– Los jóvenes currantes del verano.
Decenas de estudiantes se quedan un año más sin vacaciones y en la Universidad trabajando sin parar.
Sin vacaciones. Sin volver a casa. Sin dejar los libros y las herramientas de investigación. Sin dejar de pisar la Universidad o el laboratorio. Sin horas libres. Son los jóvenes que se quedan en Granada sin el respiro estival. Mientras que muchos se preocupan por coger sitio en la playa y de los atascos en la carretera, otros continúan haciendo cuentas para llegar a fin de mes o terminar sus investigaciones. Siguen con la misma rutina de siempre, salvo algunas excepciones. También los hay que continúan preparando oposiciones y con el mismo horario que durante todo el año.
Algunos de esos jóvenes cambian las aulas de la Universidad de Granada (UGR) durante unas horas por las de una academia, otros las clases por la sala donde actúan como becarios de automatrícula y otros siguen como siempre llegando a los laboratorios a trabajar. Se han quedado sin poder disfrutar del descanso veraniego.
Enrique Zamorano es uno de esos jóvenes que este verano no ha vuelto a su pueblo sevillano por vacaciones. Está cinco horas (a veces un poco más) en la Facultad de Ciencias atendiendo las dudas de sus compañeros sobre todo lo relacionado con la automatrícula. La beca de la que dispone termina el día 11 de septiembre. Después tendrá exámenes y no habrá tiempo para dejar de pagar el alquiler del piso en el que vive los doce meses del año.
Como becario de automatrícula en la Universidad granadina cobrará unos setecientos euros. Estará un mes y medio y el dinero que gane le servirá para mantenerse en la ciudad de la Alhambra. No le dará para ahorrar, eso está claro. No obstante, dará por bien empleado este tiempo y trabajo porque está aprovechando para estudiar y prepararse los exámenes septiembre. Por otra parte, Enrique no oculta que le gustaría encontrar algún «curro» durante el fin de semana para no ir tan apurado de dinero.
Enrique está estudiando cuarto de Ciencias Ambientales y explica que el quedarse en Granada y no volver a su casa, no es plato de buen gusto, pero reconoce que si se va a su pueblo no estudia nada. Quedándose en la capital granadina sí hace más. Las tardes las tiene siempre libres para poder estudiar y por las mañanas a veces no hay mucho trabajo y puede repasar.
Como becario de automatrícula -matrícula en la UGR a través de internet- está atendiendo a través del teléfono las dudas de los universitarios. Bueno, algunas veces atiende las bromas o las equivocaciones porque confiesa que en ocasiones llama gente que se equivoca y a veces con ganas de cachondeo.
Durante el curso Enrique ha estado como becario de los puntos de información de la UGR, en su caso en el Servicio de Becas. La cuantía económica que ha percibido ha sido menor, pero dice que está muy contento con la experiencia y con lo que ha aprendido en el citado centro universitario. Si lleva mal o bien quedarse en verano en Granada se lo toma con resignación. Se refugia en que tiene que estudiar y no hay otro remedio porque en su pueblo «no haría nada. No estudiaría nada» y en septiembre vuelve a tener exámenes.
Ocupaciones
Junto a Enrique está cada mañana atendiendo el teléfono Laura Román. Ella es de Granada, pero es de las que se quedan en la Universidad y en la capital. No se puede ir a su casa de la playa. «No, a mí no me da igual quedarme que irme a la playa todo el verano», sentencia. Si bien después admite que este verano está aprovechado al máximo y llevando adelante un montón de cosas.
Está como becaria en la Universidad granadina, además de como monitora en el Parque de las Ciencias y durante los fines de semana trabaja poniendo copas. No para ni un segundo. Laura está terminando Relaciones Laborales y «quiero aprovechar al máximo mi último verano como universitaria». A las ocupaciones que ya tiene se le había sumado la de las prácticas en empresa, pero al final tuvo que renunciar porque no tenía tiempo, no obstante energía y ganas no le faltan. Dice que hay que moverse.
Si en verano tiene que estar haciendo tantas cosas no le importa. Laura reconoce que es inquieta y le gusta hacer muchas cosas. Si después tiene dinero hará algún viaje y casi seguro que no dejará de tener alguna ocupación.
Trabajo de campo
Una situación distinta es la de Javier Ruiz. Él se queda todo el verano sin vacaciones porque quiere avanzar en su investigación. Eso sí, deja bien claro desde el principio que no es porque se lo imponga nadie sino porque quiere adelantar en su trabajo. Es más, ahora es una época idónea para sus investigaciones. Javier es ingeniero de Montes y su tema de investigación es la prevención de riesgos laborales.
En estos meses, es un momento importante para evaluar el sistema de prevención y también para salir al campo y evaluar el riesgo de incendios. El campo de trabajo del equipo en el que trabaja Javier es toda Andalucía, desde Cádiz a Almería y de vez en cuando salen al monte a hacer las pruebas pertinentes y comprobar sobre el terreno cuál es la situación real.
Así, Javier se está pasando el verano entre las salidas al campo y las instalaciones del Centro Superior de Investigaciones Científicas. Cobra 1.200 euros al mes y a partir de enero ya tendrá contrato laboral. Será su tercer año y con el acuerdo último que se ha firmado tendrá ese contrato laboral que le reconocerá sus derechos como trabajador. Ese contrato se firma para el tercer y cuarto año como becario. Para Javier es su segundo año como I3P y el primero que se queda en Granada como becario sin regresar a su tierra, Vizcaya, durante el respiro estival.
A Javier lo están evaluando de manera continua en su trabajo. Su jefe no le obliga a quedarse sin vacaciones, pero él quiere avanzar en su investigación. Si bien, no descarta que más adelante pueda tomarse unos días de descanso. También dice que, aunque a él no, sí conoce algunos casos en los que hay becarios de investigación que no les permiten ni irse una semana de vacaciones.
Si bien, agrega que eso está cambiando. Ahora se induce más a los becarios a que se vayan y que limiten su tiempo. «Estoy a tiempo completo, pero en ocasiones el trabajo de investigador se prolonga más tiempo del previsto», remarca. ¿Por qué? Porque están siendo evaluados de manera constante y pendientes de las publicaciones y «no se puede perder el tren». Por eso, en ocasiones entre una convocatoria y otra hay becarios que trabajan gratis para no perder la oportunidad de sacar adelante alguna publicación o la estancia en el extranjero de la que estén pendientes.
En este sentido, Javier apunta que la percepción tanto de dar vacaciones a los becarios de investigación como la de los propios investigadores está cambiando. «La percepción social ha cambiado y se está reconociendo la investigación como un trabajo».
En lo que respecta a las becas, Javier lo tiene claro. Desde su punto de vista se está «pervirtiendo», no en lo referente a las de investigación que se han mejorado, sino en el resto de modalidades. Así, anota que se debería volver a lo de antes. Es más, esos becarios «están trabajando y reportando un beneficio a la empresa y no se les reconocer su trabajo». En su opinión, un becario es el que se está formando y no el que está dando dinero a una empresa con sus prestaciones y con su trabajo. Así, entre becarios de una cosa y becarios de otra son bastantes los que se quedan en Granada sin volver a sus pueblos natales por vacaciones. Quizás en septiembre tengan más suerte y unos días libres.
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