– Dos de cada tres municipios granadinos no alcanzan la tasa española de natalidad.
Sus habitantes envejecen y en un plazo de una a dos generaciones los más pequeños se quedarán vacíos Pese a lo anterior, la provincia tiene un número de nacimientos algo mayor que la media de todo el país Bubión es el pueblo donde nacen más niños en relación al número de vecinos, según datos del IEA.
La población de la provincia de Granada ha crecido en los últimos años conforme a los parámetros que definen al conjunto de Andalucía: incremento de la fecundidad y descenso en el número de defunciones. La llegada de un buen número de inmigrantes, el asentamiento permanente de ciudadanos europeos así como de jóvenes parejas procedentes de otras comunidades autónomas, ha propiciado que en los últimos ocho años esta zona de Andalucía haya pasado de registrar 8.648 alumbramientos en 1998 a 9.707 en el ejercicio de 2005, último dato cerrado por el Instituto de Estadística de Andalucía (IEA). La tasa bruta de natalidad -la que indica el número de nacimientos en relación con la población total media por mil- se ha incrementado en la provincia granadina en el citado periodo desde el 10,71 al 11,18. Prácticamente en el mismo nivel que la de Andalucía y ligeramente por encima de la tasa nacional.
Se tome la referencia que se tome, todos los datos estadísticos revelan una senda demográfica ascendente que si bien no presenta un pronunciado tirón al alza, sí configura una situación menos preocupante de lo que cabría esperar en un principio y que garantiza un relevo generacional sin excesivos problemas. Granada contaba al término de 2005 con 868.541 habitantes censados, una cifra que roza el 11% del total de los registrados en el conjunto de Andalucía y que se elevaba en igual fecha a 7.912.736.
Desigualdades
La catarata de datos que suministra el IEA no oculta, sin embargo, las fuertes desigualdades demográficas que padece Granada. En muchos de sus municipios, concretamente en dos de cada tres, resulta realmente complicado encontrarse con niños en los parques, paseando con sus padres o camino del colegio. Y es que en nada menos que 107 poblaciones -sobre un total de 168- la tasa de natalidad no alcanza la media española, cifrada en 10,75 niños por cada millar de habitantes.
Un rápido vistazo a la estadística que acompaña a esta información desvela que suelen ser pueblos pequeños, del interior de la provincia y sin grandes recursos económicos propios los que ven decaer el nacimiento de niños. Baste señalar que Almegíjar, Carataunas, Cástaras, Gobernador, Huélago, Juviles, La Calahorra y Lentegí no registraron ni un sólo parto. Pero hay otros 99 más, hasta completar los mencionados 107, que no llegan ni de lejos a la media nacional de natalidad.
En el otro fiel de la balanza se encuentran aquellos municipios que superan -en algunos casos incluso, la doblan de largo- la tasa media española de nacimientos. En este supuesto, la relación de localidades granadinas en las que el número de alumbramientos es mayor en relación con su población total está encabezada por Bubión (27,74), al que le siguen Busquístar, Capileira, Cenes de la Vega, Cúllar Vega, Chauchina, Gualchos, Huétor Santillán, Pinos Genil, La Zubia, Las Gabias, Vegas del Genil y Ogíjares.
En opinión de Manuel Sáenz Lorite, catedrático de Geografía Humana y director del departamento de ese mismo nombre de la Universidad de Granada, la provincia granadina presenta una clara diferenciación entre las zonas con mayor crecimiento demográfico y aquellas otras donde el envejecimiento poblacional es evidente. «A grandes rasgos, cabe señalar que las comarcas de la Costa, el Área Metropolitana y la propia capital, son las que tienen mayor población joven, mientras que Los Montes, el Altiplano e incluso la Alpujarra en algunas zonas concretas, son las que presentan un índice de envejecimiento mayor», señala Sáenz Lorite a este periódico.
Sobre las causas que justifican estas diferencias de natalidad tan destacadas entre unas zonas y otras, el profesor universitario apunta razones de distinta índole. Como el hecho de que los movimientos de inmigración, con escaso control de la natalidad, se asientan en la zonas antes señaladas. Una circunstancia que está directamente relacionada, a su vez, con otra cuestión determinante: a mayor nivel de riqueza, mayor flujo demográfico. «La gente joven busca trabajo allí donde lo hay -apunta Sáenz Lorite- y en el caso que nos ocupa, está claro que las poblaciones con mayor desarrollo son las que tienen más nacimientos».
Despoblamiento
Sobre el futuro que les espera a los núcleos de población con tasas mínimas de natalidad, Sáenz Lorite se muestra pesimista: «están inmersos en un proceso de desertización demográfica, especialmente sus anejos, los pequeños núcleos que no disponen de servicios tan básicos como el de transporte público, y que por puro agotamiento se quedarán sin vecinos cuando mueran los pocos con los que cuentan; hablamos de una a dos generaciones». Sáenz Lorite matiza, sin embargo, que la citada situación no es irreversible. En la medida que cualquier población en decadencia es revitalizada con un proyecto económico, «está llamada a contar con nuevos vecinos, con gente joven que puede estar interesada a vivir en la misma y por tanto a tener hijos», explica.
El último capítulo a tomar en consideración es el del crecimiento vegetativo, -el que indica el resultado que se obtiene de la división entre el número de nacimientos y defunciones- y según el cual los resultados son igualmente positivos. Si en 1998 el balance era favorable en 1.270 personas, al cabo de los citados ocho años el número asciende ya a 2.045.
Los municipios granadinos donde el crecimiento vegetativo ha sido mayor son los de Albolote, Armilla, Granada, Motril -con 330 personas fue el mayor de toda la provincia y a distancia de los restantes-, Ogíjares, La Zubia y Las Gabias. Por el contrario, las poblaciones en las que fue menor, las de Algarinejo, Caniles, Cortes de Baza, Cúllar, Fuente Vaqueros, Gor, Huéscar, Montefrío y Pedro Martínez. Algunas ya apuntan graves problemas de cara a un futuro no muy lejano.
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