algo que no se puede cambiar nunca», añadió.
Reformas
En este sentido, hizo referencia a dos de las reformas planteadas por el Gobierno respecto a la Constitución, como son la inclusión de los nombres de las Comunidades Autónomas y la reforma del Senado. Al respecto recordó que «no hay ningún partido político que en los últimos tiempos no se haya planteado la reforma del Senado para convertirlo en una cámara de representación territorial, sobre todo si se tiene en cuenta que, como se pone de manifiesto, no existen suficientes espacios de diálogo entre las Comunidades Autónomas y entre éstas y el Gobierno», aclaró.
Por ello, destacó la «necesidad de establecer cauces de cooperación y colaboración que no impliquen una desaparición del Estado actual», sino más bien su transformación, en el que éste «cambia de tareas, pero no pierde su sentido». Abogó asimismo por la «confianza» ante el debate actual, al considerar que «existen instrumentos y reglas que permiten afrontarlo con garantías para que el resultado final mejore la eficacia en la gestión y permita a los ciudadanos vivir mejor unidos». El ministro hizo un repaso histórico sobre la articulación de España y recordó que desde mediados del siglo XIX han existido dos líneas de reflexión política respecto a la organización territorial, una que apuesta por la «eficacia» en la gestión, a través de una mayor descentralización, y otra que apuesta por las «diferencias», mediante el impulso del autogobierno.
Además, el presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, que participó en las jornadas, opinó que los textos aprobados y en discusión de la reforma territorial «no le entusiasman, sobre todo más por razones intelectuales que políticas», dijo. Para Rubio Llorente, la Constitución de 1978 «ni consagra la existencia de un régimen igual para todas las comunidades autónomas, ni excluye esta posibilidad», de manera que considera que el hecho de que haya diferencias viene encomendado a la decisión de las Cortes Generales, encargadas de aprobar los textos.
Por su parte, el presidente del Consejo Consultivo de Andalucía, Juan Cano Bueso, destacó que jornadas como éstas que se celebran en Almuñécar sirven para «clarificar y hacer frente a los supuestos miedos o catástrofes que la reforma territorial pudiera avecinar», aclaró.